Tomás Mojarro
Hoy, la mente atiborrada de cadáveres en San Martín Texmelucan,
recuerdo las explosiones de aquel 22 de abril de 1992, cuando hicieron
explosión los lloraderos de gasolina que inundaban las cañerías del Sector Reforma, en Guadalajara. El entonces presidente Salinas
prometió castigo para los causantes de la tragedia que dejó cientos,
miles de víctimas. De esto han pasado ya 18 años. ¿Y? Lo advertía Juan Delgado N. en el Congreso jalisciense:
El caso no tiene por qué cerrarse, a menos que los ciudadanos lo
olviden. Por cuanto a esta Comisión: es hora de que no tiene acceso ni
siquiera a los peritajes del caso…
Contestó Alberto Orozco, ex-gobernador panista: “¿Y qué? ¿Nos vamos a pasarla vida llorando?” Y el canónigo Felipe Buz: “Este hecho de las explosiones no debe provocar polémicas. Hay que olvidar”. El obispo Guadalupe Martín Rábago hizo un llamado al olvido y la reconciliación…”
Olvido. Reconciliación, impunidad, la domesticidad y al resumidero
la memoria histórica. “Los damnificados presentan querella ante la Procuraduría Gral. de Justicia de Jalisco contra el gobernador Guillermo Cosío Vidaurri,
por ejercicio indebido y abandono de servicio público, abuso de
autoridad y genocidio en grado de tentativa”, y que las víctimas de la
explosión no fueron las 210 que afirma el gobierno. Fueron 2 mil 197. En los
días que estuvo acordonada la zona por ejército y policías, se
rescataron cientos de cadáveres más, que por las noches se llevaron a
hornos crematorios del Ejército y privados. Se quemaron 70 cuerpos
diarios durante 27 días. Pero ustedes, priístas, espérense, que ya
vienen las elecciones.
Pasadas las elecciones, “en el olvido, damnificados de las
explosiones experimentan impotencia, coraje, decepción y falta de
justicia. Lilia Ruiz, representante de los lisiados, dijo que el triunfo de Acción Nacional
en el gobierno se debió en mucho a su dolor, ya que la sociedad puso
todas sus esperanzas en el nuevo partido, que los ha abandonado por
completo. Su situación no mejoró con el cambio, y al contrario: la poca
ayuda que conservaban (despensas) les fue retirada por el gobierno
panista para comprar pavimento”.
Año 2 mil. “El Congreso del Estado
promete que reabrirá las investigaciones, pero más de 500 afectados
reclaman justicia, ya que su situación se agrava y las autoridades han
actuado con una política de limosnas en lugar de reparar el daño por un
mandato judicial. Acusan al panista Alberto Cárdenas de dar carpetazo al problema social”.
1996. “Tras larga agonía, muere otra víctima de la explosión, por
daños cerebrales. Cuatro años los pasó en estado vegetativo, después de
que su padre murió en la explosión”. Abril de 1993. El ex gob. Alberto Orozco Romero: “Ya,
señores. Hablar del 22 de abril es insano. Yo odio ocuparme de ese
asunto. No vamos a pasar el resto de la vida hincados, llorando. La
tragedia ocurre en cualquier país, las guerras cobran miles de muertos,
y no por eso la gente se pasa el resto de la vida llorando a los
caídos. Ya. Definitivamente no podemos vivir sólo de llorar tragedias.
Miren: los familiares, si desde el cielo nos están viendo, verán con
más simpatía que estemos reconstruyendo, y a ellos les gustaría más que
estuviéramos laborando, más que llorar y llorar junto a su tumba. No
podemos seguir rumiando el rencor”.
Antonio Lozano, el entonces procurador: “El caso es cosa juzgada. No
puede reabrirse el expediente en virtud del precepto constitucional”.
Impunidad. Es México. (Nuestro país.)
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