8/15/2022

Bienvenidos al terrorismo de la oligarquía…

Colaboración con Ulises Catsañeda


Los sucesos de violencia acontecidos durante estos tres días recientes en Jalisco, Guanajuato, Chihuahua y Baja California Norte difícilmente pueden ser considerados como hechos sólo imputables a las prácticas comunes del crimen organizado. Es visible una coordinación coincidente en tiempos con el plan de AMLO de apresurar la adjudicación de la Guardia Nacional a la SEDENA y con la insistencia de vulnerar la soberanía energética de México por parte de Estados Unidos y Canadá, sus socios comerciales del TMEC. Se trata nada menos que de tres estados gobernados por la llamada oposición -de los pocos que les quedan- y uno que durante noventa años estuvo dominado por el PRI y el PAN, con el intermedio de un Jaime Bonilla quien resultó prácticamente un saboteador de la 4T y acabó jugando más del lado de la herencia reaccionaria de BCN; en términos reales, la gestión de Marina del Pilar Ávila debe ser vista como el primer mandato de la entidad verdaderamente afín a la 4T, es decir, Morena lleva escasos ocho meses gobernando ese lugar, uno de los otrora bastiones de la cúpula empresarial, lo cual representa un costal de vicios difícil de remontar. Con todo, Ávila fue la gobernadora que más rápido se manifestó a la población después de los actos delictivos. 

Basta ver las redes sociales de Alfaro, Rodríguez Vallejo y Maru Campos para darse cuenta de lo desconectados que estaban de la crisis de seguridad en sus comarcas, del retraso con el que se enteraron de los detalles y dieron la cara a la gente en comparación con Ávila. Más allá de esto, las investigaciones apuntan a que el Cartel Jalisco Nueva Generación es el perpetrador de los crímenes en BCN, Jalisco y Guanajuato; Chihuahua se cuece aparte: los Mexicles, grupo delincuencial reclutado por el Cartel de Sinaloa, son reconocidos por su origen pandilleril y su “código sangre por sangre”, a saber, que la muerte es la única forma de abandonar la banda; este perfil de extrema violencia explica el que hayan cargado contra la vida de civiles inocentes por el simple hecho de provocar pánico, táctica que no es tan común en otras organizaciones de mayor jerarquía (no puede ignorarse que Maru Campos es una calderonista jurada, con todo lo que ello implica en relación con la agrupación criminal del “Mayo”).

La oposición se encuentra en focos rojos: la aprobación presidencial resiste aún la guerra mediática sucia levantada en su contra, han perdido la mayoría de los estados y una de sus últimas fortalezas inexpugnables está más amenazada por Delfina de lo que les gustaría, tanto que pudimos ver a Denise Maerker, en una mesa de discusión de granaderos informativos de la derecha, argumentar que la profesora no tenía adversario que valiera. Independientemente de que los poderes empresariales tengan un plan a largo plazo para recuperar el país, de ninguna manera renunciarán a los intentos de socavar en lo posible la percepción de la 4T ante la opinión pública antes de 2024. En este clima, es llamativo que los tres estados que tienen en sus manos, estallen en agresiones espectaculares por parte del narcotráfico, en cadena y al hilo. Sin sorpresa alguna, la derecha ha tratado de explotar en su favor los eventos; lo curioso son las diferentes narrativas que usan y que se contradicen penosamente, aunque sabemos que la vergüenza no es lo suyo.“AMLO tiene un pacto con el narco y ordenó el ataque a estados no morenistas para debilitar la imagen de la oposición”.

ESTA “HIPÓTESIS” TIENE UNA GRAN FALLA DE ORIGEN: NO HAY UNA SOLA PRUEBA DE ACUERDOS ENTRE LA 4T Y LA DELINCUENCIA. PARA REMATAR, LA LÍDER DE ESTA PATRAÑA, ANABEL HERNÁNDEZ, AL SER INQUIRIDA SOBRE TALES EVIDENCIAS, CONTESTÓ QUE EL SALUDO DE AMLO A LA MADRE DEL CHAPO CONSTITUÍA LA PRUEBA REINA…

No puede decirse lo mismo de las administraciones pripanistas en los tres niveles de gobierno, cuyos nexos con el tráfico de narcóticos han tenido que aceptar hasta los odiadores de AMLO, no quedándoles otra opción más que tratar de embarrar a la fuerza tanto al presidente, como al movimiento que lo llevó al Ejecutivo, en el mismo lodo. Más aún, tal cual hemos venido señalando en este espacio, el crimen organizado tiene en el PRI y el PAN a meros intermediarios con sus verdaderos superiores: diversos negocios “legales” de la Alta Iniciativa Privada nacional e internacional que necesitan brazos armados para el despojo implicado en sus megaproyectos, los cuales no se han visto beneficiados como ellos hubieran querido con la llegada a la presidencia del “necio de Macuspana”. Dichas conexiones están lejos de desaparecer, y los carteles bien pueden incluir en su menú, dirigido a los barones del dinero, el servicio de desestabilización de un gobierno federal enemigo, como les es el actual. Estas estrategias involucran a los intereses estadounidenses que estructuralmente consideran a la 4T como un régimen incómodo; la misma DEA se ha sentido molestada en su control e influencia sobre el tráfico de armas y drogas en México desde que AMLO asumió la presidencia. Así las cosas, un gobierno estatal proveniente de Movimiento Ciudadano -el partido llamado a engañar a los electores vendiéndoles neoliberalismo con piel de “alternativa”- no estaría fuera de los beneficiarios de un narco-golpeteo destinado a desorientar a toda la población que se pueda mediante la doctrina del shock, a fin de encausar su percepción contra el primer mandatario.“AMLO no puede con el narco”.

Esta segunda conjetura implica de manera más o menos descarada la negación de la primera. Apela a la incompetencia y no a la complicidad. Los voceros de la oposición reiteran el engaño de que en este sexenio hay desórdenes de seguridad inéditos o de que la estrategia de seguridad de “mano dura” sí era eficaz a diferencia de los “abrazos, no balazos”, como si la gente fuera idiota y no conociera los desastres que año con año se vienen dando desde el banderazo de salida al genocidio caldero-peñista.“AMLO quiere militarizar a México y no lo vamos a permitir”.

Consigna que entra en conflicto con las anteriores porque la lógica se complica, o de plano brilla por su ausencia. La adjudicación de la GN a la SEDENA obedece básicamente a una situación: los gobiernos federales, estatales y municipales pripanistas (y ahora también de MC, cosa que viene a ser lo mismo en rigor) dejaron crecer a la delincuencia organizada y no dedicaron los recursos públicos a la formación de fuerzas policíacas estatales y municipales dedicadas profesionalmente a la seguridad ciudadana; la población necesita apoyo ante una policía sin capacitación, mal pagada y, por ende, hasta el cuello de corrupción, producto de las políticas neoliberales de “adelgazamiento del estado”. Los opositores alegan que AMLO busca atropellar la Carta Magna al tratar de “saltarse” el bloqueo propagandístico que sus bancadas quieren montar para negar la mayoría calificada a la integración GN-SEDENA. Este asunto es mucho más complejo, pero es claro que la figura del decreto está contemplada en la Constitución. 

Cuando las oligarquías manipulaban la casi totalidad de los mandos políticos, usaron demasiadas veces vericuetos legales y jurídicos en el Congreso con el único fin de abultar sus cuentas bancarias. Ahora que AMLO busca un resquicio apremiante para que las funciones del ejército y la GN en la seguridad pública se lleven a cabo reguladas por un marco razonable y protector de los derechos humanos -a diferencia del caótico fascismo de Felipe Calderón-, la derecha se escandaliza. ¿La razón? Las vidas y la paz de los mexicanos les importan poco. Lo que a gente como Claudio X. González o Gustavo de Hoyos les interesa de los mexicanos es atarantar su conciencia para que les devuelvan el poder político entero, por omisión o por acción electorales. 

Mientras tanto, utilizan el término “militarización” como una suerte de espantapájaros, tratando de atemorizar a la sociedad, confundiendo adrede la verdadera militarización (consistente en sacar el ejército a las calles como método de vigilancia ideológica, control de población y represión de disidencias) con la incorporación de las fuerzas armadas para ayudar en las obras públicas y en la lucha contra la delincuencia común y contra un crimen organizado potenciado por décadas de expolio neoliberal. La técnica del petate del muerto…“AMLO por favor manda a las fuerzas armadas porque no sé qué hacer con estos cuervos que me sacan los ojos.”

Al mismo tiempo que Kenia López, Lilly Téllez, Marko Cortés y -háganos usted el favor- Alito Moreno, entre otros personajes del bloque fascistoide, salen a gritonear en contra de la “militarización”, sus gobernadores estatales se congratulan públicamente de la cooperación entre sus autoridades locales y las fuerzas federales. Salen a cuadro en videos de redes sociales con militares y, cuando creen que pueden, tratan de arrogarse el crédito del sosiego momentáneamente recuperado. Reiteramos, la vergüenza no es lo suyo.

“CUATRO DÍAS DE TERROR” espeta Reforma con la tipografía más vistosa que puede. Lo interesante es cómo van a manejar todo este galimatías de mensajes cruzados, despropósitos y contrasentidos que arriba se exponen. No les queda, como de costumbre, más que esperar el atolondramiento de la opinión pública indecisa con la ayuda colosal de su omnipresencia en radio, prensa, televisión, redes sociales, tanto públicos como privados, aunada a cadenas de WhatsApp casi salidas de un manual de Joseph Goebbels. Jamás hay que desestimar la carta de la intervención estadounidense. 

A la “militarización” se añade ahora, en el léxico mentiroso de la propaganda negra, el “terrorismo” del narco que, según el relato derechista, es “negado” por AMLO. En realidad, es improbable que AMLO niegue que haya terrorismo pateando a México. Más bien sabe que no es terrorismo de estado, como quieren acusar sus adversarios; ni siquiera “narcoterrorismo”. Se trata de una modalidad que acaso sea la fuente de todas las demás: el terrorismo de la oligarquía, es decir, de las élites económicas -desde los bancos hasta los fondos de inversión- presionando, acosando con violencia a las personas para obligarlas a votar por quienes les otorguen todas las riquezas de una nación para seguir engrosando sus ganancias particulares. Y el gobierno de López Obrador definitivamente no es uno de esos…

El “abrazos no balazos”, para que lo entiendan los promotores de la desigualdad económica “amable” -que piden “cambio de estrategia de seguridad”- no significa, en efecto, “guerra contra el narco”, significa defensa de la paz con justicia.

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