Según los resultados del ejercicio estadístico organizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el 20.8 por ciento de los casos de violencia sexual contra niñas, los agresores son los tíos o las tías. A ellos les siguen las y los primos, quienes son responsables del 17.4 por ciento de las agresiones, y personas ajenas a la familia –como vecinos o conocidos–, culpables del 15.8 por ciento de estos delitos.
En la lista siguen hermanos o hermanas, con el 7.1 por ciento; los padres, con el 5.2 por ciento y las madres, con el 0.6 por ciento; es decir: prevalecen los crímenes perpetrados por la familia nuclear de las víctimas. Entre los responsables también se incluyen los abuelos, padrastros o madrastras, “otros familiares” y desconocidos.
Como parte de las agresiones sexuales registradas por la Endireh 2021 se encuentra el tocamiento de las partes íntimas de las menores sin su consentimiento o que el agresor las obligue a ellas a tocarlo. Este ataque fue el más frecuente entre las mujeres que vivieron situaciones de abuso sexual durante la infancia, pues 9.5 por ciento de ellas reportaron el tocamiento como la agresión de la que fueron víctimas.
Por otro lado, el 4.7 por ciento de ellas experimentó un intento por forzarlas a tener relaciones; mientras que a otro 4 por ciento lo obligaron a mostrar sus partes íntimas o a mirar las de otras personas.
Además, 3.3 por ciento de las niñas abusadas durante la infancia fue forzado a tener relaciones sexuales bajo amenaza o con uso de fuerza, y al 1.4 por ciento lo obligaron a ver contenido pornográfico en revistas, videos o fotografías. De igual forma, 1.1 por ciento de las víctimas fue coaccionado para realizar otro tipo de actos sexuales bajo amenaza o con uso de fuerza de su agresor.
El incesto en las diferentes expresiones registradas por la Endireh se ha convertido en un grave problema tanto en México como en el resto de América Latina. En el caso boliviano, por ejemplo, ocho de cada 10 casos de abuso sexual infantil en 2019 fueron perpetrados precisamente por familiares.
Uno de los rostros de este problema es el silencio que suele haber alrededor del delito. Muchas veces, las víctimas no hablan por temor o por la confusión de no saber que lo que acaba de sucederles es un abuso. Y si se lo cuentan a sus familiares más cercanos o de confianza, a veces estos prefieren mantener el hecho en secreto. Esto crea subregistros importantes y deja a la violencia sexual contra niñas en un alto grado de impunidad.
Otras violencias contra las niñas
De acuerdo con los datos recabados por Inegi, el porcentaje de mujeres que reportaron haber sufrido violencia durante la niñez aumentó en comparación con la última encuesta sobre las dinámicas del hogar levantada en 2016: pasó de 38.2 a 41.8 por ciento.
Además, para 2021, las agresiones de índole sexual pasaron de 9.4 a 12.6 por ciento de las mujeres encuestadas, lo que representa un aumento de poco más de tres puntos porcentuales. Algo similar ocurrió con la violencia psicológica, la cual pasó de tener una incidencia de 18 a 21.6 por ciento.
La violencia física, por su parte, se mantuvo en niveles similares: en la edición más reciente de la Endireh, 33.9 por ciento de las mujeres afirmó haber sufrido este tipo de agresión. Cabe destacar, sin embargo, que es la violencia con los más altos índices; al considerar que las violaciones a los derechos de las mujeres se interconectan, si los otros tipos no se atienden, existe el riesgo latente de que alcancen niveles aún más altos también.
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