Violencia sexual en España
Breve análisis sobre la violencia contra la libertad sexual en España
Hombre, español, entre 18 y 64 años de edad, que viola solo en el 94,6% de los casos, aunque también lo hace en grupo, de hecho, en el último año han aumentado las violaciones grupales un 15,4%, y se ha incrementado también el número de agresores que forma parte de cada una de ellas. Y cuando no agreden de forma física lo hacen a través de las redes y plataformas, lo importante para estos hombres es darle salida a su violencia más allá de las circunstancias, como demostraron durante la pandemia, periodo en el que bajaron las agresiones sexuales físicas un 14,1% y aumentaron las online un 12,5%.
Son datos del informe “Delitos contra la libertad sexual en España” de la Secretaría de Estado de Seguridad referidos a 2022, donde también se indica que las principales víctimas son las mujeres y las niñas, y que la mayor parte de los agresores eran desconocidos, los cuales actuaron todos los meses del año con independencia de las circunstancias, pero aprovechándose de ellas y de la oportunidad que encuentran en cada uno de los momentos y dinámicas relacionales que acompañan a los diferentes periodos del año, como sucede en los meses de verano alrededor de los espacios de ocio y las celebraciones, pero sin que dejen de llevarlas a cabo en ningún momento. De hecho, en enero, mes con menos incidencia, según los porcentajes mensuales se denunciaron 1575 agresiones sexuales con penetración, y en julio, mes de mayor incidencia, 2250. Es decir, en enero se denunciaron 50 al día, y en julio 75.
El aumento de las violaciones cometidas por menores y en grupo, ha puesto el foco sobre una situación muy preocupante por las consecuencias que producen sobre cada una de las víctimas, y por las circunstancias que llevan a que chavales tan jóvenes, algunos con menos de 14 años, vean como una opción agredir sexualmente a una chica de su edad, pero esa situación sólo es una pequeña parte de toda la violencia sexual y no debe distorsionar la imagen completa de la realidad.
Una distorsión relacionada con dos hechos fundamentales.
1. Por un lado, se justifica de forma directa que todo este incremento en los casos conocidos no se debe a un aumento de la violencia sexual, sino a que se denuncia más, una afirmación que debemos de analizar con cuidado para evitar crear una imagen que nos lleve a un lugar distinto a la realidad. La primera valoración que se debe hacer para mantener esa afirmación es si las circunstancias sociales son compatibles con una visión crítica por parte de los hombres que usan la violencia contra las mujeres en cualquiera de sus formas, para que desde ese nuevo posicionamiento se produzca una renuncia a usar la violencia, en este caso la violencia sexual, y que, por tanto, no aumenten las agresiones sexuales. Y los datos no nos indican nada de eso, sino lo contrario. Vivimos un momento en el que la cosificación y sexualización de las mujeres ha aumentado, tal y como se ha visto en muchas canciones, videojuegos, chats universitarios, en grupos de amigos que desnudan a sus amigas con aplicaciones de inteligencia artificial y las comparten, o con otros jóvenes que graban sus relaciones sexuales y también las comparten sin el consentimiento de la chica, todo ello coincidiendo con un mayor consumo de pornografía desde edades más jóvenes. Y esa situación sucede de manera simultánea a un ataque a las mujeres y a una victimización de los hombres que llega a decir que “ser hombre es un crimen”. Y si fuera poco, se le añade a la ecuación el negacionismo de la violencia de género en cualquiera de sus expresiones, planteamiento que refuerza la posición de los agresores y genera desconfianza en las víctimas y sus entornos, lo cual se ha acompañado de un aumento de homicidios de mujeres por violencia de género. Todo ello nos indica que los factores sociales son compatibles con un aumento de la violencia contra las mujeres en todas sus expresiones, también de la violencia sexual, aunque se haya producido un mayor número de denuncias, pero no como única razón para darle significado a la realidad social.
2. Y por otro lado, se tiende a reducir el problema de la violencia de género, que es un problema estructural, a algunas circunstancias que acompañan a cada momento histórico, dejando en un segundo plano su principal causa que es el machismo y la cosificación que hace de las mujeres para que muchos hombres entiendan que pueden ser dueños de ellas y convertirlas en una propiedad más, o utilizarlas como si fueran objetos desechables. Ahí es donde se tiende aresponsabilizar a la pornografía, a las redes, a las canciones… de lo que es una cuestión de machismo. Un machismo que recurre a las canciones, a las redes y a la pornografía para facilitar el uso de la violencia contra las mujeres, pero que si no existieran estos elementos también recurriría a la violencia bajo otras referencias, como lo ha hecho cuando estas no estaban disponibles. Por el contrario, si no existiera el machismo no habría tampoco elementos facilitadores de la violencia machista, y cualquier elemento que apareciera relacionado con la pornografía, o el uso de las redes, o las letras de las canciones… no daría lugar a la violencia contra las mujeres, porque su causa no está en las imágenes o en las canciones, sino en la cultura que las presenta como objetos al servicio de lo que los hombres decidan hacer con ellas.
Siempre debemos mantener una mirada amplia ante la violencia de género y las circunstancias que crea el machismo para justificarla y llevarla a cabo, y cada vez que perdemos esa perspectiva abierta y reducimos los hechos a determinadas circunstancias o elementos, perdemos una oportunidad de avanzar hacia su erradicación, al tiempo que permitimos que el machismo se reorganice bajo nuevos argumentos y escenarios.
Los datos indican que la violencia sexual, al igual que sucede con la violencia en la pareja contra las mujeres, está aumentando como consecuencia de la reorganización que supone la refundación del machismo, y como parte de ella también aumenta el protagonismo de los hombres jóvenes, pero el problema está en el machismo y en su reivindicación a partir de los elementos que forman parte de él, entre ellos la violencia de género con su doble cometido, hacer a los hombres más hombres y a las mujeres más sumisas a lo que los hombres impongan con independencia de la posición que ocupen ellas en el plano público o privado.
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