Entre varias otras peligrosísimas
cesiones al gran capital financiero (Zonas Especiales, Proyecto
Transístmico y Tren Maya) el presidente electo, Andrés Manuel López
Obrador, plantea crear una Guardia Nacional dirigida por las fuerzas
armadas según el modelo dela Gendarmerie francesa, los Carabinieri
italianos, los Carabineros chilenos, la Guardia Civil española o la
Gendarmería argentina, que controlan las fronteras y las regiones
rurales para evitar el bandidismo y sirven también como una especie de
policía militar.
Como excepción y en una situación también única, la Guardia Civil
española se dividió durante la República y parte de sus jefes e
integrantes combatieron contra la rebelión fascista cuya dictadura
devolvió a la Guardia Civil su papel de superpolicía represiva.
Todas esas armas llamadas beneméritas fueron y son utilizadas por los gobiernos derechistas o
progresistas, por los Pinochet y los Piñera, los Lago y los Bachelet, por los Kirchner o por los Macri, sobre todo contra conflictos sociales y movilizaciones obreras, campesinas o estudiantiles o movimientos independentistas como el catalán y el vasco en el Estado español o el corso en Francia y en las colonias y para controlar o evitar la inmigración de trabajadores extranjeros.
El intento de algunos de disfrazar esas superpolicías de
progresistases por consiguiente ridículo porque esas policías están subordinadas a los altos mandos castrenses que, desde siempre, protegen los intereses del gran capital y, con respecto a otros cuerpos represores, rige lo de
perro no come perro.
Es cierto que las policías actuales deben ser depuradas, educadas,
culturalmente preparadas para defender a los ciudadanos (no para
extorsionar, robar, matar, golpear a los débiles, recibir sobornos),
pero eso podría lograrse mediante su revisión y selección, dándoles
instrucción cívica y sometiéndolas al control de los barrios
organizados.
En cambio, AMLO –quien había calificado de anticonstitucional la
utilización de las fuerzas armadas en funciones policiales– ahora
pretende perpetuar la militarización del territorio nacional, creando
incluso una nueva fuerza militarizada poderosamente armada (sus modelos
extranjeros tienen tanques blindados, helicópteros y lanchas artilladas)
que entrará con otro nombre por la puerta cuando en realidad será parte
de quienes simulan irse y para colmo llama Guardia Nacional a esa
Gendarmería o Policía Militar.
Las guardias nacionales nacieron de las milicias populares durante la
gran Revolución francesa, se perpetuaron durante la rebelión de los
obreros de la seda en Lyon y la revolución de 1848 y defendieron París
en 1871 durante la Comuna hasta ser disueltas después, precisamente por
su carácter democrático y popular.
Esas guardias contaban con cañones y consistían en el armamento de
los ciudadanos de cada barrio y su organización en batallones, con un
jefe elegido y revocable por asamblea. Coexistieron así guardias
nacionales conservadoras en los barrios burgueses y guardias nacionales
revolucionarias en los barrios obreros o populares. Ellas prevenían los
delitos, aseguraban el orden público y eran el llamado brazo armado de
la Comuna, el poder popular que desempeñaba funciones municipales, pero
adoptaba también decisiones políticas.
La situación es excepcional: hay que cortarle los tentáculos al pulpo
gigante del crimen organizado que forma parte del gran capital,
funciona gracias a la complicidad de los bancos y mueve cientos de miles
de millones de pesos; hay que barrer la mierda acumulada durante
décadas de gobierno del PRI y del PAN que deseducaron a los funcionarios
y fomentaron la ignorancia de las leyes y de la Constitución. (Dicho
sea de paso, es absurda la pretensión de AMLO de someter a consulta
popular si se aplican o no las leyes y se enjuicia o no a quienes las
violaron).
Hay que dar instrucción militar en colonias, pueblos y comunidades y
armas modernas y eficaces a las organizaciones –como las policías
comunitarias– creadas por los ciudadanos para su autodefensa. El control
popular asambleario evitará los excesos y los abusos y reducará a los
guardias-trabajadores. Hay que instituir los juicios por jurado popular,
con letrados como acusadores o defensores para evitar la corrupción del
aparato judicial y educar en la responsabilidad cívica.
El fusil y las municiones en las casas, como en Chipre o en Suiza, ayudarán a terminar con la prepotencia de las bandas de narcos o de los matones
de las empresas. La formación de miles de nuevos Villa y Zapata
asegurará la defensa ciudadana de la independencia nacional ante todo
intento del gobierno estadunidense.
Hay que invertir la pirámide y dar capacidad de decisión y resolución
a una mayoría que, sea cual fuere su nivel de instrucción formal, sabe
qué le conviene, qué es dañino, qué hay que cambiar; la ciudadanía tiene
hambre después de haber sido maltratada y ninguneada desde la época de
Lázaro Cárdenas.
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