Por Mariya Salim
NUEVA DELHI, 28 ene 2021 (IPS) - Las sobrevivientes de ablación o mutilación genital femenina (MGF) están decididas a compartir sus historias para poner fin a esta práctica, aunque enfrentan el ostracismo de sus comunidades.
Masooma Ranalvi, sobreviviente de la ablación genital y fundadora de WeSpeakOut (Nosotras Hablamos), una organización comprometida con la eliminación de la práctica que también se realiza en varias comunidades de India, en especial en las de los dawoodi bohras, seguidores del ismailismo, una corriente religiosa del islamismo chiita.
Hablar en contra de la MGF no ha sido fácil para Ranalvi y muchas otras mujeres que se han atrevido a revivir el recuerdo de su infancia, cuando fueron víctimas del “khaft”, como se llama en indi al “corte” genital. Pero consideran necesario compartir públicamente su traumática experiencia, para que las generaciones posteriores no deban sufrirla.
“Existe una cultura del miedo en torno a este tema, una cultura del silencio. Muchas no se pronuncian porque hay boicots sociales contra quienes lo hacen, declarados extraoficialmente y ejecutados de hecho por la comunidad», dijo Ranalvi en entrevista con IPS.
La activista, una de las lideresas de la lucha legal y social contra la MGF en India y el mundo, detalló que “hace solo 20 años se negaba incluso el derecho al entierro (según los ritos de la corriente musulmana) a aquellos que se atrevían a disentir de la ablación o hablaban contra ella”.
Según un estudio realizado por WeSpeakOut, de los dos millones de personas que integran la comunidad bohra en India y su diáspora, entre 75 y 80 por ciento de las mujeres aproximadamente están sujetas a la ablación /mutilación genital femenina.
Renalvi también se sumó a una iniciativa judicial de la abogada Sunita Tiwari para abolir la MGF, que hasta entonces el gobierno de India negaba que se realizase en el país. Tiwari presentó en 2017 un Litigio de Interés Público ante la Corte Suprema de India en demanda de que se prohíba la MGF en la comunidad dwoodi bohra, aún sin sentenciar.
La práctica de la A/MGF se perpetuó entre esta minoría musulmana india en buena parte gracias al secreto en torno a ella, como sucede en otras partes del mundo. Pero ahora se habla de ella cada vez más y especialmente lo hacen las sobrevivientes.
La MGF implica la extirpación parcial o total de los genitales femeninos externos u otras lesiones de los órganos genitales femeninos por razones no médicas. La religión, la cultura y la tradición se citan a menudo como argumentos para esta práctica atávica y patriarcal.
Rn alrededor de 92 países se practica la A/MGF y de ese total, 51 países la han prohibido expresamente en sus leyes nacionales de una forma u otra.
En Asia, sin embargo, no hay un solo país que tenga una ley promulgada para prohibir la práctica contra los derechos de las humanas, aunque se sabe que se prolonga en forma habitual en al menos India, Indonesia y Malasia.
En Estados Unidos, Mariya Taher cofundó Sahiyo, una unión de mujeres por la proscripción de la MGF a nivel mundial y entre la comunidad bohra. Ella es una sobreviviente y participó activamente leyes en la abolición de la práctica en el estado Massachusetts.
“Tardamos cinco años en lograrlo, pero en agosto de 2020 logramos aprobar una ley al respecto. Actualmente trabajo con un grupo en Connecticut para aprobar una ley allí también”, explicó a IPS desde Boston.
En Estados Unidos, detalló, sí existe una ley federal contra la A/MGF, pero para que se haga efectiva se requieren también normas a nivel de los estados y hasta ahora solo 39 de los 50 territorios federales han incorporado la abolición a su legislación, detalló Taher.
Aarefa Johari, periodista y cofundadora de Sahiyo, agregó que “la promulgación de una legislación contra la ablación/mutilación genital femenina debe ser precedida, acompañada y luego monitoreada por un activismo comunitario intenso y fuerte. Necesita educación, concienciación y diálogo”.
También sobreviviente de la ablación, Johari cree que “una ley contra la A/MGF es vital como elemento disuasorio y como medio para aclarar la postura del Estado sobre la práctica”.
Pero subrayó que “las leyes por sí solas no pueden poner fin a normas sociales profundamente arraigadas ».
A juicio de Johari se requiere, además, un compromiso a largo plazo y una intervención legal para cambiar la mentalidad de la comunidad donde se mantiene la práctica.
Dado que muchos dentro de las diversas comunidades usan la religión para justificar la práctica, es importante señalar que ha habido una extensa investigación y escritos sobre el tema por parte de eruditos islámicos que concluyeron que la MGF no es islámica.
Ese descredito se basó en los textos coránicos y las colecciones de costumbres y tradiciones con base en dichos y acciones del profeta Mahoma, denominados “hadices”.
La organización internacional Karamah Mujeres Musulmanas Abogadas por los Derechos Humanos también concluyó en un estudio que la dañina práctica contra la integridad física y emocional de las mujeres carece totalmente de un “mandato religioso”.
«El corán no proporciona un solo verso o instancia en la que el ‘khitan’ femenino (MGF) en que se mencione como obligatorio o deseable. Además, contrariamente a la creencia generalizada, no existe un único hadiz auténtico del Profeta que requiera el khitan femenino”, indica el informe de la organización que actúa en Europa, Norteamérica, Medio Oriente y Norte de África.
Cuando tenía 10 años, la tía de Munira (un nombre ficticio para su protección) la tomó de la mano y la llevó al sótano de su casa vacía un domingo por la noche prometiéndole jugar un juego.
Poco sabía Munira que el premio de este supuesto juego, donde se le pidió que se acostara en una mesa con la ropa interior baja y los labios sellados por su tía para evitar que se escucharan sus gritos, terminaría con cicatrices de por vida. Fue cortada por una persona de su propia familia y este recuerdo resuena en su mente, como en la mayoría de las víctimas de la ablación.
“Nunca es fácil para alguien que ha experimentado alguna forma de violencia de género compartir su historia. Mi proceso tomó años y me implicó primero aprender sobre él y luego escribir sobre él. Lo primero que escribí fue para el proyecto de imaginar la igualdad”, explicó Taher.
Aseguró que le tomó muchos años “sentirme cómoda para compartirlo frente a una cámara o para ser entrevistada por los medios sobre mi experiencia. Pero incluso cuando me sentí cómoda, experimenté muchas reacciones (dolorosas) al hacerlo”.
Además, al hacer público su caso en su entorno inmediato, algunos familiares dejaron de hablarle.
“Nuestro movimiento (para poner fin a la A/MGF) se ha enfrentado a una reacción violenta tanto pública como privada de la comunidad: nos controlan mucho en línea, hay intentos de desacreditar constantemente las historias de las sobrevivientes y silenciar a quienes hablan», acotó Johari.
Pero el troleo en las redes no ha detenido la campaña.
“Es importante enfatizar que esto es una señal de la importancia de nuestro trabajo, y obtenemos tanto (o más) apoyo positivo de los miembros de la comunidad como reacciones negativas”, agregó Johari.
El clima contra el Islam y sus seguidores en buena parte del mundo, India y Estados Unidos incluidos, hace que muchas víctimas de ablación opten por permanecer calladas.
Taher reconoció que hay una interacción de opresiones y la islamofobia es una de ellas cuando se lucha contra la A/MGF.
Particularmente con la falsa suposición de que solo los musulmanes practican la mutilación genital femenina.
Pero la realidad, dijo Taher, es que “la A/MGFA ocurre en todos los continentes del mundo excepto en la Antártida, y cuando ocurre dentro de comunidades islámicas, se trata de una minoría muy pequeña”.
“La verdad es que la ablación/mutilación genitalfemenina es una norma social justificada en todo tipo de formas: religión, salud, estatus social, matrimonio, tradición, cultura, etc”, dijo.
Se trata, puntualizó Taher, de “una norma social que se inició antes del advenimiento del islamismo y el cristianismo”.
Por eso, insistió, “es vital hablar en contra de la islamofobia y la xenofobia cuando se trabaja contra la A/MGF”.
En tanto, en India, Ranalvi subrayó que solo se emprendieron acciones legales cuando todo lo demás había fracasado.
“Llamamos a las puertas de los tribunales cuando fracasaron todos los intentos de diálogo con el clero y el liderazgo dentro de la comunidad. Es imperativo el apoyo de las leyes y de los órganos institucionales para dar poder a nuestra resistencia y permitirnos tomar el control de nuestros cuerpos y ayudar a poner fin a esta violación de ellos », agregó Ranalvi.
A medida que se acerca el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, el 6 de febrero, solo se puede esperar que se acabe con esta práctica, que sigue siendo un secreto oscuro pero ampliamente prevalente que viola los derechos humanos de las mujeres y practicado por diferentes comunidades en todo el mundo.
T: MF/ED: EG
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