La película contrasta la inquietante aclimatación de Genaro y César personajes ya maduros –el segundo casi embrutecido por el alcohol– a condiciones adversas que les son pese a todo familiares y tranquilizadoras, con la progresiva actitud de rebeldía de Benjamín, joven con ambiciones muy distintas, quien no consigue aceptar esa situación extrema de explotación feudal. Esa clara oposición generacional entre el conformismo y un anhelo de emancipación es el reflejo de una crisis mayor marcada por polarizaciones nefastas, productos a su vez de una marcada desigualdad social en el país. Nada de esto es, por supuesto, materia explícita en la cinta, aunque la deducción es inevitable. Se trata de un cine minimalista, de ritmo tan lento como la espera a que son sometidos los trabajadores explotados. Las referencias estéticas declaradas del cineasta son al respecto elocuentes: Robert Bresson, Chantal Akerman y su connacional Paz Encina (Hamaca paraguaya, 2006), todos ellos maestros aquí insuperados. Hay por lo demás pocos diálogos en la película, y la mayoría son en guaraní y por ello incomprensibles sin subtítulos en español. Boreal es muestra característica de un cine independiente y contemplativo sin mayores ventanas de exhibición que las que favorece su paso por festivales internacionales. Su apuesta artística arriesgada encuentra en el Foro de la Cineteca una plataforma de promoción muy valiosa.
Se exhibe en la sala 7 de la Cineteca Nacional a las 14:30 y 19 horas.
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