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El asesinato del activista de ultraderecha Charlie Kirk ha sido el detonante de la escalada de un neomacartismo al galope: empleadores que despiden a quienes critican o bromean sobre lo sucedido en un plantel de Utah, vicepresidentes candidateables que se envuelven en la bandera ideológica del caído, subsecretarios que vigilan para cancelar visas, medios de comunicación y comentaristas bajo amago por lo que digan o pretendan decir.
La progresión punitiva llegó al terreno de la televisora ABC, propiedad de Walt Disney Company (una de las cuatro más importantes de Estados Unidos), donde Jimmy Kimmel (James Christian Kimmel, su nombre) llevaba 22 años como conductor de un programa nocturno de información y entretenimiento en el que hizo un comentario sugerente de que el asesinato del gubernamentalmente venerado Kirk habría provenido de la misma corriente MAGA (recuérdese que es republicana y trumpista la familia del presunto asesino, Taylor Robinson, pero se asegura que en fechas recientes este viró hacia la izquierda).
Kimmel dijo: "El fin de semana tocamos fondo con la banda MAGA, que intenta desesperadamente presentar al chico que asesinó a Charlie Kirk como cualquier otra cosa que no sea uno de ellos, y hacen todo lo posible para ganar puntos políticos con ello” ( The New York Times: https://goo.su/1zyvt ).
También reprodujo un video en el que, ante la pregunta periodística de cómo se sentía después del asesinato de Kirk, Trump dijo que bien y enseguida habló de otro tema.
Las palabras de Kimmel generaron tal presión de audiencia afín a Trump-Kirk y, marcadamente, del propio ámbito gubernamental, que los directivos de ABC decidieron este miércoles suspender al influyente presentador de manera indefinida. Horas antes, Brendan Carr, presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (una agencia gubernamental independiente: FCC, sus siglas en inglés), había dicho que las palabras de Kimmel constituían un “esfuerzo concertado para mentir al pueblo estadunidense”, por lo cual su agencia “tendría soluciones que podríamos considerar: francamente, cuando se ven cosas así, podemos hacerlo por las buenas o por las malas... Estas empresas pueden encontrar formas de cambiar de conducta y tomar medidas, francamente, sobre Kimmel, o la FCC tendrá más trabajo por delante”.
Ayer, ante periodistas a bordo del avión que lo llevó de regreso a Washington desde Londres, Trump mencionó que hay medios que “están en contra en 97 por ciento; sólo me dan mala publicidad... O sea, les están dando una licencia. Creo que tal vez deberían retirársela. Dependerá de Brendan Carr (el presidente de la FCC); cuando miras atrás, lo único que hacen es atacar a Trump. Tienen licencia. No se les permite hacer eso. Son una rama del Partido Demócrata”.
Trump mantiene una actitud abiertamente hostil, confrontacional, ante preguntas de reporteros que le incomodan y ha entablado demandas por decenas de miles de millones de dólares contra The New York Times y The Wall Street Journal por haber hecho publicaciones que, a juicio del multimillonario, le afectaron en reputación y su carrera empresarial y política. En otros casos de retiro de presentadores o cierres de programas hay versiones publicadas de mano trumpista promotora.
¿Dictadura? ¿Autoritarismo desatado? ¿Atentados a la libertad de expresión? ¿Graves presiones desde el poder gubernamental para forzar el retiro de presentadores y programas? ¡No! Esas etiquetas sólo son aplicables a otros países, por ejemplo México, donde diariamente desde espacios mediáticos concesionados se mantienen campañas abiertas contra el interés popular y el diseño institucional aprobado por amplia mayoría en las urnas. ¡Hasta el próximo lunes!
X: @julioastillero ,Facebook: Julio Astillero, juliohdz@jornada.com.mx
Por su parte, Rudiger Dornbusch, del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), al analizar las razones de la intención norteamericana de otorgar garantías sobre valores gubernamentales mexicanos hasta por 40 mil millones de dólares, señala como la razón de mayor peso, que el colapso de la economía mexicana “habría puesto en duda al modelo de reforma y desarrollo en base al mercado, que ha estado siendo practicado en toda Latinoamérica. Hubiera sido imposible realizar la distinción entre las bondades de las reformas y lo que fue un mal manejo de la relación peso-dólar en el caso mexicano, y el modelo entero correría el riesgo de abandonarse, no sólo en la región, sino también en Europa Oriental y en la antigua Unión Soviética”.
Como se ve, lo que está en juego es el modelo económico dominante en el mundo, detrás del cual hay una concepción de la economía, una visión del mundo, una ideología. La centralidad del caso mexicano en la suerte de esta visión del mundo es una bendición y una maldición para el país. Bendición porque a diferencia de 1982 las fuerzas internacionales no dejarán que se colapse nuestra economía. Maldición porque esta clase de apoyos ultracondicionados profundizan nuestra dependencia del exterior y limitan aún más nuestra ya menguada soberanía. Nuestro país es tan central en este modelo, que el Banco Mundial en su esfuerzo para que la economía mexicana fuese exitosa durante los años de Salinas, inundó de créditos a México hasta rebasar la regla que le impide tener más de 10 por ciento de su cartera en un país. Sin embargo, desde 1993 cunde la preocupación en esta institución por la escasa respuesta de crecimiento de la economía mexicana.
El NME y su respaldo académico, la economía neoclásica, se han convertido, después del colapso del socialismo real y de la fuerza ideológica del marxismo, en la fe laica más poderosa de nuestro tiempo. Una consecuencia favorable de la crisis es que empieza a abrirse la posibilidad de discutir el modelo, lo que no era así hace todavía unos meses. Los practicantes de esta fe se han sentido poseedores de la verdad absoluta –como cualquier militante de una secta fundamentalista– lo que ha hecho imposible discutir con ellos. Es posible que la severidad de la crisis disminuya un poco su prepotencia de libro de texto. El ambiente nacional ha sido tal que cualquiera que pusiera en duda las bases o bondades del modelo era descalificado como político resentido o como emisario del pasado, enemigo de la modernidad.
Como México no siguió al pie de la letra los cánones del modelo, los economistas que creen en él insistirán en que fueron las fallas en su aplicación las causales de la crisis. Es el caso de Dornbusch, quien atribuye todos los problemas a la sobrevaluación del peso, o de Noyola, quien ve el problema en el flujo de recursos. La verdadera discusión, sin embargo, debe centrarse no en las causas de la devaluación, sino en las consecuencias más profundas del modelo cuando parecía funcionar bien. Entre ellas destacan las condiciones de vida de la población, los niveles de pobreza, la desigualdad. ¿La ingeniería financiera y económica que se aplica en la crisis debe rehabilitar al Modelo que funcionó durante los últimos años, o debería aplicarse cirugía mayor para crear un modelo diferente, que entre otras cosas atendiera al “bienestar de las familias”?
N de la R: Esta fue la primeracolaboración de Julio Boltviniken La Jornada, publicada hacepoco más de 30 años
Entonces, con su sueño húmedo, ¿qué ganaría el empresario de los abonos chiquitos y los intereses de agio? De entrada, y en el lejanísimo caso de que llegue a Palacio Nacional, algo así como 74 mil millones de pesos (a precios actuales), que es el monto acumulado de su evasión fiscal, y si en el trayecto de aquí a 2030 la Suprema Corte de Justicia de la Nación finalmente lo obliga a pagar ese adeudo, el magnate, ya con la banda presidencial en el pecho, no sólo recuperaría ese multimillonario monto, sino que lo incrementaría sustancialmente, es decir, lo cobraría a lo chino, como acostumbra.
Salinas Pliego no sólo aborrece al Estado, sino que le atribuye todas las calamidades habidas y por haber, excepto cuando ese ente abominable y con olor a azufre alimenta las alforjas del magnate, y de ello hay sobradas pruebas. De hecho, en 1993 Carlos Salinas de Gortari (con un empujoncito de su hermano Raúl) le entregó el Instituto Mexicano de la Televisión (Imevisión, hoy Tv Azteca), entonces propiedad del despreciable Estado, lo que hizo que en 1994 el de los abonos chiquitos apareciera por primera vez, con mil 200 millones de dólares, en el inventario de mexicanos multimillonarios de Forbes.
En esa línea, su fortuna creció y creció hasta sumar, en 2024 según Forbes, 13 mil 400 millones de dólares. Pero algo sucedió (parece que el apestoso Estado ya no lo apapachaba, según término de Héctor Aguilar Camín), porque para 2025 su fortuna se redujo a 4 mil 900 millones de billetes verdes. En cualquiera de los casos, la evasión fiscal de Salinas Pliego suma a la fecha alrededor de 3 mil 700 millones de dólares, equivalentes a 28 y 75 por ciento, respectivamente, de los montos citados por Forbes. Es decir, le ha robado a su villano favorito para hinchar sus alforjas.
Lo anterior sin olvidar que la fortuna de salinas Pliego en gran medida ha sido amasada a costillas de su odiado Estado: concesiones (telecomunicaciones, banca, Afore, aseguradora, minería, carreteras, telefonía, campo de golf y robo de otra concesión: Canal 40), privatizaciones (Imevisión), multimillonaria pauta publicitaria a lo largo de los gobiernos prianistas, “rescate” del Fobaproa, condonación de impuestos, equipos de futbol y mucho más. Pero, dice, “aborrezco al Estado; éste es el problema, no la solución”, a sabiendas de que sin él nunca hubiera aparecido en Forbes.
Cabe recordar el beneficio que obtuvo del ilegal “rescate” bancario con recursos del Estado: la empresa Salinas y Rocha (fundada por el bisabuelo de Salinas Pliego) dejó en la panza del Fobaproa deudas por más de 500 millones de dólares al tipo de cambio de la época (1995); cuatro años después, en marzo de 1999, el propio Salinas Pliego, por medio de Elektra, recompró esa empresa por apenas 15 por ciento de lo que el abominable Estado pagó a los bancos por dicha deuda.
Una ganga, porque con la readquisición de la empresa familiar, Salinas Pliego añadió a su inventario de abonos chiquitos e intereses de agio 98 tiendas (87 tradicionales y 11 departamentales). Por cada peso que pagó el malévolo Estado por “rescatar” a Salinas y Rocha, Salinas Pliego pagó 15 centavos, aunque en esa ocasión no mencionó a los “gobiernícolas”.
La presidenta Sheinbaum se refirió a este tema: “ahí está ahora ‘Mexicanos por la Corrupción’ en la fotografía, ¿no?, con Salinas Pliego. O sea, ya pasaron de Claudio X. González (el payasito anterior) a un nuevo exponente (el payasito de los abonos chiquitos y los intereses de agio). Ahora, fíjense: todo por no pagar impuestos. O sea, imagínense qué piensa el pueblo de México. Porque todos tienen derecho a postularse a la Presidencia, ¿no?, somos un país libre. Pero ¿qué piensa un mexicano o una mexicana de un empresario que se quiere postular a la Presidencia porque no quiere pagar impuestos? Pues solito, ¿no?”
Por cierto, el chiste de mal gusto se llama “Movimiento Anticrimen y Anticorrupción”.
Las rebanadas del pastel
Va un fuerte abrazo a la más bella del periodismo mexicano, La Jornada (directivos, accionistas, trabajadores y lectores), por sus primeros 41 años de existencia. ¡Salud!
Por eso es importante la exposición El mundo según la IA en el Museo Jeu de Paume (Juego de Palma), de París, y en la cual presenta una selección de obras creadas la década reciente por 30 artistas de varios países que plantean la cuestión de experimentar el mundo “según la IA” o “a través del prisma de la IA” desde distintas perspectivas. Entre ellos destacan Kate Crawford y Vladan Joler, Fabien Giraud, Agnieszka Kurant, Christian Marclay, Hito Steyerl y Trevor Paglen.
En este contexto, las imágenes desempeñan un papel crucial: el impacto de la IA en las prácticas artísticas contemporáneas y en la cultura visual en general es uno de los fenómenos más visibles en un entorno dominado en gran medida por operaciones discretas, procesos invisibles y cajas negras. Las tecnologías de IA están transformando profundamente la forma en que se toman, crean, modifican, difunden, describen y visualizan las imágenes.
Muchos artistas han cuestionado la creciente influencia de la IA en nuestras sociedades y la han explorado utilizando diferentes medios. Ya se tiene en los campos del arte, la fotografía, el cine, la literatura y la música. Genera asombro, miedo, entusiasmo y escepticismo, y se desarrolla a un ritmo acelerado.
Con la democratización del uso de la IA, el Jeu de Paume pudo haber caído en la trampa de sumergirnos en sus artefactos recreativos. En cambio, ofrece una reflexión profunda sobre sus problemáticas políticas, ambientales o éticas, y lo logra, por medio de las obras de reconocidos artistas contemporáneos que cuestionan el modo en que estas nuevas tecnologías impactan el arte y la cultura visual.
Así inicia la última edición del festival que dirigirá José Luis Rebordinos, quien ha tenido una gestión más que venturosa. Bajo su guía el certamen ha retomado su estatus de ser una cita muy atractiva para el cinéfilo, en la congestionada temporada otoñal. Ya he repetido hasta el cansancio las razones por las cuales es mi festival favorito: además de su programación –ecléctica, de la mejor manera– la ciudad sede es una de las más hermosas de España, la comida es inmejorable y los donostiarras son el colmo de lo amable (eso incluye, claro, al personal del festival).
Desde luego, el festival tiene como función primordial la difusión del cine español y, por eso, la sección oficial ostenta varios títulos de la cinematografía local. En competencia hay tres títulos: Historias del buen valle, de José Luis Guerín; Los tigres, de Alberto Rodríguez, y Maspalomas, de la dupla José Mari Goenaga y Aitor Arregi. Fuera de concurso participan: la miniserie Anatomía de un instante, del ya nombrado Alberto Rodríguez, y Un fantasma en la batalla, de Agustín Díaz Yanes. Y finalmente, las proyecciones especiales reúnen cuatros títulos: Flores para Antonio, de Elena Molina e Isaki Lacuesta; Karmele, de Asiar Altuna; La suerte, de Paco Plaza, y la vasca Zeru Ahoak, de Koldo Almandoz.
Por si fuera poco, la sección Made in Spain, que ofrece una selección de películas españolas recientes y meritorias, consta de veintiocho películas; dos de ellas, Sirat, de Oliver Laxe, y Romerías, de Carla Simón, compitieron en Cannes. No cabe duda de que el cine local está atravesando un buen momento, como se apuntó el año pasado.
Por otra parte, los títulos más atractivos de la competencia, a primera vista, son: Ballad of a Small Player, producción británica del alemán Edward Berger; Las corrientes, de la argentina Milagros Mumenthaler; Le cri des gardes, de la francesa Claire Denis; Franz, de la polaca Agnieszka Holland; Historias del buen valle, de José Luis Guerín; Nuremberg, de James Vanderbilt, y Los tigres, de Alberto Rodríguez.
Lo que sigue siendo mala noticia es el carácter discreto de la participación del cine mexicano, con dos títulos en la sección competitiva Horizontes Latinos: Cobre, de Nicolás Pereda, y Olmo, de Fernando Eimbcke. Dos títulos en la sección de clásicos: El callejón de los milagros, de Jorge Fons, y En el balcón vacío, de Jomí García Ascot, ambos en versiones restauradas. Y en Nuevos Directores concursa la coproducción con México de Si no ardemos, cómo iluminar la noche, de la costarricense Kim Torres. (Por cierto, los tres largometrajes de estreno están programados a exhibirse en el ya cercano festival de Morelia). Ya veremos en los días siguientes qué suerte correrán los paisanos.
X: @walyder
Esa temprana prueba reafirmó el carácter de La Jornada como un medio que nació de la aspiración de periodistas, intelectuales, académicos, sindicalistas, luchadores sociales, sobrevivientes de la violencia de Estado, amas de casa y otros grupos por contar con una plataforma que les diera voz en tiempos en que la práctica totalidad de la prensa era controlada desde las oficinas gubernamentales y los despachos de los magnates. Y es dicha conexión con un sector plural y crítico de la ciudadanía lo que ha permitido llegar al 41 aniversario a un diario que, a todas las dificultades enfrentadas por los medios de comunicación tradicionales en la era digital, suma la de una independencia que lo mantiene al margen de los flujos publicitarios que exigen sacrificar la integridad en aras del lucro o de la mera subsistencia.
Los acontecimientos que enmarcan este cumpleaños son, cuando menos, agridulces. Mientras en México se vive ya el séptimo año de un proyecto de nación que busca, con sus falencias y contradicciones, recuperar la soberanía y poner fin a los estropicios de la noche neoliberal, a nivel global asistimos a la época más oscura de la historia para el oficio de informar: en 22 meses, el régimen sionista que gobierna Israel ha asesinado a alrededor de 220 periodistas en Gaza y otras regiones sobre las que extiende su manto de muerte, lo que supone la mayor masacre de comunicadores en cualquier conflicto. En los casi dos años de horror desde que Tel Aviv emprendió la actual etapa de exterminio contra el pueblo palestino, La Jornada ha estado entre los contados medios que llaman a los crímenes por su nombre y no se vuelve cómplice, por la vía del eufemismo, del afán genocida.
Al mismo tiempo, en Estados Unidos el trumpismo avanza imparable en su campaña para silenciar a las voces críticas, logrando que poderosos conglomerados modifiquen su línea editorial, implementen la autocensura sistemática y despidan a los reporteros, editores, presentadores y hasta comediantes que incomodan a la ultraderecha.
En este contexto, se muestra más necesaria que nunca la labor de las y los jornaleros, consistente en entregar todos los días información veraz y guiada por la explícita convicción de acompañar los procesos de búsqueda de la justicia social, la soberanía nacional, una sociedad más libre y un poder público leal a su mandato. Esos principios han sostenido a La Jornada, y con ellos seguirá trabajando para los lectores que le dan su razón de ser.
Como en ocasiones anteriores, dijo que ya no somos humanos, y ante quienes lo niegan responde que estamos viviendo “un quiebre de la fe, porque hoy la regla es el poder de muerte”. Hoy se habría superado lo que se puede y no se puede hacer, “nunca se había visto que el poder letal se haya convertido en ley”.
Segato sostiene que lo que vemos en Gaza nos remite a las barbaries genocidas de la Conquista, al Holocausto, al tráfico de esclavos con sus millones de víctimas.
Durante años Segato se ha dedicado a comprender la violencia de género, sobre todo su carácter expresivo: crímenes horribles para ser expuestos como escarmiento y advertencia. “La diferencia que veo con los casos anteriores de genocidios es la exhibición del poder de muerte, se ha perdido todo pudor, y la Comunidad Europea no parece molestarse por estar viendo el exterminio de un pueblo, esa aceptación del poder de muerte como ley, contemplado incluso por democracias que se ufanan de serlo”.
“Esto es un parteaguas”, continúa. “La historia que conocimos ha terminado, y el esfuerzo que hacemos es entender que debemos acuñar hasta un vocabulario nuevo, porque lo que conocimos se acaba de terminar. Por lo tanto, la lucha por una sociedad mejor, las consignas, todo eso perdió significado ante lo que sucede en Gaza, incluso los proyectos históricos. Ya no hay diferenciación entre lo que está bien y lo que está mal”. No es la primera vez que Segato defiende estas ideas, aunque en esta ocasión tal vez haya ido más lejos al destacar que han colapsado las ideas y propuestas emancipatorias, así como “las reglas que colocan límites y dan forma al comportamiento humano”, en las relaciones entre las personas y entre las naciones. “¿Dónde va a detenerse esto?”, se pregunta.
Ciertamente estamos ante el fin de una era. Tarde o temprano, Gaza seremos todos y todas. “Cualquier pueblo puede ser alcanzado por el exterminio como los palestinos desde 1948. Palestina es el eje del mundo, el epicentro de la historia”. El genocidio resulta un dolor insoportable, al punto que Segato asegura: “Prefiero morir a ver lo que estoy viendo”, porque tal vez ya no sea posible salir de este agujero de la historia.
Como en muchos otros aspectos, simpatizo con la indignación de Rita Segato, en particular su aserto de que “el poder de muerte es ahora la ley”. Sus dudas sobre si vale la pena formar parte de esta humanidad, “el gozo perverso de ejercer poder de muerte”, son enteramente compatibles. En un punto, sin embargo, creo que debemos debatir. Como sucede con tantos y tantas intelectuales se abre una bifurcación cuando abordamos los caminos a seguir, el qué hacer ante la barbarie capitalista. “El camino es buscar un lugar donde se pueda ser optimista”, dice Rita al final de la entrevista.
Ese lugar existe, Rita, ese lugar son los caracoles en Chiapas y la extensa red de gobiernos autónomos locales que ha puesto en pie el zapatismo. No es lo único, por cierto, pero es el movimiento que más lejos ha llegado en la construcción de una sociedad otra, basada en las autonomías de abajo, donde no se registran feminicidios.
Puedo agregar algunos territorios del pueblo mapuche, de los garífunas de Honduras, nasas y misak del Cauca colombiano; los gobiernos territoriales autónomos amazónicos en el norte peruano, las decenas de demarcaciones territoriales autónomas en la Amazonia brasileña, y muchas otras experiencias tanto en México como en toda América Latina. Todas ellas son muy diferentes entre sí, pero la orientación autonómica las convierte en espacios de libertad.
Por último, la necesaria indignación ante el genocidio del pueblo palestino no nos puede hacer olvidar los 150 mil desaparecidos en el México “democrático”, y los cientos de miles de asesinados en el marco de la “guerra contra las drogas”. En toda la región latinoamericana se registran miles de crímenes del capitalismo todos los años, con gobiernos conservadores y progresistas, sin que hagan nada para evitarlos.
Creo que en este periodo decadente de sistema-mundo centrado en Occidente, se hace evidente cómo el capitalismo se ha convertido en un sistema que hizo de la violencia su razón de ser, porque es el modo de estirar su dominación sobre los seres humanos y la naturaleza. Por lo tanto, el problema es el sistema, más allá de quien lo gestione. Es evidente que Netanyahu y Trump son máximos exponentes de la política genocida. No debemos olvidar que ya no hay capitalismo “bueno”, como dijeron algunos progresistas. Sólo las autonomías son capaces de resistir construyendo vida.
En la exposición de motivos destacaba que al conmemorarse el 150 aniversario de la injusta guerra de conquista que sufrió nuestro país por parte de EU, el presidente en turno, Ernesto Zedillo, en la ceremonia conmemorativa de la batalla de Chapultepec, el 13 de septiembre, lejos de dedicar su discurso a la guerra del 47, aprovechó una vez más la oportunidad para propagandizar su proyecto económico neoliberal, para beneficio exclusivo de los herederos de los grupos oligárquicos que nos impusieron la guerra.
Honrar a los Niños Héroes, ofreciendo perpetuar una política que genera la proliferación de los niños hambrientos y perseguidos de la calle y de las infancias marginados del progreso, resulta tan inaceptable como el discurso oficial que pretende convertir la defensa nacional en un evento exclusivamente militar, con olvido y menosprecio de la participación activa del pueblo mexicano, verdadero protagonista de la resistencia contra la invasión que sufrió nuestro país en 1847. El patriotismo, el valor y el decoro nacional no son monopolio de los militares, sino patrimonio de todo el pueblo de México.
Por esta razón, la propuesta de las letras de oro en el Muro de Honor reivindicaba la insurrección popular en la capital del país durante los días 14 y 15 de septiembre de 1847, dado que el Ejército de línea mexicano, que contaba con suficientes hombres y pertrechos para proseguir la lucha armada, que había sido repetidamente vencido pero no destruido, abandonó a su suerte a la población civil, y a los militares patriotas que sin hacer caso de la política derrotista de Antonio López de Santa Anna y su alta oficialidad, permanecieron junto al pueblo, preparándose para resistir la inminente ocupación del centro político administrativo de la República.
Conmemorar, entonces, el aniversario de la guerra con Estados Unidos, atribuyendo todos los méritos de la resistencia a las fuerzas armadas, no sólo constituye un recurso ideológico simplemente apologético, sino una grave falta a la verdad histórica, porque en realidad, el alto mando del Ejército, junto con la jerarquía eclesiástica, los latifundistas y los grandes propietarios fueron, con su egoísmo de clase y la nula participación en la defensa nacional, los causantes de la derrota frente a Estados Unidos.
La alta oficialidad del Ejército, que se distinguió por su ineptitud, por la predominancia entre sus miembros de rivalidades, envidias y rencillas personales y de facción, fue incapaz en su mayoría de dirigir una sola acción de guerra con acierto, sufriendo derrota tras derrota, no por la acción victoriosa del enemigo, sino por las indecisiones, errores, veleidades, cobardías y traiciones de los generales, dirigidos por el gran terrateniente y aventurero López de Santa Anna.
La historia no es cosa del pasado, como lo pretende el discurso oficial; la historia es asunto de nuestro presente y nuestro futuro. Tampoco hemos vivido el fin de la historia, como lo proclamó algún profeta neoliberal; nuestra historia, al menos, está viva y duele, y la historia duele más mientras desde el poder capitalista se busca acabar con las identidades nacional-populares.
La historia de agresión de los círculos expansionistas de Estados Unidos contra México, ni empezó ni terminó con el despojo de más de la mitad de nuestro territorio original en 1848, y la lucha del pueblo mexicano contra el destino manifiesto, la prepotencia y el racismo de nuestros buenos vecinos, nos han legado su ejemplo de valor, constancia y ese sentimiento patriótico que va más allá de la retórica, el chovinismo y la suave patria. La inscripción Batallón de San Patricio está dedicada a la memoria, pocas veces recordada, de los voluntarios irlandeses que se incorporaron a la defensa de México, y en su mayoría sucumbieron en combate o fueron fusilados o ahorcados por el enemigo, cuya lista de efectivos fue entregada al Congreso, tomada de un documento del Archivo General de la Nación. El poeta Guillermo Prieto escribió: “Y tú, grupo marcial, querido grupo, ¡ramo de adelfas de la verde Irlanda, hijos de San Patricio¡, que con sangre quisisteis bautizaros mexicanos; alma de O’Conell, nuestra causa era digna de ti”.
El estudio encontró que la superficie ha crecido en mayor medida que la población, en ocasiones de forma explosiva. Las que más crecieron en ambos sentidos son ciudades turísticas, las norteñas y algunas fronterizas, así como las cercanas a grandes zonas metropolitanas, tendencia que se redujo en las últimas décadas, lo cual abre la oportunidad para avanzar en un desarrollo urbano sostenible y fortalecer al Estado como rector de la política urbana.
Los procesos de transición urbana presentan diversas velocidades: de 1940 a 1980 ocurrió una urbanización acelerada y preminente, en tanto que de 1980 a 2005 en la mayoría de las urbes se identificó una fase de urbanización moderada y de diversificación (Anzaldo y Barrón, La transición urbana de México, 1900-2005, 2009). De 1985 a 2002 la superficie urbana se triplicó (3.2 veces) y la población urbana se multiplicó 1.5 veces; para el periodo 2002-2018 tanto la superficie urbana como la población crecieron en menor medida, de 1.6 y 1.3 veces, respectivamente.
Las ciudades que presentaron los crecimientos más significativos, tanto en superficie como en población, son aquéllas donde predominan las actividades económicas centradas en el turismo de zonas costeras como San José del Cabo, Cabo San Lucas, Manzanillo, Puerto Vallarta, Cancún y Playa del Carmen; algunas del norte y fronterizas como Monterrey, Tijuana y Reynosa; así como otras cercanas a grandes zonas metropolitanas, que deben su crecimiento a fuerzas de atracción al estar en su radio de influencia; son los casos de Tizayuca, Zumpango y Los Héroes Chalco en Ciudad de México, García en Monterrey y Tesistán en Guadalajara. Aunque estas últimas fueron identificadas como ciudades separadas, son zonas de commuting (movilidad rutinaria por trabajo, estudio o servicios) que crecen más rápido que sus metrópolis contiguas ( OECD/European Commission, 2020).
Los diferenciales de velocidad en la expansión también se aprecian en el hecho de que la Ciudad de México cuadruplicaba la superficie de Monterrey en 1985, mientras para 2018 ya sólo la duplicaba. En contraparte, las ciudades con el dinamismo más lento suelen ser urbes pequeñas, algunas de ellas tuvieron inicialmente impulso por las actividades petroleras, pero el crecimiento de otras ha trascurrido de forma pausada.
En el grupo de las 13 ciudades con más de un millón de habitantes del país ocurren todo tipo de transiciones, la mayoría muestra descensos derivados de que sus superficies tuvieron aumentos mucho más grandes que los de su población en el primer periodo (1985 a 2002), y luego cayeron en el segundo periodo (2002 a 2018). El indicador de densidad media urbana presentó una tendencia a la baja, al pasar de 124 habitantes por hectárea en 2000, a 118.2 en 2005, 111.5 en 2010 y a 108.3 habitantes por hectárea en 2015. Los procesos de expansión urbana han provocado una oferta de vivienda con bajos niveles de ocupación, principalmente en las áreas urbanas periféricas (Sedatu et al., Sistema Urbano Nacional, 2018). No obstante, en 2020 este indicador aumentó ligeramente a 110.1 habitantes por hectárea (Sedatu/Inegi/Conapo, Metrópolis de México, 2023).
Los retos y prioridades para el desarrollo urbano sostenible, a la luz de los hallazgos encontrados, implican: identificar los vínculos estrechos entre la vivienda, la movilidad, el empleo, el agua, el ambiente, la recolección de residuos sólidos y la seguridad pública; explorar en qué medida la expansión física inicial permite ocupar espacios intraurbanos y la posibilidad de ocupar los que quedaron vacíos entre localidades que estaban fuera de las ciudades; tomar en cuenta los motores del crecimiento económico y el desarrollo humano para hacer competitivas y sostenibles nuestras ciudades, y transitar de una economía tradicional a una industrial y posindustrial; la sostenibilidad urbana requiere coordinación de políticas espacialmente integradas (Sobrino et al., Dinámica demográfica, forma urbana y densidad de población en ciudades de México, 2024). No existe una receta única para mejorar la urbanización, cada ciudad tendría que analizar y consensar alternativas y soluciones.
La publicación aquí resumida cuenta con anexos cartográfico y estadístico: https://www.gob.mx /conapo/documentos/expansion-de-las -ciudades-de-mexico-analisis-de-uso- de-suelo-y-vegetacion-1985-2002-y -2018. Los insumos se vinculan con algunos de los 100 compromisos establecidos por la Presidenta de México: (89) “La conformación del Consejo Nacional para el Desarrollo Regional y la Relocalización para crear polos de desarrollo y 100 nuevos parques industriales”; (48) “La construcción de un millón de viviendas nuevas del Programa de Vivienda Popular”; (93) “La atención a la contaminación atmosférica de Monterrey, Guadalajara y Ciudad de México, y (50) “El Programa de mejora urbana en el estado de México”.
* Secretaria técnica de Conapo
No se le conoció un episodio en el que protagonizara violencia física, pero su violencia verbal era inocultable; por ejemplo, decía de los demócratas que “representan todo lo que Dios odia” (https://is.gd/tHS3vT).
En concordancia con las posturas señaladas, Kirk era un ferviente partidario de la Segunda Enmienda constitucional: “Siendo necesaria una milicia bien organizada para la seguridad de un Estado libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas” (https://is.gd/bpgBg3), normativa fundacional en la que se amparan quienes en el país vecino defienden el armamentismo civil casi ilimitado, muchos de los cuales se agrupan en la Asociación Nacional de Rifle (NRA, por sus siglas en inglés).
No era nada más una afinidad ideológica: la organización juvenil de derecha fundada por Kirk, Turning Point USA, recibe aportaciones de la NRA, la cual le patrocina un evento anual de mujeres jóvenes.
En 2018, en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas, en Florida, un ex alumno de 19 años de ese plantel provisto de un arma larga mató a 17 personas e hirió a otras tantas. El asesino, un chico de 19 años, había escrito poco antes: “Todos y todos son felices menos yo. Quiero matar gente, pero no sé cómo” (https://is.gd/Nv4pa9).
La tragedia detonó un enésimo debate sobre la necesidad de establecer controles más estrictos al armamentismo civil y Kirk tomó parte para defender a la NRA y el derecho a las armas (https://is.gd/KlsynP).
Unos años más tarde, en abril de 2023, Kirk formuló la declaración que tanto se ha citado en estos días: “Vale la pena pagar el costo, lamentablemente, de algunas muertes por armas cada año para poder conservar la Segunda Enmienda”. La frase evoca otra expresión, falsamente atribuida a Stalin, que reza: “no se puede hacer una tortilla sin romper algunos huevos” (https://is.gd/LshR0Q). Una y otra aluden a la pertinencia de sacrificar vidas humanas en aras de alguna causa.
El problema no necesariamente reside en quienes encuentran en las armas y la muerte el medio idóneo para impulsar ciertas posturas políticas, ideológicas o religiosas –a fin de cuentas, el derecho a la rebelión se considera legítimo ante una tiranía–, sino, sobre todo, en quienes las ven como una vía de escape de la infelicidad existencial, como el joven multiasesino de la secundaria Marjory Stoneman Douglas y como ocurre una y otra vez, en forma casi diaria y desde hace muchos años, en Estados Unidos.
El libertinaje que impera en ese país para hacerse de pistolas, revólveres y rifles de baja, mediana y alta potencia, contrasta con la sabiduría de las regulaciones vigentes en México, cuya Constitución también garantiza, en su artículo 10, que “los habitantes de los Estados Unidos Mexicanos tienen derecho a poseer armas en su domicilio, para su seguridad y legítima defensa, con excepción de las prohibidas por la Ley Federal y de las reservadas para el uso exclusivo de la Fuerza Armada permanente y los cuerpos de reserva. La ley federal determinará los casos, condiciones, requisitos y lugares en que se podrá autorizar a los habitantes la portación de armas” (https://is.gd/Dz8Q03).
Pero, como puede verse, la nuestra es una legislación mucho más restrictiva que otorga el derecho de posesión, más no el de portación. La tal Ley Federal (de Armas de Fuego y Explosivos) y sus reglamentos constriñen los calibres y tipos de armas a los que pueden acceder los particulares y condicionan su adquisición a severos requisitos: exámenes sicométricos, toxicológicos y médicos, comprobación de modo honesto de vivir, constancia de no antecedentes penales y un largo etcétera compuesto por un total de 10 o 12 documentos.
Eso, por lo que se refiere a las armas legales; en su abrumadora mayoría, las ilegales proceden, vía contrabando, del libertario mercado estadunidense.
El pasado 10 de septiembre, un muchacho de 22 años llamado Tyler Robinson asesinó de un tiro a Charlie Kirk mientras éste hablaba ante un público juvenil a favor de la libertad de acceso a las armas.
El trumpismo trató de inmediato de presentarlo como un extremista de izquierda, algo sobre lo cual no existe evidencia alguna.
Robinson fue criado en una familia mormona, conservadora y afiliada al Partido Republicano (https://is.gd/PyyiHV). Lo indiscutible es que le resultó muy fácil hacerse de un fusil. Y como causarle la muerte a alguien es visto en el país vecino como una solución viable, la fiscalía solicitó de inmediato la pena capital para Robinson, y todo esto es tremendamente trágico y muy triste.
¿Sirven los simulacros? ¿Realmente salvan vidas? En el terremoto del 19 de septiembre de 2017, la cifra oficial fue de 230 personas muertas, muchos menos que en el terremoto de 1985, cuya cifra real nunca sabremos porque las defunciones se lloran pasado cierto tiempo y sólo los ricos pagan una esquela en el periódico.
Ante la tragedia, los primeros en responder fueron los chavos de la calle. En todos los terremotos que hemos sufrido, son ellos quienes han demostrado que su capacidad de entrega es ilimitada y linda con el heroísmo. “Necesitas botas” –le dice el que más sabe al que ofrece su ayuda.
Los chavitos de la calle abrazan a su ciudad con la loca generosidad de sus jóvenes años.
–No se asuste, señito, ahorita la sacamos.
El terremoto del 19 de septiembre de 2017 con su magnitud 7.1 se parece al que devastó a la ciudad 32 años antes. El 19 de septiembre de 1985 salieron rescatados de los escombros 4 mil 100 personas, entre ellos varios recién nacidos provenientes de maternidades en las que todas las mujeres de México hemos dado a luz.
En el fatídico 2017, murieron más de 200 personas y sufrimos en la Escuela Rébsamen la tortura del rescate de la niña Frida de la que ya ni siquiera sabemos si es rescate, si se llama Frida, si de veras existió. A la tortura, se añade la incertidumbre. No basta sufrir, también el dolor revienta como un globo en la pantalla televisiva y de un día para otro, se desvanece.
Un terremoto es (entre muchas otras descalificaciones) un descubrimiento. El 19 de septiembre de 1985 el centro de la Ciudad de México fue devastado por un primer sacudimiento aterrador de magnitud 8.1 que se sintió en un área de 800 kilómetros cuadrados a la redonda.
El primer terremoto destruyó 250 edificios, 50 se mantuvieron a duras penas en riesgo de desplomarse, se negó el acceso a mil construcciones totalmente inutilizables, 5 mil heridos salieron a buscar ayuda, mil o más quedaron bajo los escombros. En todo el primer cuadro de la ciudad no hubo luz.
El Hotel Regis, la SCOP con los murales de mosaico de Juan O’Gorman, el Multifamiliar Juárez, la Unidad Nonoalco-Tlatelolco, Televisa, el Centro Médico, el Hospital General, la Secretaría de Comercio se desplomaron. Maternidades y hospitales, edificios públicos que jamás deberían caerse se hicieron pedazos. En los días siguientes habríamos de enterarnos de que los muertos eran más de los 10 mil especulados o los 6 o 7 mil que declaró el gobierno. La Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) registró 26 mil muertos. Salieron rescatados de los escombros 4 mil 100 personas, entre ellos varios recién nacidos.
¿Por qué recordar ahora todo este horror? Simple y sencillamente porque debemos aprender a cuidarnos incluso de algo tan terrible como un terremoto.
Y he aquí el primer descubrimiento. ¿Quién cuida a los mexicanos? ¿Qué diablos es un asentamiento humano? ¿Dónde están los que mandan y dirigen a nuestro país? ¿Qué haría Claudia Sheinbaum en caso de una catástrofe en México? ¿Cómo la ayudaríamos? ¿Viviríamos un nuevo 19 de septiembre?
Aquel 19 de septiembre de 1985, así como al día siguiente en medio de una nube de polvo que escondía la magnitud del terremoto, no apareció el gobierno, aparecieron los mexicanos más pobres, los de a pie, quienes vaciaron las tlapalerías de picos y palas y se pusieron a escarbar por voluntad propia.
“A ver, compadrito, ¿por dónde dice usted que pasaba su mujer? ¿Por aquí, por esta esquina derrumbada? Venga, vamos a escarbar y le juro que la sacamos con vida”. Los bomberos, los paramédicos, la Cruz Roja fueron más lentos que los boy scouts, más lentos que la gente que iba pasando por la banqueta, más lentos que quien pasa por la calle y de pronto le tiende su mano al otro y con esas manos unidas hace largas cadenas de brazos que quitan una a una las piedras y las levantan y las sacan para buscar vidas entre los escombros.
Fueron los mexicanos más pobres quienes salvaron a México. Las grúas, los tractores, los tanques de oxígeno llegaron después. Las que sí no tardaron fueron las de los puestos en el mercado que llegaron con sus cazuelas de arroz, su altero de tortillas y toda el agua de su generosidad.
Casi 40 mil costureras en los edificios de San Antonio Abad y José María Izazaga, quienes se encorvaban sobre su máquina Singer en más de 200 talleres clandestinos, sufrieron las mayores pérdidas. El Ejército llegó a acordonar los derrumbes con gritos de “aléjense”, “sáquense”, “no estorben”, cuando muchos de los familiares sabían indicar dónde estaban los baños, dónde el pasillo dentro del edificio derruido.
Las costureras fueron las últimas en recibir ayuda. Un mes después los cuerpos sólo eran reconocibles por un anillito, una cadena con una medalla. Evangelina Corona se convirtió en una líder natural y formó el Sindicato de Costureras 19 de Septiembre. En la solemnidad de Los Pinos, se enfrentó al entonces presidente Miguel de la Madrid: “¡No, señor presidente, está usted muy mal informado, las cosas no son como usted las dice!” El gabinete en pleno, estupefacto, miraba a esta pequeña mujer que con sólo decir la verdad, los desafiaba.
¿Por qué recordar los dos terremotos de 1985 y de 2017?
A raíz de 1985 se hicieron nuevos reglamentos de ingeniería para no poner en peligro la vida de los habitantes de los altos edificios en la ciudad.
La pésima construcción en una de las ciudades más pobladas del mundo (20 millones 843 mil habitantes) y quizá la más peligrosa es la causa de la muerte de muchos.
¿Quién controla? ¿Quién regula la construcción en la Ciudad de México? ¿Quién concede los permisos? ¿Quién propicia el caos y la inseguridad? ¿Quién la desigualdad? ¿Dónde los servicios sociales? ¿Dónde la protección a los niños? ¿El cuidado de los peatones? ¿Las rampas, los desniveles, el respeto a los discapacitados? ¿Quién lucha en esta ciudad disfuncional contra la falta de servicios? ¿Quién palía el hambre? ¿Quién pregunta si estás bien? En 1985, llegaron señoras de trenza y mandil cargando 350 cazuelas de arroz, 500 de frijoles, agua, mucha agua, de La Merced, de Tepito, de la colonia Guerrero, de la Bondojito: “A ver, compadrito, vengase pa’ca, lo primero es lo primero y por lo pronto se va a usted a tomar este té y va a ver que encontramos a su gente”.
¿Por qué recordar hoy 19 de septiembre lo que sucedió hace 40 años y luego hace ocho años? Para recordar a nuestros muertos, pero también para enorgullecernos por nuestra entereza. En estos dos terremotos, quienes se la jugaron y están dispuestos a seguir jugándosela son los mexicanos de todos los días, los que atraviesan la calle y salvan vidas. Para ellos, en homenaje a su valentía, es este recordatorio que es muy inferior a su nobleza.
Cernuda expresa: “La tendencia dramática de (García) Lorca tiene en este libro ocasión amplia de ejercitarse y ahí asoma uno de los defectos principales del Romancero gitano, que es lo teatral, así como su costumbrismo trasnochado. No cabe duda que García Lorca conocía la tierra, la gente, la sentía, hasta la presentía; lástima que ese conocimiento no lo acompañara alguna desconfianza ante ciertos gustos, preferencias del carácter nacional.
“Es verdad que los defectos de García Lorca son los mismos de su tierra, acaso le era doblemente difícil prevenirse contra ello. Al decir esto sé que voy en contra de la opinión general que llama virtud en García Lorca lo que se llama defecto: la experiencia ha enseñado cómo se forma dicha opinión general, en qué consiste, no queda por ella ningún respeto.”
Se enfrentan aquí la universalidad de Luis Cernuda frente a la poesía popular de García Lorca.
Luis Cernuda, poeta universal, es a la vez el poeta de la marginalidad; es quizás allí, en los márgenes, desde éstos mismos de donde puede surgir la verdadera poesía. Marginalidad no sólo por su condición homosexual o, por el posterior exilio, sino por la propia esencia poética, que sentimos en su poesía: que ahonda el grito, el desamparo originario que a todos nos habita.
Será por eso que en su poema “Como la piel” escribe: “... que en el fondo no hay fondo / no hay nada, sino un grito, un grito, otro deseo”.
Juan García Ponce en su brillante ensayo El cambio del poeta: Luis Cernuda destaca que, en las etapas iniciales, en Perfil del aire, se ve con claridad la influencia estilística de Mallarmé, Valéry y Garcilaso, más tarde por el surrealismo. El libro Donde habite el olvido marca un giro radical en la obra de Cernuda.
Al respecto, García Ponce asevera: “A partir de este libro, Cernuda tratará de encontrar la forma de poesía en una suerte de ritmo verbal muy interno, cercano al lenguaje hablado, que obedece a una sintaxis que determina el verso, al mismo tiempo lo rompe, haciéndole depender en gran medida de las posibilidades del encabalgamiento al abandonar la forma en que está escrito Donde habite el olvido; puede decirse que toda la obra poética de Cernuda está calificada por ese voluntario prosaísmo que, superficialmente, parece acercar a veces la poesía a la prosa, puede hacer pensar que su verso no es más en verdad que una prosa cortada. Sin embargo, este es el estilo que Cernuda se impone para realizar la que no podemos dejar de reconocer como una altísima manifestación de la poesía”.
En la búsqueda de un nuevo ritmo verbal, Cernuda no sólo encuentra un estilo propio, sino una aproximación a la escritura interna, la posibilidad de romper con la “repetición” (en el sentido sicoanalítico), en dicho “corte” entra en contacto con el vacío, con el hueco, con la falta. Resonancia en el lector que quizás explique por qué la poesía de Cernuda envuelve, fascina, atrapa en lo más universal e íntimo del ser.

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