Qatar vive un dilema estratégico con Estados Unidos, cuyos sistemas de defensa Patriot y THAAD “no detectaron (sic)” los misiles de Israel.
El sistema defensivo de las seis Petromonarquías del Golfo Pérsico se derrumbó, y hoy hacen bloque con Qatar (http://bit.ly/4gwF8wd).
La región teme un “efecto dominó” de ataques misilísticos israelíes que obligaron a convocar en Doha a una cumbre de emergencia conjunta de la Liga Árabe (22 miembros) y la Organización de Cooperación Islámica (OIC, de 57 miembros), la cual vertió varias ideas con el fin de contrarrestar el irredentismo talmúdico del “Gran Israel”.
El rotativo libanés francófono L’Orient-Le Jour puso en relieve “la Lección de Doha: con Trump, Netanyahu puede hacer lo que quiere”, por lo que “Qatar debe repensar su papel regional y sus alianzas en un ambiente donde las garantías de Estados Unidos no son más sinónimo de seguridad (http://bit.ly/4nc3OMZ)”.
Dos días después de la cumbre de marras se gestó el pacto de defensa mutua de Arabia Saudita y Pakistán, potencia media nuclear que posee 190 bombas nucleares (http://bit.ly/4pBDtK0), como consecuencia de la desregulación expansiva de Israel que no respeta ni siquiera a un supuesto aliado de Trump en la región, ahora Qatar, donde Estados Unidos ostenta la sede militar de su Comando Central (Centcom, asiento de 10 mil soldados).
El pacto fue firmado en Riad por el Príncipe Heredero Mohammed bin Salman y el primer de Pakistán (país islámico no-árabe) Shehbaz Sharif, con el testimonio del omnipotente mariscal de campo paquistaní Asim Munir, quien mantiene excelentes relaciones con Trump, a grado tal que lo candidateó para el Premio Nobel de la Paz.
Fuentes mediorientales revelaron la presencia, previa a la firma del impactante pacto en Riad, de Ali Larijani, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán. Se comenta que Mohammed bin Salman informó a Trump una hora después de la firma cuando India había sido enterada durante el proceso.
El pacto Arabia Saudita/Pakistán impone su deterrence nuclear e intenta frenar el irredentismo desregulado del “Gran Israel” (poseedor de las subreportadas 90 bombas nucleares clandestinas) al trastocar tectónicamente la correlación de fuerzas en Medio Oriente.
Arabia Saudita no rompe con Estados Unidos, sino que busca (con las otras cinco Petromonarquías del Golfo Pérsico: Kuwait, Bahréin, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Omán) garantías más creíbles a su seguridad nacional.
El acuerdo secreto en el “Día del Amor” de 1945 del presidente Franklin Roosevelt con el rey saudita Ibn Saud sobre el manejo de los petrodólares bajo el paraguas militar de Estados Unidos (http://bit.ly/4mpPVtp) se ha ido desgajando en fechas recientes, y es probable que el pacto nuclear de Arabia Saudita con Pakistán lo ponga en entredicho cuando el petroyuan (http://bit.ly/4mlUCEr) empieza a sustituir al petrodólar con agudización de la desdolarización.
Es comprensible el enojo de Trump con su aliado Netanyahu, a quien acusó de “sabotearlo” (http://bit.ly/4guivbD).
Paradojas de la vida: la cooperación militar entre los dos países sunnitas Arabia Saudita y Pakistán es añeja, a grado tal que se maneja que Arabia Saudita financió en gran medida la fabricación de la bomba atómica paquistaní en la década de los 70 del siglo pasado (http://bit.ly/3K9Jrl6). La cooperación se profundizó frente a la revolución chiíta en Irán de 1979, tan temida por el sunnismo árabe e islámico.
El declive gradual de Estados Unidos y del G-7 fue aprovechado por China, que irrumpió en forma espectacular en la geopolítica de Medio Oriente: “Diplomacia telúrica del tercer mandato de Xi: espectacular reconciliación de Irán y Arabia Saudita (http://bit.ly/4nbs4ib)”.
Por cierto, Netanyahu busca(ba) desmantelar nuclearmente a Irán y Pakistán ¡desde hace 14 años! (http://bit.ly/42G50zU).
Debido al desregulado genocidio palestino, el paria global Israel ha unificado a tirios y troyanos del Mundo Árabe e Islámico.
http://alfredojalife.com, Facebook: AlfredoJalife, Vk: alfredojalifeoficial
Ubicado al sur, se considera el estado más próspero y con una cuota considerablemente alta de orgullo nacional; en el ámbito lingüístico, el dialecto bávaro, el bairisch, no sólo se transmite de padres a hijos, también es parte del programa escolar.
Para quien se adentra en el estudio de la lengua resulta un reto enfrentarse a este dialecto, con gran esfuerzo aquel que domina un alto nivel del alemán, ha de resignarse a entender si acaso un 50 por ciento del intercambio lingüístico en bávaro.
Los atuendos femeninos, con pronunciados escotes, los pantalones cortos de piel con tirantes, lederhosen, son típicos durante la fiesta de la cerveza que este año celebra su 190 edición. Se realiza en Múnich, que tiene un millón 600 mil habitantes, con una riqueza cultural, histórica y artística admirable combinada con la modernidad y, ante todo, una fuerte identidad regional.
Aquí existió un pequeño partido político cuyo objetivo era la independencia de Alemania. La fundación de la ciudad fue en el siglo XII por monjes benedictinos, de ahí su nombre en alemán, München, cuyo significado es “de los monjes”.
Esta ciudad se ha consolidado en un centro económico y cultural europeo. Su casco histórico que fue completamente destruido en la Segunda Guerra Mundial se reconstruyó de manera idéntica para brindar a los ciudadanos y a los miles de visitantes la imagen de plazas conservadas, iglesias y palacios que narran la historia de la Baviera católica.
Uno de sus lugares emblemáticos es la Marienplatz, la plaza central, presidida por el Neues Rathaus (Nuevo Ayuntamiento) con su famoso reloj mecánico que atrae a multitudes dos veces al día cuando las campanas de la torre comienzan a sonar y salen girando unas bellas figuras de tamaño natural que se sabe son personajes relacionados con la historia de la ciudad.
A sólo unos pasos de la plaza se alza la Frauenkirche, la iglesia de Nuestra Señora, catedral de la ciudad. Las torres gemelas se han convertido en un importante símbolo. Múnich también es un gran centro de arte europeo. Bajo el nombre de Kunstareal, o “barrio del arte”, hay varios museos con importantes colecciones. Uno de ellos es la Alte Pinakothek o pinacoteca antigua, donde pueden admirarse los trabajos de artistas flamencos como Peter Paul Rubens, así como otros artistas del renacimiento, el alemán Alberto Durero, y los representantes del renacimiento italiano, Leonardo de Vinci o Boticceli.
Además, esta ciudad es punto de partida hacia lugares cargados de historia y belleza natural, montañas ideales para practicar el senderismo en verano o esquiar en invierno. Tan sólo a 100 kilómetros se encuentra uno de los castillos más famosos del mundo, el de Luis II de Baviera, Neuschwanstein, que fue inspiración para construir el famoso de Disneylandia.
Alia Lira Hartmann, corresponsal
Fusilados y decapitados los iniciadores de la Independencia, surge el talentoso liderazgo de Morelos, Matamoros, los Bravo y los Galeana, el Congreso de Chilpancingo y la Constitución de Apatzingán de 1814, más muertes y la consumación en 1821, sin que la nueva nación independiente logre sacudirse las estructuras semifeudal y semicolonial. Y luego dictaduras y el Movimiento de Reforma y sus esclarecidas leyes, y el porfiriato y la revolución, que pronto se institucionaliza, sin mayores cambios en la estructura económica y social del país, incluida la aporreada Constitución de 1917, hasta nuestros días. A 158 años del fusilamiento de Maximiliano, invitado por los conservadores “a gobernar México como Dios manda”, el conservadurismo y la ultraderecha, el feudalismo y el colonialismo continúan vigentes por estas tierras.
Dos botones dos de lo antes dicho, a cargo de un taurineo sin propósito de enmienda, sino con renovados bríos por seguir apostando por lo de afuera, “para que hagan el toreo como Dios manda”, en grotesca réplica de los que trajeron a Maximiliano. Leo que la Corrida de la Insurgencia es una producción taurina temática que busca trasladar al aficionado a un acontecimiento histórico: el primer movimiento insurgente en nuestro país. No te pierdas este concepto artístico único en el continente el 14 de septiembre a las 18:30 horas en la Plaza de toros San Marcos, de Aguascalientes.
Iba a ir, pero en cuanto me enteré de que el cartel lo encabezaba el diestro español Antonio Ferrera, sacudiendo la cabeza me abstuve pues “el traslado al acontecimiento histórico” incluía una incursión entre el represor Calleja, Hidalgo y Allende. Además, esta Corrida de la Insurgencia a beneficio del DIF estatal incluía, por el mismo precio, a la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes en lugar de a la Banda Municipal, el aria Nessun Dorma de la ópera Turandot, del italiano Giacomo Puccini, interpretada por el tenor Kassem Liévanos en caso, y sólo en caso, de que una faena alcanzara la excelsitud de tamaña aria. El cartel lo completaban los aguascalentenses Diego Sánchez y Héctor Gutiérrez, para enfrentar un arrogante encierro de Santa Inés.
¿El triunfador de la insurgente corrida-velada musical? Pues Calleja, quiero decir, Ferrera, quien se llevó el mejor toro y que aún con los puntos de la reciente cornada en Bayona, Francia, salió dispuesto a complacer al cosmopolita, ni modo que nacionalista, público que abarrotó el legendario coso. Y como entre los patrocinadores del evento estaba Espectáculos Monterrey, EMSA, empresa que gestiona las principales plazas del país, pues a meter a Ferrera, con apenas 47 años de edad y 28 de alternativa y otro consentido de la autorregulada empresa quien, a propósito de insurgencias, dependencias y desvergüenzas, postrada de nuevo ante toreros extranjeros que garanticen (¿?), acaba de firmarle una exclusiva de 20 corridas al joven español Marco Pérez, desconocido en México, con la intención de posicionarlo en las plazas más importantes del país. Anteriormente otorgó exclusivas a Hermoso, Talavante, Morante y otros antes. Con estos criterios extranjerizantes no se blinda a la fiesta brava de México, se la disminuye más.
En su primer periodo presidencial (2017-2021), Trump redujo la presencia militar estadunidense en Irak hasta el punto de hacer inviable la continuidad de su control colonial sobre el país, formalmente liberado de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) el 30 de agosto de 2021, ya en el mandato de Joe Biden.
Fiel a su estilo, el magnate culpó a su sucesor por las bochornosas imágenes de las tropas occidentales huyendo de Kabul del mismo modo en que medio siglo antes salieron de Saigón en caótica estampida. Asimismo, niega cualquier responsabilidad en la fulminante caída del gobierno afgano y la vuelta al poder del talibán tras dos décadas de sanguinaria e infructuosa ocupación.
Por otra parte, amagó con “consecuencias incalculables” a Caracas si se niega a aceptar a los migrantes venezolanos deportados, con énfasis en “todos los presos y las personas de instituciones mentales (...) obligados a entrar en Estados Unidos”. Más allá del contexto de creciente agresión contra Venezuela con el explícito propósito de derrocar al presidente Nicolás Maduro, las palabras de Trump resultan delirantes, productos de la alucinación y el absurdo: ni hay “instituciones mentales” o cárceles enviando a sus pacientes a Estados Unidos, ni hay un solo caso reportado de personas obligadas a ingresar a ese país.
Vale la pena detenerse en la referencia a los individuos con problemas mentales, una auténtica obsesión del magnate en su discurso xenofóbico, que carece del más tenue sustento en la realidad. De acuerdo con cifras de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) del propio Estados Unidos, en América Latina existen apenas 3.3 camas siquiátricas por cada 10 mil habitantes; por lo que, incluso si Venezuela estuviera en ese rango promedio (escenario impensable dadas sus dificultades económicas inducidas por el bloqueo estadunidense), contaría con un total de 9 mil pacientes siquiátricos, una cantidad ínfima frente a los 600 mil venezolanos que actualmente residen en territorio estadunidense.
Las extorsiones de Trump contra todo aquel que no se pliegue a su voluntad no se limitan al extranjero: sólo en días recientes, ha amenazado con lanzar una invasión militar sobre Chicago por rehusarse a participar en su cacería antimigrante, demandó a The New York Times por 15 mil millones de dólares por “difundir falsedades que afectan directamente a su reputación”, continúa las presiones sobre la Reserva Federal para que recorte sus tasas pese al riesgo de un estallido inflacionario, y amordaza a todo medio de comunicación que divulgue críticas al asesinado agitador de ultraderecha Charlie Kirk.
En conjunto, los actos referidos dan cuenta clara de la veloz construcción de un régimen totalitario en el país que se presenta como “faro de la democracia” y se siente facultado para evaluar el grado de libertad de que disfrutan los ciudadanos de otras regiones, pero también exhiben a un personaje que, a fuerza de mentir, se ha vuelto incapaz de distinguir entre los hechos y sus fabulaciones, lo cual representa un peligro global cuando el enajenado detenta el poder de lanzar ojivas nucleares.

En nuestro caso, también durante el tiempo de reclusión en Lecumberri, tuvimos la oportunidad de estudiar a fondo y de comparar algunas observaciones que se habían venido señalando acerca de las traducciones al español de los tres tomos de El Capital de Carlos Marx. Directamente de una edición en alemán que nos envió un periodista solidario con nuestra causa, el compañero de crujía y amigo entrañable, Rolf Meissner, apoyó en la traducción. El análisis lo llevamos a cabo nosotros tres; un médico, un periodista y escritor, gran camarada, Víctor Rico Galán, y quien escribe, un físico, aspirante a investigador nuclear.
La gran obra de Marx no ha perdido vigencia; desde hace 138 años ha recibido innumerables críticas e intentos de degradarla a nivel de una obra pasada de moda o subversiva, sin verdaderos fundamentos.
La Agencia de Prensa Alemana (DPA), fundada en 1949, publicó en La Jornada el 5 de mayo de 2018, conmemorando el cumpleaños de Marx, un artículo celebrando la importante obra política, económica y, por supuesto, de gran valor social, incluso cultural, de El Capital.
Nos dice el artículo que Marx murió sin conocer el enorme éxito de su libro El Capital, ya que Engels, su amigo y colega que lo acompañó durante la redacción del Manifiesto Comunista, lo encontró muerto en su estudio en Londres y aseguró, en artículos posteriores, que la obra de su camarada trascendería inevitablemente a lo largo de la historia.
Aparentemente, una vez publicado el primer tomo, no ocurrió nada. Tal vez Marx se sintió muy decepcionado. No obstante, la época en que los bancos enfrentaron una severa caída en 2008, El Capital fue un llamado al análisis de lo que es el capitalismo. Incluso, debido a tal evento, los tres tomos se agotaron en innumerables librerías. Recuerdo que un funcionario del gobierno priísta de la época aconsejó desempolvar los libros de marxismo.
El espíritu revolucionario de Marx, uno de los líderes más reconocidos, está reflejado no sólo en El Capital, sin embargo, es en esta obra donde su autor descubre las bases que llevan al conocimiento más amplio sobre el ultrajante disfrazado de progreso que ha sufrido la Humanidad. El capitalismo es la ideología de la usurpación de la riqueza más impune que hemos conocido con mayor claridad.
Diez largos años tuvieron que pasar para que el primer tomo se concluyera. Según relatos del propio autor, para entregar el manuscrito a la editorial Meissner en Hamburgo, tuvo que sobrevivir a una peligrosa tormenta en el mar. Por fin, el libro se publicó el 14 de septiembre de 1867.
Es sorprendente que lo que menos esperaba Marx con su obra era recibir mucho dinero; tal vez “el cochino libro”, como él lo nombró, “no me dará ni siquiera para pagar los cigarrillos que me fumé escribiéndolo”. Es conocido que el hambre, las enfermedades y otras calamidades persiguieron a su esposa y a sus siete hijos a lo largo de su existencia. Nunca recibió el suficiente dinero para lograr una economía estable. Lo que recibía por sus publicaciones no fue suficiente para mantener a su familia. Y, sin embargo, la escasez no demeritó la calidad de su obra.
En 1848, junto a Engels, Marx proclamó el Manifiesto Comunista, en el que describía la lucha de clases entre las masas proletarias y la burguesía. Según ellos, esta batalla iba a terminar con el triunfo del proletariado, desembocando como consecuencia en el comunismo como sistema final de la sociedad mundial.
Después de la muerte de El Moro, los tomos dos y tres de El Capital fueron editados. Marx y su familia vivieron 34 años, más de la mitad de sus vidas, en una especia de cárcel, ya que el exilio londinense así lo parecía. Esa fue, sin duda, una prisión fecunda. Por muchos años vivieron como pudieron a sólo pocos kilómetros de su actual lugar de descanso. Al sepelio de Marx acudieron 11 personas y ante ese pequeño grupo de seguidores, Engels, durante la ceremonia fúnebre, dijo algunas palabras de reconocimiento a su entrañable amigo y compañero de lucha: “¡Su nombre y obra vivirán a través de los siglos!” Y tuvo razón.
Es increíble que después de sólo 12 meses de su fallecimiento, más de 5 mil personas marcharon al cementerio de Highgate. Por supuesto, cientos de policías impidieron el acceso a su tumba. Un siglo después, a la caída del Muro de Berlín y de la desaparición de la comunidad socialista, las oligarquías se han vanagloriado del fracaso del marxismo.
Mentes trasnochadas declararon el fin de la historia y criterios triunfalistas aseguraron que el capitalismo era la única forma de vida posible. Pues no ha sido así; podemos asegurar, hoy más que nunca, que el capitalismo es un fracaso. Marginar y atracar a la clase obrera, depredar los recursos naturales, usurpar fuentes de riqueza, es el camino que el capitalismo ha escogido para ir a la ruina y a su desaparición.
Saludamos al compañero Josafat Hernández, del CIDE y del grupo Foro Petróleo y Nación, por su gran tarea al compartir el seminario El Capital de Marx: Su vigencia y relevancia actual en el siglo XXI.
(Colaboró Ruxi Mendieta)
Para Ximena Guzmán Cuevas y José Muñoz Vega, la justicia llegará
Varios de nosotros solíamos acosarlo, poniendo en condicional su sabio dictum: así debería ser con la política económica, pero sobre todo con el mencionado PEF: ahí deberían darse el quienvive no sólo los tecnocrátas hacendarios y los mil y un cabilderos y consejeros financieros, sino las propias fuerzas políticas y sociales y sus organizaciones representativas, para exponer sus prioridades y buscar, con éxito o no, acuerdos y composiciones del gasto y los impuestos que más se acercaran a sus preferencias y ambiciones.
Pero algo pasó en este ya largo camino y aquella transparencia, un tanto idealizada por nuestro querido amigo, dio paso a una opacidad oprobiosa donde no se confronta ninguna dimensión significativa de la economía política o de la política económica, para no referirnos a ideas o proyectos del gobierno en cuanto a su relación con el mundo y en especial con los Estados Unidos de América. Ni guiños ni gestos al estilo de don Antonio Ortiz Mena, ni postulados sólidos para iniciar un cambio de sustancia desde el presupuesto y su programación, como lo hizo Carlos antes de ser maltratado por el presidente López Portillo y sus compañeros de gabinete.
Frialdad aparente, arrogancia nutrida en una supuesta o real sabiduría financiera o bien resignación fiscal y miedo a la deuda: desde ahí no puede emanar propuesta alguna. Pura austeridad mal hecha y peor realizada, sin menoscabo de las estimaciones a veces heroicas de los técnicos, calculistas y economistas alojados en los todavía vivos centros de análisis económico o de comercio exterior o sobre nuestras apaleadas reservas y guardaditos en las finanzas públicas. En fin…, no me distraigo y voy al punto.
Presentado un nuevo paquete económico inicia, o debería iniciar, lo más difícil y engorroso, la voluntad y la capacidad de los legisladores para “combinar” los recursos con las necesidades, habida cuenta de que los pendientes se multiplican y los haberes no sobran. De ser este el ánimo que prevalezca, es imprescindible poder partir de un debate genuino, serio, sobre el diseño de la política económica para hoy y para mañana. Sin prepotencia. Sin demagogia. Sin imposiciones.
También implica tener en el radar que a la dureza del entorno internacional, y de nuestro pobre crecimiento económico, se suma una ola de carencias ante la que nuestra pobreza fiscal es incapaz de responder. Seguir posponiendo la deliberación fiscal, con toda la importancia que en sí misma tiene, es irresponsable. Flaco favor para hacer de la política económica un proceso racional, que dé cabida a los reclamos y los derechos de la pirámide social mexicana.
Y es que el asunto del paquete económico podría abrir las compuertas a la planeación, a trazar una política económica coherente en cuyo centro estén el crecimiento económico y la creación de los empleos suficientes; desde luego, el cumplimiento de los derechos sociales constitucionales. No basta con listar buenos deseos, es preciso que a los objetivos se les dote de los recursos para cumplirlos.
Por qué no hacer de la discusión de este presupuesto de egresos una herramienta para desatar procesos de deliberación que nos permitan recuperar el crecimiento con potencialidades ciertas de desarrollo. Lo que el Estado, y en particular el gobierno y el Congreso de la Unión, tienen enfrente no es, no debería serlo, una simple “recolocación” de los gastos propuestos, sino un rediseño de las dimensiones, magnitudes y asignaciones del gasto público federal.
Proponer(nos) trazar un nuevo curso de crecimiento productivo, caracterizado por renovadas pautas redistributivas que den sustento a trazos diferentes de los seguidos hasta ahora. Un esfuerzo que bien podría ser sostén de un nuevo contrato social.
Aquí no se trata de una apología acrítica ni de la idealización de un medio que también ha sufrido contradicciones, tensiones internas, presiones económicas y dilemas editoriales. Se trata de reconocer que La Jornada encarna, con todas sus dificultades, la posibilidad concreta de un periodismo comprometido con las luchas sociales, los movimientos populares, las causas de la dignidad humana frente a la voracidad capitalista. En su trayecto se anudan memorias de huelgas obreras, resistencias campesinas, movimientos estudiantiles, luchas feministas, debates intelectuales, confrontaciones con el poder político y económico.
Con su crecimiento, La Jornada debe entenderse en clave histórica. Surgió en un momento en que la dictadura del consenso neoliberal se instalaba con toda su maquinaria, privatizaciones, apertura comercial, endeudamiento externo, reformas laborales y educativas, subordinación a los dictados del Fondo Monetario Internacional. El periodismo hegemónico se convirtió, en gran medida, en vocero de esas transformaciones, ocultando sus costos sociales y exaltando sus supuestos beneficios. La Jornada irrumpió como un contrapunto, dio espacio a los críticos de ese modelo, visibilizó la resistencia social y abrió un cauce para la reflexión teórica y política que buscaba desmontar el lenguaje tecnocrático del neoliberalismo. Desde entonces, se colocó en el lugar incómodo de la disidencia, un lugar necesario para el desarrollo democrático de cualquier sociedad.
A lo largo de estos 41 años, el diario ha demostrado que el periodismo crítico no es una consigna abstracta, sino un ejercicio material, reportajes desde las comunidades indígenas que defienden sus territorios frente a megaproyectos extractivos; cobertura de las luchas magisteriales; análisis de la violencia estructural que padecen los migrantes; crónicas de los estragos de la militarización; denuncias de la corrupción política y empresarial; reflexiones sobre la cultura, la filosofía, el arte y la ciencia desde perspectivas emancipadoras. Cada sección del diario ha sido un laboratorio semiótico donde se confrontan discursos, se producen significados alternativos y se resiste a la lógica de la mercancía informativa.
Recuérdese que este aniversario ocurre en un momento histórico de enorme complejidad. La llamada “era digital” ha transformado radicalmente las condiciones de producción, circulación y consumo de la información. La prensa escrita se encuentra bajo el asedio de las plataformas digitales, de los algoritmos que priorizan el espectáculo sobre el análisis, de la inmediatez que sacrifica la profundidad, de la mercantilización de la atención como nuevo recurso explotado por las corporaciones tecnológicas. Hay que comprender la importancia de La Jornada como espacio de disputa de los signos sociales. Cada noticia, cada artículo, cada caricatura, cada fotografía son signos en pugna, vectores de sentido que se oponen al monopolio interpretativo del poder. El diario no es un simple intermediario de información, sino un productor de significados que permite a los sujetos sociales elaborar su propia comprensión del mundo. En este sentido, La Jornada no se limita a describir la realidad, la reconfigura al dar visibilidad a los conflictos, al nombrar las injusticias, al dar palabra a los invisibles. Se convierte en un instrumento de praxis semiótica, un medio donde los signos se rebelan contra el orden establecido y se ponen al servicio de la emancipación.
Muchos han intentado silenciar o desacreditar a La Jornada de múltiples formas, campañas de difamación, presiones económicas mediante el retiro de publicidad oficial, intentos de dividir a su comunidad de lectores y colaboradores, o la simple saturación del espacio informativo con contenidos frívolos que buscan relegar la voz crítica a los márgenes. Sin embargo, el diario ha resistido gracias a una comunidad solidaria de periodistas, intelectuales, artistas, militantes y lectores que comprenden que defender este medio no es un gesto de nostalgia, sino una necesidad vital en la lucha por la verdad. El aniversario 41 no sólo recuerda los logros del pasado, también renueva la responsabilidad colectiva de sostener un espacio de comunicación al servicio del pueblo.
Celebramos las miradas críticas que proponen, en este aniversario, en su esencia, la celebración de la pluralidad emancipadora. La Jornada no es un monolito ideológico ni un dogma editorial, sino un espacio donde confluyen diversas voces que comparten una preocupación común, desmontar las narrativas de la dominación y abrir caminos de emancipación. Esa pluralidad no significa relativismo, sino riqueza de enfoques que se alimentan mutuamente para producir análisis más complejos y profundos. El diario es, en ese sentido, una escuela de pensamiento crítico en movimiento, un taller colectivo donde se ensaya, se discute y se afina la capacidad de interpretar el mundo para transformarlo.
En este contexto, los 41 años de La Jornada también nos interpelan a repensar el futuro del periodismo crítico. ¿Cómo sostener la independencia editorial frente a la precarización laboral de los periodistas? ¿Cómo garantizar la viabilidad económica de un medio que no se somete a la lógica de la publicidad corporativa? ¿Cómo articularse con las nuevas generaciones que consumen información en formatos digitales y redes sociales? Estas preguntas son parte de los desafíos que enfrentan no sólo porque en cada línea escrita en La Jornada palpita la certeza de que otro periodismo es posible, que otra comunicación es necesaria, que otra sociedad se construye en la medida en que los pueblos toman la palabra y no se dejan arrebatar el derecho a nombrar su propia realidad. Esa certeza, sostenida por 41 años de lucha cotidiana, es un patrimonio colectivo que merece no sólo celebrarse, sino expandirse, multiplicarse, reinventarse. En ello se juega no sólo la historia de un diario, sino el futuro de la crítica y de la emancipación de nuestros pueblos.
El motivo es que el próximo miércoles 24, inicia a las 16 horas, el XIX Encuentro de Cronistas del Sur, cuyo tema este año es El transporte terrestre en la Ciudad de México, según sus cronistas. Es admirable la perseverancia del presidente del Colegio de Cronistas de Tlalpan, Salvador Padilla, quien lleva más de 20 años organizándolos. El encuentro tendrá lugar en la hermosa Casa del Virrey de Mendoza, que está situada en Juárez 15, esquina Victoria, en el corazón de la demarcación.
El tema es de gran interés, ya que existe una unión indisoluble entre transporte y vías de comunicación, ambas son necesidades primarias del ser humano que a lo largo de los siglos ha adaptado a su medio geográfico.
Tenochtitlan, que se construyó en medio de cinco lagos, tenía un complejo sistema de acequias y calzadas, por medio de las cuales los mexicas lograron comunicarse internamente y con los pueblos aledaños. Por las calzadas llegaban a los pueblos de Tacuba, Iztapalapa, Tepeyac, Nonoalco y Vallejo. Para regular el nivel de las aguas construyeron diques y albarradones.
El transporte de personas y víveres se realizaba sobre los canales, en canoas ahuecadas por medio del fuego y bateas planas construidas con tablones. Por tierra movían la mercancía sobre sus espaldas ayudados por una caja tejida de caña y cubierta de cuero llamada petlacalli, que se sujetaba a la frente por medio de una correa conocida con el nombre de mecapalli. A estos cargadores se les denomina-ba tlameme, adjetivo que derivó en tameme.
Recordamos lo que nos platicaba la arquitecta Margarita Martínez, quien realizó una interesante investigación, en la que menciona la primitiva forma de comunicación por medio del humo de fogatas y de las percusiones que emitían los teponaxtles.
Alguna vez comentamos que en el México prehispánico ya habían elaborados sistemas de correo. En las culturas zapoteca, mixteca, tarasca, mexica y maya, se desarrollaban a través de postas, realizadas por grandes atletas que corrían largas distancias. Los mexicas construyeron albergues o postas llamadas techialoyan, que consistían en torrecillas ubicadas aproximadamente a cada 9.6 kilómetros para el descanso y relevo de los payanis o corredores ligeros y de los iciuchcatitlantis o mensajeros “que van de prisa”.
Los veloces mensajeros usaban insignias cuyas características dependían de la noticia que portaban; cuando se trataba de comunicar la victoria de alguna guerra, vestían un paño de algodón blanco en la mano izquierda con una rodela y en la derecha una espada que manejaba como si estuviera luchando, para demostrar su júbilo, los cabellos los llevaban atados con una cinta colorada e iba entonando los hechos gloriosos. El pueblo lo recibía y lo acompañaba hasta el palacio real. Cuando se trataba de comunicar una derrota en el campo de batalla, el correo se conducía en silencio, con la melena suelta y enmarañada llegaba ante el rey y semipostrado le relataba los hechos.
Todos ellos permanecían en los techialoyanes (postas) en espera de que arribara su antecesor para continuar el viaje, llegando a recorrer en un día hasta 482.8 kilómetros. Para desarrollar este oficio los ejercitaban desde pequeños en atletismo y la memorización de complicados y largos mensajes. Los sacerdotes que se encargaban de su formación los alentaban premiando a los vencedores, con el fin de fomentar en su espíritu el amor al desempeño de este trabajo. Esta formación se recibía en el calmécac (la escuela de los nobles que mencionamos en la crónica anterior).
Uno de los correos más famosos fue el de Moctezuma II, que le hacía llegar el pescado fresco de una distancia de por lo menos 321.8 kilómetros de la capital de Tenochtitlan. Por este medio se enteró el monarca de la llegada de los españoles a las costas del Golfo de México.
Antes del evento vamos a comer en la bonita casona decimonónica que alberga La Casa de Juan, que está en la Plaza de la Constitución 5. Con una grata terraza y decorada con obras de arte, ofrece muy buenas viandas. Le sugiero el salmón con salsa de vino blanco y como vamos de prisa, el pan de elote de postre con un cafecito y a disfrutar el encuentro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario