Columna Semanal de Amy Goodman, presentadora de Democracy Now!
Estaciones de radio interesadas en emitir el audio de la Columna de Amy Goodman, por favor, escríbanos a spanish@democracynow.org
Es fantástico ver a Ingrid Betancourt libre. Ingrid se postulaba a la presidencia de Colombia por el Partido Verde contra Álvaro Uribe en 2002 cuando fue secuestrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) pocos días después de pedir a las FARC que detuvieran su campaña de secuestros. Fue mantenida como rehén durante más de seis años y fue liberada la semana pasada junto a otros 14 retenidos. La espectacular operación de rescate llevada a cabo por el ejército colombiano se ha podido ver en periódicos y televisores de todo el mundo, pero celebrar su liberación no debe confundirse con celebrar el actual gobierno colombiano.
Conversé por teléfono con Manuel Rozental en su hogar en Canadá. Manuel es un médico colombiano y activista de derechos humanos que huyó de su país tras haber recibido varias amenazas de muerte: “Estamos hablando del régimen con el peor historial en materia de derechos humanos del continente y del ejército con el peor historial de violaciones a los derechos humanos del continente y que, a su vez, cuenta con el mayor apoyo de Estados Unidos, incluyendo a los contratistas o mercenarios. Así que el hecho de que este régimen haya estado involucrado en esta liberación no debe, no debería y no puede tapar el hecho de que se trata de un régimen horrendo.”
Colombia es el mayor receptor de ayuda exterior estadounidense después de Israel y Egipto. Amnistía Internacional USA ha pedido que se interrumpa toda la ayuda concedida a Colombia, mencionando que “… las torturas, las matanzas, las ‘desapariciones’ y el asesinato de no combatientes son fenómenos generalizados, y la connivencia entre las Fuerzas Armadas y los grupos paramilitares continúa hasta el día de hoy.
Se calcula que en 2006 la ayuda estadounidense a Colombia ascendió a unos 728 millones de dólares; aproximadamente el 80 por ciento de esta suma estaba destinada al ejército y a la policía.”
John McCain estaba en Colombia el 2 de julio, el día en que Betancourt fue liberada junto con tres contratistas militares estadounidenses y soldados y policías colombianos que estaban retenidos. Los vínculos de McCain con Colombia son dignos de mención. El Huffington Post informa que el multimillonario de Cincinnati Carl Lindner, ex Director Ejecutivo de Chiquita Brands International, acababa de celebrar un evento de recaudación de fondos para la campaña de McCain.
Bajo la dirección de Lindner, Chiquita pagó y armó a uno de los más conocidos grupos paramilitares de derecha de Colombia, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). El gobierno de Estados Unidos multó a Chiquita con 25 millones de dólares por haber financiado y armado a las AUC, clasificadas como “organización terrorista extranjera” por el Departamento de Estado estadounidense desde 2001.
Una de las condiciones del trato era que Chiquita no tendría que hacer públicos los nombres de los altos ejecutivos implicados.
El Huffington Post y el New York Times informaron recientemente acerca de otro vínculo de McCain con Colombia. Su principal asesor, Charlie Black, renunció en marzo a su cargo de Presidente del grupo de Lobby BKSH & Associates, con sede en Washington, D.C., para dedicarse a tiempo completo a la campaña de McCain. Desde 1998, BKSH ganó 1,8 millones de dólares como representante de Occidental Petroleum, empresa que ha realizado controvertidas operaciones petroleras en Colombia.
Occidental trabajó con una contratista militar y con el ejército colombiano para contrarrestar los ataques a los oleoductos. En diciembre de 1998, el ejército colombiano lanzó una bomba sobre el pueblo de Santo Domingo, matando a 11 adultos y siete niños. Según el periódico Los Angeles Times, Occidental “proporcionó, de forma directa o a través de contratistas, transporte de tropas, instalaciones para la planificación y combustible para los aviones del ejército colombiano, incluyendo a la tripulación del helicóptero que fue acusada de lanzar la bomba.”
La fotografía de un abrazo atrajo la atención de Inter Press Service, una agencia independiente de noticias a nivel mundial. Poco después de que Betancourt fuera liberada, IPS publicó un artículo, “The General Ingrid Hugged” (El General al que Ingrid abrazó), sobre el Comandante del Ejército colombiano, el general Mario Montoya. Montoya ha sido vinculado con un grupo comando secreto de fines de la década del ´70 que realizó atentados con bombas y masacró a los opositores políticos de la derecha.
La fotografía de un abrazo atrajo la atención de Inter Press Service, una agencia independiente de noticias a nivel mundial. Poco después de que Betancourt fuera liberada, IPS publicó un artículo, “The General Ingrid Hugged” (El General al que Ingrid abrazó), sobre el Comandante del Ejército colombiano, el general Mario Montoya. Montoya ha sido vinculado con un grupo comando secreto de fines de la década del ´70 que realizó atentados con bombas y masacró a los opositores políticos de la derecha.
La ráfaga inicial de momentos fotográficos con Betancourt abrazando a Montoya y posando junto a Uribe hizo aumentar la aprobación pública del gobierno de Uribe y del ejército colombiano. Sin embargo, a pesar de estas fotos oportunistas, Betancourt está empezando a reafirmar su tradicional condición de opositora.
Ingrid declaró en Radio Francia Internacional (RFI): “El presidente Uribe, y no solamente el presidente Uribe sino Colombia en su conjunto, deberían cambiar ciertas cosas. … Creo que ha llegado el momento de cambiar el lenguaje radical, el lenguaje del extremismo y del odio, esas palabras muy duras que causan un profundo daño al ser humano. … Llega el momento en que uno tiene que aceptar sentarse a hablar con la gente a la que odia.”
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