4/02/2012

Formalidad y sencillez


Utopía


Eduardo Ibarra Aguirre



El siguiente es uno de los 87 textos que forman parte del proyecto de libro Remembranzas:

Se ganó a pulso la fama de hombre gris e insensible, sobre todo, ante la tragedia del 19 de septiembre, cuando gobernó a los mexicanos de 1982 a 1988.

Para su desgracia, trascendió a los medios que para la presentación del I Informe solicitó –es un decir, pues en esos tiempos el presidente ordenaba y punto– que los senadores y diputados de su partido, y todos los demás (sólo en el segundo caso, pues el Senado era totalmente monocolor), se abstuvieran de interrumpirlo con aplausos porque lo desconcentraban.

–O escucho los aplausos, o leo –parodiaban sus detractores.

Como fuere. Ese presidente aparentemente gris fue el creador del modelo económico macro que aún hoy sustenta: “No hay más ruta que la nuestra”, como escriben los teóricos y propagandistas del neoliberalismo y por la que desde hace más de un cuarto de siglo transita el país. ¿Imagínese usted lo que nos hubiera pasado si se tratara de una eminencia gubernamental?

Fue Héctor Murillo quien invitó a Miguel de la Madrid a conversar y comer con el grupo interdisciplinario que delibera todos los viernes, en el restaurante de un hotel capitalino.

Puntual, como los ingleses, llegó el invitado del Grupo María Cristina.

Ingirió sus alimentos con parsimonia de gran gourmet. Y en la medida que masticaba sobresalía un color morado en sus labios.

Era tan notorio el colorido labial que Judith no pudo reprimir más su observación y la compartió con el moderador.

–¿Ya viste que este señor ahora se pinta los labios?

–No lo creo. Déjame indagar qué sucede.

–¡Claro que se los pinta!

–No seas indiscreta. ¡Baja la voz!

Apenas un guardia del Estado Mayor Presidencial se mantenía visible y cercano a De la Madrid. Otros pasaron desde temprana hora para revisar el sitio del encuentro.

Exasperante resultó la lentitud del invitado para masticar los alimentos. La yema del huevo estrellado que acompañaba al arroz empezó a escurrir suave y lentamente de la boca del comensal. Era evidente, pero de mala educación –estimó el moderador–, señalárselo al colimense.

Con discreción le acercó la servilleta de tela. Cuando el destinatario la vio casi junto a sus manos, hizo una mueca de desagrado y un movimiento brusco mediante el cual la arrojó hacia un lado.

–Ni modos. Me rindo.

A las 16 horas en punto, el autor de Cambio de rumbo, empezó a explicar los propósitos y alcances de su voluminoso libro. Lo hacía con la amarillenta marca desplegada desde la comisura de los labios, hasta la barbilla.

La escasa asistencia no amainó el buen estado de ánimo del empedernido fumador, ahora de cigarros de lechuga. Tampoco le impidió compartir juicios sobre el sucesor, ante un colectivo que hasta hoy guarda celosamente la secrecía de las opiniones e informaciones que recibe de los invitados, cuando éstos así lo establecen porque otros, a partir de 2011, pueden optar por la divulgación.

Hora y media después el moderador preguntó a De la Madrid Hurtado sobre su disponibilidad y limitaciones de tiempo.

–Hasta que concluyan las preguntas –respondió.

Así fue y todavía escribió largas dedicatorias en los ejemplares del libro que varios adquirieron.

Inolvidable encuentro –del 6 de agosto de 2004– porque no evadió ninguna respuesta a las preguntas que se le formularon, incluida la del fraude electoral de 1988. Y sobre todo porque el ilustre invitado llegó del extranjero un día antes. Ese mediodía, previo a la comida, le extrajeron dos muelas y masticaba aún bajo los efectos de la anestesia. La pérdida de sensibilidad le impedía percatarse que al masticar se lastimaba y la pintura de los labios era simplemente sangre.

Por la noche, ya en casa, el moderador no resistió el impulso de enviarle una carta de agradecimiento y respeto. ¡No era posible tanta formalidad y sencillez!

Dos meses después, el moderador convocó a todos los integrantes de su directorio electrónico a la presentación de Complot contra un proyecto de nación, en la Casa de la Cultura de Azcapotzalco.

A la entrada lo recibió un funcionario perredista que le informó con un dejo de cierto orgullo:

–Habló el señor licenciado Miguel de la Madrid para disculparse porque no podrá acompañarlo a la presentación de su libro.

–¡Ah! Muchas gracias.

Acuse de recibo

José Sobrevilla, editor y periodista, concluye sobre el texto del viernes pasado: “Los años nos hacen ser exigentes en el análisis y la experiencia nos dice: Cuando eres pobre ambicionas el dinero. Cuando tienes el dinero, ambicionas el poder, cuando ejerciste el poder lo único que te falta es (caemos en tu Utopía) ‘Hambre de reconocimiento’. Gracias por el análisis, visto desde la realidad, a mí también me indignó el sofisma presidencial”… Antonio del Campo Gordillo agrega, desde Comalcalco, Tabasco: “No se puede dar ningún crédito a Felipe Calderón ya que todos sabemos es un mentiroso y mitómano, además de haber resultado ser un verdadero peligro para México y un inepto”... Marta Sánchez invita al Vía Crucis del Migrante (la72.direccion@gmail.com)

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