Enrique Calderón Alzati / I
Los intereses detrás
de la reforma educativa. Sin contar con el conocimiento de los maestros
y de la sociedad mexicana en su conjunto y en desacuerdo con los
lineamientos de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (Unesco), siguiendo las instrucciones de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)
–creada por el gobierno de Estados Unidos con un mandato de carácter
financiero, ajeno a la educación–, el actual gobierno de Enrique Peña
Nieto ha tratado de imponer, con la complicidad de varios partidos
políticos, una supuesta reforma educativa, cuyo objetivo no ha sido otro
que privatizar la educación, como continuación de la política iniciada
durante el gobierno de Carlos Salinas, instrumentada por su secretario
de Educación, Ernesto Zedillo.
La estrategia definida a fin de lograr tal objetivo ha sido la misma
empleada por anteriores gobiernos para conseguir la privatización de los
ferrocarriles, los teléfonos, la electricidad e incluso del petróleo:
mediante el descrédito de los trabajadores de estos sectores. Vale la
pena analizar como ejemplo el caso de los ferrocarriles, que luego de
haber constituido uno de los pilares del desarrollo económico nacional,
fue lanzado al ostracismo mediante la corrupción del sindicato,
haciéndola llegar después a los trabajadores, de manera que la sociedad
mexicana demandara su privatización, en virtud de los pésimos servicios
que ofrecía como medio de transporte de pasajeros y mercancías.
En cuanto a la educación, el proceso ha sido similar, fabricando
primero un deterioro de los procesos de enseñanza como fundamento para
promover la privatización. La descentralización de la responsabilidad
educativa, poniéndola en manos de los gobiernos estatales, parecía una
innovación sensata e idónea del gobierno de Carlos Salinas. No fue así,
en virtud de la conservación del Sindicato Nacional de Trabajadores de
la Educación (SNTE) como ente controlador nacional, destinado a
manipular a los órganos educativos de los estados, lo cual se aunó a la
ausencia de mecanismos para frenar la corrupción de los gobiernos
estatales, que vieron en esa descentralización la oportunidad de
apoderarse de cuantiosos recursos como botín a su disposición.
La adopción de las evaluaciones Pisa de la OCDE y de las
estandarizadas de la SEP, conocidas como pruebas Enlace, permitirían
hacer ver a la población que la educación que recibían sus hijos no era
adecuada, dando ocasión al gobierno para asignar la responsabilidad del
desastre a los maestros y a sus líderes sindicales. Sin embargo, las
cosas no salieron de acuerdo con los planes, pues los resultados de las
evaluaciones Enlace realizadas durante el gobierno de Felipe Calderón
mostraron que, gracias a los maestros, en diversos estados de la
República se daba mejoría año con año en matemáticas, aun con el rechazo
de los maestros a esas pruebas. Ello obligó a los círculos del poder
(constituidos por empresarios y políticos afines a la OCDE) a
instrumentar nuevas estrategias para estigmatizar a los mentores, como
la película De panzazo, financiada por Mexicanos Primero y
realizada por Televisa, surgiendo así la idea de la actual reforma
educativa, orientada a dar el tiro de gracia a la educación pública, al
colocar a los docentes como únicos responsables de la crisis que hoy
vive el sistema de enseñanza nacional.
En su intervención en días pasados con motivo de la
presentación del nuevo modelo educativo, el presidente Peña Nieto se
atrevió a afirmar que era inmoral no modificar la educación, olvidando
que su gobierno tiene como origen la compra de varios millones de votos,
explicables sólo a partir de la ignorancia y la desesperación de
quienes optaron por vender su futuro, sin comprender las consecuencias
de sus actos.
De la misma manera y mostrando sus limitaciones, el presidente afirmó
que se trataba de la innovación educativa más importante del siglo
reciente, ignorando la creación de las normales de maestros y las
escuelas rurales, la introducción de los libros de texto gratuitos, la
creación del Instituto Politécnico Nacional y de los institutos
tecnológicos regionales y la fundación de las universidades pedagógicas,
así como las diferentes reformas decretadas durante el siglo XX, que
hicieron posible la conformación del México moderno. ¿Cuál puede ser la
credibilidad de un gobernante que pareciera ufanarse de sus mentiras?
¿Por qué este empeño en continuar un proyecto educativo condenado al
fracaso, tanto por sus errores como por la heroica resistencia de los
maestros y el respaldo de la sociedad? Hay dos razones para ello: una,
en virtud de los grandes ingresos que la privatización de la educación
significa para los dueños del capital representados por la OCDE; la
otra, relacionada con las ventajas que asegura para los grupos del
poder: la creación de un sistema educativo clientelar, ajeno al
pensamiento crítico, para las familias de bajos ingresos, que al estar
imposibilitadas para pagar colegiaturas, constituirían la reserva de
votos, necesaria para asegurarles la conservación del control político
de la nación.
Sólo para dar una idea de las dimensiones de lo que está en juego,
pensemos que el proyecto del gobierno permitiría convencer a familias de
ingresos medios para que 10 millones de estudiantes abandonen la
educación pública y decidan pagar colegiaturas de 4 mil pesos mensuales,
lo que representaría 500 mil millones de pesos anuales, constituyendo
un ahorro para el gobierno y al mismo tiempo un costo para las familias,
que contratarían créditos anuales para pagarlo, endeudando su futuro
con los bancos que les otorguen los créditos necesarios. ¿A dónde irían a
parar los ahorros que el gobierno obtendría con la reducción de la
matrícula? Dados los niveles de corrupción y de voracidad de la actual
clase política, no es difícil imaginar su destino, mientras el pago de
intereses de 18 años de colegiaturas de los jóvenes que cada año
terminen sus estudios nos da una idea del negocio que la educación puede
representar para los bancos, en intereses para los capitales
representados por la OCDE.
Continuará en mis próximos artículos: parte 2, El retroceso educativo durante el actual sexenio; parte 3: La situación real de la educación nacional; parte 4, El nuevo modelo educativo.
Facebook: Reflexiones en educación
Twitter: @ecalderon_a
e-mail: ecalderon@galileo2.com.mx
No hay comentarios.:
Publicar un comentario