Este abril se cumplirán tres años desde que el grupo armado nigeriano
secuestró a más de 270 adolescentes del pueblo de Chibok, en el noreste
de Nigeria.
En octubre de 2016, combatientes de Boko Haram liberaron a 21
colegialas y al bebé de una de ellas, lo que generó un enorme malestar a
escala internacional y reactivó los pedidos en las redes sociales
reclamando su recuperación con el mismo hashtag en inglés
#BringBackOurGirls que se utilizó hace tres años, cuando las escolares
fueron secuestradas.
Contar una historia personal
“Tenemos que compartir nuestra historia y contársela al mundo para
que la conozcan”, dijo una de ellas, identificándose con el seudónimo de
Sa’a para proteger suidentidad y ahora de 20 años, en conferencia de
prensa en el marco del Foro Global sobre Educación y Capacidades, de dos
días.
Sa’a y otra de ellas, que se identificó como Rachel, quien también
perdió a su padre y a sus hermanos a mano de Boko Haram, dijeron que su
secuestro y el de las otras adolescentes que todavía sigue cautivas fue
un episodio doloroso que el mundo no debe olvidar.
“Lo único que nos queda por hacer es pedirle a los líderes mundiales
que recuperen a las jóvenes. No podemos hacer más que denunciar” la
situación, señaló Sa’a, quien escapó de Boko Haram saltando de un camión
en movimiento cuando el grupo y atacó su escuela y quemó los libros en
el estado de Borno en abril de 2014.
La joven, a la que sacaron de Nigeria y ahora estudia en Estados
Unidos, dijo que no debería permitirse que ningún adolescente atravesara
un calvario traumático como ese. Su determinación a seguir estudiando
es lo que la llevó a hacer pública su experiencia.
“Todo niño debe recibir educación e ir a la escuela”, subrayó Sa’a.
“Nunca debemos olvidarlo hasta que todas regresen a salvo. El mes que
viene no se cumplirán tres días, sino tres años, y no han vuelto. Es
doloroso”, reconoció.
Sa’a relató en la conferencia que tras su secuestro, cuando las
obligaron a punta de pistola a subirse a un camión, ella decidió saltar
mientras el vehículo estaba en movimiento con una amiga, que se lastimó
al caer. Gracias a la ayuda de un pastor lograron ponerse a salvo.
El abogado de derechos humanos Emmanuel Ogebe, director de la
Iniciativa la Educación debe Continuar, explicó: “La mayoría de los
objetivos de Boko Haram han sido instituciones educativas y religiosas”.
“Boko Haram ha matado a miles de pastores y más 600 maestros, dos
sectores de gran vulnerabilidad”, apuntó Ogebe, cuya organización asiste
a menores, a personas desplazadas por conflictos y principalmente
víctimas de esa organización armada. La mayoría de las personas
afectadas están en Nigeria, y algunas en Estados Unidos.
“Es una situación dolorosa lo que le pasó a las escolares porque
entendemos que hubo señales de alerta de que los terroristas iban a
atacar, basado en que los profesores escaparon y a ellas las dejaron”,
denunció.
“La sensación de fracaso en la protección es la verdadera historia,
además de que el gobierno no las protegió en la escuela, aun cuando
había señales de alerta”, añadió.
En enero de este año, Sa’a comenzó la facultad gracias a un proyecto
de la iniciativa de Ogebe, una organización que ha ayudado a que unas
3.000 niñas y niños desplazados continúen con su educación. En este
momento, a ella le interesa realizar estudios de ciencia y medicina.
La esperanza no se pierde
“Mi sueño es ser médica e inspirar a otros; regresar a mi país para
ayudar a que los niños vayan a la escuela y a que otros reciban la
educación que merecen”, explicó.
Rachel, quien volvió a estudiar en Nigeria, contó que también quería
ser médica, pero que ahora quiere ser un militar de alto rango después
de lo que le pasó a su padre y a sus tres hermanos.
“Me gustaría contribuir a construir un país mejor. No estoy cómoda
con lo que he visto y me siento mal”, explicó. “Algunas niñas no pueden
ir a la escuela por lo que pasó, y no valoran la educación porque sin
ella pueden sobrevivir. Es triste”, se lamentó Rachel.
El padre de Rachel era un policía que decidió trasladar a su familia a
un pueblo más pequeño donde pensó que estarían más seguros. Le habían
asignado la protección de una iglesia local, y su mamá consiguió trabajo
en el departamento de educación del mismo templo.
Luego, cierto día de fines de 2014, hombres armados de Boko Haram
atacaron la iglesia cuando su padre estaba de servicio, y él logró
correr hasta su casa para proteger a sus tres hijos.
Pero por desgracia, cuando trataban de escapar, se toparon con los
insurgentes que les dispararon y los mataron en el acto. Sus hermanos
tenían 14, 12 y 10 años e iban a la escuela secundaria y primaria.
Vikas Pota, director ejecutivo de la Fundación Varkey, organizadores
del foro de educación, dijo que el problema de Boko Haram es mucho más
amplio que el asunto del secuestro de las adolescentes y tiene que ver
con las personas que han sido desplazadas de sus hogares en Nigeria y en
otros países.
Se necesitan acciones conjuntas para que el mundo sea más inclusivo,
creando un ambiente para que todos tengan acceso a la educación, opinó.
“Es ridículo que en nuestra época haya tantas muchachas y toda la
inteligencia humana que no sabemos que existe donde ellas están. Es un
reflejo de lo poco que nos importa”, se lamentó Pota en diálogo con IPS.
“Como padres, ¿cómo podemos tolerar esta situación? Creo que el
gobierno, y no solo el nigeriano sino todos, deben ayudar y asegurarse
de que esta situación se resuelva”, añadió.
Traducido por Verónica Firme
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