MUJERES Y SALUD MENTAL
Por: Alejandra Buggs Lomelí*
El pasado 8 de marzo, se llevó a cabo, como todos los años, la
conmemoración del Día Internacional de la Mujer, con diferentes eventos,
conferencias, marchas y posicionamientos, con la intención y exigencia
para que ya ninguna mujer en el mundo seamos víctimas de la terrible y
lastimosa violencia de género, que va desde actitudes de descalificación
hasta el asesinato de mujeres en todo el mundo, pasando por trata,
mutilaciones y abusos…
Hace aproximadamente un mes, tuve oportunidad de ver la película
“Talentos ocultos” como la titularon en español, su nombre original es
“Hidden figures” la traducción al español es “Figuras ocultas”.
Desde que me enteré de esta historia y del nombre con el cual la
titularon, tanto en inglés como en español, por un lado tuve una gran
inquietud por conocer más de estas extraordinarias mujeres y por otro
lado, sentí una extraña sensación de incomodidad, que después pude
identificar.
Me di cuenta que me molestaba el hecho de que, sigue habiendo una
resistencia a darle el justo valor y el peso total que tiene la palabra
MUJER, al no utilizarla en el título de la película, cuando el propósito
de la cinta justamente es visibilizar y honrar el trabajo de estas tres
mujeres afrodescendientes.
Es por ello que decidí titular esta columna del mes de marzo: “Mujeres ocultas… el mito de Cassandra”.
La historia de estas mujeres se desarrolla en 1961, una época en la que
la segregación racial aún permanecía en Estados Unidos, haciendo que a
estas mujeres matemáticas: Katherine Jhonson, Dorothy Vaughan y Mary
Jackson, se les desdibujara hasta ocultar sus importantes y
determinantes aportes en la NASA, para que el hombre blanco llegara a la
luna.
Este ocultamiento de sus talentos, la falta de reconocimiento a su
inteligencia y conocimientos, la descalificación por el hecho de ser
mujeres, y la falta de respeto de que fueron objeto por ser mujeres “de
color” (afrodescendientes), es lo que desafortunadamente hemos
experimentado todas las mujeres en el mundo en algún momento de nuestras
vidas, algunas teniendo mayor conciencia de ello y otras…quizás no.
La realidad es que la sensación de incomodidad que produce en nosotras
las mujeres la discriminación de género y de raza la podemos
identificar, de alguna u otra manera, si nos damos a la tarea de ubicar
momentos en que por ser: inteligentes, capaces, audaces, intrépidas,
creativas, fuertes, denunciantes y transgresoras, hemos recibido como
castigo: descalificación, desdibujamiento, opresión, violencia y
plagios, por “tener”, cualidades atribuidas única y exclusivamente a
los hombres.
Uno de los recursos que a veces utilizo en algunos procesos
psicoterapéuticos, es el abordaje junguiano**, a través de la mitología,
pues nos permite comprender acontecimientos que son parte del
inconsciente colectivo en las diferentes sociedades, y han marcado
ciertos arquetipos de: desigualdad, la inequidad, la destrucción del
culto a la Gran Diosa y el establecimiento del sistema patriarcal a lo
largo de la historia de la humanidad.
De acuerdo a la Ilíada de Homero, Cassandra*** fue hija de Príamo y
Hécuba y hermana gemela de Heleno; al nacer, se hizo una fiesta en el
templo de Apolo hermano de Artemisa.
Al anochecer, la madre y el padre se marcharon y dejaron a la bebé y al
bebé en el templo por un olvido, al día siguiente, cuando regresaron a
recogerles, los gemelos estaban dormidos y dos serpientes paseaban por
sus lenguas y por los órganos de los sentidos para purificarlos.
La madre y el padre, alarmados, empezaron a gritar de angustia, ante lo
cual las serpientes se retiraron, fue así como Cassandra y Heleno
obtuvieron el don de la profecía cuando fueron adultos.
Cuenta la mitología que Apolo se había enamorado de Cassandra y le
prometió a la joven otorgarle el don de la profecía, si aceptaba
entregarse a él, un don que ya poseía, sólo que podría hacer uso de él,
hasta la edad adulta.
Ella aceptó, pero una vez iniciada en las artes de la adivinación, se
negó a cumplir su parte del trato. Ante el rechazo, Apolo le escupió en
la boca y le retiró el don de la persuasión, por lo que, aunque ella
dijera la verdad, nadie le creería; además fue expulsada y confinada de
la vida colectiva porque sus palabras eran incómodas a las instancias
del poder masculino dominante.
La maldición de Apolo sobre Cassandra consistió en que las advertencias
provenientes de sus visiones no fueran tomadas en cuenta, que sus
palabras no fueron escuchadas, que sus contribuciones fueran negadas.
De lo anterior, podemos hacer una analogía con respecto a la exclusión,
la invisibilidad, el silenciamiento y marginación de las mujeres en las
sociedades patriarcales.
Subjetivamente, la maldición que pesó contra Cassandra, y por tanto,
contra todas las mujeres, (porque si violentan a una nos violentan a
todas), ha determinado que las sugerencias o recomendaciones de las
mujeres, así como nuestras palabras, no sean escuchadas, y nuestras
contribuciones sean negadas y borradas, como en la historia de la
película “Talentos Ocultos”.
El sistema patriarcal, que ¡sí existe!, aunque muchas y muchos lo sigan
negando, ha logrado o intenta, desafortunadamente: silenciar,
descalificar, marginar, deslegitimar e invisibilizar a las mujeres
transgresoras, que decimos lo que no quiere ser escuchado, a las que
transgredimos los mandatos de género impuestos por el patriarcado, a las
que estamos en contra de cualquier violación a los Derechos Humanos.
El problema psicológico al que nos enfrentamos todas las mujeres, se
llama “interiorización” de la invisibilización, descalificación y
marginación, que creemos de nosotras mismas.
Reconciliarnos con nuestra parte herida a través de los años y de
nuestras ancestras puede permitir reconocer y legitimar nuestras propias
voces y nuestras verdades, más allá de ideologías machistas y
misóginas.
Definitivamente, escuchar nuestra propia voz, nuestra voz de mujer y ser
congruentes con ella, implicará ir contra corriente, me refiero a ir en
contra de esos mandatos y estereotipos marcados por un sistema que
lastima profundamente a las mujeres, desdibujándonos, escondiéndonos y
ocultándonos.
Todas las mujeres en cualquier parte del mundo, todas las mujeres de
cualquier raza, tenemos derecho a ser vistas, a ser reconocidas y a ser
valoradas, porque tenemos una existencia especial y única, en un mundo
donde nadamos contra corriente… la maravillosa existencia de SER
MUJERES.
*** Richepin, Juan. Academia Francesa. Mitología Clásica, Segunda
Edición de la Nueva Mitología Ilustrada. Unión Tipográfica Editorial
Hispano Americana. México, 1952.
** Abordaje psicológico creado por el médico y psicólogo Carl Gustav Jung.
*Directora del Centro de Salud Mental y Género, psicóloga clínica,
psicoterapeuta humanista existencial, especialista en Estudios de
Género. Twitter: @terapiaygenero
Imagen retomada de YouTube
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario