CELAG
La celebración del
88° aniversario de la creación del PRI (Partido Revolucionario
Institucional) coincidió con la llegada de Trump. Peña Nieto se encontró
en un escenario impensado: el PRI no pasa por su mejor momento, como
tampoco la relación con los Estados Unidos desde la llegada del nuevo
presidente. La idea de relanzar al PRI –que volvía al poder de la mano
de este presidente, después de ser derrotado por el PAN (Partido Acción
Nacional) de Vicente Fox- se ve erosionada tanto por los acontecimientos
locales (problemas económicos y fuerte aumento del precio de los
combustibles), como por las medidas que ha tomado y piensa tomar el
mandatario norteamericano. Enrique Peña Nieto, por ahora, se ha
transformado –por decisión propia- en el pato rengo de la política
mexicana. No expresa una mayoría social frente a los otros partidos y no
sabe cómo lidiar con Trump.
El contexto no es el mejor. Este
año se celebrarán elecciones en cuatro Estados y en 2018 se realizarán
las presidenciales. Peña Nieto debe consolidar a su propio partido que,
al momento, posee una desaprobación –según una encuesta de Reforma
[1] del 86%. El mismo sondeo indica que el PRI quedaría en un tercer
lugar como opción para las elecciones de 2018. Primero se ubicaría el
espacio MORENA (Movimiento Regeneración Nacional, dirigido Andrés Manuel
López Obrador) con un 27%, luego el PAN con 24% y en tercer lugar el
PRI, con solo 17%. Ahora bien, cuando se consultó sobre intención de
voto presidencial, Morena obtiene un 27% (tendencia que va en ascenso),
el PAN 24% y el PRI un 17%. Los últimos partidos vienen desde diciembre
de 2016 perdiendo adhesiones y con una tendencia negativa.
López Obrador tiene una ventaja frente a la “prudencia” de Peña Nieto:
rápidamente se ha colocado en contra de las políticas de Trump y ha
interpelado en un mismo movimiento al nacionalismo mexicano –bandera
histórica del PRI- y a los migrantes. El deseo de éstos por ascender
socialmente se articula con las expectativas de los mexicanos que no han
migrado.
Con respecto a Enrique Peña Nieto, si bien colocó al
PRI nuevamente en la presidencia, su política puede poner en juego el
bastión histórico de este partido: el Estado de México. Desde 1925 el
Estado, conocido como EDOMEX es gobernado por los priístas, y existen
serias posibilidades de que el PAN y su candidata, Josefina Vázquez
Mota, puedan ganar este distrito. El candidato del PRI es primo del
presidente, por lo cual, una derrota electoral se asociará directamente a
su figura.
Peña Nieto reconoció sus problemas: “a diferencia
de los últimos gobiernos de la oposición nosotros sí nos atrevimos a
asumir los costos de transformar al país […] entendimos que la
popularidad es efímera mientras que la responsabilidad trasciende”.
Advirtió que “están surgiendo amenazas que representan la parálisis de
la derecha o el salto al vacío de la izquierda demagógica”.
Sus
problemas políticos provienen de lo que parecía la “joya” del cambio y
la “llave” para continuar en el gobierno teniendo un poder limitado: el
Pacto por México. De este compromiso realizado en 2012 por el PRI, el
PAN y el PRD (Partido de la Revolución Democrática) [2] surgieron las
reformas estructurales demandadas por los organismos internacionales de
crédito, fundamentalmente, en las áreas de telecomunicaciones, política
fiscal y en la energética. Uno de los efectos no deseados –por Peña
Nieto- de sus reformas “transformadoras” fue el llamado gasolinazo, un
incremento sustancial en el precio de la gasolina que ha tenido un
impacto importante en su ya descendiente aceptación pública, y que
posiblemente afecte el desempeño electoral del partido tricolor.
El PAN, pese a que lo acompañó en reformas estructurales, ha comenzado a
“despegarse”. La candidata a gobernadora por el Estado de México
criticó la idea de cambio si esta trae problemas, o se cambia por
cambiar o para que nada cambie. Posiblemente en México podamos observar
que las derechas discutirán sobre los “cambios” y sobre el “cambio”. Ya
no será con la izquierda o el progresismo, también ellas pondrán en el
laboratorio discursivo dicha palabra.
El inicio de un gobierno
limitado, la necesidad de encontrar aliados y una gestión económica
pobre prepara una dinámica incierta para el oficialismo. Es posible que
el presidente mexicano inaugure prontamente dos escenarios críticos: la
derrota en manos del PAN (demostrando ser una “mejor” derecha y más
eficiente para la lectura de debilidades) y su retorno al poder, o la
llegada de un partido progresista que parece ser –por ahora- el más
opositor a las políticas conservadoras y al presidente norteamericano.
La impericia del PRI y las políticas de Trump pueden provocar un giro
progresista o una identificación con Andrés M. Lopez Obrador. También
puede existir otra posibilidad: una renovación más pragmática en la
relación con Trump y un relanzamiento del NAFTA ( Tratado de libre
comercio de América del Norte) con Canadá, intentando un bloque anti
política norteamericana.
El PRI puede inaugurar ciertas
condiciones para el retorno del PAN o para el triunfo de MORENA: hoy es
el actor principal de una movida que puede modificarlo todo.
Notas:
[1] La encuesta fue aplicada del 11 al 15 de enero, entre mil mexicanos adultos. Tiene un margen de error +/-4.2%, según Reforma.
Camila Vollenweider y Esteban De Gori / Investigadores CELAG
@mcvollenweider
@edegori
Artículo publicado en: http://www.celag.org/pena-nieto-el-leon-herido/
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