Este 8 de marzo pasado, el coordinador parlamentario del Partido
Revolucionario Institucional (PRI), César Camacho Quiroz, nos mandó a la
curul de cada diputada una rosa blanca, con ello pretendía
"felicitarnos" por el Día Internacional de la Mujer. Reconocer nuestros
derechos como ciudadanas plenas sigue siendo un tema pendiente que no
se resuelve con flores, sino con una práctica parlamentaria comprometida
con la igualdad. Y esto no se vio reflejado el día 9, que sesionamos
para aprobar 5 dictámenes en materia de igualdad, que nos “regalarían”
en alusión al día.
Sin embargo, al iniciar la sesión empezó a correr el rumor que se habían
bajado tres dictámenes: Uno del PRI, propuesto por las diputadas Laura
Nereida Placencia Pacheco y Erika Rodríguez, que pretendía que el
Sistema Nacional de Salud creara programas de capacitación y evaluación
para el personal del sector salud en las entidades federativas y la
Ciudad de México, respecto de la violencia contra las mujeres y
garantizar la atención a las víctimas y la aplicación de las normas
oficiales mexicanas vigentes en la materia; en especial la norma oficial
mexicana NOM-046-SSA2-2005: Violencia familiar, sexual y contra las
mujeres. Además, que los municipios generaran y establecieran criterios
para la promoción y difusión en todas las instancias de salud la
aplicación de dicha Norma.
Otra de las iniciativas era la presentada por la diputada Arlette lvette
Muñoz Cervantes, del PAN, para incluir las definiciones de “violencia
económica”, “violencia laboral y docente” y “violencia laboral”, para
diseñar programas que promuevan la igualdad salarial entre mujeres y
hombres.
El tercer dictamen era del diputado Renato Josafat Molina Arias y de la
diputada Rocío Nahle García para agilizar la Alerta de Violencia de
Género. Este tercer dictamen se bajó con el argumento de “mejorarlo”.
Sin embargo, no bajaron los dictámenes para mejorarlos, los bajaron
porque los derechos de las mujeres les siguen dando miedo. Dice Amelia
Válcarcel que la igualdad es un reconocerse, es en primer lugar una
relación concedida o pactada, a veces incluso impuesta. En este sentido,
si la moral consiste esencialmente en la capacidad de ser justo, libre,
benévolo o lo que se desee añadir, con los demás, cada una de estas
cosas existe sobre el fundamento de que los demás son como uno mismo y
que, nada que uno se conceda a sí mismo, tiene derecho a no concedérselo
a otro, sino que, al contrario, tiene el deber de pensar en el otro
como un sí mismo. (Válcarcel, 1993-17)
IGUALDAD QUE CONFRONTÓ
Este no reconocimiento a la igualdad entre mujeres y hombres fue una
realidad que nos confrontó. Por ello, las diputadas de Movimiento
Ciudadano, del Partido de la Revolución Democrática (PRD), algunas de
Movimiento de Renovación Nacional (Morena) y algunas del Partido
Revolucionario Institucional (PRI), tomamos la tribuna como símbolo de
alianza, para mostrarnos unidas en un tema que es transversal a nuestras
prácticas políticas.
Fue un momento que nos permitió la unidad por la exigencia de nuestros
derechos y de que no nos consideraran una mercancía en el toma y daca de
la negociación partidaria. El PAN alegó sus “principios” del derecho a
la vida, por lo cual mantuvieron siempre esa postura. Mientras que en el
PRI, el disimulo es una práctica y aunque se dice de centro, al
interior se manifestaron posturas idénticas a las del PAN.
Nadie nos ha regalado nada a las mujeres, todos los derechos los hemos
conseguido con mucho trabajo y esfuerzo, han sido producto de una lucha
de siglos, que ha estado llena de obstáculos. Lo que hemos conseguido
sin duda es un gran avance, pero sigue estando pendiente el derecho al
cuerpo, sobre todo cuando éste es violentado por los hombres cercanos a
nuestro entorno familiar. Sigue sin quererse reconocer la violencia de
género que ejercen los hombres sobre los cuerpos de las mujeres.
Hoy estoy convencida que no basta con ser 211 diputadas, si no estamos
convencidas que es necesario avanzar en nuestros derechos, no sólo por
nosotras, sino, por lo que representamos. Mujeres que llegamos a las
Cámaras, pero que si no somos capaces de enarbolar leyes que defiendan a
las que están afuera, que votaron por nosotras, lo que estamos haciendo
es invisibilizarlas por prejuicios sobre sus derechos.
Tenemos una larga tarea, seguir sometidas a la ideología patriarcal de
normas y sanciones sobre las mujeres y/o convertirnos en impulsoras de
la igualdad. Según Válcarcel hay que seguir haciendo futuro a golpe de
presente. Lo que la realidad nos ha mostrado este 8 de marzo, es que
debemos mantener lo que nuestras antecesoras consiguieron, porque sus
logros son nuestros.
* Doctora en Ciencias Sociales por el CIESAS Occidente
Diputada federal por el Distrito 9 de Guadalajara.
Imagen retomada de twitter
Por: Ma. Candelaria Ochoa Avalos*
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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