Miguel Concha
Bajo el nuevo escenario que
han dejado en México las últimas elecciones, y con el propósito de
desatar, desde la diversidad de sus experiencias, luchas y resistencias
un proceso propio de justicia transicional, que considere a todas las
víctimas de graves violaciones a los derechos humanos en el país, entre
el 19 y 21 pasados tuvo lugar en Nochixtlán, Oaxaca, un Primer Encuentro
Internacional de Defensores y Víctimas sobre esta importante materia.
Acudieron aproximadamente 500 personas, muchas de ellas víctimas y
sobrevivientes de la violencia, aunque también personas académicas,
estudiantes e integrantes de organizaciones y movimientos sociales de
Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Puebla, Veracruz, estado de México
y Ciudad de México, así como personas expertas en la temática de
Alemania, Argentina, Colombia, Chile, Guatemala y España.
Durante el encuentro se consideró que los procesos de justicia
transicional se componen de diversas herramientas teóricas que pueden
permitir abrir horizontes que posibiliten que cada una de las víctimas
pueda construir desde su experiencia procesos de justicia que abonen a
la reconstrucción del tejido social y a la generación de mecanismos
operativos que hagan efectiva la justicia y la garantía de los derechos
humanos. Planteamientos que también nos llevan a la discusión sobre cómo
se tendría que superar el dolor y la adversidad después de las
violencias ejercidas en los cuerpos, la tierra y los territorios.
Sin embargo, el conjunto de víctimas y sobrevivientes se mostró en
este encuentro con cautela ante un proceso de justicia transicional
desde el Estado, ya que, aunque se percibe la intención de atender de
manera integral las graves violaciones a los derechos humanos, es
importante y necesaria la centralidad y participación de las víctimas,
quienes no sólo deben ser concebidas como pasivas, sino como activos
dinamizadores de diversos procesos de defensa de derechos humanos y de
búsqueda de verdad, memoria y justicia, dentro y fuera de las
organizaciones y colectivos. Son además las que han fortalecido
activamente los procesos de exigencia, a partir de la organización y
movilización social.
Se resaltó por ello que para que los tiempos de esta justicia tan
necesaria se den desde sus propios tiempos, habría que organizarse desde
las propias víctimas y las organizaciones que las acompañan.
Se identificaron además algunas necesidades y propuestas concretas
que abonen a un proceso de justicia transicional efectivo, para lo cual
es fundamental respetar el papel de las víctimas, reconociéndolas como
actores y sujetos de derechos. Y desde su diversidad y la de los
sobrevivientes se consideraron algunas tareas a fortalecer y construir
que tendrían que tener en cuenta los siguientes aspectos comunes. 1) La
construcción de redes y alianzas con otras organizaciones para sumar
esfuerzos, saberes y experiencias. 2) La construcción de estrategias de
comunicación para visibilizar las diversas luchas. 3) La generación de
procesos de memoria colectiva y la reapropiación de espacios públicos
contra el olvido. 4) La generación de más espacios de diálogo y
reflexión en torno al significado y la utilidad de la justicia
transicional, con el objeto de identificar sus implicaciones. 5) La
consideración de la necesidad de generar herramientas jurídicas y de
acompañamiento psicosocial. 6) La generación de un diagnóstico certero e
integral para identificar las raíces de las causas de las violencias, y
7) Que los familiares deben seguir generando y fortaleciendo espacios
seguros y de confianza para dialogar y diseñar procesos en común que
pueden variar y son una oportunidad para encontrarse y narrar las
historias, y sanar espiritual, emocional y físicamente.
Se consideraron igualmente algunos puntos controversiales, como el
iniciar un proceso de justicia transicional cuando los responsables
están identificados y son parte del gobierno, así como el construir un
proceso de justicia transicional en el que no se tomen en cuenta las
condiciones de precariedad y constante despojo de territorios y bienes
comunes, y el importante papel de las juventudes en estos procesos.
Es imprescindible, se reiteró, reconocer a las víctimas colectivas en
los casos de despojos de tierras y territorios, y deben discutirse los
posibles aportes que puede generar la conformación de la Fiscalía
Autónoma de la República.
La importancia de este encuentro radica en que fue desde las
víctimas, a quienes debe ponerse al centro, ya que ningún proceso de
justicia transicional se ha dado sin ellas, preocupándose genuinamente
por socializar y recoger inquietudes sobre un proceso temporal en México
de justicia transicional.
Por otro lado, el encuentro reconoció la iniciativa del Comité de
Víctimas de Nochixtlán, quien tomó la iniciativa, lo convocó y lo
enriqueció con sus propias experiencias y las de las víctimas de otros
colectivos y movimientos sociales, como las de la Coordinadora Nacional
de Trabajadores de la Educación.
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