Carlos Bonfil
Para Sama semeja una variante documental de la película belga de ficción Ensiriados (Insiriated, Philippe Van Leew, 2017), relato escalofriante que transcurre en el interior de un departamento donde una familia inerme busca protegerse de los bombardeos y abusos de los saqueadores en Damasco. Ese mismo clima de desesperación y angustia se reproduce ahora en los pasillos y quirófanos improvisados de un hospital a cargo del doctor Hamza, marido de la cineasta, lugar hasta el que llegan mujeres embarazadas y niños heridos, algunos quienes fallecen por una carencia elemental de insumos médicos.
El mismo año en que la periodista Waad Al-Kateab roda esta cinta, en colaboración con el realizador británico Edward Watts, otra pareja –un director y una guionista– abordaba un tema parecido en el documental La cueva (The Cave, Feras Fayyad y Alisar Hasan, 2019), crónica del doble combate de enfermeras en un hospital sirio para rescatar las vidas y protegerse de un prejuicio misógino que limita su labor.
Lo notable en Para Sama es la aproximación a un tema tan socorrido en estos últimos años desde la perspectiva inusual de una mirada femenina. La directora se detiene en la observación minuciosa de una vida infantil sorprendentemente aclimatada a los rigores de un virtual estado de sitio, a la proliferación incontenible de las víctimas mortales y también al estruendo de bombardeos que jamás detienen del todo el curso habitual de las actividades domésticas.
Es la rutina cotidiana de una futura madre que observa el horror y lo refiere, desde un monólogo interior, a la niña que lleva en el vientre y para la cual elabora este diario íntimo de privaciones y calamidades que es también el pequeño manifiesto de una resistencia civil infatigable. Un diario para la futura Sama. Y para el resto del mundo.
Uno de los objetivos de Para Sama es desmontar el aparato de desinformación que maneja el gobierno sirio para justificar sus abusos y sus alianzas con gobiernos extranjeros, en particular el ruso, y garantizar así su impunidad. En una escena clave, las cámaras de seguridad de un inmueble ofrecen la evidencia de un crimen de guerra, mismo que las autoridades buscan presentar como una simple operación militar de contención.
La cineasta recurre a todos los dispositivos visuales a su alcance para denunciar las atrocidades observadas, desde su pequeña cámara de periodista para la británica Channel 4 hasta el uso de drones para mostrar la devastación que padece la ciudad de Alepo. Hay una exploración febril de ese territorio sitiado y de los cambiantes estados de ánimo de sus habitantes. También de los dilemas morales de la directora. ¿Abandonar Siria como tantos otros de sus compatriotas que emprenden la huida hacia un destino incierto, acogiéndose a un asilo azaroso, o permanecer en el país y proseguir un combate tan heroico como ingrato, olvidado casi por el resto del mundo?
La respuesta está en la futura vida de la pequeña Sama nacida en 2016, destinataria final del empeño artístico y comprometido de su madre cineasta. La película obtuvo en Cannes 2019 el premio al mejor documental, compartido con La cordillera de los sueños, del chileno Patricio Guzmán.
Para Sama se exhibe en la sala 4 de la Cineteca Nacional a las14.45 horas.
Twitter: @CarlosBonfil1
No hay comentarios.:
Publicar un comentario