Pedro Echeverría V.
1. Recuerdo muchos poemas de viejo jalisciense Elías Nandino; sobre todo de este Poe mínimo: “Se vino y se fue” que –fuera de lo sexual- me hace pensar en el partido Morena que nació, envejeció en meses y murió de manera fulminante, porque su único creador así lo quiso. A López Obrador le bastó una frase: “ahora no soy representante de un partido sino del pueblo entero y debo servir a todos”. Muchos ilusos pensamos que Morena sería un partido de los pobres, de izquierda, de masas, que apoyaría al presidente en su lucha contra la corrupción y más tarde contra el capitalismo. Después de muerto el partido, algunos oportunistas –todos jurando su lealtad al “señor presidente”- prometen resucitarlo a partir de las cenizas.
2. He vivido tantas décadas de novelas políticas en el mundo que pienso que ya todo estaba escrito. La clase dominante (que fácilmente podría tragarse los 30 millones de votos), al fin aceptó que AMLO fuera presidente, pero tendría que asegurarse que no habría reelección ni partido lopezobradorista; por el contrario: garantizar todas las libertades y apoyos a la “oposición política” a cambio de realizar inversiones de capital. Así que AMLO ha tenido sobre su cabeza la llamada “Espada de Damocles” controlada por el poderoso empresariado que mantiene como súbditos a la llamada “oposición política”. Por ello el dócil AMLO puede hablar, acusar, emplazar, pero evitando siempre pasar a la acción de los castigos.
3. Ningún presidente en la historia de México se ha enfrentado a la clase dominante. Lázaro Cárdenas, tibiamente quiso hacerlo en su régimen (1934-40) y provocó que los hacendados, el clero y fuerzas externas, dieran nacimiento al derechista PAN en 1939. Desde entonces todos los presidentes se han disciplinado a los poderosos empresarios. Muchos estudiosos –en esencia extranjeros como Vernon, Hart, Riding, han demostrado ese gran poder empresarial que ha impulsado y muchas veces determinado acerca de quién será el presidente de México y hasta su gabinete. Ellos impusieron y manipularon a los dos gobiernos del PAN, pero al ver su ineficiencia, regresaron a lo que llamaron el “nuevo PRI”.
4. Personajes como Maurice Duverger, estudioso de partidos políticos y realidades nacionales, se preguntaron varias veces acerca de la estabilidad mexicana a pesar de la dictadura por décadas del PRI. Llegaron siempre a la conclusión de la gran solidez y unidad de la clase dominante –empresarial y política- mexicana. Una clase que en su sector más potente, puede doblarse pero no se rompe. Por ello López Obrador no lucha contra la explotación capitalista y la desigualdad económica y social, sólo busca limpiar las escaleras “de arriba abajo” eliminando la corrupción, pero de ninguna manera ha pensado destruirlas, por las jerarquías o desigualdades que claramente representan.
5. Tengo la convicción que Morena, al resucitar, será un partido más –como el PRI, PAN, PRD, MC, un partido siempre en espera de millonarios financiamientos del presupuesto federal para consumo y goce de sus dirigentes. No hay salida, es la misión de ellos, como cualquier órgano de Estado: cuidar el sistema. El partido, donde este se aparezca en adelante, será siempre un gran negocio. Por ello parece muy iluso pensar más en partidos radicales fuera del control del Estado porque la sociedad moderna capitalista así lo condiciona. En mis más recientes artículos todavía proponía grandes escuela de cuadros para estudiar y movilizarse como única salida para desarrollar la conciencia; pero también esto es una ilusión. (28/IX/20)
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