Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
Con incisiva frecuencia varios de los más famosos e impopulares conductores de noticiarios televisivos y radiofónicos, se ocupan de las aparentes o reales debilidades en la seguridad presidencial. El último en hacerlo fue Ciro Gómez Leyva, el viernes 13, acaso el más preocupado en el delicado tema, y aparte de su perfil de crítico sistémico de buena parte de lo que hace y deja de hacer, de lo que dice y deja de decir el presidente Andrés Manuel, no le falta razón al conductor del noticiero nocturno del canal 3.1 de televisión abierta.
Aparentemente le angustia la “facilidad” con la que “manifestantes”, peticionarios o simples ciudadanos que entregan escritos a López Obrador se acercan a su camioneta y él recibe los sobres y mantiene la ventanilla abierta e interactúa, platica, con ciudadanos que lo saludan, hablan y explican las peticiones, demandas...
A Ciro esto le parece sumamente riesgoso, educado como fue en la parafernalia del poder, la fantochería y los miles de guardias presidenciales que cuidaban a los titulares del Ejecutivo federal –sus familiares e incluso novias–, incluidos los secretarios de Estado, hasta en los sanitarios.
Imposible no registrar que cuando cubrí todas las actividades de la visita de José López Portillo a Moscú, en mayo de 1978, junto al entonces impresentable por exageradamente oficialista Jacobo Zabludovsky, a la señora Carmen Romano le dio sed y se la tuvo que aguantar porque sólo podía beber del agua que le brindaba el también corrupto Estado Mayor Presidencial, y bajo ninguna circunstancia podía aceptar la que le ofrecieron en el museo que visitábamos. O bien que cuando usted coincidiera con el convoy presidencial, era indispensable “orillarse” para que el “señor presidente” avanzara sin límite alguno. Me sucedió con Miguel de la Madrid Hurtado, el de Cambio de rumbo. ¡Y qué cambio! (en reversa).
Es probable que en ocasiones AMLO se pase al extremo opuesto, al informar si de tal ciudad a otra se trasladará por carretera o en avión, de suerte que en el primer caso lo reciben en pequeñas poblaciones, lo obligan a detenerse a platicar con ellos. Sería deseable que estas imprevistas reuniones sean supervisadas por gente de su equipo o movimiento, porque la seguridad presidencial no puede ni debe dejarse al azar.
El mismo tabasqueño de Tepetitán (Macuspana) lo enuncia así: “Yo ya no me pertenezco”. En efecto, como presidente que es y/o debe ser de todos los mexicanos aunque privilegie a los “más humildes”, aunque tenga como “único amo al pueblo de México”, su integridad física e intelectual es un asunto de seguridad nacional porque atañe a la estabilidad política, económica y social.
Y es en este punto, motivaciones aparte, donde le asiste la razón a Gómez Leyva, pese a que esto no debiera impedirle advertir la extraordinaria capacidad de interlocución que tiene Obrador con los mexicanos, incluidos aquellos que lo agravian con adjetivaciones estúpidas, mientras él responde de buen talante y sin perder el sentido del humor, que al parecer es lo que más indigna a sus críticos por convicción y/o mercantil comisión, como es el caso de Raymundo Riva Palacio. Se ofenden más algunos de los partidarios de AMLO, y gracias a sus reacciones y respuestas en redes sociales encumbraron a la senadora Lilly como personaje de Twitter.
Nunca saldrán sobrando las medidas preventivas para cuidar más y mejor al jefe del Estado, y eludir así los imprevistos y sobresaltos que a nadie beneficiarían y menos a los que todavía se resisten a dejar de actuar y comportarse públicamente como los dueños de México.
Acuse de recibo
“Eduardo, me siento muy orgullosa de decir que soy amiga del mejor periodista que cumple realmente con el género. Tus columnas son las más completas. Gracias” (http://www.forumenlinea.com/
http://www.forumenlinea.com/ https://www.facebook.com/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario