10/18/2025

Columnas y opinión del periódico La Jornada sábado 18 de octubre 2025

Hace 29 años, un 12 de octubre, se conformó la red de pueblos, naciones, tribus y barrios originarios más representativa en los por lo menos últimos 100 años. Se trata del Congreso Nacional Indígena (CNI), nacido por el llamado del EZLN a un Foro Nacional y a la participación en los diálogos de San Andrés Larráinzar, celebrados en Los Altos de Chiapas. Los diálogos de San Andrés siguen siendo el ejercicio de intercambio más importante y representativos entre comisionados de los pueblos.

Marichuy, una de las más de tres mil asistentes a la fundación de la nueva red de pueblos indígenas, anunció, en el marco del quinto aniversario de la toma del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) por la comunidad otomí residente en la Ciudad de México, una convocatoria a la realización de las jornadas permanentes rumbo a los 30 años de la fundación del Congreso, a través de “acciones, reuniones, foros, conferencias y actividades culturales de toda índole”, del 12 de octubre de 2025 al 12 de octubre de 2026, con el propósito de fortalecer las luchas de resistencia y rebeldía, así como la organización del CNI.

El contexto del llamado de los pueblos organizados es alarmante. Advierten que el “indigenismo oficial ha sido el puntal de los megaproyectos y las políticas que buscan el despojo de nuestras tierras, territorios y culturas”, y refirieron la militarización y la expansión del crimen organizado en todo el territorio.

Sobre la reforma constitucional indígena, el CNI advirtió que omite el reconocimiento del territorio y los derechos territoriales de los pueblos; y va por el reordenamiento radical del territorio nacional, de sus poblaciones, flujos migratorios, fronteras y regiones, a partir de determinados megaproyectos.

Tata Juan Chávez sigue siendo uno de los principales referentes del movimiento indígena nacional. Nunca sucumbió al poder que las instituciones le ofrecieron y sostuvo su lucha por los derechos de los pueblos hasta su último suspiro. Como la comandanta Ramona, presente en la fundación del CNI y en las luchas de entonces y ahora. El mensaje, rumbo al 30 aniversario de su constitución, sigue siendo la lucha por la vida.

Desinformemonos.org

Más allá del ridículo cuan cínico intento de la bancada prianista en San Lázaro (“no más impuestos, no más deuda”, exigía, cuando históricamente tricolores y blanquiazules fueron los que incrementaron sostenidamente gravámenes y endeudamiento) de reventar la sesión legislativa, ayer la Cámara de Diputados aprobó en lo general (349 votos a favor y 128 en contra) la Ley de Ingresos de la Federación 2026, año en el que se prevén ingresos por alrededor de 10.2 billones de pesos.

Fiel a su costumbre, la banca prianista “olvidó” que aprobó el incremento del impuesto al valor agregado (IVA) de 10 a 15 por ciento; en plena crisis de 1995, roqueseñal de por medio, aumentó 50 por ciento la tasa de dicho gravamen, aunque prometió (falsamente, desde luego) que se trataba de una “decisión temporal” que en los hechos se hizo permanente. Sólo se modificó con Felipe Calderón quien, como regalo de despedida sexenal y también en forma “temporal”, la subió aún más (a 16 por ciento, como “regalo” de despedida sexenal) y ahí se ha mantenido. Y como esta, muchas más alzas fiscales y nuevos impuestos de tricolores y blanquiazules, los mismos que ahora “exigen” lo contrario.

El Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados analizó los cambios propuestos por el Ejecutivo federal para 29026, y de sus conclusiones se toman los siguientes pasajes.

La Ley de Ingresos de la Federación 2026 prevé ingresos totales por 10 billones 193 mil 683.7 millones de pesos, lo que representa un incremento real de 5.9 por ciento en comparación con 2025. Este aumento responde al fortalecimiento de los ingresos tributarios no petroleros y a los aspectos macroeconómicos esperados para el siguiente año. Se estima que el producto interno bruto (PIB) crecerá entre 1.8 y 2.8 por ciento; inflación promedio anual de 3 por ciento, inferior al 3.8 por ciento esperado para el cierre del presente año; proyecta un tipo de cambio promedio de 19.3 pesos por dólar; precio de la mezcla mexicana de petróleo de 54.9 dólares por barril, con una producción promedio de un millón 794 mil barriles diarios, lo que permitiría que los ingresos petroleros se situaran en 3.1 puntos porcentuales del PIB.

En cuanto a la composición de los ingresos, sobresale la captación tributaria, que alcanzará 5 billones 838 mil 571 millones de pesos, un aumento de 540 mil 728.2 millones respecto a lo estimado en 2025. Este avance se explica principalmente por el aumento proyectado en la captación del impuesto sobre la renta (ISR), con 210 mil 574 millones adicionales, y a la del impuesto al valor agregado (IVA), con 308 mil 699.1 millones. La estrategia se apoyará en el fortalecimiento de la fiscalización, la simplificación administrativa y el impulso al cumplimiento mediante estrategias para evitar la elusión y la evasión fiscales.

En 2026, los ingresos de los organismos y de la Comisión Federal de Electricidad sumarán un billón 301 mil 78.5 millones, lo que representa un incremento de 58 mil 289.8 millones respecto a lo estimado para 2025.

Entre las disposiciones relevantes contenidas en la Ley de Ingresos de la Federación 2026, destacan los recargos por prórroga y plazos; se incrementan tasas mensuales específicas para recargos en créditos fiscales; aprovechamientos y derechos: el Ejecutivo federal está autorizado a fijar o modificar los aprovechamientos y productos; tasa de retención de ISR general: pasa de 0.5 a 0.9 por ciento; impuesto a plataformas tecnológicas: modifica la tasa de retención de ISR para quienes proporcionen plataformas tecnológicas a 2.5 por ciento (las personas morales que obtengan ingresos a través de dichas plataformas pagarán el ISR mediante retención aplicando una tasa de 4 por ciento, o 20 por ciento si no proporcionan RFC); destino de aprovechamientos (puertos y aeropuertos): en 90 por ciento se destinarán a la Secretaría de Marina (Fideicomiso para el Desarrollo Marítimo Nacional) y 10 por ciento al Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec; los de concesiones aeroportuarias, 60 por ciento a la Secretaría de la Defensa Nacional y 40 por ciento a la de Marina para fortalecer sistemas aeroportuarios.

En los transitorios se establecen medidas extraordinarias con enfoques en la regularización de deuda, la extinción de órganos y la repatriación de capitales, con un destino recurrente al Fondo de Pensiones para el Bienestar.

Entonces, el siguiente ridículo de los prianistas en San Lázaro será el Presupuesto de Egresos de la Federación 2026.

Las rebanadas del pastel

Para las refresqueras, el impresentable Ricardo Monreal es su “chispa de la vida”.

X: @cafevegacfvmexico_sa@hotmail.com

EDITORIAL
A lo largo de esta semana las intensas lluvias no han dado tregua en amplias regiones del país y la normalidad aún no se restablece en muchas comunidades de Veracruz, Puebla, Hidalgo, Chiapas y Tabasco

Las inundaciones han dejado carreteras cortadas, viviendas anegadas y extensas superficies agrícolas bajo el agua. En Veracruz, estudiantes y docentes han denunciado la falta de condiciones para reanudar clases, mientras en Puebla y en el valle de México continúan las labores para reabrir caminos y reconectar las redes de abasto. En algunas comunidades, los habitantes manifiestan una comprensible exasperación ante la lentitud o la insuficiencia con que llega la ayuda.

Frente a esta situación, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha mantenido presencia constante en las zonas afectadas y reiterado el compromiso de su gobierno con las familias damnificadas. “No están solos; seguiremos apoyando hasta el último minuto”, afirmó al supervisar los trabajos de limpieza y reconstrucción. La mandataria difundió además un mensaje en video en el que detalló las acciones emprendidas para garantizar el abasto de agua, alimentos y atención médica. Asimismo, dependencias federales y estatales –como la Secretaría de Agricultura, que evalúa los daños a cultivos en Puebla, y la Cofepris, que envió mil 500 brigadistas a las zonas siniestradas– refuerzan las tareas de apoyo y prevención sanitaria.

Aun así, el reto sigue siendo inmenso. Es imperativo redoblar los esfuerzos para impedir que un desastre natural derive en catástrofe social y que los daños materiales causen un retroceso en el exitoso combate a la pobreza del sexenio pasado y el actual. La emergencia no termina con la entrega de víveres: será necesario restablecer por completo las comunicaciones, reparar viviendas y apoyar la reposición de los menajes de quienes lo perdieron todo. La magnitud de los daños exige coordinación interinstitucional, seguimiento continuo y sensibilidad hacia las necesidades de las poblaciones rurales y urbanas más golpeadas.

En medio de la adversidad, la ciudadanía ha vuelto a mostrar su espíritu solidario. Colectivos vecinales, estudiantes y organizaciones civiles han emprendido campañas para reunir alimentos, medicinas y ropa. A esta generosa respuesta debe sumarse el esfuerzo sostenido de autoridades y sociedad, para que la reconstrucción avance con la misma fuerza con la que el pueblo mexicano ha sabido siempre tender la mano a quien lo necesita

Vieja y privatizadora Ley de Aguas Nacionales

Para que avance la transformación y que se puedan echar atrás las medidas neoliberales que han hundido al país hay que derogar las viejas leyes salinistas. Conagua ha presentado a la LXVI Legislatura un proyecto de leyes que conserva la vieja y privatizadora Ley de Aguas Nacionales de Salinas de Gortari, con pequeñas reformas que la hacen más dañina, como extender el periodo de dos a seis años de los concesionarios que no ocupen el líquido.

Adicionalmente se presenta una nueva Ley General de Aguas. ¿Dos leyes para el mismo tema? Mantienen las decisiones cupulares excluyendo a los pueblos, el sobreconcesionamiento y contaminación del agua, la privatización de las grandes obras hidráulicas, etcétera.

Es necesario que los legisladores atiendan las propuestas de cambios para dicho proyecto que han presentado la Coordinadora Nacional Agua para Todos, Agua para la Vida y las Contralorías Autónomas del Agua así como la Red Nacional de Sistemas Comunitarios del Agua. Que la decisión se tome convocando a parlamento abierto y de forma democrática y que se atiendan prioritariamente las necesidades de comunidades, productores y ciudadanía, y no la de las grandes corporaciones y acaparadores de agua.

Pablo Moctezuma Barragán

Reformas a la Ley de Amparo violan la Constitución, dice

Las reformas a la Ley de Amparo, publicadas en el Diario Oficial de la Federación el 16 de octubre del presente año, violan el artículo 1º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que reconoce la protección de los derechos y garantías contenidos en la Constitución y en los tratados internacionales en los que el Estado mexicano sea parte, favoreciendo en todo tiempo la protección más amplia a las personas, y sin que puedan restringirse ni suspenderse, salvo los casos que la misma Constitución establece.

Ésta también señala que todas las autoridades deben promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos bajo los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. Por lo que las reformas restringen los derechos al ser el amparo el medio establecido en la Constitución para su protección y eficacia. Además, se viola la Constitución y el artículo 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos que establecen la protección judicial a través de un recurso efectivo ante la violación de los derechos reconocidos en la Constitución y la Convención.

Pilar Noriega García

Condena silencio de sicoanalistas ante el genocidio en Palestina

El silencio de las organizaciones sicoanalíticas mexicanas ante el genocidio de la población palestina, su tortura sistemática, racismo y condiciones en las que viven desde hace años, las convierte en cómplices del nazisionismo y constituye una traición a los muertos de la Shoa, a los derechos humanos y al sicoanálisis mismo. Cómplices y traidores, así pasan a la historia del sicoanálisis mexicano.

Mireya Zapata Tarragona

Se solidarizan ante las amenazas del ICE en escuelas de Chicago

Los sindicatos y organizaciones firmantes expresamos nuestra preocupación por la amenaza a las escuelas y comunidades de Chicago generada por el despliegue masivo de agentes federales del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) y la Guardia Nacional en contra de los deseos de los residentes y representantes electos de la ciudad.

Reconocemos y aplaudimos el papel de liderazgo que ha asumido el Sindicato de Maestros de Chicago. Desde México nos solidarizamos con los profesores, estudiantes y comunidades escolares de Chicago.

Hoy la población vuelve a las calles en Chicago y otras 49 ciudades en Estados Unidos, contra el gobierno autoritario de Trump, ¡No kings!

Sección mexicana de la Coalición Trinacional; MMPV-CNTE; sección 22, CNTE; Plan Piloto-CMPIO; CNTE Baja California, CNTE Medio Superior, Sinadoco, Sitemsad-Cobaem, Sitaacobach, Resistencia Cobach BC, Sutcobach, UGTM; Grupo Docentes Politécnicos Organizados y Sutiems

Invitaciones

Obra: La historia de William Fox and Foster

El Centro Cultural El Albergue del Arte con su programa de residencias artísticas invita a la función especial, girando desde Cuba, con la obra La Historia de William Fox and Foster. Autoría y dirección: Elena Navarro Benítez, actriz y titiritera.

Puesta en escena contada desde el humor y la inocencia que brinda el títere de guante a través de su lenguaje poético, una versión dentro de la escena titeril latinoamericana donde William Fox and Foster, un feliz pero ambicioso habitante del país de Los Cerezos, decide dar un cambio radical a su vida y toma camino hacia la gran ciudad en busca del éxito económico.

Única función hoy a las 19:30 horas en el Foro El Albergue del Arte ubicado en Alberto Zamora número 32, colonia Villa Coyoacán. Reservaciones por WhatsApp 55-5554-6228. Entrada libre.

Encuentro de la Asamblea Nacional Indígena Campesina y Social

Invitamos a campesinos, productores del campo y de la ciudad, académicos, así como a la población en general, al primer encuentro virtual de la Asamblea Nacional Indígena Campesina y Social. La cita es mañana, a partir de las 11 horas. Se podrá participar mediante nuestra página asambleanacionalcampesina.org y nuestro correo electrónico contacto@asambleanacionalcampesina.org

Impulsamos tres ejes de lucha: 1. La reforma del artículo 27 Constitucional, publicada el 22 de abril de 2025 en la Gaceta Parlamentaria de la Cámara de Diputados.

2. El Programa de Producción Nacional para la Soberanía y Autosuficiencia Alimentaria, sin transgénicos ni agrotóxicos.

3. Consulta nacional para la ratificación, rectificación o cancelación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.

Alfonso Mancilla Reyes

El 12 de octubre de 1925, en una fausta ceremonia celebra-da a partir del mediodía en elteatro Degollado, que ya en-tonces era el más catrín de la ciudad, fue declarada y festinada la fun-dación de la Universidad de Guadalajara, precisamente con este mismo nombre.

Hace una semana pudieron haberse celebrado con la mayor dignidad los primeros 100 años de vida, aunque hubo un pequeño paréntesis de unos tres meses, a fines de 1933, y otro de casi tres años (de 1935 a 1937) en que los trabajos continuaron en calidad de una Dirección General de Estudios Superiores. Fue incluso el caso de que, cuando la institución dejó de ser “dirección”, quien estaba al frente de ella pasó de “director” a ser llamado “rector”.

De hecho, hubo estudiantes un tanto despistados que nunca cayeron en la cuenta de que, durante esos tres años, la institución en que estudiaban era reconocida oficialmente como Dirección de Estudios Superiores y no como universidad.

Desde entonces a la fecha no ha habido ya interrupciones mayores en la casa de estudios, aunque sí ha pasado por épocas, desgraciadamente largas, que estuvieron en manos verdaderamente gangsteriles que vivieron a sus costillas e impidieron el buen desarrollo académico.

No fue hasta los años 80 cuando comenzó una época en que los criterios académicos se irían imponiendo, mayormente cuando, a partir de 1989, el advenimiento del licenciado Raúl Padilla López abrió las puertas para dar paso a un desarrollo académico que la llevó a ser, como lo es ahora, una de las mejores del país.

Además de acciones de primera línea, que han alcanzado prestigio internacional, como el Festival de Cine, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el establecimiento de una de las mejores bibliotecas públicas del país, entre otras más, así como el enaltecimiento de la docencia y, sobre todo de la investigación científica, que casi no había existido antes de los años 90, así como la incorporación de sus mejores elementos que, con anterioridad prácticamente salían huyendo al terminar sus estudios de licenciatura, en busca de algo mejor dentro o fuera del país.

En suma, puede decirse que la Univer-sidad de Guadalajara llega a su primer si-glo. Lo cierto es que en una situación y un nivel inimaginable hace 35 años.

Lo que entristece es que incluso sus autoridades, empezando por la joven rectora, al parecer no tienen una idea clara de lo que costó la vitalidad que se le dio a nuestra alma mater y algo peor: que considere que la universidad fundada el 12 de octubre de 1925 es heredera de la institución con el nombre de “universidad” que se fundó en 1792, con una tristísima y muy breve historia.

En primer lugar, cabe tener presente que la palabra universidad significa dos cosas diferentes en el siglo XVIII, el XX y el XXI.

Para nosotros, desde comienzos del siglo XX la palabra nos lleva al concepto de “universal” a un conocimiento sin límites, mientras en el siglo XVIII tendía a una idea constreñida, a manera de “claustro”: universitas: “una versión”, una verdad.

Antes de cumplir 18 tristes años de vida, con muy pocos productos, sufre su primer cierre y el segundo, para todo fin práctico definitivo, al comenzar la vida independiente, cuando se crea el instituto, adecuado a la época. Tres o cuatro veces levantará después la cabeza para sumergirla casi enseguida. Entre tanto, el instituto, con un significado mucho más parecido a la universidad de hoy, ya le iba comiendo el mandado.

In memoriam José G. Zuno

Llevamos ya muhos años escuchando la alarma de los taxistas: “Si seguimos así, seremos Venezuela”. Uno siempre se queda esperando la definición de lo que es ser Venezuela y, salvo por una vaga idea de escasez, nunca se abunda. Es como si “Venezuela” fuera un mal augurio, un presagio de declive. En esta Venezuela retórica no existen más que autorretratos de quienes la pronuncian como la calamidad que ya viene: anticomunistas sin comunismo a la vista, racistas que detestaban la mulatez de Hugo Chávez, gente a la que le enoja que se mejore en algo la distribución de la riqueza o que se erigen en árbitros que silban quién sí es democrático y quién es totalitario. Pero Venezuela como sociedad, jamás aparece.

La Venezuela retórica entró en un cairel más retorcido cuando Donald Trump mandó bombardear lanchas en el Caribe. La destrucción filmada era, según la retórica, una prueba de: 1) que eran narcotraficantes; 2) que iban hacia Estados Unidos, y 3) que eran enviados por el presidente venezolano, Nicolás Maduro. Pero el evento era nada más una explosión en blanco y negro, es decir, que Estados Unidos anunciaba al mundo que estaban matando sin comprobación de nada: ni tráfico, ni nacionalidad, ni intención, ni siquiera los nombres de los muertos. Llenado todo con artificios del lenguaje, al estilo de los pies de foto o la voz en off de un narrador, la retórica usada dejaba atrás el anticomunismo sin comunistas y adoptaba la guerra contra el narcotráfico sin narcotráfico. Se ha dicho que eran pescadores de Guyana que se dirigían a Trinidad y Tobago; se ha insistido en que las drogas ahora pasan por el océano Pacífico, no por el Caribe, y que provienen de Ecuador; se ha entrevistado a los pobres pescadores que se la piensan con seridad antes de zarpar.

Se calienta con saliva una amenaza de invasión gringa a Venezuela, cuando ya no funcionaron los embargos, las restricciones comerciales, la ayuda financiera a la oposición o, en días recientes, una Nobel de la Paz que le brindó el premio, no a su pueblo, sino al agresor de Venezuela, como escribió Adolfo Pérez Esquivel. En la retórica tenemos: el “cambio de nombre” al Golfo de México después de sus peroratas contra los mexicanos, la bravata de controlar de nueva cuenta el Canal de Panamá, la llegada de aviones caza F-35 a una base en Puerto Rico y, finalmente, los bombardeos contra los botes presentados como venezolanos. Todo esto amenizado por un Donald Trump que cree en una especie de encantamiento de la retórica: que si pronuncia el conjuro de su propia fantasía, se materializará en el mundo o, al menos, recibirá una reacción de la cual agarrarse.

No en vano al único presidente de Estados Unidos que Trump mencionó en su toma de posesión fue a William McKinley, que gobernó entre 1897 y 1901, año en que lo asesinaron y que tiene ese rasgo compartido con Lincoln y Kennedy. De hecho, Trump, en otro ejercicio retórico, le “cambió el nombre” al monte de Alaska, el Denali, para denominarlo McKinley, ese republicano de Ohio, que promovió desde su presidencia la guerra contra España para adueñarse de Cuba, Hawái, Puerto Rico, Guam, y las Filipinas. Un expansionista marino cuando Estados Unidos inicia su ascenso como imperio y el declive de su república. McKinley era también un creyente en los aranceles para proteger a su industria manufacturera. Lo asesinó un obrero del acero especializado en cables, inmigrante polaco, que fue despedido de su empleo por la crisis de 1893-97, que dejó a 25 por ciento de los trabajadores estadunidenses desempleados y viviendo en las calles. A ese dice emular Trump, pero ya se sabe que siempre se trata de un simulacro verbal para provocar las reacciones.

Estuve en Venezuela dos veces. Ambas fueron durante el periodo de Hugo Chávez y noté ese mismo desencuentro entre retórica y experiencia. Todos los venezolanos con los que tuve contacto, estudiantes de comunicación o escritores, hablaban y hablaban en contra del chavismo, pero se divertían todas las noches, se hacían sus implantes plásticos, compraban en Miami, y se enorgullecían de sus propias frivolidades en Amazon. En ese momento el chavismo era la organización política y consultas en asambleas de los plebeyos combinada con un alza de los precios del petróleo. Nunca fue una dictadura: Chávez ganó, por ejemplo, su relección con 63 por ciento en 2006, pero al siguiente año perdió el plebiscito de su Constitución para una Venezuela “comunal”, así como Maduro ha tenido que lidiar con una oposición que le quitó el control del Congreso en 2013. Ya fue otra cosa que esa oposición se sintiera tan subida en el ladrillo que proclamara a Juan Guaidó “presidente”. Pero parte de la retórica de buena conciencia es repetir que es una dictadura cuando lo cierto es que tiene, además de los requisitos que piden los árbitros liberales, otras estructuras de participación y decisión territoriales. Con la baja del petróleo en 2014 empieza una escasez que se acentúa con las más de mil sanciones económicas, los congelamientos de activos y la imposibilidad de comerciar libremente implementados por el primer periodo de Trump. Junto con Irán y Rusia, Venezuela es el tercer país más castigado desde 2017. Y ahí es cuando Venezuela empieza a significar escasez. A eso se refieren los taxistas cuando dicen que vamos todos para allá.

Cuando escucho a esa analista de la televisión decir que está mal que invadan Venezuela, pero que se lo merecería por ser una dictadura, pienso en que quizá son las palabras las que nos están fallando. Y es por eso que termino con lo que dijo el filósofo marxista Alain Badiou cuando las protestas en Grecia por la crisis económica en 2010: “Hoy en día, uno de los grandes poderes de la ideología democrática oficial es precisamente que tiene, a su disposición, un lenguaje vago que se habla en todos los medios y por cada uno de nuestros gobiernos sin excepción. ¿Quién podría creer que términos como ‘democracia’, ‘libertades’, ‘economía de mercado’, ‘derechos humanos’, ‘presupuesto equilibrado’, ‘esfuerzo nacional’, ‘pueblo francés’, ‘competitividad’, ‘reformas’, etcétera, son algo más que elementos de un lenguaje vago omnipresente? Somos nosotros, nosotros, militantes sin una estrategia de emancipación, quienes somos (y quienes hemos sido desde hace algún tiempo) los verdaderos afásicos”.

El guion, leído en frío, es un disparate de principio a fin. Sébastien Lecornu, nombrado primer ministro francés el 9 de septiembre, anunció la composición de su gobierno el pasado 5 de octubre. Al día siguiente, dimitió ante las críticas suscitadas entre propios y extraños. Era el cuarto primer ministro que acudía con la carta de dimisión al despacho del presidente, Emmanuel Macron, en año y medio. Veintisiete días en el cargo. Nunca, en los 67 años de la Quinta República, un primer ministro había durado tan poco. Pero había truco. A los cuatro días, Macron, militantemente obcecado en tropezar una y otra vez con la misma piedra, lo volvió a nombrar primer ministro. Un sainete.

Y sin embargo, la obra de teatro ha funcionado momentáneamente. Lecornu salvó el jueves dos mociones de censura –una de la extrema derecha de Marine Le Pen y otra de la izquierda de Jean-Luc Mélenchon– y en un mismo movimiento logró definitivamente dinamitar la convivencia en el seno de la izquierda, un objetivo prioritario del macronismo.

Recapitulemos: junio de 2024, elecciones al Parlamento Europeo. Con las urnas humeando 46 por ciento para el Rassemblement National (RN) de Le Pen, Macron se siente audaz y piensa: “Si Pedro Sánchez lo hizo un año antes, ¿por qué no yo?” Disuelve la Asamblea Nacional y llama a unas elecciones legislativas. El peligro de una mayoría absoluta ultraderechista es real, pero las izquierdas maniobran con acierto y arman un Nuevo Frente Popular en cuestión de días. Contra todo pronóstico, ganan con 182 diputados, seguidos de la coalición macronista (168) y con la extrema derecha engañosamente rebajada a 143 escaños. El sistema político francés tiene truco: el RN fue el partido más votado (37 por ciento), pero perdió muchas circunscripciones gracias al voto útil de un votante espantado ante la posibilidad de su victoria.

Al despropósito de convocar unas elecciones que sólo la extrema derecha pedía, Macron le sumó acto seguido el desatino de ignorar el resultado, lo que viene a recordar el carácter instrumental que la democracia tiene para el establishment encarnado por Macron. Cuando ganan opciones transformadoras, ya no nos gusta tanto.

Y así han ido sucediéndose primeros ministros y mociones de censura, fruto del contraste entre un presidente empeñado en gobernar sólo con los suyos y una Asamblea en la que no suma ni un tercio de los escaños. Si de frenar el auge de la extrema derecha se trataba, la lógica y un mínimo sentido democrático dictaban una apertura a la izquierda, que para algo ganó las elecciones, pero las obsesiones de un hombre pequeño con aires de grandeza son capaces de hundir un país. Ha tratado a la izquierda, en especial a La France Insoumise (LFI) de Mélenchon, como al RN, agarrado al mantra de que los extremos se tocan. Por lo visto, es lo mismo pelear por ampliar derechos que por restringirlos.

De hecho, en realidad no los ha tratado igual, porque por el camino ha intentado, sin éxito, cierta convivencia parlamentaria con la extrema derecha.

Así llegamos al desaguisado actual, en medio de un contexto que tiene todos los ingredientes de una crisis sistémica. Al caos político se suman las dudas sobre la economía, que no acaba de carburar. Los fantasmas del déficit y la deuda sirven para presentar como inevitables grandes recortes en el Estado de bienestar. Esta es la base del descontento contra Macron, que beneficia a la extrema derecha, pero también a la izquierda, cuando acierta. Las presidenciales serán en 2027 y Marine Le Pen sigue encabezando las encuestas.

Quedan, por lo tanto, 18 meses para saber si la extrema derecha llegará al poder en el único país de la Unión Europea con un botón nuclear. Año y medio es suficiente para revertir la tendencia, pero para eso hay que acertar. El fantasma del adelanto electoral ha sido conjurado esta semana, al salvar Lecornu las dos mociones de censura. Su gobierno, que tiene el siguiente reto en los presupuestos, echará a andar gracias al Partido Socialista, que se ha desmarcado del resto de las izquierdas. El precio pagado por Macron: suspensión de la polémica y contestada reforma de las pensiones, un impuesto extraordinario a los ricos –todavía por definir– y promesa de no gobernar por decreto, saltándose a la Asamblea.

La decisión en el seno de las izquierdas no era sencilla: o validar un gobierno que, pese a los gestos, sigue vetándolos, o apoyar un adelanto electoral con Le Pen en la pole. La decisión final ha sido la peor: dividirse. Las rencillas empezaron antes incluso de que se celebraran las legislativas, y en ellas se mezclan cuestiones ideológicas y personales. Los insumisos de Mélenchon son la fuerza mayoritaria y quieren a su líder de candidato. ¿Ser los más fuertes les da derecho? Lo preocupante, probablemente, es que todos andan buscando culpables de la división. Pero la única esperanza para Francia –y para Europa– pasa por que un candidato de izquierda logre pasar a la segunda vuelta y medirse en ella a Le Pen, retirando al macronismo de la ecuación. Las legislativas de 2024 marcan el camino. Cualquier otra cosa será seguir planchando la alfombra roja a la extrema derecha.

1. Dado que hoy en día los afanes de tildar y/o teorizar a Donald Trump y al trumpismo −junto con la demás extrema derecha− como “fascismo” dependen en buena parte de una serie de bien proliferadas y arraigadas, sobre sobre todo en el centro liberal, ideas erróneas respecto a la relación histórica del fascismo con la democracia y la sociedad civil, sólo una revisión integral y la reconceptualización de ella será capaz de revelar los límites e incluso peligros de este tipo de enfoque. Más que una cuestión de “ortodoxia teórica”, es un asunto de precisión analítica y −aún más urgentemente− de la estrategia y la eficacia política.

2. Esta, en la práctica y desde hace varios años, es la posición de Dylan Riley, sociólogo estadunidense, profesor de la Universidad de California, Berkeley, que en su negativa de conceptualizar a Trump como “fascismo” −y proponiendo, en cambio, el marco de neobonapartismo como más adecuado para su comprensión (t.ly/71ybV)−, apunta al hecho de que, contrario a la doxa liberal, el fascismo no surgió en condiciones de una “anomia”, sino ebullición de la sociedad civil y que, igualmente contrario a ella, uno de sus objetivos no ha sido la “destrucción” de la democracia, sino la edificación de un nuevo sistema de representación en oposición al modelo liberal.

3. Tras señalar ciertas diferencias entre los regímenes de Trump 1.0 y Trump 2.0 −y proponer de manera un poco controvertida la figura de la “revolución invertida” como, supuestamente, más esclarecedora respecto a lo que pretende lograr hoy Trump (t.ly/7ZoX8)− Riley, apoyándose en su propio modelo inspirado en las teorizaciones de Antonio Gramsci en relación con el auge y la anatomía del fascismo, la sociedad civil y la democracia − Los cimientos cívicos del fascismo en Europa: Italia, España y Rumania, 1870-1945 (2019)−, volvió a señalar recientemente las limitaciones de los enfoques dominantes.

4. Apuntando que esta vez MAGA en el poder está mucho más determinada a adueñarse de la sociedad civil −exhortando, por ejemplo, a sus seguidores, a diferencia de los fascistas clásicos, a organizarse no en las calles o las corporaciones, sino en línea ( sic)−, para Riley las ideas erróneas predominantes en la oposición respecto a que siquiera es la “sociedad civil”, constituyen un impedimento para organizar una respuesta política adecuada.

5. Contrario al muy popular enfoque que frente al trumpismo exhorta a los estadunidenses “a mantener viva la sociedad civil con tal de evitar lo que Hannah Arendt describió como la involución de la sociedad en una ‘turba’” −siendo uno de los máximos proponentes de esta narrativa y “la referencia obligada para todos los comentaristas con pretensiones intelectuales”, el historiador liberal Timothy Snyder−, esta no es un “agente” al cual hay que defender y menos “un ente vivo que respira, actúa y resiste”, sino, como mejor lo entendió Gramsci, “un terreno de lucha” (t.ly/borim).

6. Culpable por este entendimiento erróneo, como bien señala Riley, es la propia Arendt que, en un mal concebido argumento central de Los orígenes del totalitarismo, localizó los orígenes del fascismo en “las sociedades de masas atomizadas”, cuando en realidad han sido las sociedades civiles altamente organizadas −tanto en Italia como en Alemania− que lo dieron a luz. Y lo que hicieron los fascistas y los nazis no fue “manipular a la turba sin forma”, sino acaparar toda esta robusta estructura organizativa y “fascizarla”. Esta crucial diferencia histórica tiene enormes consecuencias.

7. Así, al transponer el modelo histórico erróneo al presente, los defensores de la sociedad civil del “fascismo” de Trump ignoran, apunta Riley, lo que éste y sus partidarios pretenden lograr: colonizarla −tal como está: fragmentaria y raquítica−, no destruirla. Y lo que representan: dado que el movimiento que lo intenta hoy sí es producto de una anomia social ahondada por las redes (t.ly/6NYr3) −¿como si las observaciones de Arendt no aplicarían al siglo XX, pero sí, al menos en parte, al XXI?−, no se trata de nada análogo al fascismo histórico, sino de un fenómeno reaccionario de extrema derecha nuevo y distinto.

8. Lo mismo se aplica a la democracia: como bien señala Riley −que propone ver al fascismo como una suerte de “democracia autoritaria” (2019, p. 3)−, a diferencia del fascismo, el trumpismo está totalmente desinteresado en edificar un nuevo modelo de la representación, más allá de parlamentos y partidos tradicionales, sólo en ir vaciando el existente, aprovechándolo para sus fines.

9. Otra diferencia con el periodo de entreguerras es el campo de la cultura de masas: si bien los fascistas se apoderaron en su momento de los espacios públicos unificados, hoy en día el espacio cultural está muy fragmentado por la estratificación neoliberal y las redes sociales (t.ly/e8wvF), algo que dificulta tanto la movilización desde la derecha −con Trump 2.0 mucho más determinado a “coordinar las cosas” que Trump 1.0, pero igualmente obrando en un escenario distinto a los años 30 (t.ly/_LYkR)−, como la resistencia.

10. La aplicación del “fascismo” a Trump, a pesar de sus pretensiones analíticas e intelectuales −T. Snyder invocando ad nauseam a H. Arendt viene de nuevo a la mente−, responde sólo al más superficial uso de este término: un insulto aplicado metafóricamente para enfatizar su comportamiento iliberal, intolerante y chovinista (t.ly/LmBeY). Sin menospreciar el peligro que éste representa, estos afanes −al oscurecer las diferencias del contexto y lo novedoso de su anatomía− son un mal análisis del que sólo pueden derivar malas estrategias. El tratar a la sociedad civil como un “agente” al que hay que defender, en vez de prepararse por una “larga guerra de trincheras en su terreno” (Gramsci), es sólo uno de los ejemplos.

En la segunda mitad del siglo XX latinoamericano, Argentina destacó como excepción al tratarse del único país de la región que, así sea con contraluces, logró procesar a miembros de su última dictadura. A diferencia de Pinochet en Chile –que murió como senador vitalicio– o del golpista boliviano Hugo Banzer –que murió impune y activo en política–, integrantes de la junta militar argentina sí recibieron castigo. Así, fue un acto de justicia histórica que el dictador Videla muriera en 2013 condenado en una cárcel bonaerense (y ya que muriera en un retrete fue un acto de justicia poética que anticipaba su sitial en la historia).

Esa justa sanción, procesada desde los juicios de 1985, no fue sin embargo un triunfo total, porque no se pudo hacer justicia completa, y porque no desapareció la inercia social que, por convicción o indiferencia, toleró el actuar de la dictadura. Pese a ello, parecía que la “vuelta a la democracia” en Argentina en 1983 dejó un consenso mínimo sobre un irrenunciable “nunca más” que, al menos ahí, mantendría a raya a gente que pensara como Jair Bolsonaro, quien en 2018 ganó las elecciones en Brasil glorificando a la dictadura iniciada allá en 1964.

La llegada al poder de Javier Milei en Argentina en 2023 dejó ese consenso en entredicho no porque iniciara un discurso nuevo, sino porque refrió taras indeseables. Pese a su cháchara “libertaria” (que disfraza de “individualismo” su incapacidad de socializar sanamente), Milei se rodeó en campaña y gobierno por gente que desde años atrás blanqueaba a la dictadura militar –como Victoria Villarruel– con base en diversos engaños, lo cual es una afrenta a la memoria no sólo del “nunca más”, sino de la historia latinoamericana.

De ahí que destaque por su rigor y pertinencia el libro Anatomía de una mentira. Quiénes y por qué justifican la represión de los setenta, de los historiadores Hernán Confino y Rodrigo González Tizón, editado por el FCE, que, a la usanza de obras eruditas pero también de divulgación y militancia, explica con claridad fenómenos, al tiempo que los desentraña y denuncia.

En su obra, los autores desmontan los cuatro ejes con los que personajes de la política argentina, entre ellos el entorno de Milei, buscan restar gravedad a la última dictadura en el país. Esos ejes son los siguientes: llamar “guerra” a la violencia de los años 70 (cuando nunca hubo ahí enfrentamiento simétrico); blandir la necesidad de una “memoria completa” por las víctimas de las guerrillas (para así igualar la violencia estatal con las violencias, a veces reactivas, de grupos de izquierdas); negar la cifra de los 30 mil desaparecidos durante la dictadura (para así borrar víctimas o acusar a otras de afanes de lucro), y, finalmente, acusar que la represión fue una especie de consecuencia por el actuar de las guerrillas.

Confino y González documentan bien –con base en archivo y un exitoso ejercicio de síntesis del estado del arte sobre el tema– cómo esos ejes se basan en premisas falsas. Los autores nos recuerdan que la violencia paramilitar antecede al golpe de Estado de 1976; nos remarcan que la cifra de activos guerrilleros nunca fue equiparable con la fuerza militar, y recuperan el hecho crucial: la represión ejercida por la dictadura fue un proceso en que el ejército argentino buscaba eliminar “a la subversión”, espectro en el que, con el telón de la guerra fría interamericana, se pretendió una eliminación sistemática de personas, más allá de grupos armados.

Una tesis central de los autores descifra la particularidad del negacionismo argentino, que busca lavar cara a la dictadura. Mientras los negacionismos reaccionarios europeos tras 1945 defendían la inexistencia de los crímenes masivos del nazismo, el supuesto revisionismo de cierta derecha argentina no niega la existencia de los crímenes de la dictadura, sino que los relativiza, los banaliza o, peor, los justifica.

Confino y González no dan concesiones maniqueas, retoman críticas contextualizadas a la guerrilla y definen el punto de inflexión en el que este negacionismo logró protagonismo: a partir del intento kirchnerista, en albor del siglo XXI, de denunciar por completo a la dictadura de 1976 a 1983. Y ahí se subraya otro aporte: los autores muestran que parte del discurso negacionista de hoy está conformado por distorsiones que vienen desde el ayer dictatorial mismo.

La obra de Confino y González se alinea a la fuerza de trabajos como el de Jesús Casquete en España ( Vox frente la historia), quien coordinó a un grupo de historiadores que exhibió una práctica de divulgación alarmantemente exitosa del partido ultraderechista Vox, y es la de no construir una interpretación conservadora de la historia, sino de plano torcerla y mentir, para así adecuar la complejidad del mundo a sus elitistas creencias. El engaño cínico con fines supremacistas es aún el motor de las ultraderechas hoy, sea en Argentina, España o Israel.

Con un contenido poco original, confeccionado de añagazas viejas y carente de referentes sólidos, ¿qué hace distintas y alarmantes a estas derechas respecto a sus usos del pasado? La respuesta quizá no esté en el contenido, sino en la plataforma: en tiempos de fasciósfera digital y disolución de filtros intelectuales, sacar a Videla del retrete de la historia es algo que se hace no para clarificar el pasado, sino para radicalizar incautos que lo quisieran de vuelta.

El pasado mes de septiembre, durante el XXI Foro Internacional de Música Tradicional, organizado por la Fonoteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia, tuve la oportunidad de exponer acerca de los 45 años de trayectoria de Pepe Frank en el campo de la música infantil. Si 45 años son muchos, lo son más cuando se suma todo su trabajo previo dentro del movimiento de la música folklórica y de la nueva canción latinoamericana.

Hijo de migrantes, desde niño comenzó su conocimiento musical escuchando la música popular de esa época debido a que la señora que lo cuidaba tenía todo el día el radio prendido. Posteriormente, a la edad de 12 años, con algunos compañeros de la secundaria formó su grupo y comenzó a tocar el rock de esa época, hasta que se topó con el bossa nova y descubrió que la guitarra tiene más posibilidades.

Un día escuchó a Atahualpa Yupanqui, luego a Violeta Parra, a Víctor Jara, a Daniel Viglietti y a muchos artistas que en ese tiempo utilizaban los elementos de la música folklórica y componían de alguna manera contestaria a la realidad que se estaba viviendo. Fue en esta etapa en la que Pepe Frank encontró una consonancia con las ideas que iba adquiriendo y desde ese entonces fueron los comienzos de una búsqueda y una conciliación de su vida política con su crecimiento artístico.

Tuve la fortuna de conocer a Pepe Frank, porque un día, a mediados de los años 70, los amigos del barrio donde vivía me invitaron al Canal 13, ubicado en la calle de Mina, porque allí había un taller de música latinoamericana que era parte del programa Pampa Pipiltzin, el cual era impartido por René Villanueva y Pepe Frank. En ese tiempo, ambos músicos pertenecían a los grupos Los Folkloristas y Papalote, respectivamente. Desde niño yo conocí a René Villanueva porque mis padres me llevaban al Foro Abierto de La Casa del Lago, donde los domingos al mediodía se presentaban Los Folkloristas. Mi padre había adquirido algunos de sus primeros discos editados por Gamma y solíamos escucharlos en casa. En ese tiempo, como ya andaba yo con la inquietud de la música latinoamericana, ya me había aprendido varias canciones y solía ir a eventos donde se presentaban diferentes grupos de este movimiento. En uno de ellos se presentó el grupo Citlalli, en el que tocaba previamente Pepe Frank, pero no había tenido la oportunidad de tener un acercamiento.

Entre semana se realizaba el taller y los días viernes íbamos a las nuevas instalaciones del Canal 13 en el Ajusco a presentarnos, pero para nuestra mala fortuna, no duró mucho tiempo desde nuestro ingreso al taller, porque fue cancelado. Lamentablemente, nos convertimos en niños huérfanos musicales, pero afortunadamente, a petición nuestra, Pepe accedió a darnos lecciones de música de manera desinteresada, con las que logré afianzar mis conocimientos musicales.

Con el paso del tiempo, ya en la década de los 80, pude compartir escenario con el grupo Papalote que Pepe lideraba, hasta que lo perdí de vista. Fue en 1987, mientras trabajaba en una compañía discográfica, cuando me rencontré con él, y en esa ocasión lo vi llegar con la cinta de su primera grabación como solista, y para sorpresa mía era de música infantil. De esta manera, me tocó trabajar en la maquilación del disco Cuentos y Sueños de Teja la Coneja. Supe de las peripecias y aventuras que tuvo en Europa el proceso de grabación y que finalmente se logró terminar en la Ciudad de México. Al año de la aparición de este disco, tuve que emigrar a Estados Unidos y perderle la pista a quien ya era mi gran amigo. Para mi dicha, en mis viajes a México pude restablecer la comunicación y saber que ya se había convertido en un gran maestro de música de varias generaciones de niños, creando su propio método pedagógico, además de producir varios discos.

El trabajo de Pepe Frank dentro de la música infantil se divide en dos partes: la pedagógica, como maestro, y la de artista, creando música de y para niños. Una labor difícil y desestimada tanto por las instancias públicas como privadas. Como maestro de prescolar, sé de la importancia que tiene la música para el aprendizaje y el desarrollo socioemocional de los niños. Mientras los presupuestos para la cultura se sigan mermando y no haya un giro en los programas culturales, seguiremos a expensas de los sesgos de la industria. Si bien es cierto que hay centros culturales que ofrecen una formación, no son suficientes ante el dominio controlado por los medios de difusión. Se necesita la inclusión de la música como una materia al igual que las ciencias dentro de los planes educativos.

Esta será la mejor inversión; no basta con concursos ni discursos, ya que por mientras estamos a disposición de los escasos talleres, como aquel que tuvieron Los Folkloristas en su peña, donde Pepe Frank tomó clases con Gerardo Tamez (recientemente distinguido con el Premio Nacional de Artes y Literatura 2024) y donde la que hoy ocupa la Presidencia en México también formó parte de los talleres infantiles de música latinoamericana.

Ecuador está en paro nacional, con protestas masivas de los movimientos indígenas y sociales desde hace 27 días. El paro comenzó el 22 de septiembre, convocado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), y pese a que el presidente Daniel Noboa declaró estado de excepción desde el 4 de octubre y desató una salvaje represión, criminalización, detenciones y hasta asesinatos por parte de fuerzas armadas y policía, las luchas se mantienen y se han ampliado en temas y apoyo ciudadano.

El detonante fue un decreto emitido por el presidente Noboa el 12 de septiembre que eliminó el subsidio al diésel, por demanda del Fondo Monetario Internacional, y lo aumentó 60 por ciento.

Se sumó a otras medidas de Noboa–heredero de una de las más grandes fortunas del Ecuador– contra la población, especialmente indígenas, campesinos y los pobres rurales y urbanos, cuya represión y criminalización justifica acusándolos de ser parte del crimen organizado. Desde 2024, Noboa decretó que Ecuador está en “conflicto armado interno” debido a la violencia desatada por grupos de delincuencia organizada. Si bien esos grupos han crecido exponencialmente en años recientes, ese decreto fue criticado por muchos sectores de la sociedad ecuatoriana, que lo denunciaron como una amenaza a los derechos y libertades democráticas de toda la población. Y efectivamente es lo que sucedió. Es ahora la coartada que usa el gobierno para atacar salvajemente y fuera de la legalidad, no a esos grupos, sino a la población que sufre y protesta por la pobreza, la falta de accesos a servicios de salud y otros servicios básicos y que se opone a los megaproyectos extractivos mineros y petroleros.

Simón Velasco, dirigente de comunicación de la Conaie, explicó a Radio Mundo Real que el decreto sobre el diésel fue la gota que colmó el vaso, porque encarece el transporte, los alimentos, la producción y la vida de millones de familias ecuatorianas. Piden su derogación y también la reducción del IVA, que aumentó hace pocos meses; la revocación de varios megaproyectos mineros con grandes impactos ambientales y sociales, entre ellos los de Quimsacocha, Palo Quemado y Las Naves; mayores recursos públicos a salud y educación; el cese de la criminalización y la persecución; liberación y justicia para las y los luchadores sociales detenidos en las movilizaciones, y no dejar impunes las muertes y asesinatos en las movilizaciones.

El 28 de septiembre el líder indígena Efraín Fuérez de Cotacachi, provincia de Imbabura, fue asesinado a balazos por la espalda a manos de las fuerzas armadas, lo cual fue registrado en un video que también muestra cómo los militares atacan a quien intentó ayudarlo. En octubre fue muerto José Alberto Guamán Izam, campesino de la comunidad de Cachibiro y Rosa Elena Paqui, indígena saraguro, que sufrió un paro cardiorrespiratorio por los gases lacrimógenos (https://shorturl.at/P2Yv3).

El 16 de octubre, 132 organizaciones internacionales y latinoamericanas realizaron un llamando urgente al cese inmediato de la represión, militarización y uso excesivo de la fuera en Ecuador. Denuncian que hay 282 personas heridas, 172 personas detenidas, 15 desaparecidas temporalmente y al menos tres personas fallecidas, en la escalada de violencia del Estado ecuatoriano contra las protestas sociales iniciadas el 21 de septiembre de 2025, con persecución de las organizaciones indígenas, sociales y contra quienes ejercen su legítimo derecho a la movilización, a la libertad de expresión y la defensa de los derechos humanos y de la naturaleza. Siete relatores especiales de Naciones Unidas han sumado sus voces para denunciar las acciones autoritarias y violentas del gobierno ecuatoriano (https://tinyurl.com/5n7ezhn6).

Además de la violencia en las calles, el gobierno también ha desatado una ola de criminalización y persecución mediática y jurídica contra organizaciones indígenas, sociales, ambientales, de derechos humanos y periodistas, con acusaciones falsas de terrorismo, sabotaje y otras, en varios casos con bloqueo de cuentas bancarias. Cerró los canales institucionales de diálogo y responde con fuerza militar y discursos de odio y racismo a las legítimas demandas sociales.

A la par de la represión, explica Simón Velasco, de Conaie, el gobierno reparte bonos coyunturales y apoyos en forma selectiva a líderes y comunidades para crear división, un método que Noboa usó profusamente antes de las elecciones para comprar votos.

Ahora busca debilitar las movilizaciones y que le apoyen en un referéndum y consulta popular el 16 de noviembre para instalar una nueva constituyente con la que buscar terminar con los derechos humanos y de la naturaleza; y además que le acepten el retorno de las bases militares de Estados Unidos, un tema muy preocupante en el marco de las amenazas de Trump contra Venezuela y otros países. Noboa nació y creció en Estados Unidos y sigue siendo un lacayo del genocida que preside ese país.

Pese a la violencia y las maniobras, las movilizaciones siguen y los temas que incluyen cada vez son más. La Conaie consultó a sus bases antes y durante el paro y la respuesta colectiva ha sido reafirmar y continuar el paro y las movilizaciones, la más reciente el 16 de octubre, en la que llaman a cuidar el tejido organizativo, la cohesión colectiva y la unidad (https://tinyurl.com/2a89arny).

Hombre de numerosos y variados talentos, Alexander Hamilton (1757-1804) es recordado como uno de los míticos Founding Fathers de la nación estadunidense. Personaje ciertamente complejo, es el objeto del musical titulado sencillamente Hamilton, con libreto, letras, música y actuación protagónica de otro hombre de numerosos y variados talentos, Lin-Manuel Miranda. Estrenada en 2015 en Nueva York, Hamilton resultó un éxito monumental de crítica y taquilla; fue objeto de 16 nominaciones y 11 premios Tony, así como de un Premio Pulitzer, entre otros muchos reconocimientos. En 2016 Thomas Kail filmó la película homónima durante tres presentaciones en vivo en el Teatro Richard Rodgers. También multipremiado, el filme se exhibió por streaming a partir de 2020, y se estrenó en salas en 2025. Hace unas semanas, Hamilton se exhibió fugazmente en México, donde pasó cabalmente ignorada y desapercibida.

El asunto inicia con un prólogo dedicado al origen, historia y pasado de Hamilton. Luego, lo central de la obra arranca en el emblemático año de 1776 y se desarrolla básicamente, sobre todo en sus primeros momentos, como un desfile interminable de próceres estadunidenses, a la vez que se hace un abierto panegírico del concepto de “los Estados Unidos”. Desde ese inicio, el texto procede con sustento en una rima insistente y en ocasiones forzada; uno de los escasos méritos que hay aquí es que por momentos la enunciación de las palabras se hace en esa forma de canto hablado que es el Sprechgesang, y adquiere con frecuencia las cadencias del rap. Como suele ocurrir en estos productos escénicos centrados en un encumbrado personaje, la historia avanza por las vías paralelas de la actividad revolucionaria pública de Hamilton y su vida personal privada, incluyendo en ésta sus indiscreciones, infidelidades y deslices.

Y no todo es el conflicto de Hamilton con las fuerzas opositoras a la independencia; también se explora el disenso entre las filas rebeldes, la feroz envidia que Aaron Burr le tiene a Hamilton (spoiler: terminará matándolo en un duelo), así como la rivalidad de las hermanas Eliza y Angelica Schuyler por el héroe epónimo. En general, el texto y la acción tienden a confluir en una alabanza al American Dream fundacional, y el asunto tiene apenas un puñado de momentos de redención, mismos que en todo caso parecen provenir de un intento de alinearse con la corrección política del momento (el nuestro, no el de Alexander Hamilton): el lugar que se otorga a la comunidad negra en aquel proceso, la conformación de un ejército birracial, cierto discurso en pro de los inmigrantes y en contra de la esclavitud, y un par de momentos de atención a la figura femenina. La parte final de Hamilton, que ocurre después de consumada la independencia, está dedicada a enredados discursos sobre la construcción de la nueva nación y la creación de una constitución.

Después de asistir (con sólo otras dos personas en la sala de cine) a la exhibición de Hamilton, me quedé frío e indiferente. Percibí, sobre todo, que el talento de Lin-Manuel Miranda parece sufrir cierta dispersión. Sus textos son muy sencillos y, si bien tienen algunas pinceladas de humor y sarcasmo bien aplicadas, no terminan de cuajar como un buen discurso teatral. En lo musical, Hamilton padece de una partitura apenas eficaz, de escaso atractivo y, sobre todo, sin una sola melodía realmente memorable. (Lo mismo percibí, en su momento, con Sweeney Todd y Los miserables, cuyas músicas olvidé inmediatamente.) Destaco, acaso, una divertida y desparpajada aria cantada por el personaje del rey Jorge III de Inglaterra. No ayuda tampoco el hecho de que la presencia constante de Hamilton en escena y en pantalla esté sustentada en la poco atractiva voz cantante de Miranda; de hecho, no recuerdo un cantante particularmente destacado en todo el reparto del filme de Kail. Un musical sin buena música y buenas voces no va a ningún lado; me extraña por ello el éxito monumental que la obra tuvo en el teatro. Debo suponer, en todo caso, que el rotundo fracaso de la película en México se debió a que Hamilton trata un tema y un personaje que son muy ajenos al público de la cartelera comercial y, de hecho, a toda nuestra cultura. Sin pena ni gloria, pues.

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