Hay una campaña mediática para decir que la 4T, el Gobierno de Claudia Sheinbaum y su política exterior son “tibios” o tolerantes ante el genocidio de Israel sobre Gaza y Cisjordania. Esto, por supuesto, es la misma campaña que argumentó que las visitas del Secretario de Estado, Marco Rubio, eran para imponerle a México desde entregas de políticos menores de Morena hasta al mismísimo Andrés Manuel. Es la misma que imploró, traicionando a la Patria, una invasión estadunidense pretextando quién sabe qué niveles de inseguridad. Es la misma de Fox News entrevistando a personajes de la oposición en franca desgracia o de una secretaria de seguridad de los Estados Unidos asegurando que el gabinete de Claudia Sheinbaum ya no se reunía porque tenían miedo de salir a la calle. Y es por eso que, como es parte de una campaña, esta columna se dedica a desmentirla.
El 24 de mayo de 2024, en el último tramo de la Presidencia de López Obrador, México firmó la denuncia de Sudáfrica en la Corte Internacional de Justicia por el genocidio que Israel sigue cometiendo en la Franja de Gaza contra la población civil Palestina. Lo hizo junto con otros cinco países latinoamericanos, de entre los 13 que la firmaron. Esta firma no es sólo declarativa, sino que quiere decir que México interviene en la definición tanto material del genocidio como en la intención de genocidio por parte de Israel contra los palestinos. Ahora, vayamos a la definición de genocidio que para muchos mediócratas está sujeto a su percepción o interpretaciones. El genocidio no es matar a mucha o a poca gente como consecuencia de una guerra, ni son los daños colaterales de las masacres de Felipe Calderón. La definición es exacta, de acuerdo a la Convención de Ginebra: “(son) actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso mediante la matanza de miembros del grupo; la lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; el sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que acarreen su destrucción física, total o parcial; así como medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo o trasladar por fuerza de niños del grupo a otro grupo”. Es un delito internacional porque es contra la humanidad y quien resulte culpable lo es, no sólo porque perpetró esas acciones sino también por instigarlas públicamente, intentarlas, o ayudarlas. La complicidad con el genocidio es un delito internacional también. Cuando México se adhiere a este juicio encabezado por Sudáfrica que, con el Apartheid de los blancos sufrió de ese crimen, lo hace en contra del discurso israelí de que el genocidio es una consecuencia no intencional de algunas acciones militares. El genocidio ---dice México en su declaración de intervención--- no es parte de una guerra, por tanto Israel no puede argumentar que es parte de sus necesidades militares o de seguridad nacional. El genocidio no es una legítima defensa, como Israel ha tratado torpemente de argumentar o, ya instalado en el cinismo, decir que es lo que se requiere para rescatar a sus rehenes. También México considera que: “las acciones que impiden la ayuda humanitaria y la asistencia alimentaria en el desarrollo de un conflicto armado, con efectos diferenciados en miembros específicos del grupo como mujeres y niñas, acarrean la destrucción física, total o parcial del grupo en términos del artículo II”. Y, para ampliar más su postura, México considera genocidio no sólo las acciones, las intenciones, y la instigación o impedir la ayuda humanitaria, sino también la destrucción de símbolos de identidad de los palestinos, tales como los olivos.
El genocidio en Gaza es demostrable desde todo punto de vista: porque Israel ha usado armas que están prohibidas contra población civil ---de ahí que estemos hablando de niños y mujeres amputados y mutilados, como lo detalló el informe de los médicos de Naciones Unidas---, ha usado el hambre y la sed como método de guerra, lo que está prohibidísimo por el derecho internacional, y se ha enfocado en no permitir que pase la leche de fórmula específicamente para afectar la continuidad del pueblo palestino mediante la muerte por inanición de sus bebés. Ha bombardeado, además de tiendas de campaña donde dormían refugiados, clínicas fertilidad que albergaban miles de embriones.
Es a partir de esta denuncia firmada por México que Naciones Unidas declara genocidio en Gaza por parte de Israel el 16 de septiembre de este año. En el informe, la ONU retoma varios planteamientos de México como el de los símbolos de identidad cuando establece que el derrumbe de la Torre Ghafri de Gaza es un ejemplo de ello. Por cierto, Israel dijo que esa torre era “terrorista”. Pero el punto es que la denuncia de Sudáfrica, apoyada por México, Colombia, Chile, Nicaragua, entre otros, permitió lo que estamos viviendo hoy: a partir de que se declara el genocidio, países que reconocen a Palestina o faranduleros y deportistas que apoyan su existencia se multiplican todos los días. Fue lo que permitió el cambio de percepción a nivel mundial sobre lo que está ocurriendo en Gaza, que es un genocidio y no una legítima defensa contra un acto terrorista cometido por Hamas hace dos años.
Pero sigamos con el desmentido de que la postura de México ha sido “tibia” como si la política exterior pudiera ser evaluada en grados centígrados. El 19 de marzo de 2025, ya en el Gobierno de Claudia Sheinbaum, se recibió a la primera Embajadora de Palestina, Nadya Raseed. Es la primera vez que Palestina cuenta con una embajadora con plenos derechos en México y no un representante diplomático. Lo que quiere decir es que se reconoce un Estado palestino como tal. Desde 1974, Palestina fue para México una oficina de información oficial o una delegación y hasta 2005 llegó al nivel de representación de la Autoridad Palestina. Pero no había un reconocimiento del Estado mexicano al Estado palestino. Hasta Claudia Sheinbaum, a quien la oposición por su ignorancia catolizante e hispanista le atribuyó a su origen judío un apoyo al sionismo, que recibió las cartas credenciales de la Embajadora palestina a un mes de tomar posesión y le dio el estatus de Embajada a ese Estado. Esto no es menor si se considera la historia diplomática del PRI y el PAN que se dejaron presionar por el lobby judío y jamás pudieron pasar de meras representaciones y cuando, incluso, Luis Echeverría se desvivió por establecer que la oficina de información oficial de Palestina en México “no tiene actividades políticas” o la de Vicente Fox de que sólo era para temas de educación y cultura. Esta vez es una representación diplomática como cualquier otra, no tiene un estatus excluyente.
Esto, sin duda, aceleró las acciones diplomáticas de México. Lo hizo también que, el 21 de mayo, mientras una misión diplomática pretendía observar las condiciones de un campamento de refugiados en Yenín, Cisjordania, el ejército israelí les disparó. Había diplomáticos de muchos países, incluídos Pedro Blanco y Julio César Escobedo del Gobierno mexicano. La protesta fue elevada hasta la secretaría general de Naciones Unidas, pero Israel no se disculpó.
En julio de 2025 México coordinó una parte de la “Conferencia de la Solución de los Dos Estados” en el seno de Naciones Unidas, lo que precipitó la adopción de una Declaración Política de su Asamblea el 12 de septiembre que exige el cese del fuego en Gaza y la constitución de un Estado palestino. El 23 de agosto de este año, la Secretaría de Relaciones Exteriores hizo un llamado a la ONU para que haga todo lo posible para que pase la ayuda humanitaria ante la declaratoria de hambruna. Ya desde mayo, México había acudido a la Corte Internacional para protestar porque el hambre se estaba usando por parte de Israel como método de guerra, lo que no es permisible conforme a los convenios internacionales. Héctor Vasconcelos, nuestro representante permanente dijo: ““Hemos observado que el mecanismo de la Fundación Humanitaria de Gaza, establecido por Israel para la distribución de alimentos en la franja, es peligroso e ineficaz. Cada día, mientras estamos reunidos, miles de civiles pierden la vida o son desplazados y la hambruna avanza de forma alarmante”. Era una protesta por los 600 camiones parados en las fronteras de Israel con ayuda humanitaria de Naciones Unidas y por el uso que la Fundación apoyada por Israel para la distribución de alimentos, agua y medicinas, estaba siendo utilizada como anzuelo para masacrar a los palestinos desplazados que son ya más de un millón de personas.
Fue por eso, porque la ayuda humanitaria no estaba llegando y era usada para seguir asesinando civiles, que Greta Thurberg empezó a organizarse para llevar la ayuda por el mar. En el primer intento, fue detenida y deportada por la marina israelí. En la segunda, que en estos días está por llegar a algún punto de la Franja de Gaza, fue acompañada por 500 personas de casi 50 países en barcos. Entre ellos hay ocho mexicanos, entre los que están Ernesto Ledesma, director de Rompeviento. Por eso, el Gobierno de México pidió al de Israel el 5 de septiembre de 2025 que garantizara la vida y los derechos de los mexicanos a bordo de la Flotilla Global Sumud.
Hay una última acción que me parece notable de parte del Gobierno de la 4T y son las gestiones que se hicieron desde la Secretaría de Relaciones Exteriores para sacar de Gaza a 18 integrantes de una familia palestina, los Ahed. Tras un año y medio de esfuerzos llegaron a la CDMX el 24 de mayo con una fila de mexicanos que les dejaron juguetes, ropa, zapatos, y cartas de reconocimiento. Fueron acogidos como refugiados y siguen sus trámites de naturalización como mexicanos.
Creo que hasta aquí queda claro que la política de los dos gobiernos, el de AMLO y el de la Presidenta Sheinbaum han sido todo menos ambiguos frente a la situación en Gaza. No obstante lo que se ha dicho, que incluso un premio que le dio Israel al Canciller mexicano en 2015, puede cambiar una política exterior sólida a favor de la solución de los dos estados, todas estas acciones contradicen la campaña que se ha querido montar la oposición aprovechándose de un genocidio.
Hay otra facción de esta misma campaña que actúa de radical. Son los que dicen que México debe romper relaciones diplomáticas con Israel, cuando los vecinos árabes y muchos de ellos islámicos ---Egipto, Libia, Jordania, Siria--- no lo han hecho. Tampoco Marruecos, Barein o Emiratos Árabes. ¿Por qué importaría que un país latinoamericano rompiera relaciones diplomáticas con Israel. No, la declaratoria de genocidio implica que el Estado mexicano condena a Israel y debería retraer todo recurso público que ayude a ese mismo genocidio. Por eso la insistencia en que las universidades que reciben recursos públicos como la UNAM suspendieran sus convenios con universidades sionistas. Otra cosa son las empresas. Dos consorcios mexicanos aparecen en la lista de Francesca Albanese contra el financiamiento del genocidio: ICA y Orbia. La primera, por supuesto, es la constructora de siempre y que merece ser expuesta como colaboracionista. El otro caso me parece más grave porque implica a Orbia como partícipe de la ocupación ilegal en asentamientos indebidos de los colonos sionistas. Y es que esa empresa se dedica al riego por goteo y se ha beneficiado de la ocupación territorial ilegal en el Valle del Jordán, en Cisjordania. La empresa es propiedad de la familia de Antonio Del Valle que también son dueños de constructoras, mineras, y bancos. En el caso de Orbia, la tecnología del riego por goteo ha servido para que los asentamientos ilegales de Israel puedan regar sus cultivos y dejen sin agua a los pobladores legítimos de Palestina. Eso dice la relatoría de la ONU sobre el financiamiento del genocidio. La Presidenta también ha intervenido en este asunto, a pesar de que las obligaciones internacionales por la declaratoria de genocidio son de los Estados y no de los privados, y ha emplazado a que los Del Valle den una explicación a la opinión pública sobre su ayuda y asistencia a Israel.
La postura de México ha sido consistente con la de los dos Estados, Israel y Palestina. Esto no es una ocurrencia como la ven los que actúan de radicales sino una postura histórica. Hay dos fechas, 1948, cuando Israel expulsa a 700 mil palestinos de su casa, y 1967 cuando ese mismo estado viola las fronteras con el mundo árabe y empieza a ocupar territorio ilegalmente. A esos territorios es a los que se llama “ocupación” y son el Sinaí, Gaza, Cisjordania, los Altos del Golán y Jerusalén Este. Cuando se habla de la solución de los dos estados se está hablando de la exigencia a Israel de que desocupe lo invadido en 1967 y le devuelva a Palestina su territorio, agua, control aéreo y fronterizo porque ---hay que volverlo a explicar--- Israel mantiene controles militares en todo el país palestino y construyó una alambrada electrificada de 700 kilómetros de largo y 8 metros de altura dentro de Cisjordania, que no es suyo, sino palestino. Los muy radicales mediócratas mexicanos dicen que Israel no debe existir, cosa que ni siquiera Hamas ha propuesto, pues nacieron como organización política islamista proponiendo que se reintegren las fronteras al 4 de junio de 1967, cuando todo esto se descontroló.
Al final esta ha sido la postura de la 4T en el tema. Mientras el mundo parece abismado por su propia incompetencia para actuar en contra de una tragedia, una reflexión final: la revolución no será televisada, pero el genocidio sí.
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