12/07/2025

¿Por qué reaparece López Obrador?

Álvaro Delgado Gómez

Igual que hace siete años precisos, cuando tomó posesión como Presidente de México tras una victoria aplastante, Andrés Manuel López Obrador ha encolerizado a sus malquerientes, que vuelven a bailar al son que les toca. Pero su reaparición no es una travesura, por más que le divierta la muina del sector más rabioso, sino una maniobra política para exhibirlos y neutralizarlos.

Como lo expuse en este espacio hace una semana, cuando anticipé su “regreso tan temido”, lo que pretende López Obrador con su libro Grandeza es igual a lo que ha hecho con sus 20 anteriores: Además del tema mismo, que refleja su pasión por la historia de México, le sirve para orientar y ratificar definiciones estratégicas y llamar a la acción política, en este caso ante las amenazas del intervencionismo extranjero, sobre todo de Estados Unidos, en complicidad con los mexicanos que se le someten a Donald Trump.

Esto no es ninguna suposición: Los principales dirigentes del PRI y del PAN han ido a Estados Unidos a implorar la intervención, antes y después de las elecciones que el año pasado perdieron contundentemente. Articulados con medios de ese país y una inversión millonaria en redes sociales, con Claudio X. González al frente —financiado por el Departamento de Estado—, impulsaron la campaña para vincular con el narcotráfico a López Obrador y a Claudia Sheinbaum como candidata.

Y en otro frente Ricardo Salinas Pliego, uno de los más radicales opositores económicos y mediáticos, mantiene una estrecha relación con Trump como patrocinador de su toma de posesión y de la bienvenida del Embajador Ronald Johnson, un militar retirado y agente de la CIA involucrado en invasiones de varios países. La acción política de este magnate arreció tras las sentencias para que pague parte de los 74 mil millones de pesos que adeuda al fisco.

Apenas la semana pasada, tres días antes de la reaparición de López Obrador, el 27 de noviembre, Salinas Pliego fue el anfitrión en la Universidad de la Libertad, parte de la red de Atlas Network, de Ana Corina Sosa Machado, la hija de María Corina Machado, la Premio Nobel de la Paz 2024 que pide a Estados Unidos la invasión de su país. “Nos llena de optimismo y nos hace ver que la lucha contra la dictadura sí vale la pena”, escribió el deudor que ha imprimido un sello golpista a sus tres canales de televisión.

Tampoco es una suposición la descarada intervención de Trump en los asuntos soberanos de otros países: Quiere derrocar a Nicolás Maduro como Presidente de Venezuela. Se entrometió en la elección de Argentina para apoyar a Javier Milei y ahora en la de Honduras a favor del ultraderechista Nasry Asfura. Y eso es exactamente lo que busca la oposición en México: Que el gobierno y hasta el ejército de Estados Unidos entre a México, aunque violente con su ejército nuestro territorio.

Así, con la ilusión del intervencionismo de Estados Unidos, la oposición ha construido la narrativa de que México está sometido a los grupos criminales y que López Obrador y ahora Claudia Sheinbaum son cómplices directos. ¿Datos para sustentar sus afirmaciones? Ninguno. Puras fabricaciones que hasta Estados Unidos ha desmentido. Hay ineptitud, insuficiencias, desidias y colusión de funcionarios —hasta Adán Augusto López Hernández y gobernadores, si se prueba—, pero afirmar que es un narcoestado es un disparate. Genaro García Luna, mano derecha de Felipe Calderón, sí es un hecho que está preso por narcotraficante.

Lo que está detrás de esta estrategia de la oposición en México es la imploración al gobierno de Estados Unidos para que, como lo hace en otros países, intervenga, algo que el PRI y el PAN —y sus patrones— deberían reflexionar a la luz del fracaso de dos intentos de partido, abiertamente proTrump: México Republicano, de los estadounidenses Larry Rubin y Gricha Raether, y Movimiento Viva México, del actor Eduardo Verástegui, sólo han obtenido el repudio de los mexicanos, que históricamente aborrecen a todos los vendepatrias.

Entonces, la reaparición de López Obrador mediante un mensaje en sus redes sociales este domingo 30 de noviembre, un día antes de cumplirse el séptimo aniversario de su toma de posesión, tiene que ver con estas acechanzas del criminal que gobierna Estado Unidos —¿no fue declarado Trump culpable de delitos?— y sus vasallos en México, que ha decidido optar por la violencia para intentar desestabilizar a un gobierno legítimamente electo, con una mayoría aplastante hace apenas año y medio.

Y el propósito de López Obrador de respaldar a la Presidenta de México no es porque está débil —si lo estuviera no habría podido hacer a un lado a Alejandro Gertz Manero, uno de los grandes errores del expresidente—, sino por las señales ominosas que se han acumulado, dentro y fuera de México, sobre las que es preciso alertar en momentos en que se ha convocado a una movilización popular, el sábado 6 de diciembre, precisamente en respuesta a esas acechanzas.

¿La reaparición de López Obrador reabre el debate de su gestión como Presidente de México? Magnífico que así sea. Ahora y siempre, aunque ya hayan concluido su gestión, los hombres públicos deben enfrentar el escrutinio para que la historia los coloque en su dimensión. Más que entriparse, los opositores deberían organizarse mejor, ocuparse en diseñar un proyecto alternativo y convocar a sus figuras, como lo han hecho con Ernesto Zedillo.

Pero con el PRI ya no jalan ni Carlos Salinas y Enrique Peña Nieto, y el PAN no cuenta con Vicente Fox ni con Calderón, que hasta los desprecia…


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