Informe
En su cuarto justificó la represión y esbozó lo que vendría el mes siguiente
▲ Represión ante una pinta contra Gustavo Díaz Ordaz, en el Centro de la capital.Foto Manuel Gutiérrez Paredes. AH/UNAM. MGP3182
El presidente Gustavo Díaz Ordaz era incapaz de ocultar el enojo que el movimiento estudiantil de 1968 le generaba. Representando perfectamente el rol de la clase política de su época, el mandatario ofrecía un diálogo abierto con la juventud, pero a la vez les advertía: “Todo tiene su límite… No quisiéramos vernos en el caso de tomar medidas que no deseamos, pero que tomaremos si es necesario”.
El 1º de septiembre de 1968, durante su cuarto Informe de Gobierno, dedicó una larga parte de su discurso ante el Congreso de la Unión –que en esos años era dominado en su totalidad por el partido en el poder, el PRI– para referirse al movimiento estudiantil. Frente a los abyectos legisladores que aplaudían a cada pausa del mandatario, e incluso lo interrumpían para seguirlo ovacionando, Díaz Ordaz defendió su decisión de usar al Ejécito para contrarrestar la movilización juvenil: Cuando el Ejército interviene, es para salvaguardar la tranquilidad, no para orpimir al pueblo.
Negó que hubiera presos políticos, exhortó a los jóvenes a ser heroicos, pero no a partir de la violencia y los desórdenes, y consideró que sus decisiones no violaron la autonomía de la Universidad Nacional (UNAM) y hasta se quiso presentar como firme promotor de un proceso para que el Instituto Politécnico Nacional (IPN) alcanzara esa condición.
Condenó el surgimiento de desórdenesjuveniles en Uruguay, en Italia y en Francia; aunque paradójicamente aplaudió el movimiento contra el régimen socialista pro ruso en la entonces Checoslovaquia al que se sumaron decenas de jóvenes. El pueblo y el gobierno de México están unidos en la convicción de que a los checoslovacos y sólo a los checoslovacos corresponde decidir acerca de su forma de gobierno sin interferencia alguna, directa o indirecta, abierta u oculta, que provenga del exterior.
El mandatario relacionó el surgimiento del movimiento estudiantil mexicano con un intento por desestabilizar al país aprovechando que en breve en México se desarrollarían los Juegos Olímpicos:
Durante los recientes conflictos que ha habido en la ciudad de México se advirtieron, en medio de la confusión, varias tendencias principales: la de quienes deseaban presionar al gobierno para que se atendieran determinadas peticiones, la de quienes intentaron aprovecharlo con fines ideológicos y políticos, y la de quienes se propusieron sembrar el desorden, la confusión y el encono, para impedir la atención y solución de los problemas, con el fin de desprestigiar a México, aprovechando la enorme difusión que habrán de tener los encuentros atléticos y deportivos, e impedir acaso la celebración de los Juegos Olímpicos.
Ofreció un diálogo verdadero, al que definió como la posibilidad de exponer argumentos a la par de escuchar los ajenos, pero desestimó que se hablaran lenguajes distintos, en los que una parte se obstina en permanecer sorda y, más todavía, se cierra en la sinrazón de aceptar (el diálogo) sólo para cuando no haya sobre qué dialogar.
En la calle de Donceles, en el Centro de la ciudad de México, en la antigua sede del Congreso de la Unión, el titular del Ejecutivo federal expresó durante su Informe que su convicción era respetar, de manera invariable, la autonomía universitaria. Ello no obstante que días atrás, ya iniciado el movimiento, se dio la irrupción del Ejército para tomar la Preparatoria 1 de la UNAM, Ciudad Universitaria e instalaciones del IPN.
“La autonomía, más que un privilegio, entraña una responsabilidad para todos los miembros de la comunidad universitaria: la de cumplir con nuestros deberes y hacer honor a la institución, recordando que la autoridad y el orden en nuestra casa de estudios no se fundan en un poder coercitivo, sino en una fuerza moral e intelectual, que sólo depende de la conciencia y capacidad de cada uno de nosotros […] Considero, y con este criterio coincide el de destacados abogados, que si se examinan los hechos recientes con serena objetividad y rigor técnico, jurídicamente no hubo violación a la autonomía universitaria.”
Díaz Ordaz se jactó entonces al afirmar que en México no había personas detenidas por razones políticas. Preso político es quien está privado de su libertad exclusivamente por sus ideas políticas, sin haber cometido delito alguno. No obstante, si se me hace saber el nombre de alguien que esté preso sin proceso judicial en el que se haya cumplido o se estén cumpliendo las formalidades esenciales del procedimiento, acusados de ideas, no de actos ejecutados, se girarán las órdenes de inmediata e incondicional libertad.
Afectar la soberanía nacional
De igual forma se refirió a una de las demandas centrales del Consejo Nacional de Huelga: la derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal, que sancionaban el delito de disolución social, y que era el instrumento jurídico para la represión del gobierno contra sus críticos.
Me permito poner a consideración del honorable Congreso de la Unión la posibilidad de que, en forma que él lo determine, abra una serie de audiencias en las que agrupaciones de abogados de la República, los juristas y, en general, quienes deseen hacerlo, expongan sus argumentos. ¿Debe o no ser delito afectar la soberanía nacional, poniendo en peligro la integridad territorial de la República, en cumplimiento de normas de acción de un gobierno extranjero? ¿Eso es lo que se demanda?
Se comprometió a que en caso de que la opinión pública se pronunciara por la derogación y el Congreso resolviera expedir la correspondiente ley, él mismo se encargaría de promulgarla y publicarla sin dilaciones.
Censuró el movimiento estudiantil en las calles. Una y otra vez insistió en que se trataban de acciones para alterar la tranquilidad social y que tenían intereses más allá de las aulas universitarias, de enconadas tendencias políticas e ideológicas.
Así anunció lo que vendría: Se ha llegado al libertinaje en el uso de todos los medios de expresión y difusión; se ha disfrutado de amplísimas libertades y garantías para hacer manifestaciones, ordenadas en ciertos aspectos, pero contrarias al texto expreso del artículo 9 constitucional. Hemos sido tolerantes hasta excesos criticados, pero todo tiene su límite y no podemos permitir que se siga quebrantando irremisiblemente el orden jurídico, como a los ojos de todo mundo ha venido sucediendo.
Enfatizó que la policía intervendría en todos los casos que sea absolutamente necesario, y su proceder debía darse con prudencia, pero a la vez con energía. Remarcó que el artículo 89 de la Constitución le otorgaba la facultad para hacer uso del Ejército en caso de que la labor policiaca fuera insuficiente. México entero sabe que cuando el Ejército interviene, es para salvaguardar la tranquilidad, no para orpimir al pueblo.
Un mes antes del 2 de octubre advertiría claramente: No qusiéramos vernos en el caso de tomar medidas que no deseamos, pero que tomaremos si es necesario. Lo que sea nuestro deber hacer, lo haremos; hasta donde estemos obligados a llegar, llegaremos...
Emir Olivares Alonso
Periódico La Jornada
Martes 4 de septiembre de 2018, p. 3
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