Hernán Gómez Bruera
Un prejuicio generalizado en nuestra sociedad consiste en creer que
los jóvenes que no estudian ni trabajan –7.5 millones de jóvenes de
entre 12 y 29 años según datos de INEGI– se encuentran en esa condición
por elección propia. Estigmatizados bajo el apelativo de “ninis” y
caricaturizados como jóvenes sin oficio ni beneficio, suele pensarse en los ninis como haraganes dedicados a la vagancia y la delincuencia.
En honor a la verdad, solo Andrés Manuel López Obrador hizo
de este un tema central durante la campaña electoral. Mientras Meade
llegó a utilizar la condición de “nini" para burlarse de su adversario,
AMLO planteó un programa que, aunque perfectible, pretende atajar la
situación. Jóvenes Construyendo el Futuro empleará a dos millones 300 mil jóvenes con un sueldo de 3 mil 600 mensuales
para que trabajen en fábricas, comercios y oficinas, mientras estas
asumirán el compromiso de recibirlos, capacitarlos, o brindarles
programas de tutorías.
Para tener éxito, un programa como este requiere que el sector empresarial se involucre activamente.
El problema es que buena parte de nuestros empresarios mantiene fuertes
prejuicios frente a los “ninis”. Durante los meses previos a la
elección entrevisté a más de 100 empresarios mexicanos como parte de una
investigación académica sobre sus visiones en torno a la pobreza y la
desigualdad. Un gran número de respuestas dan cuenta del fuerte estigma
que existe frente a este sector de la población.
A manera de ejemplo cito en extenso lo que me dijo un empresario de
Culiacán: “¿Para los ninis? ¿Un programa de empleo? Pero, ¿qué les vas a
poner a hacer? ¡Si no saben hacer nada! Es como el hijo tonto que tienes que pasarle una mesada porque es tonto y te sale más barato.
¿No estudias ni trabajas? Entonces no tienes ambición. Eso quiere decir
que no tienes ganas de salir adelante, que estás en la flojera total,
que eres pusilánime, que te dejas llevar por la corriente. No, maestro,
¡pues si tú no tienes ganas de vivir! Entonces, ¿vas a ser una carga al
Estado? No creo que sea correcto”.
Insistí a mi entrevistado que se trataba de promover un programa de
empleo, no simplemente de otorgarles un subsidio o una transferencia. Le
pregunté si vería con malos ojos que el gobierno financiara durante un
año el sueldo de un joven para que trabaje en su propia empresa. “Yo no
lo aceptaría”, respondió enfático, “ve tú a saber si ese hijo de
la chingada no me mata, me asesina o me roba. No, no, no, yo mejor
busco a mis trabajadores en el mercado. El mercado es lo natural".
A lo largo de la investigación obtuve respuestas similares, aunque
expresadas en tono más amable. Un empresario veracruzano aseguró “el
problema es que no quieren estudiar ni trabajar”. Otro empresario en la
Ciudad de México señaló: “Si no estudias ni trabajas no te estás
haciendo cargo de ti mismo y estás esperando que alguien más lo haga”.
Otro en San Luis Potosí manifestó: “Yo no creo que el país tenga un
problema de desempleo. Esa gente [los ninis] no quieren esforzarse, un
programa así solo los convertiría en mantenidos”.
De forma similar se expresó una empresaria del sector tecnológico:
“muchos ninis se están rascando la panza. Tienen que poner de su parte
porque nada es gratis”. “No estoy de acuerdo en que se de dinero
a los jóvenes para que se pasen el día jugando Play Station y se
perpetúen en su desgracia”, dijo un pequeño empresario. “Muchos
de ellos no tienen interés en trabajar”, señaló uno más. “¿Promover que
no estudien ni trabajen? Eso sería darles un premio. ¿Y que les damos a
los que sí se esfuerzan y tratan de demostrar algo?”, escuché decir a
otro.
Algo puede haber cambiado a partir del primero de julio porque el
sector empresarial –al menos el representado en las cúpulas– ha
respondido en un tono bastante positivo frente al programa que planea
instrumentar el próximo gobierno. El Consejo Coordinador Empresarial se mostró dispuesto a apoyarlo, lo mismo que la Concamín y la Concanaco, como documentó Galia García Palafox (https://bit.ly/2LMGTpe). De hecho, cuando López Obrador hizo la propuesta a más de 200 industriales que desayunaron con él no hubo una sola negativa.
En cualquier caso, es claro que un programa como este deberá ir
acompañado de una campaña que transforme mentalidades entre los
empresarios y la sociedad en general. Los jóvenes que no
estudian ni trabajan están en esa condición por un modelo que excluye a
las mayorías y ha cerrado oportunidades a las nuevas generaciones, no
por decisión personal o simple desidia. No será fácil insertar a
tantos millones de jóvenes en empresas y centros de trabajo sin dar una
batalla decidida para superar la ninifobia.
Investigador del Instituto Mora
@HernanGomezB
Profesor-Investigador del Instituto Mora; analista político, internacionalista y especialista en América Latina.
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