UNAM: protesta en paz
A 50 años de Tlatelolco
Porros y burocracia arribista
¿Escucharán a los estudiantes?
▲ REPUDIO A LA VIOLENCIA. Miles de estudiantes marcharon ayer para
exigir la desaparición de los grupos porriles en la UNAM. Casi todos los
planteles realizan un paro de actividades.Foto Marco Peláez
Ayer se desarrolló de manera ejemplar una
manifestación de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de
México, organizada para protestar por la persistencia, hasta ahora
intocada, y la agresividad, hasta ahora impune, de extraños grupos
conocidos como
porros. La movilización estuvo acompañada de padres de familia y de alumnos de otras instituciones públicas, como el Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Frente a la rectoría de la UNAM, con columnas provenientes de
distintos puntos de Ciudad de México donde hay planteles de educación
pública de nivel superior, se denunciaron los hechos sucedidos el pasado
lunes en esa misma explanada, cuando jóvenes embozados y con capuchas
atacaron a estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades, unidad
Azcapotzalco, quienes, entre otras demandas, exigían transparencia en el
uso del presupuesto escolar y seguridad en las instalaciones y sus
alrededores.
La nota distintiva de esta manifestación fue el cuidado carácter
pacífico que en lo general lograron mantener los integrantes de las
marchas, en sus trayectos viales y en el acto final. Ello, a pesar de la
prevista participación de grupos de embozados, a los que de manera
impropia suele identificarse como
anarquistas, los cuales fueron frenados por los propios estudiantes cuando pretendían realizar pintas o actos vandálicos.
Cierto es que esos grupos de oscuro interés político realizaron
pintas de leyendas en autobuses del servicio público y, en su retirada,
después del acto formal de protesta, detonaron cohetones, cerraron
vialidades y lanzaron piedras y objetos contundentes, sobre todo contra
periodistas que videogrababan los sucesos. Pero, en general, la
manifestación evitó, en su desarrollo oficial, la violencia siempre por
(casi) todos tan temida.
Temores en cuanto suele ser imprevisible el destino que pueden tomar
este tipo de manifestaciones estudiantiles cuando el fantasma de la
violencia, accidental o provocada, se materializa. Es de puntualizarse
que lo de ayer sucedió virtualmente a un mes de que se cumpla medio
siglo de la noche y madrugada en que fuerzas militares entraron en
acción criminal contra estudiantes y ciudadanos reunidos de manera
pacífica en un edificio de la unidad habitacional Tlatelolco.
La violencia del Estado mexicano en aquellas horas históricas, con su
cauda de muertos, desaparecidos, lesionados y encarcelados, ha marcado
la conciencia política de muchos mexicanos y ha sido un referente
discursivo y una exigencia constante de las formaciones políticas
progresistas o de izquierda, en cuanto a castigo a los responsables
(histórico o judicial, según los casos) y veto a que algo parecido
pudiera repetirse.
Para tratar de conjurar las posibilidades de desbordamiento de
acciones políticas de segmentos estudiantiles críticos, los gobernantes,
en diversas etapas, han ido desde la sistemática incorporación de
líderes a estructuras de gobierno hasta la creación y sostenimiento de
grupos de choque destinados a hostigar y confrontar los eventuales
brotes juveniles que pudieran resultar peligrosos para los intereses que
están en el poder. Los
porrosentran en acción para distorsionar, amagar, golpear, provocar y crear ánimo ciudadano y coberturas periodísticas adversas a las movilizaciones estudiantiles o sociales.
En esta ocasión la embestida de los encapuchados contra los
estudiantes del CCH-Azcapotzalco, con saldo de dos alumnos con lesiones
graves, subrayó la conocida indolencia de las autoridades de la UNAM
para dar seguridad en su propio territorio: durante largos minutos se
desarrolló la agresión, sin que intervinieran los cuerpos de vigilancia,
sin armas, que parecieran tener instrucciones de mantenerse pasivos.
¿Escucharán esta vez a los estudiantes, que se han manifestado sin
violencia y en orden? ¿Seguirán las autoridades universitarias
convertidas en burocracia grupal, practicante del arribismo político
hacia posiciones en el gobierno federal?
Twitter: @julioastillero
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