Quinto Poder
Por: Argentina Casanova*
La
nulidad del yo femenino es algo concreto cuando miramos a una mujer
sobreviviente a la violencia familiar, una persona cuya condición física
evidencia los maltratos, pero también que evade la mirada, habla en voz
baja, su cuerpo revela que ha estado silenciada y que casi prefiere
pasar inadvertida, evita confrontar con cualquier situación que pueda
desencadenar la violencia.
En los discursos sociales es también evidente ese silenciamiento al
yo femenino. Encontramos sustitución de la asignación del reconocimiento
de la condición de persona cuando se narra en los medios de
comunicación el hallazgo de un cuerpo femenino. Incluso en la condición
pasiva frente a la muerte y no como un ser con vida que ha sido
asesinada.
Me refiero a esos titulares que vemos en los diarios que designan un
adjetivo al hallazgo del cuerpo femenino, desde el decir “encajuelada”,
“embolsada”, “emparedada”, o cosas similares que desproveen de la
condición de persona y que en cambio pasa a ser lo que se hizo con el
cuerpo.
No es una persona en una cajuela, sino es una situación en la
cajuela, en la bolsa, en la pared, y así se presentan y exponen los
títulos de los medios que implícitamente nos llevan a pensar que es lo
que se nombra y no una persona con características específicas del
género femenino.
Por eso las mujeres son encontradas muertas, así como si cayeran por
efecto del clima, muertas en cualquier lugar y se invisibiliza el hecho
de que se ha cometido un asesinato y que ocurrió contra una persona.
Se halla muerto un animal, se halla muerto una planta, y a los
hombres se les asesina y se comete homicidio, en un sentido discursivo
en el que se reconoce condición de persona a la que se le priva de la
vida por un agente externo.
Nulificar no solo es negar la condición de persona a la mujer cuando
se encuentra con vida, como resultado de la violencia que vulnera la
propia percepción que ella tiene de sí misma y de sus alcances y
capacidades, sino que va más allá. Transgrede y pretende borrar la
condición de persona aun cuando ya ha sido privada de la vida.
La tortura fue definida como el hecho que pretender fragmentar la
identidad de la persona hasta tal punto que no se reconozca a sí misma, y
eso es precisamente lo que logra la violencia contra las mujeres tras
años de ser ejercida en el ámbito familiar y laboral.
Se requiere romper con las manifestaciones de la violencia es cierto,
pero también se necesita que la persona sea capaz de tomar esos
fragmentos y aprender a vivir con esas fracturas.
Revertir el efecto de la nulificación del yo femenino tiene el mismo
sentido que el de las personas que se sobreponen a hechos victimizantes
graves que fragmentan su identidad a tal punto que volver a enfrentar la
vida les exige aprender a seguir desde esa nueva forma de ser y
acostumbrándose a mirarse a sí mismas con otros ojos, valorar lo que se
es, como esas vasijas que son rotas y cuyas fracturas al ser enmendadas
les dan un toque diferente y un nueva valor.
Entender el efecto y las características de la “nulidad del yo
femenino”, permitirá que operadores de justicia comprendan el alcance de
la violencia en la capacidad de las mujeres para enfrentar a sus
agresores, entender porqué razón está descartada la conciliación y la
mediación en situaciones de violencia familiar.
Quizá solo así entenderán que una persona que se encuentra en tal
condición de sometimiento que su identidad ha sido fragmentada a tal
punto que no puede encontrar elementos de resiliencia ni de resistencia
frente a su agresor no puede confrontar a una pareja que la maltrata ni
cuestionarle o reclamarle la custodia de los hijos e hijas.
También nos da claridad acerca del por qué especialistas en tortura
han reconocido que es la violencia contra las mujeres es equivalente a
la tortura, porque el efecto que produce sobre la identidad es la misma y
el proceso de recuperación puede implicar lo mismo, muchos años para
revertir el daño sobre la sique de las personas que la han vivido.
La nulidad del yo femenino tiene un alcance no solo en lo físico que
es posible observar a simple vista, tiene también un efecto sobre la
sociedad que prácticamente quitó la condición de persona a las mujeres
convirtiéndolas en menos que objetos y solo así podemos entender el
abordaje que se le da en los medios de comunicación a los feminicidios,
así como permisividad social a la violencia contra las mujeres.
* Integrante de la Red Nacional de Periodistas y Fundadora del Observatorio de Violencia Social y de Género en Campeche
CIMACFoto: Hazel Zamora Mendieta
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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