Detrás del discurso oficial que explota la solidaridad espontánea y
desinteresada que se produce en estos casos, hay una perversa
concatenación de autoridades, partidos políticos y sectores económicos
para maximizar sus beneficios a costa de la desgracia.
Los primeros visos quedaron en evidencia en febrero pasado con la
renuncia colectiva en la Comisión de Reconstrucción de la Ciudad de
México creada por el gobierno de Miguel Ángel Mancera, ahora senador del
PRD pero que llegó con las siglas del PAN.
El motivo fue el uso partidista a los recursos aprobados para la
reconstrucción. PAN y PRD, que se aliaron en el pasado proceso
electoral, se hicieron de parte del presupuesto en la Asamblea
Legislativa del Distrito Federal, que está a punto de ser remplazada por
el Congreso de la Ciudad de México.
Ambos partidos pasaron por encima de las facultades de la Comisión de
Reconstrucción, lo que derivó en renuncia de Mauricio Merino,
coordinador general de Nostrxs. El propio responsable de la Comisión,
Ricardo Becerra, también renunció y la comisión se desfondó. Durante
meses no operó, hasta que Mancera designó a otros integrantes.
El conflicto se originó porque los asambleístas Leonel Luna y
Mauricio Toledo, del PRD, Jorge Romero, del PAN, presidentes de la
Comisión de Gobierno, Presupuesto y Cuenta Pública, y secretario de la
Comisión de Gobierno, respectivamente, decidieron sobre el uso de parte
del dinero.
El proceso electoral estaba en curso. Hasta ahora no se ha podido
establecer que el dinero de la reconstrucción se haya utilizado para la
alianza PAN-PRD. Pero en una reciente evaluación, Nosotrxs indicó que la
Ciudad de México sólo ha comprobado el 4.7% de los seis mil 17 millones
de pesos autorizados en el presupuesto de este año para la
reconstrucción.
Mancera y la Asamblea Legislativa decidieron, además, garantizar el
mercado para las inmobiliarias, al autorizar que los espacios afectados
se reconstruyan con un 35% adicional a su construcción original.
Los metros adicionales son para venta por parte de las inmobiliarias y
el costo de la construcción corre a cargo de los afectados, quienes
quedan atados a cinco, diez o 15 años de crédito.
Una duda generalizada es lo que pasó con las donaciones nacionales e
internacionales. En su edición de este jueves, el periódico El Universal
reveló que de los tres mil 904 millones de pesos que recibieron 667
entidades que se integraron como donatarias, apenas una tercera parte ha
sido comprobada ante el Servicio de Administración Tributaria (SAT).
Hay dos mil 767 millones de pesos que no se sabe qué ha pasado con
ellos. Las principales donatarias fueron la Fundación Carlos Slim, la
Cruz Roja Mexicana, Fundación BBVA Bancomer, Fomento Social Banamex y el
Fideicomiso Fuerza México.
De acuerdo con esa información, fuera de la Fundación del magnate
mexicano, ninguna de las donatarias ni siquiera ha transparentado los
intereses obtenidos por las donaciones.
Lo que pasa en el ámbito de los seguros también es de escándalo. La
Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de
Servicios Financieros (Condusef) dio a conocer el miércoles una
evaluación cuyos resultados son devastadores para quienes adquieren un
crédito hipotecario.
La Condusef analizó 20 expedientes reales de 11 bancos que después
del sismo dieron un crédito hipotecario asociado a seguro de daño con
nueve aseguradoras: Seguros inbursa, Zúrich, AXA, Seguros Ve por Más,
Zúrich Santander, Seguros Bancomer, Seguros Banamex, Assurant Daños y
Seguros Banorte.
De acuerdo con las condiciones de las pólizas, en caso de un
terremoto y se perdieran esas 20 viviendas, la aseguradora pagaría el
seguro descontando el deducible y el coaseguro. Pero los usuarios, en
conjunto, quedarían a deber casi el 40% del saldo insoluto; es decir,
deberían 18 millones de pesos y perderían 32 millones. Además, desde
luego, se quedarían sin propiedad.
Así la política y los negocios en torno a la reconstrucción en la Ciudad de México.
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