Específicamente, los tres constituyen pistas que conducen al dinero
debajo de la mesa, a los apoyos corporativos y a los pactos secretos que
se articularon para llevar a Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la
República. No son los únicos, por supuesto. Ahí están otros
exgobernadores que invirtieron en el proyecto Peña Nieto, otros
contratistas que pagaron sobornos, otros líderes sindicales que operaron
para el retorno del PRI a la Presidencia, pero estos son los tres que
documentan un fracaso deliberado de la PGR en los tiempos peñistas.
Los tres han vuelto a aparecer en el tramo final del sexenio de
Enrique Peña Nieto. Los fantasmas de la corrupción nunca lo dejarán de
perseguir por más amnistías o actos de disculpas y perdón que asuma en
vísperas de su sexto y último informe de gobierno.
En menos de un mes coincidieron la liberación de la dirigente
magisterial, la prohibición judicial para detener a Emilio Lozoya Austin
–principal implicado en el caso Odebrecht– y el riesgo de que Javier
Duarte de Ochoa salga de prisión una vez que la PGR retiró el delito de
delincuencia organizada para reclasificarlo como “asociación delictuosa”
El caso Odebrecht tiene un largo y sinuoso recorrido. Vamos para casi
dos años del “destape” del escándalo de la red de sobornos de la
empresa brasileña Odebrecht en al menos 12 naciones. México es el único
país donde no hay un solo responsable en la cárcel. De acuerdo con el
reciente reportaje de Jesusa Cervantes en Proceso, cancelar
los millonarios contratos entre Pemex y esta compañía puede tener un
costo enorme para el próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador:
cerca de 24 mil millones de pesos tan sólo por la cancelación de la
planta Etileno XXI, donde Pemex y Odebrecht firmaron un contrato en este
sexenio, con efectos negativos para el erario.
El expediente más delicado de Odebrecht nos remite al 2012. Es el
presunto pago de sobornos por 4 millones de dólares durante la campaña
electoral peñista a través de Lozoya Austin, quien se desempeñó como
responsable de Vinculación Internacional en el equipo del exgobernador
mexiquense y luego fue el director general de Pemex. El pago se habría
hecho a través de una cuenta de Latin American Asia Capital, en las
Islas Vírgenes, empresa presuntamente vinculada a Lozoya.
En la misma edición 2182 de la revista Proceso, el periodista Raúl Olmos, autor del libro Gigante de lodo,reveló
que en su testimonio como delator el exdirector de Odebrecht en México,
Luis Alberto de Meneses Weyll, aseguró que en marzo de 2012 se reunió
tres veces con Lozoya Austin, y que en el segundo de estos encuentros se
negoció el pago de 4 millones de dólares de sobornos en una cuenta
ubicada en el banco Gonet & Cie, en Ginebra, a nombre de Latin
America Asia Capital Holding Ltd, una compañía “fantasma” ubicada en las
Islas Vírgenes Británicas.
“El dinero de Odebrecht comenzó a fluir a las tres semanas. El 20 de
abril el Meini Bank, ubicado en la isla de Antigua, transfirió 250 mil
dólares –equivalentes a 3 millones 350 mil pesos de entonces– a la
cuenta de Suiza”, se afirma en el texto de Raúl Olmos.
Estos indicios constituyen un grave delito electoral que fueron
investigados por el extitular de la FEPADE, Santiago Nieto Castillo,
hasta que fue defenestrado del cargo en octubre de 2017, bajo el
pretexto de que habría revelado información confidencial del expediente a
la prensa. Antes de que obligaran a Nieto a renunciar, el procurador
general Raúl Cervantes Andrade, priista y aliado de Peña, decidió salvar
su propio prestigio antes que acatar la orden de frenar la
investigación de Odebrecht.
El 11 de diciembre de 2017 la Secretaría de la Función Pública
inhabilitó por cuatro años a Odebrecht para firmar nuevos contratos con
dependencias federales, incluyendo Pemex, pero la PGR prácticamente
“congeló” la investigación en contra de Lozoya.
El pasado viernes 24, una jueza federal, Luz María Ortega, prohibió a
la FEPADE pedir la aprehensión o la presentación ante tribunales de
Emilio Lozoya hasta en tanto no se resuelva el amparo solicitado por el
exdirector de Pemex.
Antes de esta sentencia, en marzo de este año, otra jueza ordenó a la
Subprocuraduría de Delitos Federales por Lavado de Dinero y Cohecho
continuar con la judicialización del caso de Lozoya.
El caso Odebrecht también tiene hilos conductores con Javier Duarte,
según el mismo libro de Raúl Olmos. Odebrecht y su filial Braskem ya
habían invertido desde antes en Veracruz. En julio-agosto de 2011, la
entonces dirigente del PRI, Beatriz Paredes, volvió de Brasil en la
misma comitiva donde estuvieron los empresarios Eustaquio de Nicolás,
amigo de Peña Nieto, y los veracruzanos Francisco Franky García González
y Moisés Manzur, ambos señalados como presuntos prestanombres de Javier
Duarte (Javidú).
“No hay ningún otro lugar en el mundo donde tengamos un compromiso
tan grande como lo tenemos en Veracruz a través de la empresa Braskem”,
había dicho Marcelo Odebrecht, el presidente de esta gran compañía
corruptora.
¿Qué secretos sabe Javier Duarte de la relación entre Odebrecht y la
campaña de Peña Nieto? ¿Son esos presuntos vínculos los que tienen al
exmandatario priista tan confiado en salirse con la suya? ¿Hay alguna
relación entre estos sobornos y los famosos 20 millones de pesos en
efectivo que se descubrieron en un avión procedente del gobierno de
Veracruz y que se encontró en el aeropuerto de Toluca en 2012?
Duarte “huyó” del país después de dar una entrevista con Televisa, en
octubre de 2016. Todo mundo lo vio. Y a todos se “les perdió”.
Evidentemente, hubo una protección indirecta desde Los Pinos para
facilitar la graciosa desaparición del personaje veracruzano.
Después de su estrambótica detención en Guatemala, Duarte lanzó sus
enigmáticas palabras de advertencia dirigidas evidentemente a sus
exaliados del poder presidencial: “Paciencia y prudencia, verbal
continencia, presencia y ausencia, según conveniencia”. Duarte fue
extraditado específicamente por los delitos de delincuencia organizada y
lavado de dinero, y está preso desde el 17 de julio de 2017 en el
Reclusorio Norte.
La reclasificación del primer delito por asociación delictuosa no
libera de inmediato a Duarte, quien tiene aún varios procesos pendientes
en Veracruz, pero es una demostración de la incapacidad de la PGR para
armar un expediente sólido. Las órdenes de aprehensión en su contra por
desaparición forzada y en materia electoral, giradas por el gobierno de
Miguel Angel Yunes, no se pueden cumplimentar porque Guatemala no otorgó
la extradición en esta materia, según han señalado los especialistas
jurídicos.
El caso judicial de Elba Esther, hasta ahora, no se relaciona
directamente con los presuntos fondos ilegales de Odebrecht o con las
truculencias de Javier Duarte, pero su papel en la campaña presidencial
del 2012 fue determinante también para la victoria de Peña Nieto. Tan
determinante como cuando forzó a Peña Nieto en 2011 a cambiar la
decisión de elegir como sucesor a su primo Alfredo del Mazo y no a
Eruviel Avila Villegas.
En su cuenta de Twitter, el abogado Jesús Robles Maloof sintetizó así la situación:
“La explicación política a la libertad de Elba Esther y Javier Duarte
está en el 2012. Votos y financiamiento. Plenamente documentado en
reportajes e investigación, el apoyo a la campaña de EPN. Les debe y le
saben. EPN no tiene legitimidad que cuidar. ¿AMLO? Sean serios”.
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