1/06/2007

LOS MOVIMIENTOS DE EMANCIPACIÓN DE LAS MUJERES.

Hacia un nuevo feminismo.

Finalizada la II Guerra Mundial, el bucle recursivo burgués y el bucle recursivo marxista/proletariado, se conforman en bloques antagónicos en busca de la hegemonía mundial; sin embargo, la conquista del poder y el orden marcan su distancia con el contenido de los proyectos revolucionarios que movilizaron a las masas, con las autorreferencias identificadoras de las que reclaman, con la libertad y la igualdad, que sirvieron de banderas legitimadoras del sacrificio exigido por sus revoluciones .

A la victoria aliada, le sucede en las multitudes estremecidas y sensibilizadas por el holocausto, la tremenda incertidumbre de que nazi no es todo lo que en el mundo despidió olor a podrido. La guerra de Vietnam, la carrera de los armamentos nucleares que evidencian las ambiciones imperialistas de las grandes potencias, las escuchas, las torturas, las desapariciones, la manipulación de las informaciones, el desarrollo de los aparatos represivos..., plantean un ¿por qué? que estalla masivo en el mayo del 68.

La posible respuesta exige desentrañar cada comportamiento, cada vivencia, desenmascarar el error de las verdades, la subjetividad de las aparentes objetividades, lo que esconden las palabras y lo que dicen los silencios. Cuanto vieron los ojos de quienes dejaron de mirar banderas, se va acumulando de forma espontánea, desconexa e intuitiva para explosionar virulentamente a finales de los años 60. En los años siguientes, el movimiento vuelto sobre si mismo implosiona en una complejidad interna que si por una parte, rechaza y se pretende ajena a su exterioridad ( concepciones burguesas y concepciones socialistas), por otra se constata unida a ellas.

Betty Friedan y Simone de Beauvoir dieron voz a los porqués de las mujeres hasta los años 60. La explosión de feminismo en los años siguientes, su multiplicación en organizaciones, grupos, acciones, reivindicaciones, de todo tipo, se entraman en el subsuelo del mayo francés. La historia más reciente del feminismo es testigo del sinnúmero de problemas y contradicciones, crisis y escisiones que en su interioridad se producen y, también, de como esa interioridad se ve permanentemente penetrada por cuanto ha pretendido sin éxito ignorar: la concepción burguesa de libertad y la lucha marxista proletaria por la igualdad y, lo que aún es mas grave, el modelo masculino y machista que las acompaña.

BETTY FRIEDAN Y MARX
La gran aportación que se le reconoce a Betty Friedan es el relanzamiento del movimiento feminista centrándolo en el "problema que no tiene nombre", esa insatisfacción compartida por muchas mujeres, quienes en los países capitalistas más desarrollados, aún conformes con el "papel femenino" que la sociedad les impone y pese a las facilidades que el propio desarrollo capitalista pone en sus manos para facilitarles la tarea de ser buenas esposas y mejores madres, al preguntarse "¿quién soy?", no encuentran respuesta alguna o una en la que todo está presente menos ellas: soy mi marido, soy mis hijos, soy mi casa, soy la esposa, soy la madre, soy la asistenta...Friedan señala: " el único camino que tiene lammujer, lo mismo que el hombre , para encontrarse así misma, para conocerse como ser humano, es su propio creador". La resonancia de sus palabras alcanza a miles de mujeres. La respuesta desde la que descubrir que la maternidad y las tareas domésticas no bastan para que las mujeres se realicen como personas.

Los movimientos feministas en sus inicios surgen por la necesidad de las mujeres, sobre todo solteras y de los estratos medios, de conseguir el acceso a unas profesiones, unos ingresos y una posición social, que les permitía mantenerse en el nivel social en el que habían nacido; situación que antes les aseguraba la familia extensa, pero no el nuevo tipo de familia nuclear.

Su problema y el de la familia nuclear se inscriben en el proceso de la mano de obra que realiza la revolución burguesa: son las primeras mujeres burguesas, que, liberadas del vínculo familiar precedente, libres y escoteras, se ven obligadas a aceptar el nuevo vínculo que las sujeta por la venta de su fuerza de trabajo. Paralelamente, las mujeres casadas de esos mismos estratos acusan la incidencia de la otra vertiente de liberación que acompaña el ascenso de la burguesía a la que pertenecen: la liberación de la riqueza, y reclaman para si la libre disposición de sus bienes y propiedades legitimados por la herencia. En apoyo de ambas reivindicaciones se inicia la lucha por cambiar los aspectos legales que los impiden y que termina concentrándose en la reclamación del voto.

De esta forma las metas del primer feminismo se concentran principalmente en salvar condicionamientos económicos, mientras el trabajo aparece sólo como una de las formas de conseguirlo, pero con Betty Friedan el trabajo adquiere una consideración bien distinta, es el propio trabajo y su realización, y no únicamente la libertad económica y el tener unos ingresos que proporciona, lo que se reclama como vía de realización personal. Y no un trabajo sin más, sino creador, porque sólo si lo es, quien lo realiza evidencia para sí su calidad de ser humano.

Si alguien ha sabido expresar ese sentido del trabajo reclama para las mujeres, ha sido Marx:

El trabajo es, en primer término, un proceso entre la naturaleza y el hombre, proceso en que éste realiza, regula y controla mediante su propia acción su intercambio de materias con la naturaleza [...]
Pero Marx da un paso más; esta descripción le era necesaria para entrar en lo esencial: la forma social concreta que reviste el trabajo y es ahí donde va a situar su alternativa.

La concepción marxista del trabajo es una concepción burguesa, es la expresión misma de lo que la burguesía reclama para sí misma, frente al ocio de los señores como legitimación de su ascenso en cuanto clase social dominante. Pero, para Marx, tal y como el trabajo se realiza bajo las relaciones capitalistas, deja de ser humano, no por la riqueza de producción capitalistas, deja se ser humano, no por la riqueza que de todas formas genera, sino por los afectos que produce sobre quienes lo realizan: para los trabajadores explotación y la alienación, y en manos de quienes se aproximan de los productos queda la creación, las potencialidades, la naturaleza transformada, lo que en el trabajo hay de exclusivamente humano.

" El trabajo es la fuente de toda riqueza y de toda cultura", decía el Programa de Gotha. " El trabajo no es la fuente de toda riqueza", critica Marx, "La naturaleza es la fuente de valores de uso, ni más ni menos que el trabajo, que no es más que la manifestación de una fuerza natural, de la fuerza del trabajo del hombre.

Friedan y las mujeres que van a seguirla aceptan sin crítica el slogan de que "el trabajo es la fuente de toda riqueza y de toda cultura", asentadas sobre una naturaleza, unos objetos y unos instrumentos previamente privatizados por le grupo al que pertenecen: la burguesía. Pero aun así, y en la medida en que el proyecto burgués es una construcción de sus propios hombres y que en su realización las discriminan, la lucha de estas mujeres por el trabajo por la participación en el quehacer socia, por salir del marco privado del hogar, es una lucha por romper las limitaciones mismas y los "permisos", por airear los "sobreentendidos" de un silabario que, aun aprendido, las discrimina.

Las reivindicaciones pacifistas y antirracistas llevadas acabo por la "Nueva Izquierda" en esas mismas fecha, encuentran el apoyo activo de muchas mujeres, pero de esas mujeres se obtiene una respuesta: "la asistencia". Descubren que se la reclama para la realización únicamente de trabajos subalternos: recoger fondos, hacer limpiezas...por ello, algunas, del mismo que Betty Friedan y sus seguidoras, deciden formar sus propias organizaciones de mujeres.

SIMONE DE BEAUVOIR Y MARX:
El relanzamiento que la institución familiar hace el stalinismo, la preocupación prioritaria por salvar la democracia burguesa frente al fascismo, el paro creciente que devuelve a las mujeres al hogar, son condicionantes que inciden directamente sobre los movimientos de mujeres socialistas. La exaltación de la maternidad, de la feminidad con todos sus atributos, les alcanza también a ellas. Y frente a ellas se sitúa la capacidad de análisis y de profundización que Simone de Beauvoir aporta en su libro, El segundo sexo.

Su concepción existencialista está en la base se sus planteamientos, y de ahí se cuestiona ella misma, a los hombres, a las mujeres y a su relación, el porqué de la soberanía del hombre y de la subordinación de la mujer, porqué del miedo de la mujer a ser libre, cuando, por una parte, "ningún destino biológico, psicológico, económico, definen la figura que reviste el seno de la sociedad la mujer, se llega a ser"; cuando "las conductas que se denuncian no son dictadas a la mujer por sus hormonas ni están prefiguradas en las casillas de su cerebro".

Su búsqueda de respuestas nos devuelve a Marx y a su texto sobre el trabajo en general. Mientras los hombres han realizado "actos que trascienden su condición animal", dice Beauvoir, las mujeres sólo realizan "funciones naturales", las "únicas conciliables con las cargas de la maternidad la encierran en la repetición y en la inmanenia"; mientras el hombres "se realiza como existente. Para mantener, crea; desborda el presente, inaugura el futuro, la mujer acepta pasivamente su destino biológico ". Esa dinámica y no otra, el trabajo de producción -dice- ha convertido a la mujer en "lo Otro, en el corazón de una totalidad cuyos dos términos son necesarios el uno al otro". Y en cuanto Otro, la mujer, las mujeres, pertenecen a la categoría de lo negativo.

En el pensamiento de Simone de Beauvoir parece estar subyancente la concepción marxiana de la naturaleza y el hombre, del esfuerzo se éste en su dynamis de progreso para romper las barreras naturales y convertir la naturaleza en sí mismo, en la objetivación de la naturaleza no sólo exterior, sino la del hombre mismo para romper esas barreras que anidan en su naturaleza animal y la importancia de la relación hombre y mujer y de la mujer misma que plantea el proyecto marxiano de humanización.
La "cuestión femenina" para Simone de Beauvoir no parte de la existencia de una naturaleza de una naturaleza diferente. "No creo que cuando las mujeres hayan conquistado la igualdad de desarrollen valores específicos femeninos. [...] Pienso que la mujer liberada sería tan creadora como el hombre, pero que no aportaría valores nuevos". No da a lo Otro una entidad que reclama ser liberada, al contrario, lo Otro no es más que lo que no se arriesga a ser, a liberarse, " ella es lo inesencial frente a lo esencial ", pero, y en su línea existencialista y no histórica reclama la decisión ya de las mujeres para dejar de pertenecer a la categoría de seres definidos como el Otro.

"Hay que iniciar -dice- la marcha hacia la libertad; una organización socialista es necesaria, pero debe acompañarse de una transformación psicológica de los hombres y de las mujeres, que lleve no a la contraposición de sexos, sino, a la hermandad varón-mujer, en la que nadie sea "ser-para" o "en -función-de" sino "para sí", abierto-al-otro".
La obra de Simone de Beauvoir no se inscribe en lo que luego se llamará "el feminismo de la diferencia", pero resulta difícil afirmar que cuando habla de una libertad para la mujer capaz de inventar sus propios fines, su propia existencia, cuando afirma que la mujer liberada será tan creadora como el hombre.

Precisamente las dificultades en la consecución de "el otro" para la mujer, llevaron a Beauvoir a reconocer la especificidad de la lucha de las mujeres y a situarla en una posición controvertida dentro de la militancia de los movimientos feministas, pero su soliralidad no traspasaría el límite de reconocer que en la existencia, en la vida de muchas mujeres, llegar a ser es algo dramático y doloroso, y que aún lo es más abrirse al otro.
Betty Friedan y Simone Beauvoir abren la brecha por la que otras mujeres se adentrarán para intentar dar respuesta a la pregunta: ¿quién ha decidido que el mundo haya pertenecido siempre a los hombres?.

EL MOVIMIENTO DE MUJERES EN EL ESTADO, 1965-1990
Punto de inflexión (1979-1982)

A finales de la década de los setenta el movimiento de mujeres del estado Español entra en un momento de cambio, tanto social como político.
Con la constitución de 1978, se intentaba abrir una posibilidad de actuación, política, a la mujer dentro de las instituciones democráticas, con la aplicación de conseguir el principio de igualdad desarrollado por las mujeres del PSOE y del PCE, pero aún tenían limitaciones en la política y se seguía, así, el movimiento feminista. Este movimiento era apoyado además, por las mujeres que no intervenían en la política, ya que no se fiaban del texto constitucional.

En una de las jornadas organizadas por la Coordinadora Estatal de Organizaciones Feministas, celebradas en Granada en 1979, se produce una división, a elegir, del feminismo; feminismo de igualdad y feminismo de la diferencia. Una de las causas era, que muchas mujeres abandonaron el poder político porque no se fiaban de las posibilidades que tenían con la democracia.

El feminismo de la diferencia estaba compuesto por mujeres metidas en política, y significaba partir de las mujeres frente a los modelos masculinos presentados como universales, pero este movimiento no consiguió sus objetivos ya que criticaban las formas organizativas existentes como no representativas de las mujeres. Por otra parte el feminismo de igualdad, donde se encuadraban mujeres de partidos no políticos, alertaban contra el peligro de caer en el esencialismo femenino, y de caer en la idea de diferencia entre hombres y mujeres, ya que defendían la igualdad.
Tambien en 1979 se fundó el Partido Feminista. Era el partido de las mujeres y su objetivo era la toma del poder y la revolución feminista. Tambien apareció mucha información sobre el partido feminista, como editoriales, librerías, asesorías, bares, etc...
Una nueva situación, el feminismo dentro y fuera de las instituciones (1982-1990)

En esta década, las ideas del feminismo son más asimiladas y escuchadas, por la población femenina y empieza a existir una acción política de gobierno dirigida especialmente a las mujeres. Pero las mujeres no consiguen todo el poder, que se les creía haber dado.
Después de la victoria electoral socialista en 1982, surgen entidades cuyo objetivo ha sido conseguir la aplicación de políticas de igualdad y cuyos servicios se han dirigido a ofrecer información, asistencia y promoción a las mujeres. Asi que se ha desarrollado un feminismo académico, donde se pretende conseguir el reconocimiento de los estudios femeninos o bien hacer ciencia cierta entre mujeres.

Tambien se organizaban campañas a favor del aborto libre y en contra de las agresiones, o trabajos dedicados a temas específicos. Tambien ha aumentado la producción escrita de mujeres para las mujeres, o también los foros de encuentro, originándose así un intercambio de conocimientos y de ideas.

La preocupación del movimiento feminista está en torno a la política de igualdad, que no alcanzan todas las mujeres y otras veces no responden a sus intereses reales, Estos intereses son conseguir máximos beneficios utilizando todas las posibilidades institucionales. Además de presentar listas electorales de mujeres y crear y trabajar en espacios de hegemonía femenina. Tambien tratan temas como la inserción laboral, el sexismo en la escuela mixta, conceptos de género y diferencia sexual, y construir un discurso teórico y político a partir de la experiencia de las mujeres.

Con esto se presentan nuevas formas de presencia y articulación del feminismo, que están abiertos a la circulación de las ideas, partiendo de la convicción que existe entre las mujeres que es un elemento bueno y necesario para el enriquecimiento del discurso feminista.

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