Demanda de caravana en Guerrero para esclarecer desapariciones
Las
madres, hermanas, estudiantes, maestras y activistas que participan en
la caravana de la “Brigada nacional por la presentación con vida de los
43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos”, han recorrido durante más
de 100 horas caminos de terracería para llegar a las regiones de la
Montaña y la Costa Chica del estado de Guerrero.
Han marchado, realizado mítines, visto videos y se han abrazado en
solidaridad con las comunidades que las reciben y que son históricas
por su resistencia popular.
La inoperancia del gobierno federal durante casi dos meses –desde la
desaparición de los jóvenes– obligó a miles de personas, cientos de
ellas mujeres, a iniciar el pasado 12 de noviembre una caravana de
nueve días por la presentación con vida de los 43 estudiantes de la
Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, agredidos y desaparecidos
por policías municipales y el grupo criminal “Guerreros Unidos” en
Iguala, Guerrero, el 26 de septiembre.
Hasta ahora, las investigaciones de la Procuraduría General de la
República (PGR) –cuestionadas por las familias de los normalistas–
apuntan a que los jóvenes habrían sido asesinados.
Dos autobuses salieron a las 5 de la mañana del pasado sábado 15
de noviembre de la Escuela “Raúl Isidro Burgos” –que en su entrada
confirma en una leyenda escrita con pintura roja que “Ayotzinapa es
cuna de la conciencia social”– para cruzar la Montaña de Guerrero
(resguardo de viejas y actuales guerrillas como el Partido de los
Pobres y el Ejército Popular Revolucionario) y seguir rumbo a la Costa
Chica (cuna de las primeras policías comunitarias en el país y tierra
del maestro rural y guerrillero asesinado en 1974, Lucio Cabañas).
La “Brigada nacional por la presentación con vida de los 43 normalistas
de Ayotzinapa desaparecidos” se dividió en tres caravanas para recorrer
de modo casi paralelo el norte, sur y centro del país.
La caravana “Julio César Ramírez Nava” (nombre de uno de los tres
estudiantes asesinados el pasado 26 de septiembre) tiene como destino
los municipios guerrerenses de Tlapa, San Luis Acatlán, Ayutla de los
Libres, Tecoanapa, Zihuatanejo, Atoyac y Acapulco, y arribar finalmente
al Distrito Federal este jueves 20 de noviembre.
Su propósito –como dice en entrevista María Olivares, madre de uno de
los 43 jóvenes desaparecidos– es “visitar las entidades hermanas para
agradecer su apoyo, narrar de propia voz lo que vivimos, informar a la
sociedad que el gobierno federal nos está mintiendo y exigir la
renuncia de Enrique Peña Nieto, titular del Ejecutivo federal, porque a
estas alturas de impunidad ya no basta con la aparición con vida de
nuestros hijos”.
A bordo de uno de los autobuses de esta caravana viaja Nestora Carrillo
Ruíz, madre de Luis Ángel Abarca Carrillo, uno de los estudiantes
desaparecidos que recién en agosto de este año ingresó (tras varios
intentos) a la Normal Rural de Ayotzinapa.
Nestora, que sostiene todo el camino en su mano derecha una lona con la
foto de su hijo, va sentada en uno de los primeros asientos del lado
del pasillo. Desde ahí se asoma para ver la multitud de gente que en
cada municipio espera a las mujeres.
En la entrada de las cabeceras municipales, cientos de personas
extienden pancartas en los que piden a madres y normalistas que no
desistan, aplauden su lucha, gritan consignas y las acompañan en
marchas hasta los palacios municipales, que en algunos casos están
tomados por maestros y estudiantes normalistas.
De acuerdo con el comité estudiantil de la Normal “Raúl Isidro Burgos”,
en cada visita suman entre mil y cuatro mil las y los participantes en
esta Brigada Nacional a la que convocaron el pasado 10 de noviembre
madres y padres de familia de los 43 normalistas desaparecidos.
En los municipios, la caravana es recibida por el Movimiento Popular
Guerrerense (MPG) –conformado cuatro meses antes por el hostigamiento
contra las y los luchadores sociales–, la Coordinadora Estatal de
Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG), la Coordinadora
Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC-Policía Comunitaria), y las
comitivas de madres y padres de familia de todas las escuelas que
llevan más de un mes en paro de labores.
RECLAMOS
Nestora, de 56 años de edad, camina 30 minutos con sus huaraches
cruzados encima por franjas gruesas de piel y suda al calor de los 31
grados centígrados de temperatura.
“Se necesita valor para venir a marchar buscando a tu hijo”, dice una
mujer que se asoma desde su casa en San Luis Acatlán para ver pasar el
contingente. Los negocios en lugar de cerrar también cuelgan cartulinas
de apoyo. Las personas ofrecen los baños de su casa y preparan bolsas y
vasos con agua. Nestora no toma ninguno para no detenerse.
Con la cara morena en alto y los labios en línea recta, Nestora llega a
la plaza principal de los ayuntamientos donde pancartas más grandes,
pintas en las puertas, cazuelas con comida, despensas y fruta aguardan
a la caravana.
En cada acto público hay un mitin en el que normalistas, maestros,
papás y a veces las mamás de los desaparecidos se pronuncian porque
Peña Nieto renuncie, la PGR diga dónde están sus hijos, y porque se
impulsen mejoras a las escuelas normales rurales.
Piden insistentemente que los medios de comunicación presentes
transmitan fielmente su mensaje, ya que circulan documentos y rumores
que –critican– criminalizan la lucha del movimiento que exige la
aparición de los 43 normalistas.
Durante los mítines, algunas mujeres no contienen el deseo de abrazar a
Nestora para darle (con palabras o algún regalo) “fuerza para que
resista”.
Aunque
Nestora es una mujer seria, tímida al hablar en privado, toma el
micrófono al final de una conferencia de prensa en la que no estaba
prevista su intervención. Con fuerza advierte: “Yo soy madre, yo no sé
pero si no me regresa a mi hijo (Enrique Peña Nieto), él tendrá que
responder”.
El grupo de mujeres de esta ruta conoce bien los municipios que visita.
Algunas de las habitantes que las reciben son sus “comadres” o eran
personas cercanas a los estudiantes. Se abrazan con mucha familiaridad.
El tercer día de recorrido (17 de noviembre), en Buena Vista (una
comunidad guerrerense no contemplada en el recorrido) un contingente de
más de 100 personas detiene el trayecto de los dos autobuses de esta
ruta. Al abrirse las puertas, algunas niñas suben con agua de arroz y
galletas para la caravana.
Abajo una mujer sostiene una pancarta con la fotografía de dos de los
alumnos desaparecidos que estudiaron el bachillerato en esa comunidad,
a quienes recuerda y por ello exige su regreso.
Para recibirlas con comida (guisados típicos de res o pollo), las
mujeres de las comunidades destinaron hasta cuatro horas de su día y de
50 a 100 pesos para la preparación de los alimentos.
La organización depende de cada pueblo, lo que hace que cada
recibimiento sea distinto. En Ayutla (de donde son cuatro de los
jóvenes desaparecidos), se dio a las familias un collar de flores
amarillas, tocó una orquesta del pueblo y se ofrecieron bailes
regionales.
Martina, madre de un estudiante de la Normal de Ayotzinapa que no
estuvo el día de los ataques, encargó la cocina comunitaria que dirige
para ir a recibir a las madres de los estudiantes secuestrados.
En el municipio de San Luis Acatlán una mujer hace tortillas a mano
para que coman las personas de la caravana porque aunque le gustaría
marchar con ellas, se lo impide la férula de madera en su pierna
derecha provocada por un atropellamiento impune.
Al atardecer se proyectan cuatro videos informativos en las plazas
públicas. En el intermedio, los normalistas informan los hechos
ocurridos el 26 y 27 de septiembre.
Copias de los videos, realizados por los estudiantes de Ayotzinapa y
que en uno de ellos se muestra el funeral a los compañeros asesinados,
se quedarán en las localidades para que se proyecten en otras tardes.
Al caer la noche, Nestora camina al espacio donde conciliará el sueño,
ya sea el patio de una Normal o una casa de cultura. Extiende tres
colchonetas para ella, su hija y otra madre de los estudiantes.
A la cabeza de las colchonetas hay tres bolsas de asa donde guarda sus
pertenencias. Se sienta en una sábana y fija la mirada en el piso. A su
alrededor las estudiantes de otras escuelas normales del país que las
acompañan y duermen con ellas van apagando las luces.
Las
madres de los estudiantes están convencidas de que las declaraciones el
pasado 7 de noviembre del procurador Jesús Murillo Karam, cuando
informó que los restos calcinados (presuntamente de sus hijos) habrían
sido depositados en bolsas de basura y luego arrojados al río San Juan,
son insostenibles, porque algunas personas que viven en comunidades
cercanas a Cocula, aseguran que la noche del 26 de septiembre llovió en
Iguala, además de que tras visitar la zona no encontraron indicios de
una incineración de tal magnitud.
Al interior del autobús viajan normalistas de otros estados, una madre
y sus dos hijos provenientes del municipio de San Salvador Atenco, en
el Estado de México, y estudiantes de las universidades públicas del
país.
Esta caravana, que ya lleva cuatro días de recorrido, es muy importante
para el movimiento guerrerense ya que, según María Montes, maestra
normalista de Ayutla, la desaparición de los alumnos y el acoso
policial contra las normales rurales es una expresión de la violencia,
la inseguridad y la impunidad que el gobierno estatal sembró desde hace
muchos años en Guerrero.
“Los primeros que debemos abrir los ojos somos los habitantes de este
estado donde hay tantos pobres y tanta violencia. Ya estamos cansados y
ahora tenemos que defendernos”, advierte.
La caravana llega hoy a Acapulco, donde la reciente represión de
granaderos contra normalistas (quienes tomaron carreteras, casetas y
autobuses en un acto de protesta y resistencia) antecede el
recibimiento de esta brigada pacífica.
Dispuestas a recorrer también los estados de Chihuahua, Durango,
Zacatecas, Jalisco, Michoacán, Chiapas, Oaxaca, Morelos y Tlaxcala en
tres rutas y durante nueve días, desde el pasado 12 de noviembre 250
personas participaron a bordo de seis autobuses para integrar el total
de la Brigada Nacional.
Este jueves 20 de noviembre, cuando se conmemoren 104 años del inicio
de la Revolución Mexicana, la caravana llegará al DF y encabezará una
marcha que llevará por lema “Júrame que no te rindes” hacia el Zócalo
capitalino.
Ahí se encontrará con las otras dos caravanas para que madres, padres y
compañeros de los estudiantes desaparecidos dirijan un mensaje
nacional.
CIMACFoto: César Martínez López, enviado
Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa, enviada
Cimacnoticias | La Montaña y Costa Chica, Gro.-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario