OPINIÓN
Las
ejecuciones en Tlatlaya y la desaparición de normalistas en Ayotzinapa
ponen a las autoridades mexicanas en el ojo internacional
Por Rina Mussali
Nota del editor: Rina
Mussali es analista, internacionalista y conductora de Vértice
Internacional y de la serie 2014: Elecciones en el Mundo, en el Canal
del Congreso. Síguela en su cuenta de Twitter: @RinaMussali
(CNNMéxico)— México está en el ojo internacional. Los casos de Tlatlaya y Ayotzinapa esfumaron los aplausos globales por el MexicanMoment
y los convirtieron en reclamos de justicia para que el gobierno informe
y rinda cuentas sobre este crimen que abate a la nación. Hoy, el mundo
le presenta una doble cara a México: ser un actor que observa, examina
y presiona por el esclarecimiento de la verdad al tiempo de ser un
aliado estratégico para el ciudadano de a pie que a todas luces modela
descobijado frente al Estado y crimen organizado trasnacional.
El lado más obscuro de México se dejó palpar en el escenario
internacional. Hemos recibido una condena enérgica y una ola de
indignación despertada en muchos países del mundo. Sobre Ayotzinapa han
alzado la voz gobiernos, parlamentos, ONG, organismos regionales e
internacionales. Destaca la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
de la OEA que dictó medidas cautelares y firmó un acuerdo de asistencia
técnica con el gobierno mexicano o la Oficina del Alto Comisionado de
la ONU para los Derechos Humanos que se mostró "profundamente
perturbada" por los jóvenes desaparecidos el 26 y 27 de septiembre, así
como organizaciones no lucrativas que exigen castigo penal a los
responsables materiales e intelectuales de los crímenes cometidos.
El mundo le está exigiendo cuentas a México, una excelente noticia
que empodera la voz de los invisibles y de muchos héroes anónimos que
luchan todos los días para hacer de este país un país de leyes.
Tratados internacionales, convenciones y diversos instrumentos del
derecho internacional público que han sido firmados por el Ejecutivo
Federal y ratificados por el Senado de la República están siendo
recordados de manera puntual e inquisitiva por un mundo que no se
contenta con respuestas dilatorias y tardías. México no vive aislado,
hemos contraído derechos y obligaciones ante la comunidad internacional
que no tarda en reaccionar cuando comprueba que muchos de estos
instrumentos son letra muerta.
¿De qué sirve tener más mundo en México y más México en el mundo? El
mundo nos sirve en momentos de auge y bonanza pero también en las
deshoras del dolor, las crisis y las grandes tragedias nacionales.
Cuando el sistema interno está desgastado y agujerado, la comunidad
internacional organizada abre sus puertas para proteger al ciudadano
indignado, rabioso y vulnerado. El mundo nos ofrece sus instancias
jurídicas regionales e internacionales que emiten cuestionamientos,
pronuncian recomendaciones yofrecen asesoría, ayuda técnica y
reforzamiento de capacidades.
La comunidad internacional se convierte en una fuerza vigilante de
la toma de decisiones nacionales que impone plazos y fechas
determinadas para dar respuestas. Las autoridades se sienten
presionadas por esa mirada internacional que los cuestiona, les reclama
y les demanda actuar. Precisamente el mejor incentivo para los
ciudadanos desprotegidos y desconfiados es esa mirada que incomoda a la
clase política mexicana que ha dado muestras definitivas de
irresponsabilidad y que ha puesto al descubierto la red de
complicidades con la corrupción y el crimen organizado trasnacional: un
entramado que desvela la descomposición y el deterioro institucional
poniéndole hora al descontento social.
Los mexicanos debemos de entender que el mundo nos sirve y nos
beneficia en estos y otros momentos, pero que ya no podemos seguir
siendo una sociedad tan parroquial y provinciana. El mundo es fuente de
conocimiento, intercambio de experiencias, aprendizajes, oportunidades
pero también partida de riesgos. Hoy muchos problemas de carácter
nacional no se podrán resolver si fallamos en mirar como se resuelven
en otros países del mundo. Quizá conjuntar la voz de la inconformidad
afuera con las acciones de justicia que se demandan adentro pudiera ser
una ecuación ganadora para nosotros los ciudadanos.
Por esta razón, el mexicano debe comenzar a ver al mundo como un
aliado estratégico, que actúa a su favor cuando el gobierno no lo ve ni
lo escucha. La ciudadanía mexicana debe comenzar a despertar y pensar
más allá de su entorno inmediato.Buscar aliados estratégicos en el
mundo y formar ciudadanía son las acciones que nos pueden marcar la
ruta para frenar los abusos y excesos de los Estados que como el
nuestro carga con una historia reprobada en materia de transparencia y
rendición de cuentas.
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