El sábado 22 de noviembre se realizará en Buenos Aires el 3° Festival de la Marcha de las Putas,
movimiento que se inició cuando un policía canadiense dijo en voz alta
lo que la mayoría de la sociedad piensa pero no explicita: si las
mujeres quieren dejar de ser violadas, tienen que dejar de vestirse
como putas. Natasha Urman, coordinadora de la Marcha, analiza en esta
nota cómo la sociedad, la cultura, los medios, promueven la
construcción de estereotipos femeninos hipersexualizados y luego
culpabilizan a las mujeres de los abusos sexuales y las violencias que
se cometen sobre ellas. “La línea es clara, la línea es el
consentimiento: la diferencia entre el sexo y la violación es el
consentimiento, la diferencia entre el acoso y el piropo agradable es
el consentimiento a recibirlo, la diferencia entre tener relaciones y
un abuso es un SÍ” afirma.
COMUNICAR IGUALDAD- Desde que hace unos años, en Canadá, un policía expresó públicamente y con total seguridad que si las mujeres queremos dejar de ser violadas, entonces tenemos que dejar de vestirnos como putas,
el movimiento “La Marcha de las Putas” (Slutwalk) se inició y se
extendió con fuerza hacia diferentes países del mundo y sus ciudades.
Requiere un poco de esfuerzo notar que el bombardeo
publicitario y mediático nos grita que nos exhibamos, que tomemos
alcohol porque nos hace pertenecer, que seamos sexys porque de lo
contrario no seremos aceptadas, en paralelo a gran parte de
la sociedad, que insiste con que nos tapemos, con que si nos manosean
es por lo que tenemos puesto, que el consentimiento no importa, que es la mujer la que se expone y por ende la responsable. Como sociedad seguimos hablando de “provocar” abusos, no desde el lado del abusador, sino desde el de la víctima.
¿Cuál será el día en el que en conjunto nos enfoquemos en el tipo de educación que recibimos, en el tipo de cultura que construimos y aquél que acosa¸ abusa¸ violenta, viola, mata? La cultura de la violación es nuestra cultura. La cultura de la culpabilización de la víctima¸ de la justificación del victimario, de la revictimización,
de la negación de la realidad que nos rodea, que no se trata
sencillamente de la inseguridad que vemos cuando prendemos el noticiero
sino de lo que recibimos de tantos frentes que tomar consciencia de
aquello ya nos abruma y hasta a veces nos convence: “Puta! vos te lo buscaste”. Decirle a una mujer que se lo buscó es decírselo a todas y cada una de ellas.
Nos reunimos en Plaza de Mayo este 22 de noviembre porque estamos completamente seguros/as de que la línea es clara, pero la
forma en que los casos emblemáticos del último tiempo culminaron en
mujeres violadas y asesinadas, incluso mutiladas y encontradas en
bolsas de residuos, y aun así siendo acusadas de “putas” nos deja claro que el grueso de la sociedad aún considera que la línea es borrosa.
Sostenemos que el consentimiento se da, no se da por sentado. Que es activo, que es un ida y vuelta, que es explícito y se da en igualdad de condiciones. Sostenemos que si tenés miedo de decir que “no”, no puede haber consentimiento. Sostenemos que pasar por encima de la línea del consentimiento es violencia. Sostenemos que si
por desarrollar nuestras actividades cotidianas al igual que los
hombres lo hacen, tenemos que pagar el acoso o el abuso como derecho de
piso, entonces es claro que aún no podemos referirnos a la nuestra como
una sociedad igualitaria.
Mientras una de cada seis mujeres constituyan la estadística de víctimas de alguna forma de abuso sexual,
concientizar y educar sobre el consentimiento nos resulta necesario
para llevar a cabo como algo colectivo. Y mientras siga siendo ésta la
forma en la que se revictimiza a las víctimas, luchar por una sociedad
que contenga y apoye a sobrevivientes de violencia sexual seguirá
siendo fundamental.
El 22 de Noviembre marchamos las putas, y las putas somos todas, porque todas fuimos etiquetadas con esa palabra en alguna ocasión. Fue
puta la que dijo que no quería, la que respondió a un comentario
desubicado por la calle, la que decidió ponerse un escote, la que
disfrutó y disfruta de su cuerpo y decide tener relaciones con quien
quiera y cuando quiera (pero también es criticada la
que decide esperar y no tenerlas), es puta la que fue violada, la que
se quiere, se respeta y se valora a sí misma, y por eso decide gozar de
su cuerpo de la forma que quiera. Es puta la que decide por sí misma,
es puta la que es libre.
Convocamos e invitamos a que marche la sociedad, a que marchemos
personas de todo género en contra de la cultura de la violación, a que
marchemos las putas y a que marquemos y remarquemos la clara línea del
consentimiento.
Marcha de las Putas: 22 de noviembre a las 15hs en Plaza de Mayo.
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