11/20/2014

Los periodistas pal café .. .



Mal actuado y peor redactado, el guión exculpatorio puesto en escena el martes por la noche acabó confirmando lo que la trama pretendía ocultar o diluir: el papel central del villano contratista favorito, Juan Armando Hinojosa Cantú, a quien la actriz en funciones dijo haber conocido como a otros, aunque evitó decir si alguno de esos otros había sido favorecido con convenios y asignaciones presupuestales por miles de millones de pesos como el empresario que armó una ingeniería inmobiliaria con dedicatoria especial para que Angélica Rivera Hurtado se hiciera de una mansión que habría estado dispuesta a pagar (se dice) en cómodos abonos aunque ahora, en el colmo de las confesiones de parte que implican relevo de pruebas, la ejecutante del papel de La gaviota anunció en desplante histriónico (que fácilmente puede acabar en una simulación más) que venderá sus derechos en la escandalosa operación mercantil que mantiene indicios de cohecho y de abierto e inocultable conflicto de interés.
Sobreactuación y rudeza innecesaria de parte de la señora Rivera de Peña, quien virtualmente regañó a quienes con justa razón dudaban y dudan de los procedimientos utilizados para que la esposa de un político se hiciera de una mansión a través de un contratista largamente beneficiado por aquel político. Ejercicio actoral mal llevado, pues el tono y la postura de la deponente estaban cargados de un reproche tenso, centrado el libreto más en la explotación del sentimiento, colocado el acento en el coraje de una madre y esposa afectada por las maledicencias sobre su aparatoso enriquecimiento de pocos años a la fecha (coincidente ese ascenso económico con su matrimonio con un gobernador, luego adquirente de la Presidencia de la República, aderezada la historia con el factor de la televisora generosa con la cónyuge de aquel a quien luego ayudó a llegar a Los Pinos y con la entrada en escena del antes mencionado empresario Hinojosa Cantú, el causante de penas y alegrías en la familia Peña Rivera).
Tan mala defensa hizo de sus adquisiciones la señora Rivera que tuvo comentarios negativos a razón de 10 a uno en sección de videos donde alojó su grabación (amablemente difundida en su integridad desde la noche del martes en televisoras públicas comedidas), ante lo cual providencialmente fue desactivada la posibilidad de dejar esas calificaciones en la internética página damnificada.
A la encomienda expiatoria que los celosos de una caballerosidad ya ida consideraron mal asignada a la esposa, Peña Nieto respondió ayer mismo con una galantería cuyos términos precisos habrán de confirmarse. Dijo que en correspondencia al gesto valiente de Rivera Hurtado respecto a la Casa Blanca, él mismo habría de hacer explícitos los términos de la declaración patrimonial que rindió en enero de 2013 y en la que eludió precisar puntos como el monto de las propiedades que recibió mediante donaciones que también sería conveniente saber en función de que intereses o reciprocidades se produjeron.
No disolvió dudas ni atenuó enojos sociales la aparición en pantalla de la actriz de telenovelas extraordinariamente pagada por la empresa a la que su esposo entregó carretadas de millones de pesos del erario del estado de México para su nada disfrazada campaña temprana por la Presidencia de la República y a la que habría de regular ya como ocupante de Los Pinos a través de las reformas legislativas en telecomunicaciones que anunció como un intento de combatir monopolios y en realidad acabó beneficiando los intereses de Emilio Azcárraga, sobre todo en su ácida pelea contra el sexenalmente mal querido Carlos Slim.
Sin embargo, el peñismo pareciera estar decidido a convencerse de que ha dado respuesta más o menos adecuada a los dos focos rojos actuales. Al de Ayotzinapa, mediante la tramposa argumentación del fabulador Murillo Karam con su historia de las hogueras funerarias a cielo abierto que dejarían restos que no permiten saber si son o no los muertos que sin embargo sí están declarados en expedientes judiciales. Y al tema de la Casa Blanca mediante la comparecencia histriónica de la noche del martes.
Recuperada esa normalidad, en curso el desahogo justiciero de esos y otros casos candentes, Peña Nieto cree que ya está facultado para aplicar la fuerza del Estado no contra él y sus acompañantes en el ejercicio de un poder fallido y consignable, sino contra los ciudadanos que han ido cobrando conciencia, o incrementándola, de los graves problemas del país y que día tras día dan muestra de una indignación cívica que hoy tendrá una amplia expresión a lo largo del país y en ciudades del extranjero, en un ejercicio que no alcanzará el rango de paro nacional pero sí demostrará que la irritación generalizada no cede ante explicaciones desfondadas ni ante amenazas de corte diazordacista y echeverrista que pretenden etiquetar a los críticos y opositores como parte de un plan general de desestabilización, que va en contra del proyecto de mansión, perdón, de nación, y que merece la mano dura prefigurada por el propio Peña Nieto o el corte de la cizaña social que ha pedido el presidente del PRI, el segador César Camacho.
La nueva fase que pretende implantar la administración federal (casos atendidos y, por tanto, la fuerza del Estado ante protestas desbordadas) está siendo acompañada por mensajes de disuasión, de origen impreciso, que hablan de la amenaza de violencia en las manifestaciones de hoy. Además, algunos personajes priístas se han esmerado en proponer la defensa del acosado Peña Nieto y en denunciar la trampa a la nación tendida por desestabilizadores.
Los gestos, el tono, las miradas de Peña Nieto y de Rivera Hurtado pueden tener más significado que sus propias palabras para entender que en las cúpulas del poder ya se cansaron de un movimiento social ascendente e imparable mediante engaños o mediatización. Frente a ello, ese movimiento debería esmerarse en evitar provocaciones, encapuchados y desorganización.
Y, mientras Cárdenas y Navarrete preparan su debate público, ¡hasta mañana!
Twitter: @julioastillero, Facebook: Julio Astillero, Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx




Tardía fue la respuesta de la señora Angélica Rivera a los cuestionamientos sobre sus propiedades. Quedó a deber una disculpa a las mexicanas y los mexicanos. La vimos en el video que subió a YouTube sin la sonrisa que suele lucir. En cambio, tenía una expresión de disgusto. Es fácil entender su malestar por deshacerse de la bellísima y suntuosa mansión de sus sueños, la que presentó con tanto orgullo a la revista ¡Hola! Sin embargo, ¿nadie le dijo en su entorno que era una imprudencia hacer un negocio inmobiliario con un proveedor del gobierno que encabeza su esposo? Imprudencia, por decirlo suavemente. En realidad es un conflicto de intereses. Hay consecuencias peores que traspasar la residencia. Una fue la revocación de la licitación del tren a Querétaro, cuando ya había sido ganada por la compañía China Railway Corporation. Algo que costará en términos de imagen del gobierno y de dinero de los contribuyentes mucho más que la residencia de la que la señora Rivera ha anunciado que se desprenderá. Peña Nieto ha prometido que ahora sí presentará una lista de bienes –ya lo había hecho al principio del sexenio, sin embargo, la lista fue incompleta, porque no consignó su valor. Por otro lado, la pareja Peña-Rivera debería sentirse tranquila y agradecida por gobernar a un país de cuarto mundo. En Estados Unidos el presidente ya estaría sometido a un gran jurado, con muchas posibilidades de ser obligado a renunciar a su cargo. Por menos cayó Nixon.
Cuentas claras
¿Por qué resulta tan difícil a los funcionarios del gobierno hacer pública su declaración patrimonial? La que presentan a la desmadejada Secretaría de la Función Pública es confidencial. Vicente Fox prometió hacerlo en su campaña, pero resultó una tomadura de pelo. Incluso el expediente que debió ir a la procuraduría por la denuncia que fue presentada en su contra se extravió. También el candidato Peña Nieto lo ofreció. Sin embargo, la que hizo pública el 16 de enero de 2013, semanas después de tomar posesión, junto con los miembros de su gabinete –a excepción del procurador Murillo Karam– fue cuestionada. Declaró que es poseedor de cuatro casas, cuatro terrenos, un departamento, obras de arte y joyas; no tiene autos y sus ingresos mensuales netos son de 193 mil 478 pesos. Sin embargo, y esa fue la primera de otras desilusiones, no aparece en detalle el valor de sus bienes ni el monto total al que asciende su patrimonio. Se negó a hacer públicos sus ingresos netos por actividad industrial, comercial, financiera y otros, así como el valor de sus bienes inmuebles, el saldo de sus inversiones, cuentas bancarias y otro tipo de valores, el monto y el saldo de sus adeudos y el monto de los pagos realizados. Tampoco incluyó los bienes de Angélica Rivera ni sus dependientes económicos. A ver si en su segunda promesa…
Economía infartada
Se agotó la excusa de que la economía de México se encuentra estancada porque la de Estados Unidos se halla en la misma condición. En el tercer trimestre del año, la del otro país creció 3.5% impulsada por un aumento de las exportaciones y del gasto del gobierno federal. Y el anterior había crecido en 4.6%. Así que hay que inventar otra ficción. El Banco de México ajustó a la baja su pronóstico de crecimiento para el cierre del año de un rango de 2 y 2.5%, por debajo de la predicción de la Secretaría de Hacienda, que es de 2.7. También bajó la estimación de crecimiento para 2015, de entre 3.2 y 4.2%, a entre 3 y 4%. ‘‘La economía continúa recuperándose, pero a un ritmo moderado’’, dijo el gobernador del banco central, Agustín Carstens. ¿Un incremento al salario mínimo podría impulsar al consumo privado? Carstens contestó que ‘‘el foco debería ser cómo hacemos para aumentar el ingreso disponible de todos los mexicanos, sobre todo en los deciles más bajos. Un vehículo es el salario mínimo, pero no es el único (…) Se puede actuar por el lado de los ingresos, como por ejemplo las transferencias del gobierno en programas como Prospera, y por otro lado, los precios’’. En otras palabras, ni pensar en un aumento al salario.



La gustada telenovela estrena capítulo: una vez que el actor protagónico gentilmente cedió a su esposa la tarea de convencer al respetable auditorio sobre cómo, con qué, a quién y por qué compró su mansión en Las Lomas (algo que su histrionismo no logró), el inquilino de Los Pinos de nuevo sale a cuadro para anunciar que decidió que a partir de hoy estaré haciendo totalmente abierta mi declaración patrimonial porque, según dijo, sin tener obligación para ello, es más importante la confianza de los mexicanos que el derecho a la confidencialidad.
Con arrojo, pues. Lamentablemente a los guionistas de la fábrica de sueños (y de casas) se les olvidó que en eso de la declaración patrimonial el actor protagónico está en mora, pues ha incumplido uno de sus principales compromisos de campaña, es decir, cuando el candidato tricolor que hoy despacha en Los Pinos se autoimpuso la obligación ética de divulgar puntual y públicamente su declaración patrimonial, porque queremos ser ejemplo ante la ciudadanía.
De hecho, el propio Enrique Peña Nieto lo recordó en un discurso pronunciado en Palacio Nacional el 16 de enero de 2013, cuando en monárquico evento (Cumplimiento de la declaración patrimonial pública de inicio de gobierno, es decir, con lo que acumuló hasta la toma de posesión) dijo lo siguiente (se respeta sintaxis): estoy cumpliendo, también, con uno de los compromisos que hiciera en mi campaña. Hoy quiero recordar que justamente el 30 de marzo, cuando inicié mi campaña política para competir por la Presidencia de la República, en la ciudad de Guadalajara firmé un compromiso que a la letra dice: cada año hacer pública la declaración patrimonial del Presidente de la República y la de todos los mandos superiores del gobierno federal.
Cumplió, según dijo, no sólo con un mandato legal, sino, también con una obligación ética que normará los actos de quienes somos parte de este equipo de trabajo dentro del gobierno de la República, que tiene que ver con la rendición de cuentas. Sobre todo, reafirmo mi convicción democrática de conducirme con absoluta transparencia en el ejercicio de la elevada responsabilidad, y la más honrosa que he tenido en mi carrera política, de servir a todos los mexicanos como Presidente de la República.
Y el toque final: Queremos ser ejemplo ante la ciudadanía. Queremos asegurarnos de que el combate a la corrupción, un cáncer que lamentablemente no sólo afecta y es privativo de los órdenes públicos, también del ámbito privado, pero toca y corresponde al gobierno establecer un ejemplo claro para con quienes son parte del gobierno y, sobre todo, que eso pueda permear el ejemplo, en responsabilidad, en conducta apegada a derecho y a ética para el resto de la sociedad.
Bien, pero la obligación ética y el compromiso firmado quedó en el aire, porque casi dos años después de aquel pomposo evento en Palacio Nacional, el señor que quiere ser un ejemplo ante la ciudadanía no publicó su declaración patrimonial 2013 (la citada líneas arriba correspondió a lo que tenía al llegar a Los Pinos, el primero de diciembre de 2012), y debió hacerlo a más tardar en mayo de 2014, como establece la ley respectiva. Pero tuvo que transmitirse el capítulo de La señora de la casa y armarse el escándalo respectivo (incluido el tren México-Querétaro) para que (una vez que la protagónica femenina salió al aire) los libretistas del culebrón decidieran sacar a cuadro al protagónico masculino para que éste dijera que ahora sí, se los juro, he decidido hacer pública la totalidad de mi declaración patrimonial. Por cierto, en ella debe incluir el inventario de su cónyuge, según lo obliga la ley.
No se sabe si lo anterior forma parte del afán orquestado por desestabilizar y por oponerse al proyecto de nación, pero lo cierto es que a la hora de teclear estas líneas (18:45 del 19 de noviembre de 2014) tal declaración no se encontraba en la página oficial de la Presidencia de la República (tal vez la divulgue en el noticiero de Televisa). Sólo apareció la publicada en enero de 2013, la cual, dicho sea de paso, en su momento motivó severas críticas por tratarse de una información trunca. De hecho, la entonces comisionada presidenta del Ifai, Jacqueline Peschard, se dijo sorprendida porque no incluyó el valor de sus propiedades. Y para redondear, el documento de enero de 2013 fue el mismo que EPN divulgó en 2011, en el que también omitió el valor de sus bienes.
Por lo que toca a la señora de la casa, el culebrón le ha significado no sólo pérdida de imagen, sino de dinero, porque aunque ella asegura que las casas de Las Lomas las adquirió legalmente, con dinero propio y que nada tiene que esconder, finalmente anunció que pondría en venta las propiedades, porque yo no quiero que esto siga siendo pretexto para ofender y difamar a mi familia. Lo que todos preguntamos es por qué vende algo que es, como dice, transparente y legalmente suyo, sobre todo cuando su conocido Juan Armando Hinojosa (el contratista de Peña Nieto, y es de suponer que lo conoció por el marido) le dio excelentes condiciones para su crédito hipotecario, con una tasa de interés anual de 9 por ciento (cuando por aquellas fechas andaban por 15 o 16 por ciento) y ninguna garantía salvo los pagarés (los bancos exigen garantías por el equivalente a dos o tres tantos el monto del crédito).



Es cierto: en el momento presente algunos apuestan por la desestabilización del país. Son los que desean que la presidencia de Enrique Peña Nieto se venga abajo en medio de un estruendo violento y desastroso en el que corra sangre, proliferen los incendios y se generalice el caos; los que pescan a río revuelto; los que desprecian la legalidad y la consideran una trampa engañabobos; quienes han alentado desde hace muchos años el terrorismo y la imposición en México de la ley de la jungla.
El propio Peña Nieto, a conciencia o sin saberlo, ha colaborado activamente con ellos y ha servido a sus intereses. Es difícil imaginar una tarea más desestabilizadora que la monstruosa adulteración constitucional emprendida por el mexiquense: el quitar los derechos laborales a los trabajadores, rematar al mejor postor los espacios de soberanía nacional que son las frecuencias radioeléctricas, acotar a trasmano el derecho de los mexicanos a una educación pública, gratuita y de calidad y, sobre todo, entregar las industrias eléctrica y petrolera a los buitres trasnacionales, ante cuya voracidad quedaron en el desamparo comuneros, ejidatarios y pequeños propietarios, constituyeron acciones profundamente desestabilizadoras; fueron una subversión del pacto social establecido, una puñalada a la certeza jurídica, un ataque en regla a la soberanía nacional y una incitación a la violencia de los poderes fácticos en contra de la sociedad. Y, al igual que la mayor parte de las operaciones de sedición, éstas no exhibieron sus efectos de inmediato. Parecían marchar por el camino del éxito.
Pero, para ser justos, ha de reconocerse que Peña no fue el primero ni el más importante de entre quienes han venido trabajando para socavar el orden, la paz social, la convivencia armónica y el imperio de la legalidad en el país. En realidad, esta misión histórica empezó hace mucho tiempo, en los años 80 del siglo pasado, cuando los subversivos tomaron por asalto el poder institucional, liquidaron la condición de árbitro de los conflictos que ostentaba el gobierno y lo pusieron al servicio de la facción más depredadora y violenta de los dueños del capital nacional y trasnacional: esa que ha sido capaz de convertir en negocio propio la salud, la educación, el sistema fiscal, la seguridad pública, las vialidades, la información, la impartición de justicia, la labor legislativa y otras cosas que, por el bien de la República, nunca deberían ser consideradas negocio.



El planeta más solitario. Pudiera parecer una paradoja, pero en muchas estaciones de esquí existe la práctica preventiva de provocar avalanchas controladas. Su finalidad es evitar la acumulación excesiva de nieve en sitios determinados y evitar así que un alud descontrolado provoque mayores destrozos. En Fuerza mayor (Turist), segundo largometraje de ficción del también documentalista sueco Ruben Östlund, una avalancha verdadera, que los vacacionistas confunden con una operación controlada y sin riesgos, es el detonador de una violenta crisis sentimental en un matrimonio. El realizador opone con astucia una primera calma ficticia (avalancha controlada, armonía familiar) y la súbita declaración de una catástrofe (el alud inesperado, una crisis conyugal de consecuencias imprevisibles).
Aunque la avalancha apenas roza a los turistas, en ese momento de confusión y peligro Ebba (Lisa Loven Kongsli), esposa de Tomas (Johannes Bah Kuhnke), advierte la momentánea huida de su marido y su inexplicable abandono de sus responsabilidades. Este episodio lamentable envenena la relación, provoca una reacción en cadena cuando Ebba expone el hecho a los amigos comunes, y precipita en Tomas un colapso nervioso a partir de frustraciones y culpas en apariencia irreparables.


 

En el contexto de los señalamientos públicos por la residencia de Las Lomas de Chapultepec, cuya construcción contrató la esposa del presidente Enrique Peña Nieto, éste anunció ayer que en el ánimo de realmente ganar la confianza de la sociedad hará pública la totalidad de su declaración patrimonial, lo que presentó como una renuncia a su derecho a la confidencialidad. Por otro lado, ayer mismo Angélica Rivera de Peña presentó públicamente su versión de las circunstancias de propiedad de la llamada Casa Blanca y de sus otros inmuebles.

Maestros anuncian que se unen a marcha por normalistas
La desaparición forzada de 43 estudiantes normalistas es la gota que ha derramado el vaso de la inconformidad de vastos sectores de la población. Estos gravísimos hechos se suman a la inminente entrega de nuestros recursos energéticos y naturales al extranjero. A ello se agrega la corrupción galopante que derivó en adjudicaciones directas y licitaciones a modo para premiar a empresas favoritas del gobierno, y el colmo es la cuestionada adquisición de una lujosa residencia por la esposa del titular del Ejecutivo, todo esto es la verdadera causa de la desestabilización de la vida nacional.

El Presidente ha dicho que hay planes de desestabilización en marcha, cuyo objetivo es detener el avance del país. No identificó a los conspiradores; se limitó a denunciarlos públicamente, aunque también les advirtió que echaría mano de los recursos a su disposición para detenerlos. Hacía mucho tiempo que no escuchábamos un argumento que en forma casi rutinaria utilizaban los presidentes de extracción priísta para deslegitimar a la oposición. Hoy, la mayoría de las oposiciones son legales y legítimas: actúan conforme a la ley y son auténticamente representativas de corrientes políticas presentes en la sociedad. Tal vez por eso la declaración presidencial sonó tan extravagante. Hay corrientes de oposición que rechazan las vías legales, y que han optado por la acción directa. No obstante, están a la vista de todos. Sabemos de la existencia de grupos guerrilleros; sabemos que acciones del crimen organizado erosionan el tejido social y desestabilizan las instituciones; también, que hay grupos de anarquistas que vandalizan oficinas públicas y negocios privados. No sabemos quiénes son, pero actúan a plena luz del día. Además, existe un amplio movimiento anarquista internacional al que probablemente pertenecen los grupos mexicanos. Sus tácticas y sus objetivos son públicos.

En la primera quincena de noviembre, de Pekín a Brisbane, los líderes económicos de los países y territorios del círculo del Pacífico asiático y, en seguida, los líderes políticos de las 20 mayores economías del mundo, se reunieron en dos cumbres sucesivas. Muchos de ellos sólo se trasladaron de una a otra sede, lo que facilitó su asistencia a las dos. En ambas llamó más la atención lo dicho en forma directa –cara a cara– en pasillos y encuentros informales que en las salas de reunión, por intermedio de los intérpretes. Se cuentan éstas de APEC y el G-20, sobre todo la segunda, entre las más tensas y ásperas de que se guarde memoria. Una muestra: “Creo que sí voy a estrecharle la mano –dijo Stephen Harper, el primer ministro canadiense, según varios despachos coincidentes, cuando el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, se aproximó a saludarlo–, pero lo único que quiero decirle es que usted debe salirse de Ucrania”. Casi todos los análisis recientes de la coyuntura mundial han subrayado que las crecientes tensiones geopolíticas se han constituido, junto con los cada vez mayores niveles de desigualdad, en la principal amenaza a la estabilidad sistémica y, de hecho, a la paz y seguridad internacionales.

La autonomía de la UNAM no significa extraterritorialidad. Ésta la tienen las embajadas de países extranjeros, no nuestra casa de estudios. Esto quiere decir que por sus instalaciones puede circular cualquiera, entrar y salir, siempre y cuando no dañe a la institución y a sus miembros, ni física ni moralmente. Se daña a la institución cuando elementos extraños a ella (o propios) impiden sus actividades normales (enseñanza, investigación y difusión de la cultura) en absoluta libertad y pluralidad. La UNAM es, por definición, un espacio en el que se garantizan las libertades de pensamiento, de expresión y de asociación de acuerdo con ciertas normas que ella misma se dicta precisamente por su autonomía.

Mientras los días pasan sin que la sensación de horror disminuya, la tragedia de Iguala deja un rastro de incertidumbre que nos envuelve a todos como sociedad. Es natural que la indignación, la cólera, el rechazo, sean los sentimientos dominantes. La protesta pacífica ganó la partida a la indiferencia y le dio a los padres y familias de las víctimas el derecho a no olvidar, a impedir que, como en otros tiempos, el miedo hiciera la diferencia. Su palabra, irrebatible, no puede acallarse porque sintoniza con la sensibilidad a flor de piel de los jóvenes cuya imagen se refleja en el espejo oscuro de las fosas clandestinas que suman millares en todo el país; con el hartazgo de las promesas incumplidas de quienes disponen del poder, con las urgencias de una sociedad ignorada en sus carencias esenciales y cansada de repetir el juego cansino de las libertades aparentes. Iguala es la expresión del país que somos aunque ni ella ni Ayotzinapa existan en el imaginario de los que dominan o sean sólo una nota negativa pero pasajera en la gran prensa global. La tragedia radica en la crueldad de los asesinatos a sangre fría, y más aún en la ceguera que impidió evitarlos a pesar de los ríos de recursos y vidas, en la increíble capacidad de dormir tranquilos cuando ya se sabe que bajo nuestros pies yacen decenas de miles sacrificados en la guerra contra el Mal.

Arde Jerusalén y la rabia se extiende a toda Palestina. Israel, con el apoyo invariable de Estados Unidos y sus acólitos, alega como siempre que la violencia terrorista de los palestinos es la causa de sus masivas e ilegales medidas represivas contra estos. Otra cortina de humo reproducida por el ejército mediático imperialista. Sí ha habido actos de violencia individual de palestinos hartos de la ocupación y sus abusos que han costado vidas israelíes, pero analicemos en qué contexto.

México se encuentra en un momento decisivo. Desde hace tiempo prevalece en muchas zonas del país una situación en la que ha desaparecido el estado de derecho. La tesis de un estado fallido, frecuentemente usada para describir las condiciones generales existentes durante la última administración panista, puede seguirse utilizando dada la persistencia de lo que resultan ya regularidades nacionales, en las que se presentan desapariciones como la de Ayotzinapa, y lo que se ha llegado a describir como evidentes masacres en el caso de Tlatlaya.
En 1991 nos visitó Bioy Casares. Hubo algunas presentaciones, una en la Facultad de Filosofía y Letras en la que participé. Leí un texto que reinscribo en parte aquí, modificado; quizá sea interesante recordarlo, ahora que recientemente se conmemoró un aniversario de su muerte, el 15 de septiembre de 1999.

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