Magdalena Gómez
El
pasado 15 de noviembre culminó el capítulo México del Tribunal
Permanente de los Pueblos con la emisión de la sentencia en su
audiencia final. Durante tres años se celebraron 10 audiencias
temáticas y transtemáticas (producto, a su vez, de 40 preaudiencias),
la participación de cerca de mil organizaciones de diverso nivel
incluyó miles de personas, y los casos presentados colocaron en tela de
juicio la obligatoriedad de los tratados económico-comerciales y
mostraron la abierta violación de los derechos humanos y de los
pueblos. Este proceso que refleja la sentencia dio cuenta de que las
amenazas y agravios se refieren tanto a violación a los derechos de los
pueblos a una vida digna, a la relación con la naturaleza y la
destrucción ambiental, como a las condiciones de desigualdad,
precarización y pobreza que suponen un conjunto de condiciones de
deterioro de las condiciones de vida, así como las formas de violencia
directa contra las personas, las comunidades, defensores de derechos
humanos, las mujeres o periodistas. Asimismo, se anotó que México se ha
convertido en un país de frontera en la que miles de migrantes,
centroamericanos especialmente, son convertidos en mercancía,
extorsionados por redes de criminalidad o agentes del Estado. El
derecho, se indicó, ha perdido su papel protector y se convirtió en una
forma de desviación que expropia el poder a la población mexicana y lo
deposita en los acuerdos comerciales, la presión de trasnacionales o
los intereses de las elites económicas.
Muy singular fue la reflexión
sobre la política exterior mexicana que se distinguió por mantener una
voz propia, con mucha frecuencia asociada a las opciones de mayor
progreso social y, sin embargo, la realidad interna del país aparece
cubierta, ninguna organización externa la tiene en su agenda. Tras una
detallada calificación jurídica de los crímenes de lesa humanidad y del
conjunto de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales
violados sistemáticamente, las juezas y jueces del TPP ubicaron cuatro
agentes con responsabilidad: El Estado mexicano, las empresas
trasnacionales, los terceros estados de origen de las empresas y el
sistema de la ONU a través de instituciones como el FMI, el Banco
Mundial y la OMC. El TPP resolvió remitir el expediente, dictamen y
recomendaciones no solamente a las instituciones de gobierno, sino
también, para que actúen en consecuencia con sus competencias,
facultades y atribuciones, a las siguientes personas e instituciones:
fiscal de la Corte Penal Internacional, Consejo Económico y Social de
las Naciones Unidas, Organos convencionales de control de los convenios
internacionales de derechos humanos, Consejo de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas, Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Comisión y Corte
Interamericana de Derechos Humanos, presidente de la de la Suprema
Corte de Justicia, gobiernos de los estados miembros, Comisión y
Parlamento de la Unión Europea. También se anota entre las
recomendaciones a la sociedad civil internacional y nacional la
necesaria refundación de México, con una serie de elementos que son
ciertamente indicativos pues el tema demanda la más amplia discusión y
participación de todas las fuerzas sociales.
La síntesis de esta sentencia se anunció con la contundente reflexión inicial bajo la sombra de Ayotzinapa:
Con todo el impacto del dolor y la documentada participación de agentes y connivencia de los poderes públicos, los hechos de Ayotzinapa no constituyen apenas un capítulo más en el largo listado de violaciones de los derechos a la dignidad y a la vida de los pueblos de México: son la expresión dramática, real y simbólica, de la actualidad y de la significación de las propuestas del TPP. Este dictamen quiere ser parte integrante de la movilización y de la lucha que se están manifestando en todo el país: el juicio que aquí se presenta sobre causas y responsables se aplica desde ahora también como condena a los autores de los hechos de Ayotzinapa y como exigencia de vida y justicia de quienes en este momento siguen desaparecidos. Todo aquello que se ha documentado tan trabajosamente durante tres años de labor del tribunal se condensó en Iguala en unas horas de barbarie. Y en ese reino de la impunidad que es el México de hoy, hay homicidios sin asesinos, torturas sin torturadores, violencia sexual sin abusadores, en una desviación permanente de responsabilidad en la que pareciera que los miles y miles de masacres, asesinatos y violaciones sistemáticas a los derechos de los pueblos son siempre hechos aislados o situaciones marginales y no verdaderos crímenes en los que tiene responsabilidad el Estado.
No cabe duda, el proceso del Tribunal Permanente de los Pueblos
capítulo México es un referente ético-político y un aporte básico para
orientar la continuidad de la lucha contra los efectos del libre
comercio y la impunidad que expresa a la violencia estructural.
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