Tiempo Argentino
El
jefe de Estado mexicano enfrenta un creciente descontento a raíz del no
esclarecimiento del caso de los 43 jóvenes desaparecidos. La extendida
violencia del narco y las masivas movilizaciones salpican aún más su
convulsionado momento político. Para el próximo 20 de noviembre una
treintena de organizaciones sindicales, sociales y políticas convoca a
una nueva marcha nacional al Zócalo (en el Distrito Federal).
El
jefe de Estado mexicano enfrenta un creciente descontento a raíz del no
esclarecimiento del caso de los 43 jóvenes desaparecidos. La extendida
violencia del narco y las masivas movilizaciones salpican aún más su
convulsionado momento político. Para el próximo 20 de noviembre una
treintena de organizaciones sindicales, sociales y políticas convoca a
una nueva marcha nacional al Zócalo (en el Distrito Federal).
Hace una semana, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF)
confirmó que, hasta el momento, ninguno de los restos humanos hallados
en Iguala y Cocula corresponde a alguno de los 43 estudiantes
desaparecidos en septiembre pasado. Hay que recordar que el EAAF es el
único organismo confiable para los padres de los jóvenes, visto y
considerando los reparos que estos ponen sobre el propio accionar de la
Procuradoría General de la República. "El gobierno federal quiere
cerrar el caso diciendo que están muertos, lo cual no aceptamos", dijo
días atrás José Solano, vocero de la Escuela Normal de Ayotzinapa.
Como cabeza del gobierno, Peña Nieto es el principal blanco de las
movilizaciones en relación con la desaparición de los normalistas, que
se siguen expandiendo por el país. Se mezclan allí dos sensaciones:
indignación frente al lento accionar del Ejecutivo y la justicia –tal
como muestran las violentas irrupciones a sedes del oficialista PRI y
del opositor PAN en el estado de Guerrero– pero también tristeza y
congoja, posiblemente los dos sentimientos más visibles en las marchas
que, durante estas semanas, han inundado el Zócalo en pedido de
aparición con vida de los jóvenes.
Mientras esto sucede, el
presidente viene de realizar una extensa gira internacional –casi una
semana, con primera escala en China y segunda en Australia–, que ha
suscitado numerosos repudios locales: el cuestionamiento no ha sido a
dichos encuentros en específico –el foro de APEC y la reunión del G-20,
privilegiados encuentros de la política internacional–, sino al momento
en el que Peña Nieto emprendió este viaje. ¿Cuál fue el cálculo de los
asesores presidenciales? Intentar con este raid internacional apaciguar
los ánimos, esperando desviar la atención de la opinión pública y,
especialmente, de los medios masivos de comunicación, con la cobertura
de Peña Nieto en su encuentro con líderes internacionales. Más bien ha
sucedido lo contrario, tal como lo demuestran los hechos que se han
desatado en el sur del país, donde incluso fue tomado el aeropuerto de
Acapulco. Se le sigue recriminando al presidente haber abandonado el
país en un momento de alta convulsión, donde los padres de los
estudiantes precisaban –y aún precisan hoy– mayores respuestas.
La revista británica The Economist,
en tanto, publicó esta semana una columna titulada "De mal en peor", en
la que se habla de un Estado mexicano sumido en la "inacción". Allí se
afirma que "en medio de la peor crisis de la presidencia de Peña Nieto,
causada por la desaparición de los 43 estudiantes, su círculo íntimo ha
intentado proyectar una imagen de calma", lo que se ha confundido con
una imagen de inacción. El fino límite entre la serenidad y la
inactividad le está pasando factura a los índices de aprobación del
presidente mexicano.
Un dato adicional que muestra la gravedad
de la situación: el permanente descubrimiento de fosas comunes en
Iguala revela que, si bien los estudiantes no han sido hallados, sí
asistimos a otros asesinatos en ese territorio, asolado por la
violencia narco. Este es uno de los principales elementos de la difícil
situación que vive México, y que por estos días esmerila la imagen
presidencial: el no poder dar respuestas concretas a una situación que
a todas luces se ha desmadrado.
Al momento de escribir estas
líneas se comienza a desarrollar una convocatoria, ideada por más de 30
organizaciones sociales, sindicales y políticas, para realizar una
movilización nacional el próximo jueves en acompañamiento a los
familiares de los normalistas, y como pedido para que las
investigaciones avancen y pueda esclarecerse lo sucedido.
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