Alberto Aziz Nassif
Día con día se empieza a despejar el humo que sale del volcán de la crisis mexicana. Una erupción volcánica es “una emisión violenta en la superficie terrestre de materias procedentes del interior del volcán”. Las heridas de un país en donde la sangre y la violencia se han desparramado durante años, ha llegado a un nivel intolerable con Ayotzinapa, que hizo erupción.
La conferencia de prensa del procurador sobre los 43 normalistas fue completamente insuficiente, incompleta y tardía. Al mismo tiempo, llegaron varios escándalos, la “casa blanca” de la pareja presidencial (vinculación con Televisa), la demanda de corrupción en contra del gobernador de Chihuahua, César Duarte, la cancelación del contrato del tren México-Querétaro, que costará casi 600 millones de pesos del erario público por incumplimiento de contrato, y la sospecha sobre la asociación del presidente Peña con su constructor favorito (Grupo Higa). ¿Quién se hace responsable por los crímenes y la impunidad? ¿Quién rinde cuentas sobre el uso patrimonial de los recursos de todos? Silencio, no hay respuesta.
El Estado mexicano se fue debilitando y se transformó en un territorio ocupado por intereses económicos y criminales; la regulación cedió la plaza a los monopolios; la impunidad se extendió y la corrupción creció sin contención. Durante los primeros dos años del gobierno de Peña Nieto se llegó a considerar que la ola reformadora podría regresarle el rumbo al Estado con un proyecto que prometió el cambio y el movimiento. Hoy después de cincuenta días de la erupción de la crisis el panorama es completamente diferente. Las expectativas internas y externas se han movido y las promesas de cambio se han esfumado. Cambiaron los tiempos del ejercicio de poder en este sexenio. Como dijo Carmen Aristegui estamos en la “temprana debacle de EPN”. A Salinas se le deshizo el gobierno en el último año de su gobierno, pero Peña sólo llegó al segundo informe, porque después hizo erupción de la crisis.
Antes de Ayotzinapa ya se alcanzaba a ver un hilo delgado que unía muchos acontecimientos: el fin de la estrategia pactista; un resultado gatopardista de las reformas, en donde todo se había movido, aparentemente, para que todo siguiera más o menos igual, con reformas constitucionales, pero con la recuperación de las inercias del poder en las reglas secundarias; con instituciones autónomas en la letra, pero capturadas en realidad. Se dijo que se combatirían los monopolios, pero en realidad se maniobró para no afectarlos. Se dijo que se aplicaría la ley, pero los intereses de las grandes empresas siguieron con la captura de los organismos reguladores. El regreso del PRI.
Después de Ayotzinapa, ya sabemos que el gobierno ha perdido el rumbo, la iniciativa y la imagen de eficiencia. Ya sabemos que la propaganda para tapar la erupción de la crisis de violencia, impunidad y corrupción es completamente insuficiente. Ahora ha llegado la hora de los lamentos, el Presidente que se dice “afligido”, pero sigue con su desgastado discurso; el PRD pide perdón, pero sigue igual; Cárdenas demanda la renuncia de Navarrete y se acerca el desmoronamiento de ese partido. Quizá desde la sociedad civil movilizada tendrá que venir la respuesta. No se puede perder la oportunidad y el empuje que ha generado Ayotzinapa. Muchas voces apuntan hacia la reconstrucción del Estado de derecho para combatir la impunidad y la corrupción. Es indispensable generar una estructura confiable de seguridad pública que modifique los parámetros de la ineficiente estrategia actual de combate al crimen organizado. Urge tener jueces, policías, ministerios públicos independientes y con vocación para impartir justicia. Es indispensable recuperar la agenda social y reventar la burbuja de privilegios y oportunismo en la que viven los partidos políticos que ya huele a podrido.
No hay novedades para saber qué cambios se necesitan, lo que no hay son actores que los lleven a cabo. Una esperanza moderada es que los actuales movimientos puedan reventar la inercia y el confort en el que viven los políticos. Si no se rompe el contubernio de intereses entre dinero, política y crimen, no se podrá enfrentar la impunidad…
Investigador del CIESAS.
@AzizNassif
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