Rasgos estructurales y sistémicos del Estado mexicano
¡Fue el Estado!, fue un crimen de Estado! El Estado nacional mexicano,
como todo Estado, es la entidad estructural-superestructural que tiene
el control y el poder legal formal para “regular” el funcionamiento de
sí mismo y de la sociedad en general; por eso forma un gobierno
coordinador de las fueras productivas materiales y objetivas y de las
sociales subjetivas [1]. No sólo cuenta con el monopolio de
fuerza contenedora, disuasoria y represora de las protestas sociales y
de lo que considere que sale o excede su “estado de derecho”, sino que
en sus funciones de gobierno cuenta con otros aparatos, instituciones y
relaciones económicas, políticas, legislativas, disciplinarias,
jurídicas, culturales y educativas (en el caso mexicano de los 3
niveles de gobierno: federal, estatal y municipal), que le sirven como
correas y lubricantes del status quo de clases. Digo esto casi como una perogrullada para recalcar su capacidad estructural y sistémica.
Ahora bien, junto y dentro de estos aparatos, instituciones y
relaciones formales del Estado, también participan junto y dentro de
sus entrañas de monstruo, otros y otras que aparentemente quedan fuera
de él. Pero resulta que, fuertemente, a partir de los acontecimientos
de Iguala-Ayotzinapa y de la coyuntura que se abrió, se ha cínicamente
evidenciado para buena parte de la población mexicana que existen y
están aceleradamente activos aparatos, instituciones y relaciones
informales, semi-clandestinas y clandestinas de diversa índole. Entre
los que destacan los mercados negros y criminales (especialmente el del
narcotráfico) [2].
El Estado ultraneoliberal y subordinado
Igualmente, el Estado mexicano desde hace 32 años, se instituyó como un
Estado excesivamente neoliberalizado, en efecto, se trata del Estado
que más ha vendido (rematado) empresas paraestatales y gubernamentales,
que más ha debilitado su poder asociado a la economía; ha desarrollado
a nivel interno: corrupción, militarización y colusión con las
relaciones e intereses oligárquicos, mediáticos y de los mercados
criminales. Por otro lado a nivel externo: su atroz sometimiento a los
dictados y supra-hilos del capitalismo trasnacional imperialista y sus
organismos mundiales como el FMI, el BM, el BID, la OMC y OCDE. En este
sentido destaca el hecho de que el Estado mexicano es el que más ha
abierto sus aduanas a las trasnacionales del capital mundial a través
de los «acuerdos internacionales de libre comercio», principalmente el
TLCAN con los Estados Unidos [3].
Se ha discutido si se
trata de un Estado fallido, y creemos que no, pues como Estado
capitalista, su carácter clasista lo ha cumplido más que bien al
fomentar y generar las relaciones y mercados capitalistas, las
privatizaciones y la libre circulación de mercancías de todo tipo
(legales e ilegales). Se trata de un Estado mexicano descarada y
salvajemente cumplidor a nivel interno y a nivel externo, y, por tanto,
como entidad e instrumento burgués.
También se ha planteado que se trata de un semiEstado por su situación de humillante subordinación a los dictat
imperialistas y trasnacionales, pero creemos que no, que el Estado
mexicano simplemente es una Estado que ha aceptado y asumido de manera
fuertemente subordinada desde el gobierno y sus otras instituciones de
dominio formales e informales, la dictadura neoliberal internacional;
es decir, que ha cedido soberanía y nacionalismo por conveniencia
propia, mejor dicho, por conveniencia de su principal burguesía
dependentista y desnacionalizadora (traicionera), y eso lo ha
convertido en estos 32 años en un neoliberato a lo interno y en un
Estado títere en sus vínculos con el capital mundial dominante.
Específicamente el Estado mexicano y su gobierno central han demostrado
que no solo a nivel económico, sino en los niveles político, militar,
policíaco y de seguridad nacional existe una dependencia subordinada al
imperialismo yanqui. Y eso lo vemos claramente reflejado en los últimos
años con planes militares conjuntos (con la batuta norteamericana) e
incluso en días recientes lo corroboramos con las intervenciones de
funcionarios del gobierno de Estados Unidos para ayudar en las
investigaciones de las desapariciones forzadas y para dictar e incidir
en políticas a seguir para poner orden a las protestas por los muertos
y desaparecidos de Iguala-Ayotzinapa.
Caracterización como Estado corrupto narco-criminal y policíaco-militar
Se trata de un Estado corrupto y mafioso, de un narco Estado criminal,
militarizado y policíaco que usa una estrategia deliberada sistemática
y generalizada de los diferentes cuerpos policíacos y las fuerzas
armadas para desmovilizar e intimidar a los grupos disidentes en medio
de una impunidad casi total. Los poderes políticos, militares,
policíacos, jurídicos y legislativos formales, enfáticamente se
encuentran cancerados por la corrupción y la podredumbre del poder y
del dinero. Las graves situaciones recientes en México –el juvenicidio
de Iguala por parte de la policía municipal y el cártel “guerreros
unidos” y el otro juvenicidio de un grupo de supuestos narcos a manos
del ejército mexicano en Atlatlaya, Estado de México– así lo vuelven a
corroborar [4]. Todas las agencias formales del Estado padecen
del mismo veneno: El gobierno del retorno priísta (después de más de 70
años de autoritarismo), la Presidencia de la República, la Suprema
Corte de Justicia, la Procuraduría General de la República, el ejército
y sus batallones, los gobiernos estatales, las cámaras legislativas,
las diversas corporaciones de policías, los gobiernos municipales y los
partidos políticos oficiales. Particularmente en la coyuntura
Iguala-Ayotzinapa todos se han exhibido en sus actuaciones corruptas y
miserables. Respecto de estos últimos León García Soler ha señalado:
“no hay partido alguno que no haya sido debilitado, disminuido,
exhibido con crudeza como cómplice por acción y omisión de la muerte de
jóvenes pobres, normalistas rurales” [5], y lo mismo podemos decir de todos los demás aparatos.
Estado-nación Forbes
Y es a todos estos feroces entramados legales e ilegales, visibles e
invisibles, internos y externos de los poderes, las estructuras y las
relaciones del Estado mexicano al que nos enfrentamos en esta coyuntura
la nación-pueblo, la sociedad-pueblo, los proletarios y oprimidos, los
de abajo, pues, de México. Un pueblo viviendo en una desigualdad
escandalosa [6], envuelto en condiciones de vida degradantes y
en violencias que corroen el tejido social de los de abajo. Nada más
para destacar los contrastes ofrecemos algunos datos significativos:
Por un lado: 34 multimillonarios de Forbes y el primero o segundo más rico del mundo [7],
salarios de los más altos del mundo (“mega salarios” se ha dicho, que
incluso rebasan los de países del primer mundo) para el presidente,
secretarios de estado, gobernadores, presidentes municipales,
magistrados de las cortes de justica, diputados y funcionarios de las
instituciones electorales, entre otros. Al mismo tiempo las bandas del
crimen organizado y de narcotraficantes más violentas y sanguinarias
del planeta.
Por el otro lado: Primeros lugares en cantidad
de desaparecidos, cantidad de secuestros, cantidad de migrantes y de
tránsito de migrantes con desaparecidos y asesinados [8], también primeros lugares en violencia escolar en primarias y secundarias (principalmente) [9].
Primeros lugares en desnutridos, consumidores de azúcar blanca, en
bebedores de refrescos gaseosos, en obesos, en diabéticos y en
alcoholismo.
Las resistencias en 32 años
Eso
no quiere decir que los mexicanos en estos 32 años de dictadura
neoliberal no hayamos generado y desplayado movilizaciones y
movimientos sociales, políticos populares y culturales de envergadura y
de gran importancia en las experiencias de lucha, de protesta, de
resistencia y de organización antineoliberal y anticapitalista. Estos
han sido principalmente defensivos (varios de ellos puestos en la
“ilegalidad” por el Estado-gobierno) respecto a la ola de
privatizaciones, despojos, pillajes, fraudes, inseguridades,
asesinatos, desapariciones, arrasamientos y degradaciones
(medioambientales y ecológicas). Tenemos 13 de ellos de los más
significativos: Movilización y movimiento cívico-solidario y político
en torno a los sismos de 1985; movimiento y conflicto
político-organizacional en torno a las elecciones presidenciales y el
fraude de 1988, movimiento indígena, campesino y de la sociedad civil a
partir y en torno al levantamiento-insurrección armado neozapatista en
1994; movimiento y conflicto político-organizacional en torno a las
elecciones presidenciales y al fraude electoral de 2006; movimiento en
defensa de los ejidos y en resistencia a la construcción de un
aeropuerto en el pueblo de San salvador Atenco, Texcoco, Estado de
México, en 2006; movimiento, lucha y conflicto
laboral-político-organizacional-regional en torno al autoritarismo
represivo del gobernador de Oaxaca Ulises Ruiz, en 2006; construcción
organizacional y lucha de la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales
que se constituyó en 2008; movimiento por la justicia contra la
impunidad por el caso del incendio de la guardería ABC en Sonora en
2009; movimiento de protesta y organizacional por la paz con justicia y
dignidad 2011-2012; movimiento y lucha estudiantil-juvenil (y de
académicos #yosoy132 por los derechos democráticos y la democratización
de los medios electrónicos y la imposición del presidente Enrique Peña
Nieto en 2012; movimiento, lucha y conflicto de las policías y guardias
comunitarias y civiles y los grupos de autodefensa y autoprotección
popular en varios estados de México (principalmente Michoacán y
Guerrero) evidenciados en 2013 [10]; movimiento de organización
política Morena en 2013; y, finalmente, el movimiento de protesta y
rebeldía estudiantil y popular a raíz de la masacre y de los
desaparición forzada en Iguala, Guerrero, de estudiantes normalistas de
Ayotzinapa [11].
Hasta antes de esta movilización y
movimiento de Iguala-Ayotzinapa, a pesar de todos estas movilizaciones
y movimientos significativos (y otros más) que son históricamente
recuperables para la memoria, la experiencia y praxis de lucha de hoy,
todos los anteriores (varios de ellos todavía en curso) han sido
insuficientes para las tareas de terminar con el neoliberato y
transformar profundamente el actual Estado-gobierno putrefacto. En
vistas a no repetir estas limitaciones en esta coyuntura se hace
urgente una revalorización crítica y reflexiva de ésta.
Se
nos plantea asimismo a los grupos y fuerzas populares el inmenso reto
del qué hacer y del cómo hacer para llevar a cabo estas tareas hoy más
que nunca urgentes ante el desnudamiento del Estado-gobierno
Forbes-criminal.
Acciones y efectos en la coyuntura Iguala-Ayotzinapa
¡Vivos se los llevaron!, ¡Vivos los queremos! Es importante
reconsiderar que hasta la fecha se han hecho múltiples y variadas
actividades para exigir castigo a los culpables y la presentación y el
rescate y la presentación inmediata de los estudiantes desaparecidos
forzados. También variadas acciones para solidarizarse con las demandas
de los familiares de los normalistas y para repudiar los hechos, para
denunciar a los implicados por acción y por omisión, para demostrar el
hartazgo contra el régimen y para demostrar sed de justicia de todos
los crímenes donde están implicadas autoridades y bandas
narcocriminales, etc.
Se han emprendido campañas para exigir
renuncias de funcionarios de todos los niveles: desde alcaldes,
gobernadores, encargados de las áreas de gobierno central como el
procurador, el secretario de gobierno hasta llegar al propio presidente
Enrique Peña Nieto. La mayoría de las acciones han sido importantes y
necesarias en su momento y bajo las condiciones que se han venido
desarrollando, sobre todo las más masivas y colectivas: las marchas,
paros estudiantiles, los mítines con performances, la toma de
radiodifusoras y televisoras, los bloqueos de calles y accesos, la toma
de casetas, las caravanas, las clausuras simbólicas y los brigadeos,
las cartas, artículos, los desplegados e inserciones con proclamas en
los periódicos, etc; también ha habido otros actos cuasi-espontáneos y
creativos como los que han aparecido en festivales, espectáculos
deportivos, manifestaciones en plazas públicas y embajadas, etc. Otras
acciones como las quemas de edificios públicos y otras instalaciones,
saqueos, ordeñas, expropiaciones, repartos populares en centros
comerciales y en camiones distribuidores de industrias y grandes
comercios han sido debatidas, también ha estado la continua y
permanente actividad en las redes virtuales en cuanto a difusión de
textos, carteles, imágenes-memes y videos.
Nos hemos
movilizado y expresado decenas y centenas de miles de ciudadanos
mexicanos, sectores radicalizados, sectores organizados, sectores
indignados: estudiantiles, juveniles, académicos, obreros, campesinos,
colonos, guerrilleros, populares en general en todos los estados de la
república mexicana (y con apoyo de otros miles en diversos países del
planeta). El impacto social y mediático nacional (e internacional ha
sido muy importante al grado que el gobierno de Peña Nieto y Peña Nieto
mismo ha quedado evidenciado y golpeado en su falsa apariencia
democrática y reformadora. A través de dichas movilizaciones y
manifestaciones se ha expresado un memorial y arsenal de indignaciones,
frustraciones, agravios, hartazgos, repudios, críticas y resistencias
acumulados durante más de 30 años de despojos, impunidades,
simulaciones y atropellos del capitalismo neoliberal mexicano y sus
agencias y agentes. Sin embargo, todavía no somos los suficientes,
necesitamos ser millones haciendo acciones concertadas en las calles,
en las plazas, en los pueblos y en los centros educativos y laborales
para las tareas cohesionadoras y transformadoras que el país necesita
para superar el trauma neoliberal, hace falta acumular fuerzas
organizadas y activas y en crecimiento cualitativo de las conciencias
para pendular del lado de los oprimidos y de los de abajo la
correlación de fuerzas vigente hasta antes de esta coyuntura.
Se ha planteado la existencia de una crispación social acumulada y
potenciada por la coyuntura Iguala-Ayotzinapa. Una resistencia social a
la descomunal inseguridad y desigualdad generada por el neoliberato
mexicano. Se ha planteado la existencia de una rebelión ciudadana con
aspectos significativos de desobediencia civil pacífica y no tan
pacífica [12]. Se trata de una efervescencia coyuntural de la
lucha de clases donde varios colectivos, organizaciones, grupos armados
y sectores proletarios y oprimidos han aprovechado esos crímenes de
estado para gritar y exhibir su desesperación y hartazgo y para
manifestar sus deseos y sus anhelos de transformación y para lanzar y
hacer propuestas para terminar con la negra noche o pesadilla del
neoliberalismo mexicano, de sus actuaciones, de sus devastaciones y de
sus horrores. En búsqueda y ensayos, también, de opciones y vías no
electorales, vías de acción civil y de clase.
El empecinamiento y la nueva simulación del neoliberalismo mexicano
A pesar de que la coyuntura Iguala-Ayotzinapa ha puesto al
Estado-gobierno en sus diversos niveles en una situación de exhibición
y le ha causado algunos dolores de cabeza (cansancios e insomnios) por
las repercusiones nacionales e internacionales de demostración de su
ineptitud, de sus redes de corrupción, de su demagogia y de su carácter
de clase; sigue estando fuertemente posicionado en su proyecto
profundizador de su neoliberalismo extremo. En efecto, la clase
política, la burguesía, el gobierno de Peña Nieto y él mismo mantienen
sus estructuras legalizadoras y legitimadoras, siguen presumiendo sus
reformas, mantienen sus elecciones en pie, siguen con sus políticas
aperturistas y en fin, parecen no ceder a los reclamos y exigencias de
modificar sus políticas y/o hacerse a un lado, por ejemplo mediante la
renuncia a seguir ocupando la presidencia de la república por parte del
actual presidente-títere. ¡Que se vayan todos!, ¡Urgente, urgente que
renuncie el presidente!
Y obviamente no va a ceder más allá
de aspectos aislados y menores, pues atrás y delante de su gobierno y
de él como representante y encargado formal del aparato de estado y del
gobierno nacional, están todos los poderes económico-políticos del
capitalismo trasnacional y oligárquico nacional: poderes legales e
ilegales, formales y fácticos.
Ahora ante las presiones
mundiales y nacionales oficiales y no oficiales de sectores que ven
peligrar o disminuir en alguna medida sus propiedades y negocios
económicos y políticos (industriales, comerciantes, hoteleros, elites y
grupos privilegiados de todo pelaje), se prepara para reorganizar sus
recursos simuladores, a empujar otro pacto de seguridad y de gobernanza
con sus aliados económico-políticos: principalmente las fuerzas de la
iniciativa privada y fundamentalmente los partidos políticos
oficializados mayoritarios que se pliegan y aferran al carro el
gobierno neoliberalizado y que aceptan -gustosos y prestos- participar
creyendo que eso puede amainar un poco las protestas. Le apuestan a las
eficacias de la simulación, de la manipulación, del desgaste, de la
dispersión y de la división de los de abajo, y por supuesto le apuestan
a la imposición de la fuerza del Estado.
En búsqueda del salto cualitativo político-organizativo de los de abajo: hacia una Convención Nacional Constituyente
Para que esa efervescencia de la protesta, la resistencia social y del
empuje contra el neoliberalismo no decline y se diluya en
fragmentaciones y acciones aisladas. Pues ya hay muestras de esas
debilidades como el sectarismo, la intolerancia y la incapacidad para
lograr acuerdos consensuados y/o democráticamente decididos (por
ejemplo de las asambleas interuniversitarias de estudiantes). Se impone
la reflexión colectiva y permanente, la organización in crescendo, la
autocrítica y la aceptación de las diferencias para enfatizar y
robustecer las coincidencias
Así, la rabia y la protesta
adolecen de organización y de articulación significativamente
cualitativa de los agraviados, excluidos, oprimidos y explotados a
todos los niveles: locales, municipales, estatales y federales.
Ya no necesitamos ahora más masacrados, más mártires, héroes y
heroínas, más presos, torturados, calcinados, desaparecidos y muertos.
No creo que necesitemos ya las provocaciones, los mesianismos ni los
guerrillerismos.
¡De la indignación a la digna acción!
Necesitamos toda la rabia, la indignación, la experiencia, el
pensamiento y las acciones de la resistencia y de la rebelión
antisistémica pero bajo las confluencias, articulaciones y
convergencias discutidas, debatidas y organizadas. Necesitamos pactos,
acuerdos, asambleas, consejos, frentes, agrupaciones populares. Todas
las diversas luchas y resistencias activas bajo un movimiento nacional
expresado en formas y estructuras de organización a todos los niveles
Construir un gran frente nacional en defensa de la vida (humana y no
humana), la soberanía y el territorio neoliberales. Todo ello coagulado
en el arribo de una Convención, Congreso o Asamblea nacional
constituyente con delegados elegidos en asambleas generales [13]
que construya un renovado plan de lucha y un nuevo proyecto o programa
de nación que sustituya y derribe al actual gobierno-estado
narco-neoliberal: el Estado Forbes policiaco militar y entreguista. Que
cambie al país, sus aparatos, agencias e instituciones. La confección
de una nueva constitución y un nuevo gobierno obrero-campesino y
popular.
Propuestas de acciones confluyentes
Las propuestas concretas de articulación y coordinación de lucha, de
construcción y de rebelión total: Paro nacional cívico y huelga general
nacional obrero-campesina-estudiantil-popular; generalización de las
policías comunitarias y grupos populares de autodefensa apoyados en
grandes movilizaciones; arrebatarle al Estado-gobierno la legalidad y
la legitimidad mediante el abstencionismo políticamente activo y
militante (no participar en las elecciones de 2015); acciones directas
pero masivas y cohesionadas; Construcción de un nuevo pacto social que
tenga como centro indefectible la reapropiación de todos los bienes
nacionales que han sido privatizados, que eche atrás todas las reformas
neoliberales, que enjuicie a los ex-presidentes y los miembros de sus
gabinetes por sus acciones y omisiones en contra de las mujeres y niños
que fueron arteramente asesinados, así como de las mujeres y hombres
secuestrados y desaparecidos (cerca de 30 mil en los últimos 20 años)
de los gobiernos federales, estatales y municipales; libertad de todos
los presos políticos; el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés
Larráizar, Chiapas; la cancelación de todas las concesiones mineras, de
aguas, ríos, aeropuertos, carreteras, tendidos de tuberías, fibras
ópticas y espectros radiomagnético-eléctricos, la reelaboración de los
artículos constitucionales 3 (educativo), 27 (propiedad de tierras y
aguas) y 123 (laboral); reelaboración de todos los códigos donde el
centro no sea la defensa a ultranza de la propiedad privada, sino la
colectiva y social, generación de nuevas formas de gestión y vida en
todos los ámbitos de las relaciones sociales para practicar el “buen
vivir”, alzamiento popular que desconozca y renuncie a este sistema
completo [14].
¿Podremos? ¿Podemos?: ¡Podremos! ¡Podemos!
Notas
[1] Véase Jorge Veraza, “el materialismo histórica en el origen de la familia, la propiedad privada y el Estado de Engels“. En Karl Marx y la técnica desde la perspectiva de la vida, para una teoría marxista de las fuerzas productivas. Editorial itaca, México, 2012, pp. 297-370.
[2]
Raúl Zibechi ha mostrado cómo el narco y la burguesía tienen los mismos
intereses: destruir el tejido social para ser imposible e inviable la
organización popular, véase “No hay diferencia entre narco, burguesía y
élites” en La Jornada, 14 de noviembre de 2014, p. 27.
[3]
Véase el video del investigador Andrés Barreda. Presentación en
Bolivia, “Las fuerzas productivas ancestrales y la geopolítica
mundial”, youtube.com, consulta 12 de noviembre de 2014.
[4]
Ver miguel Ángel Adame Cerón, “ La dictadura neoliberal y la situación
de los jóvenes mexicanos, claves para entender la masacre de
Ayotzinapa”, en Rebelión, 13 de octubre de 2014, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=190752
[5] Véase “La aterradora banalidad del mal” en La Jornada, 9 de noviembre de 2014, p. 18.
[6] La mitad de los mexicanos sobreviven en la pobreza mientras el 1% de la población acumula el 90% de la riqueza nacional.
[7] “Los 35 mexicanos más ricos del mundo”, en Forbes México, diciembre 16 de 2013; cfr. http://www.forbes.com.mx/los-35-mexicanos-mas-ricos/, consulta 10 de noviembre de 2014
[8] Véase Nota de Javier Salinas Cesáreo, “Al menos 30 mil migrantes desaparecidos y 100 mil asesinados en México desde 2006”, en La Jornada. 14 de noviembre de 2014, p. 38.
[9] Véase Miguel Ángel Adame Cerón.: Violencias, bullyings y juegos de la muerte, Editorial Navarra, México, 2014.
[10] Ver Miguel Ángel Adame Cerón: Movimientos sociales, políticos, populares y culturales. La disputa por la democracia y el poder en el México neoliberal (1982-2013). Editorial Ítaca, México, 2013.
[11] Véase Miguel Ángel Adame C. “Iguala, Ayotzinapa y la podredumbre del neoliberalismo en México”, en Rebelión, 23 de octubre de 2014. http://www.rebelion.org/noticias/2014/10/191158.pdf
[12] Véase, por ejemplo, Víctor M. Toledo, “¡Podemos! Lecciones del 8 de octubre”, en La Jornada, 14 de octubre de 2014
[13] Véase Guillermo Almeyra, “Por una salida democrática a la crisis política”, La Jornada, 9 de noviembre de 2014, p. 23.
[14]
Véase Echenique Felipe, “De un abstencionismo vago, a un abstencionismo
políticamente consciente y militante destructor del sistema perverso
que intenta doblegarnos y aniquilarnos”, Manifiesto electroescrito del
colectivo la Rueka, noviembre de 2014, 2 pp.
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