Las
reformas estructurales impuestas en México son las expresiones más
crueles de la expoliación, la deculturación, la explotación feroz y la
humillación permanente de millones de seres humanos, indígenas,
obreros, estudiantes, campesinos, hombres y mujeres hoy enfrentados a
un monstruoso y minoritario grupo que monopoliza el poder, las grandes
empresas, el bienestar material, la salud y las formas de vida a las
que asigna valor.
México transita entre el colonialismo nuevo
y el viejo colonialismo como resultado histórico del despojo a todo un
pueblo de su cultura y de sus medios de vida, de sus derechos y sus
valores.
El capitalismo es el sistema mundial que creó esta
monstruosidad, como ha creado tantas otras a lo largo y ancho del
planeta en aras de la ganancia y el poder.
Sin embargo, y
pese a las renovadas formas de sojuzgamiento del régimen priísta, del
PAN y del PRD, entre otros, y en donde la presencia siniestra del
paramilitarismo de Estado entra en juego como una herramienta
predilecta del régimen para, por esta vía, afianzar su modelo represivo
y de acumulación.
Mientras, de otro lado, las movilizaciones
populares de estos últimos dos años continúan aportando experiencias y
ganando más conciencia y autovaloración en sectores del pueblo.
Hoy re-emergen la conversión de identidades autónomas y se transforman
en embriones de fuerzas populares y en instrumentos de formación, de
posiciones políticas y de exigencias y reivindicaciones sociales
opuestas al sistema de dominación secular que ha tenido el país.
Es posible entonces, crecer una gran franja de movimientos sociales y
políticos o una franca oposición a la dominación capitalista.
Somos un pueblo heredero de luchas populares y revolucionarias, hoy es
posible que ello sea el prólogo de una transformación profunda de la
gente y del país, es decir, de un levantamiento o una nueva revolución
popular.
Sin embargo, la vieja izquierda institucionalizada o
renovada desde las posturas del poder, sujeta a los soportes
financieros e ideológicos del Estado, intenta nuevamente erosionar
estos muy importantes alcances populares pero para confundir o generar
confianza en las “instituciones” y claro, revertir o neutralizar el
gran avance del pueblo mexicano durante este periodo.
Aún la
derecha y el imperialismo en México cuentan con una “izquierda” del
tamaño de sus intereses y unas cartas políticas para renovar el Estado
y eliminar la opción de una oposición realmente popular.
Los
partidos del sistema se agotaron durante décadas en los más variados
pactos politiqueros, y continúan practicando la represión, el
narcotráfico, la imposición del neoliberalismo y la corrupción. Hoy se
culpan mutuamente.
Las masas en la calle, sin embargo,
anuncian la quiebra de esta alianza de pactos, crímenes y
desapariciones contra las mayorías.
Mayorías insurrectas que
de nuevo alientan un campo rebelde, estimula y fortalece a los
revolucionari@s, hoy actuando cada vez más junto al pueblo y contra la
contraofensiva priista y yanqui.
Hoy se ponen en la “mesa”,
desde la opción de las mayorías, una respuesta más organizada, nuevos
medios y métodos, para ponerlos en juego en los momentos en que las
fuerzas más avanzadas lo estimen apropiado.
Ayotzinapa pone
en cuestión los ámbitos de mando que han dominado a México, el odio de
un Estado que mueve a la violencia extrema de quienes sienten temor de
perder su poder, sus privilegios y su pretendida superioridad a manos
de los humildes.
No nacimos para vegetar en la miseria, hoy
crecen los movimientos de lucha de la gente humilde y trabajadora, de
los estudiantes, maestros, hombres y mujeres indígenas e intelectuales,
comprometidos en diversas luchas territoriales, con experiencias muy
notables para auto-defenderse y con experiencias de nuevas formas de
organizarse, resistir, hacer política, con nuevos y crecientes
contingentes de participantes, para la liberación de las dominaciones y
con nuevos proyectos que rechazan la “economía occidental”, y promueven
el derecho a la vida, el equilibrio con la naturaleza, o la edificación
de una paz que supere el capital y al colonialismo, pero mediante un
proceso de liberación con individuos más libres y capaces,
constructor@s de una sociedad liberada, con un Estado nacional y
creaciones de ciudadanía y justicia social desde pueblos autónomos que
hablan en sus propios lenguajes, de revolución, pero de una revolución
verdadera que acabe con el sistema de dominación que se los niega todo
y que transforme las relaciones entre las personas.
Tenemos
que persistir en la idea de rebeldía, con creaciones culturales
diferentes y opuestas al sistema y al modo de vida capitalista, como
los poderosos y principales enemigos del pueblo mexicano, necesitamos
obtener vida en abundancia para tod@s, pretendiendo siempre la libertad
y la justicia, diferenciándonos como hermanos, de un régimen que genera
sangre y mezquindades.
Debemos resistir a la recolonización y
la homogeneización subordinada que nos imponen, pero lo hemos de hacer
con el levantamiento simultáneo y con proyectos liberadores propios,
que, puestos en marcha se expresarán sólo desde los valores que
asumamos y las capacidades colectivas que demostremos.
Las
diferentes Ayotzinapas en nuestro México dejan ver el sistema, lo que
nos espera de esta clase criminal enfrentando a un pueblo humilde que
intenta conspirar y ya se amotina en campos y ciudades, demandando
igualdad y justicia social, luchando por objetivos muy concretos,
soñando por un futuro mejor y para hacer una revolución
anticapitalista, pero aún, en condiciones muy desfavorables y con
muchas limitaciones para la unidad y la organización popular que
parecería pretender que su actuación sea decididamente revolucionaria y
sea eficaz, sin reproducir la dominación de las opresiones, pero
formando mayor conciencia de la lucha y haciendo masiva esta
conciencia, que lucha contra el racismo, por la democracia popular, la
justicia y la igualdad, negados por una república burguesa y
neocolonial, pero con un pueblo con muchas capacidades de resistencia y
que en palabras del Che, debe romper con la oligarquía y contra los
dogmas revolucionarios.
Hay que acabar con el dogmatismo, con
el “intermedialismo” y la simulación oegenizante de la política,
multiplicar nuestras capacidades propias como pueblo; sólo con la
resistencia no podemos defender la libertad, sin justicia no es
factible la libertad.
Tenemos grandes batallas por librar, la
lucha es por la liberación de las personas y las sociedades; hay que
intensificar el proceso de discusión popular como un proceso vivo,
permanente, entre los “nichos de poder”, con la “autogestión social” el
“autogobierno”, en los espacios de “doble poder”, con espíritu
asambleario y con la democracia directa, con “la autogestión y la
autoadministración” de nuestra riqueza territorial, de nuestros
recursos; y desde el afianzamiento de formas de participación popular,
dirigiendo nuevos órganos de gobierno local, autónomos y con movilidad
plena.
Hay que autonomizar los bastiones administrativos,
pero con las articulaciones de la participación popular, y desde
espacios reales de participación directa y representativa,
fortaleciendo el poder del pueblo y el control territorial por éste
desde sus centros de decisión, y los núcleos de decisión económica,
cultural, política, social y democrática, en los que no puedan
prevalecer “clases superiores”, “órdenes clericales”, ong´s, “mafias”,
feudos, politiqueros, etc., y en los que los representantes elegidos
tengan que rendir cuentas al pueblo en un equilibrio de poderes,
soberanía y autonomías populares eficientes, producto de la
transformación de los sujetos sociales y políticos , hacia la
conversión de una nueva forma de hacer política, nuevos valores y
pedagogía social, entrelazando lo local, lo regional y lo nacional,
para radicalizar la movilización y la democracia, terminando con el
aparato represivo del Estado y re-significando la autodefensa popular y
un sistema social revolucionario de lineamientos éticos, y en donde la
conciencia sea la herramienta principal, que incentiva además los
aspectos morales por encima de los materiales desde, “abajo y hacia
arriba”.
No logrará entonces el Estado terminar con nuestra
lucha e indignación, nuestros muertos no son cenizas que el agua se
llevó, no son los únicos, ya son miles en este régimen de barbarie, que
tendrá que enfrentarse a la lucha organizada de un pueblo que no
permitirá la impunidad de esta y aún poderosa y parasitaria clase en el
poder, “dueña” de palacios, aviones, aeropuertos, bancos,
inmobiliarias, universidades, tierras u hospitales e instituciones que
han acumulado con la sangre del pueblo, para con su renovado
narco-estado, su ejército, gendarmes, marinos y policías o sus fuerzas
oscuras, defendiendo a sangre y fuego, un modelo económico y político,
que pretende garantizar para siempre la impunidad, la explotación, el
hambre y la muerte de los más indefensos, a quienes además les matan
cotidianamente sus sueños, y hoy pretenden destruir su memoria y
desparecer sus cuerpos; ni Peña Nieto y señora, si, los de la casa
blanca, ni su procurador fascista, los empresarios que llaman a la
guerra, ni los medios de comunicación de la clase dominante, el porro
Osorio Chong o el CISEN ni sus paramilitares, la marina, el ejército
opresor o la gendarmería, todos responsables de crímenes contra la
población y de la criminalización de los luchadores sociales, podrán
escamotear los sueños y la memoria colectiva de un pueblo que siempre
luchará por la libertad y la justicia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario