El triunfo de AMLO y de MORENA fue contundente, fruto de una larga lucha. AMLO es líder, guía, ideólogo y quien toma las decisiones más importantes dentro del partido-movimiento. Como todo movimiento de masas, el lopezobradorismo no está exento de contradicciones. MORENA es diverso social e ideológicamente. Lo componen empresarios, intelectuales, trabajadores, campesinos, jóvenes, amas de casa, adultos mayores, clases medias y estudiantes. En términos ideológicos se encuentran nacionalistas, progresistas, izquierdistas en sus múltiples formas, neoliberales, pragmáticos y oportunistas ideológicos.
Las contradicciones dentro de MORENA tarde o temprano se expresarán en términos antagónicos. AMLO buscará mediar y mantener la unidad del movimiento, él lleva la batuta, comanda el barco y es el gran aliado del campo popular. Sin embargo, es necesario pensar en que el sentido del cambio, su profundización y rapidez, no depende solamente AMLO. Hay un jaloneo para limitar o impulsar las trasformaciones. MORENA y los movimientos sociales, tienen que actuar, arropar al gobierno, avanzar en la agenda popular y buscar acelerar los cambios. AMLO estará sujeto a fuertes presiones de los poderes facticos, y sin apoyo popular no podrá impulsar grandes trasformaciones.
Morena debe jugar un papel importante, como organizador, como instrumento de lucha y como vanguardia intelectual y política. La batalla política, cultural y social, no será fácil, se enfrentan a poderes sólidos y con recursos de toda índole. La construcción del partido aún no está acabada. Hay vicios en MORENA, viejas prácticas aún no desterradas, la democracia interna es un tema pendiente y hace falta, a pesar de importantes avances, formación política. Además, la llegada de nuevos “compañeros” fruto de la política de apertura y alianzas para la última elección complica el panorama para una nueva política y para un horizonte de trasformación popular.
La apuesta fue atrevida, la presidencia de la república aunque se perdiera el partido. La política de puertas abiertas y el ofrecimiento de candidaturas para sellar alianzas, causaron malestar y además trastocaron la vida y características del partido. Tras la elección presidencial, MORENA ha cambiado en algo su forma aunque es difícil saber qué tanto. El arribo de personajes oportunistas, neoliberales y de las vieja política es un hecho que se constata a nivel nacional y local. Los oportunistas que ingresaron al partido y además ganaron un cargo de elección popular, consolidarán su lugar dentro del partido. Estos oportunistas, aunque en público defenderán el proyecto, no tienen convicciones claras y con seguridad seguirán actuando conforme a los usos y costumbres de la política hegemónica.
Tras la elección los fundadores del partido comprometidos con el proyecto de trasformación, compañeros forjados en la lucha y de convicciones, tendrán la tarea de cuidar y defender a MORENA. Los enemigos son muchos, el oportunismo ideológico y político consagrado por puestos, las prácticas corporativas, la burocratización y el autoritarismo. La democracia auténtica y la formación política son mecanismo que pueden blindar a MORENA de extravíos.
MORENA está en una encrucijada, hay un equilibrio complejo y se avecinan disputas dentro del partido. AMLO será el fiel de la balanza y el mayor aliado del campo popular, pero el proyecto de largo alcance de trasformar el país hace necesario un MORENA fuerte, democrático, de vanguardia, un verdadero instrumento del pueblo para la emancipación.
Nota: Las contradicciones dentro del movimiento se harán sentir con el tema del nuevo aeropuerto, el interés del dinero es poderoso. Cancelar un gran negocio ya en proceso es una decisión difícil y una clara muestra que no se puede gobernar para “todos”.
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