Leonardo García Tsao
Ya llegó ese momento del año
en que terminan las vacaciones veraniegas en Norteamérica, comienza la
temporada del futbol americano profesional y, por supuesto, empieza el
de cine más imponente, así como mejor organizado del continente
americano. En su 43 edición, el festival de Toronto ofrecerá 255
largometrajes en representación de 74 países. Y de ellos, 33 por ciento
son películas dirigidas por mujeres. O sea que aunque uno se propusiera
ver sólo cine femenino, no le alcanzaría el tiempo. De ese tamaño son
las frustraciones del llamado TIFF.
Desde que dejó de abrir con títulos canadienses, el festival ha
mantenido la tradición de estrenar títulos poco entusiasmantes para su
función inaugural. Este año, el dudoso honor le ha tocado a Outlaw King (Rey forajido), de
David Mackenzie, una película épica sobre la lucha de escoceses
rebeldes contra invasores ingleses en el siglo XIV. Dado que el director
fue responsable del estupendo thriller/western Enemigo de todos (2016), cabe esperar que el resultado sea algo más que un recalentado de Braveheart (Mel Gibson, 1995).
A diferencia del año pasado, cuando el cine mexicano fue representado en rigor por un solo título –Las hijas de Abril,
de Michel Franco–, este año será la revancha con una presencia
importante de cineastas nacionales: Alfonso Cuarón y Carlos Reygadas
presentarán sus obras más recientes, Roma y Nuestro tiempo, respectivamente; mientras, Alejandra Márquez Abella, con Niñas bien, y Alonso Ruizpalacios, con Museo, ofrecerán sus segundos largometrajes. El quinteto lo completa la debutante Lila Avilés con La camarista. Desde luego, habrá mucha expectativa por ver la excelente Roma, después de que las críticas en Venecia han sido tan elogiosas y ante la posibilidad de ganar algún premio importante.
México también participará con coproducciones dirigidas por cineastas de otras nacionalidades: Acusada, del argentino Gonzalo Tobal, (con una aparición de Gael García Bernal), Belmonte, del uruguayo Federico Veiroj; Fausto, de la canadiense Andrea Bussmann, y Pájaros de verano, de los colombianos Ciro Guerra y Cristina Gallegos.
Por su parte, el cine argentino es el único otro latinoamericano con una fuerte representación: la ya mencionada Acusada; El ángel, de Luis Ortega, previamente estrenada en Cannes; La flor, de Mariano Llinás; La quietud, nuevo largometraje de Pablo Trapero; Sueño Florianópolis, de Ana Katz, y Rojo,
de Benjamín Naishtat. Por cierto, la película de Llinás es la más larga
del festival, con nada menos que 14 horas de duración. Ganadora del
premio principal del festival Bafici, La flor será exhibida en tres funciones para aquel que quiera dedicarle más de la mitad de un día a ver cine argentino de vanguardia.
Si bien el TIFF nos tiene acostumbrados a dejarnos ver lo más
atractivo del festival de Venecia, este año nos falló y no veremos aquí
lo más reciente de los hermanos Coen (The Ballad of Buster Scruggs, un western paródico en episodios), el italiano Luca Guadagnino (su remake de Suspiria) y el griego Yorgos Lanthimos (The Favourite). A ver si el festival de Morelia sí nos hace el favor.
Twitter: @walyder
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