10/31/2020

Frustración

  

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CIMACFoto: César Martínez López

A veces, desgraciadamente en demasiadas ocasiones, cuando una mujer llega a ocupar cargos de responsabilidad, creemos que por ser mujer atenderá con mayor sensibilidad los problemas que nos afectan por haber nacido mujeres como las desigualdades sociales, laborales, etc.

Olvidamos en esos momentos que todas y todos hemos sido socializados por un patriarcado feroz que nos mandata qué es ser mujer y cómo comportarse y qué es ser hombre y cómo vivirlo. La socialización diferenciada actúa sutilmente para indicarnos qué se espera de nosotras y de ellos, sin apenas márgenes.

Y, por eso mismo, algunas personas confunden ser mujer con ser feminista y les exigen a las mujeres que están en el ámbito público un mayor esfuerzo que a los hombres. Y no, eso tampoco es justo.

Para tomar realmente consciencia de lo que significa la opresión por ser mujer, por haber nacido como mujer hay que dedicar tiempo y esfuerzo para el análisis sociopolítico actual y también el histórico.

La opresión por haber nacido como mujer se remonta a muchos siglos, decenas de siglos atrás y, por tanto, no es casual que pervivan situaciones de desigualdad derivadas de los privilegios que el patriarcado otorga a los hombres.

Las actuales corrientes posmodernistas que pretenden legalizar la prostitución, los vientres de alquiler y la autodeterminación del género por simple decisión personal son, desde mi punto de vista nuevas estrategias patriarcales para seguir manteniendo sus privilegios. Pero ahora con el agravante de que además persiguen el borrado de las mujeres como sujetos políticos específicos para pasarlas a objetos de consumo a todos los niveles. O lo que es lo mismo, misoginia en estado puro.

Y me resulta especialmente triste y frustrante ver cómo algunas mujeres al frente de instituciones importantes se hacen eco de estas tesis posmodernistas que pretenden el borrado de las mujeres y la negación del concepto “sexo”, con todo lo que ello conlleva, para erigirse en adalides de las libertades. Y hoy no estoy pensando solo en el equipo del Ministerio de Igualdad que ya comienza a utilizar los datos de manera interesada y en parte falsaria. Estoy pensando también en Barcelona y en su alcaldesa.

Mujeres que se han doblegado a los intereses de los lobbies patriarcales de proxenetas que controlan el negocio ilícito de la trata de personas con fines de explotación sexual y la pornografía, y a quienes pretenden lucrarse con los cuerpos de las mujeres a través de la explotación reproductiva.

Y todo ello sin contar que desde sus respectivas instituciones están intentando aleccionar a niñas y niños sobre la autodeterminación de su género, mediante la pseudo teoría queer. A esta niñez, le pueden estar causando perjuicios a lo largo de su vida además de convertirlos en presas fáciles para los pederastas que consideran esta teoría que los exculpa de sus problemas, una bendición para sus propósitos. Y a las niñas y los niños víctimas inocentes, pues ya si eso, los pensamos otro día.

La frustración que, como feminista siento, es infinita. Pero también son infinitas las ganas de combatir estas actitudes promovidas por mujeres en las que confié y que han demostrado que no son feministas, puesto que no trabajan para mejorar las condiciones de vida de tantas mujeres oprimidas por la explotación sexual y la reproductiva. Como tampoco lo han demostrado pese a que una ostente la representación del Ministerio de Igualdad y la otra tenga, dentro de la Comisión de Gobierno, toda un área denominada “Área de Derechos Sociales, Justicia Global, Feminismos y LGTBI”. De esta área dependen varias concejalías, pero ninguna de ellas es de feminismos.

Por otra parte, el feminismo y la defensa de los derechos de las personas del colectivo LGTBI, en demasiadas ocasiones han ido de la mano, pero precisamente en este momento, una parte del colectivo LGTBI está a favor del borrado de las mujeres como sexo femenino y eso es bastante peligroso, al menos desde mi punto de vista. Y también es contrario a la esencia del pensamiento feminista.

Por eso, sin pretender ser nadie que reparta carnés de quien puede ser o no feminista, creo que estas dos mujeres que ostentan altas representaciones están fallando a las mujeres en su conjunto y a la infancia, poniéndoles en el punto de mira de algunos depredadores sexuales.

Como decía antes, siento frustración, pero también sigo teniendo fuerzas para alzar mi voz y defender los derechos de las mujeres y la infancia contra el borrado que se pretende y contra las consecuencias que, de aprobarse leyes de autodeterminación de género, lleven aparejados nuevos tipos de violencia hacia las mujeres y las criaturas.

Pese a la frustración, seguiré muy pendiente y alzando la voz. ¿Y tú, qué vas a hacer?

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