8/20/2023

¿Es posible un Javier Milei en México?

 



Fabrizio Mejía Madrid

“Estamos ante el fin del modelo de la casta, basado en esa atrocidad de que donde hay una necesidad, nace un derecho, pero se olvidan de que alguien lo tiene que pagar. La máxima aberración es la justicia social porque se olvidan de que es injusto que la paguen sólo algunos”. Así celebró Javier Milei haber obtenido uno de los tercios en que se dividió la elección primaria en Argentina, cuyo resultado final veremos hasta octubre, en primera vuelta o hasta noviembre, en segunda. Milei, respaldado por la Red Atlas de los Estados Unidos, financiada por la farmacéutica Pfizer, las petroleras Shell y Exxon, la cigarrera Phillip Morris, y la de productos de aseo personal, Procter & Gamble. Esa Red ha impulsado a Jair Bolsonaro en Brasil, Guillermo Lasso en Ecuador, y a José Antonio Kast en Chile. Quien dirige Atlas para América Latina es el primo de Ricardo Salinas Pliego, Roberto Salinas León, quien está asociado a la Fundación de la televisora TVAzteca. Su otro vínculo en México es la Feria del libro de Guadalajara, que da cobijo a la Cátedra Vargas Llosa y a sus premios basados en la ideología de las obras. Milei, junto con Kast, Lasso, los Bolsonaro, unidos a Steve Bannon, Donald Trump, y el Partido fascista Vox de España asistieron, al menos de forma virtual, a la reunión de la ultraderecha en la Ciudad de México, Conferencia Política de Acción Conservadora, que lanzó al modelo Eduardo Verástegui como su candidato a la Presidencia, quien lanzó una película contra el abuso infantil que se vino abajo cuando su productor fue arrestado por secuestro de menores.

Milei es el representante de una corriente ideológica auto nombrada “libertarios” o “anarco individualistas” que usan la incorrección política como un arma antiprogre. En México, no existe un anti-político con esas características, ni siquiera Lilly Téllez. El que se asemeja más es la cara de Salinas Pliego en redes sociales. La única propuesta del libertarismo es que nadie interfiera con los deseos del individuo. Hay un derecho a no ser molestado y no existen otros derechos, como los sociales. La pobreza no es un problema, sino algo “natural”. Los derechos de las mujeres o los demás géneros, contravienen la libertad del feto o el orden natural. Por eso, Milei dice que está harto de la aberración de que, por cada necesidad, exista un derecho. Él no los reconoce porque sólo propone una sociedad organizada a partir de una sola libertad, la libertad negativa de que nadie intervenga en tu vida. Así, Milei ha propuesto deshacer todos los demás derechos. Por ejemplo, ha dicho (y esto lo tomo del ensayo de Pablo stefanoni, El libertario peinado por el mercado, 2021): “La idea es minimizar el Estado, y el cero es parte del conjunto de la solución. Minarquista es que el Estado solo se ocupe de seguridad y justicia. Y anarcocapitalista que, cuando la tecnología lo permita, se lo elimine. Incluso en temas como seguridad y justicia. Todo sería de dominio privado”. Milei ha propuesto, también, que transitar por las calles tenga un precio para prescindir de las secrtarías de Obras Públicas, y que el GPS o el Waze te diga cuáles calles puedes transitar con el dinero que estés dispuesto a gastar. Así, se infiere, las mejores calles serían más caras. Durante la pandemia, se opuso a las medidas de restricción argumentando, una vez más, que iban en contra de la libertad personal. De hecho, fue de los que negó que existiera el COVID-19. Se opone a cualquier cobro de impuestos —que califica de “robo”— para redistribuirlos entre los más pobres porque, para él, los pobres, además de ser “naturales”, son “fracasados”. Ha dicho de los programas de contención de la pobreza de los peronistas: “Cualquiera es puto con culo ajeno”.

Javier Milei es un economista de la Universidad de Belgrano, en Buenos Aires, y dice que fue rockero y portero de un equipo de futbol, como la mayoría de los argentinos. Se disfraza de super-héroe del videojuego Metal Gear, donde es un fabricante de armas y nerd de las computadoras. Pero lo que lo distingue del resto de los neoliberales monetaristas, como en México fueron José Ángel Gurría, Pedro aspe, o Agustín carstens, es que no proviene de la escuela austriaca de hayek y von Mises, sino de un norteamericano que se autodefinidó como “reaccionario radical”, Murray Rothbard. Éste nortemaericano que escribió sus libros en los años 70 y 80 del siglo XX, cree que “toda educación pública es adoctrinamiento” y que deben ser los padres de familia los que definan qué escuela pagarle a sus hijos. Tampoco cree en los derechos sociales, porque no son “naturales”, sino impuestos por la coerción del Estado que necesita financiarlos con impuestos. Rothbard es el genio detrás de un argumento que el PRIAN usó en estos días y que es una mentira flagrante: que el combate a la pobreza aumenta la pobreza, porque lo que hay que hacer con los pobres es castigarlos no subsidiarlos. En lo único que cree es en la filantropía, es decir, la buena voluntad de la élite de deducir impuestos dando limosnas. También propone la desaparición de la policía y el ejército a favor de la libre tenencia de armas y la contratación de milicias privadas, que pueden ser detectives o auto defensas. Los jueces también serán privados y se contratarán sus despachos para castigar tal o cual delito. Y, por cierto, a diferencia de Milei que no cree que exista el cambio climático porque “el clima a veces es caliente y a veces frío”, así dijo en una entrevista, su mentor Rothbard cree que, dejado a la privatización, el aire, los mares, y la tierra serían mejor cuidados por los empresarios porque está en su interés hacerlo. A la hora de definir el Estado y sus funciones, Rothbard simplemente lo compara con una mafia que se hace de un territorio para cobrar tributos y que, con el tiempo, se va legitimando hasta parecer imprescindible. Su máximo enemigo es el Banco Central y la Reserva de los Estados Unidos que sólo sirven a los intereses financieros. Así, mientras en Marx, las clases sociales se definen por quién tiene la propiedad de los medios que producen, en Rothbard y los liberatarios, se da en función del Estado: hay una élite benficiada y unos individuos que padecen su coerción. Lo que no propone Rothbard es cómo se organizarían estos individuos contra semejante despojo, porque, en principio, el teórico no cree en la política. Sólo cree en que los monopolios, como fuente de poder económico, son la consecuencia natural de la supervivencia del más fuerte, y por ello no teoriza sobre la existencia de un partido, como el que lleva el nombre “Libertarian” en los Estados Unidos. Y he ahí el primer punto en el que Milei va en contra de su maestro.

Desde que decidió entrar al partido La Libertad Avanza en 2020, se ha presentado como un candidato anti-sistema que hará “estallar desde dentro todo”, y su propuesta de dolarizar la economía argentina y dinamitar al Banco Central tiene ese efecto. Quizás fue lo que vieron sus electores que le otorgaron casi 7 millones de votos y un tercio de la votación preliminar. Con una inflación de 115 por ciento, 40 por ciento de pobreza, y atado a los adeudos que Macri contrajo con el Fondo Monetario Internacional para finanaciar su propia campaña electoral, que perdió, Milei parece una expresión desesperada del electorado argentino, entre macristas y peronistas, a cuya candidata Cristina Fernández, un juez le impidió participar, además de que sufrió una tentativa de homicidio de un fanático de la ultraderecha, que los medios manejaron como “auto-atentado”.

Pero hay algo más sobre Milei que lo hermana con Bolsonaro, Kast, Lasso de Ecuador, y Vox de España, además de su financiamiento de la Red Atlas de los Estados Unidos. Es la idea que comparte con Salinas Pliego de ser tan ricos que no necesites vivir en una sociedad. Los territorios que han fundado los “libertarios” en Somalia o en la frontera entre Serbia y Croacia, donde se supone que todas las transacciones son en bitcoins y los propietarios llegan a comprar pedazos para solo vivir sin la interferencia del Estado, tienen en conún que han quedado desiertos, tras algunos meses. En México, Anarcapulco, la comunidad que un conjunto de ricos norteamericanos fundaron en Acapulco, Guerrero, tuvo la misma suerte cuando se enfrentaron a que existían los narcos, ese monopolio privado que sería romantizado por Rothbard y Milei. Encabezados por el empresario Jeff Berwick a mediados del sexenio de Enrique Peña Nieto, fueron comprando casas en el puerto y su gran idea fallida fue distribuir cajeros automáticos que trabajaran con el sistema de bitcoin, lo que resultó en un fraude. Tras el asesinato de Shane Cress que trató de ejercer su libertad vendiendo drogas en la plaza de los narcos de Acapulco, Berwick huyó a República Dominicana.

Del voto a favor de Milei se ha dicho que es culpa de los errores de los gobieros progresistas de Cristina y Alberto Fernández, pero lo cierto es que hay un porceso onverso al que vivios en México. Si con la 4T los plebeyos tomaron a la política como una forma de identidad, en la ultraderecha es la anti política la que se desarrolla como la identidad a partir del odio. Ese odio funciona hacia personajes concretos, por su apariencia, que es, para este sector, parte de un proyecto político. Así si una mujer es dirigente, su peso o su belleza se toman como metáfora de su incapacidad o de superficialidad. Lo vemos cada vez que Salinas Pliego insulta a Citlali Hernández, dirigente de Morena o a Luisa María Alcalde de Gobernación o a Claudia Sheinbaum. Es la apariencia lo que genera el odio y éste se esterotipa para todo el movimiento obradorista.

Milei, igual que Meloni en Italia, Abascal en españa, Trump en estados Unidos o Le Pen en Francia, vienen de la frustración de la pandemia. En México, a pesar de los esfuerzos del PRIAN y TVAzteca, no existió un movimiento terraplanista que negara la epidemia o que se opusiera a la vacunación. En Argentina, Milei encabezó las protestas contra el “quédate en casa” y, de ahí, degeneró en un odio contra los supuestos causantes de la crisis por endeudamiento que siguió. No hemos valorado la decisión en México que tomó, contra viento y marea, López Obrador, de no endeudar al país y, en cambio, usar el presupuesto para generar, desde abajo, un mercado interno. Ahí están las bajas sustanciales de la desigualdad y la pobreza, el aumento al salario y el fin del outsourcing, el no aumento de impuestos, los programas sociales, y la infraestructrura que sólo en el itsmo generó 210 mil empleos nuevos. Argentina no. A ellos les está sucediendo ese corte que implicó el neoliberalismo sentimental, el del odio, donde ya no reconocen la memoria histórica y ni siquiera cuentan ya con una historia personal. Sólo así puede entenderse que un sector barrial y pobre vaya y vote a quien ha dicho que la pobreza es natural.

Una de las pérdidas de estos electorados es con su propia historia. El neoliberalismo triunfó en dejar a una parte de sus poblaciones sin referencias simbólicas, sin historia.

Todo pasa y todo es quién sabe por qué.

al odio y eso tiene una capacidad de captura. Los gobiernos progresistas tienen que argumentar sobre entes abstractos, mientras que la ultraderecha es hacia las personas que vemos todos los días y son concretos.

Una de las pérdidas es justo esa posibilidad de leerse como país en el tiempo, sobre todo quién tiene la culpa de los fracasos nacionales, e insertar ahí, en ese relato, tu propia historia personal y familiar: el Fobaproa y la pérdida de los ahorros en 1995, la inmigración forzada, la violencia generada por Felipe Calderón, y eso que le molesta tanto al PRIAN: los fraudes electorales de 1988 y 2006. En Argentina, la generación centenial se aferra a Milei porque es estrafalario y dice que su pelo lo peina la mano invisible del mercado. Así de vulnearables y desprovistos. En México, López Obrador ha proveído de un horizonte de sentido a los plebeyos, en buena parte, a través de las Mañaneras, por eso es tan importante, crucial, para la derecha el poder quitarlas o al menos acotarlas diciendo que el Sistema Público de Radio y televisión no puede hablar de la 4T o que el Presidente no puede ni mencionar a la senadora X.

Del caso argentino, Jorge Alemán, el filósofo y psicoanalista exiliado en España, ha dicho: “Ese es otro éxito neoliberal: hacerle sentir a la gente como un fracaso personal su proyecto de vida cuando fue el sistema el que preparó las condiciones de ese fracaso. Luego, esa culpa pendula y va hacia el odio, hacia el odio a los políticos. Ahí hay un enorme terreno para que estas ultraderechas florezcan porque no pasan por la conciencia reflexiva; no es como antes, que alguien decía: «Yo soy fascista». No se necesita esta definición. Es una especie de administración brutal del desamparo, la insatisfacción, la culpa, el odio, y así se va configurando un tipo de subjetividad que estas ultraderechas logran capturar”.

Un Javier Milei no es imposible en México. Puede salir de las filas del PRIAN o hasta del Movimiento Ciudadano o el Verde. Para defendernos hay que defender las mañaneras como espacio de anclaje de un sentido de país y su historia que no pueda ser presa fácil de lo único con lo que cuenta la derecha que es el odio.

Fabrizio Mejía Madrid

Es escritor y periodista. Colabora en La Jornada y Aristégui Noticias. Ha publicado más de 20 libros entre los que se encuentran las novelas Disparos en la oscuridad, El rencor, Tequila DF, Un hombre de confianza, Esa luz que nos deslumbra, Vida digital, y Hombre al agua que recibió en 2004 el Premio Antonin Artaud.

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