La 42 edición del Foro Económico Mundial (FEM), corrobora la ausencia de voluntad política de las súper potencias para superar la crisis económica que afecta no sólo a Europa, sino a la mayor parte del mundo, incluido Estados Unidos. De ahí que le sobre razón al premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, cuando afirma: “Me ha dado la sensación de que los líderes europeos no tienen ninguna idea de lo que deben hacer y de lo que van a hacer”. Los pueblos del mundo, es fácil advertirlo, son conducidos a un abismo, por la falta de juicio y sentido común de la plutocracia que domina los mercados financieros en su exclusivo beneficio.
Pero no sólo los líderes europeos caminan sin rumbo, como debió constatarlo al escuchar al mandatario mexicano, Felipe Calderón, quien acudió a Davos a dar “lecciones” de lo que se debe hacer para superar los problemas que agobian a la eurozona. Según Calderón, la clave está en “recuperar la confianza”, para lo que es necesario “un diagnóstico honesto y creíble”, así como hablar claramente a la población y a los inversores sobre el costo de las medidas. Sin embargo, eso es precisamente lo que no ha hecho, pues la única estrategia económica de su “gobierno” ha sido sacarle la vuelta a los problemas, echar la culpa al Congreso de sus incongruencias, y quererlo solucionar todo mediante una costosa andanada de espots en los medios electrónicos.
Han sido tan reiteradas las mentiras sobre la realidad del país, que llegó el momento en que el grupo en el poder se las creyó a pie juntillas. Así lo demuestran cada vez que emiten declaraciones o juicios de valor sobre la tarea desarrollada por el inquilino de Los Pinos. Hasta Luisa María Calderón afirmó que “tenemos un presidente muy fregón”, por eso no hay crisis económica en nuestro país, según ella. Si tal es el caso, entonces ¿por qué los asalariados tienen que apretarse el cinturón y resignarse a ir reduciendo su nivel de vida? En los últimos diez años, por ejemplo, adquirir una canasta básica se incrementó más de 60 por ciento. Hace treinta años, 6 mil pesos mensuales podrían alcanzar para lo mínimo indispensable, pero en la actualidad es un despropósito suponer siquiera una aberración de tal magnitud.
Un profesional como Stiglitz debe conocer la realidad de México, por eso puntualizó que los discursos que ha escuchado en el FEM, “lo han hecho más pesimista”. Los jefes de Estado participantes se han dedicado a decir generalidades, con el fin de no entrar en un análisis serio sobre las causas de la crisis contemporánea, que se inició realmente desde que Ronald Reagan y Margaret Thatcher pusieron en marcha el motor del neoliberalismo.
En México, se perdió la oportunidad de frenar la caída en picada de la economía nacional, cuando el PAN llegó a Los Pinos en el año 2000. En vez de hacer los cambios pertinentes y necesarios a una estrategia que mostraba sus enormes yerros, los magnificó. Se perdieron seis años que fueron cruciales para enderezar un barco a punto de hundirse por dieciocho años de seguir un rumbo equivocado. Las cosas empeoraron a niveles extraordinarios seis años después, como lo patentizan los datos duros de la realidad nacional. Por eso es ridículo que Calderón se coloque en la posición de “candil de la calle”, cuando la oscuridad dentro de la casa es casi total.
Con el ánimo de confundir a la ciudadanía, ahora los panistas se colocan como los “salvadores de la patria”, y pretenden arrojar las culpas de la debacle en que nos encontramos, a los priístas. Desde luego, es cierto que el partido tricolor puso las bases del caos económico actual, al seguir al pie de la letra los lineamientos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, pero el PAN profundizó dicho comportamiento, a tono con su plataforma política ultraconservadora.
Es paradigmático el discurso del líder de la bancada panista en la Cámara de Diputados, Francisco Ramírez Acuña, a sus correligionarios del blanquiazul, en su afán de hacer creer a la población que el regreso del PRI acabaría con los logros de los gobiernos del PAN. Afirmó que van a “desenmascarar su patraña política y mediática”, como si los panistas no fueran maestros en eso mismo. “Salgamos a decirle a los mexicanos de qué calaña son los apetitos presupuestales, las incongruencias institucionales, la negligencia legislativa y las contradicciones internas de la mayoría priísta”, dijo sin sonrojarse.
Como si los panistas no hubieran demostrado una voracidad presupuestal que superó la de los priístas; como si su labor institucional no estuviera marcada por las incongruencias y la demagogia en grado superlativo. Afirmó que los priístas quieren volver al poder, “no a servir, sino a detentar el mando de un país al que nunca gobernaron bien y hoy nos quieren engañar”. ¿Con qué autoridad moral puede hacer tales señalamientos el ex secretario de Gobernación de Vicente Fox? ¿Acaso los panistas sí han gobernado bien, según se infiere del discurso de Ramírez Acuña? ¿No está el país mucho peor que hace diez años, como lo corroboran todos y cada uno de los rubros de la vida nacional?
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