Eduardo Ibarra Aguirre
Alrededor
de 7 millones de asalariados mexicanos ya no ganarán 70 pesos con 10
centavos por día laborado, a partir del 1 de enero del próximo año
percibirán la fabulosa cantidad de 73 pesos con cuatro centavos.
El
4.2 por ciento de aumento equivale a 2.94 pesos por jornada laborada
respecto al nivel actual, cantidad que no alcanza ni para comprar un
boleto del Metro al día, pero es considerado por el titular de la
Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, como acontecimiento que
“permitirá avanzar en la recuperación del poder adquisitivo” del
minisalario, y de los salarios en general, pues el Banco de México
estima la inflación en 3 por ciento para 2016.
En
los primeros 37 meses del gobierno de Enrique Peña Nieto hubo “una
recuperación del poder adquisitivo de los salarios de 4.39 por ciento,
la más alta para un periodo similar en los últimos siete sexenios”, dice
Basilio González Núñez, economista que desde hace casi un cuarto de
siglo preside la CNSM.
No
se trata de poner en duda por sistema los logros del gobierno del
maestro en administración de empresas sólo porque la conducta dominante
sea la impugnación, pero de una semana a otra, por ejemplo, el frasco de
Nescafé clásico de 190 gramos pasó de costar 58 a 70 pesos, en Soriana,
el poderoso grupo que lo apoyó en la campaña de 2012. Acudo al
supermercado desde 1962 y actualmente cada semana y allí no se percibe
la baja inflacionaria.
Asegura
González Núñez desde la cómoda oficina en la que cobra muy buenas
quincenas, que un despachador de gasolina gana 94 pesos con 30 centavos
al día. Gana mucho más, pero debido a las propinas que recibe, pues la
mayoría no tiene ningún tipo de salario pero sí sindicatos blancos,
descuentos para pagar el sueldo del gerente y la obligación de vender
determinada cantidad de productos.
El
inepto funcionario para los intereses de los asalariados, llegó al
extremo de afirmar: “Yo le diría a la clase trabajadora que los
realmente pobres de México son aquellos que no tienen empleo. La
pregunta básica entonces es para quienes no tienen empleo por periodos
largos: ¿qué preferirían, un salario mínimo o no seguir teniendo
empleo?” No, pos sí. Y pontificó que la recuperación del poder
adquisitivo se relaciona con “el precio del petróleo, la política
monetaria y las tasas de interés, e incluso los problemas geopolíticos
en Medio Oriente y en China.” ¡Ah!
De allí que con frecuencia sea colocado en el
banquillo de los acusados: la Organización Internacional del Trabajo en
México y el Observatorio del Salario de la Universidad Iberoamericana
coinciden que durante los últimos 20 años, el salario mínimo se ha
mantenido estancado (El Financiero, 29-XI-13).
En
tanto que Miguel Ángel Mancera, el más destacado en la defensa del
salario mínimo en tiempos recientes y con la vista fija en despachar en
Los Pinos, busca afrontar el grave rezago salarial acumulado en 33 años,
con un “diálogo directo con el presidente”, para subirlo “cuando menos a
86.33 pesos”, bajo el supuesto de que el secretario del Trabajo tiene
“mucha disposición a un cambio” y que esto es su obra.
El
jefe de Gobierno capitalino tiene razón al afirmar que la CNSM dio “un
madruguete” e ignoró que 17 congresos estatales aprobaron la reforma
constitucional en materia de indexación de los salarios. Y más aún
cuando insta a los ciudadanos a respaldar su iniciativa de elevarlo. Sin
que éstos y los asalariados se involucren en tan decisiva batalla por
la justicia laboral y social, no habrá cambio significativo alguno.
Acuse de recibo
“¿Qué
tan cerca están ‘físicamente’ el rector (de la UNAM) y personas de
buena fe como tú de los ‘maestros’ alzados? En Acapulco vivimos entre
ellos en el día a día, pues tenemos meses y meses de estar con
frecuencia rodeados y estorbados en las actividades diarias por las
hordas de manifestantes. Hablamos con auténticos profesores que no
quieren abandonar a sus niños para irse a la bola, y esos saben
perfectamente que en las broncas perpetuas que están acabando con
Acapulco, se encuentran involucrados muchos de aquellos a los que ‘el
sindicato’ (tanto el de Elba Esther como luego el de la Coordinadora)
les vendían puestos para que cobraran como maestros en la SEP aunque
nunca pisaron una escuela normalista. Chequen ustedes el censo del
INEGI. Al parecer hay 350 mil falsos maestros que le cuestan al país 35
mil millones de pesos al año. Claro que no quieren perder semejante
‘satrapía’. Y los que los apoyan a ciegas son los partidos que ahora les
compran sus votos. Le mando al Grupo (María Cristina) saludos y los
mejores deseos para este fin de año”. El comentario de la periodista
Manú Dornbierer es sobre Opiniones que la SEP debe ponderar (11-XII-15)…
Más textos para consultar en Forum: La CIA entró en Afganistán antes
que la URSS (Zbigniew Brzezinski). Rusia, el aliado inoportuno (Adrian
Mac Liman). Cada quien sus muertos (Víctor Orozco). http://www.forumenlinea.com/site/
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