1. El dirigente
nacional del Partido de la Revolución Democrática Agustín Basave,
presentó su renuncia ayer al presidente del Consejo Nacional del PRD. En
carta de dimisión acusó a diversas corrientes de estar sujetas al
Partido Revolucionario Institucional (PRI) y al gobierno, y que “las
decisiones de las alianzas se toman en Bucareli, sede de la secretaría
de Gobernación en la ciudad de México”. En 1980 entrevisté varias veces a
un destacado político estando en su hamaca de enfermo, que fue
secretario de Gobernación del gobierno de Yucatán de 1960-64 y me dijo:
hicimos diputado a un panista (Molina Castillo) retirándole –por
indisciplina- apoyo y propaganda a nuestro candidato del PRI (Antonio
Bustillos), así de sencillo.
2. Por experiencia, desde los años
sesenta, cuando he escuchado elecciones en México y funcionarios electos
sólo me he sonreído. ¿Electos por quién? Me recuerda cuando el dictador
Porfirio Díaz –después de cumplir más de 32 años en el poder en 1908 le
declaró al periodista de EEUU Creelman que “el pueblo de México ya
estaba maduro para elegir a un nuevo gobierno y que él mismo lo ayudaría
a gobernar”. Obviamente ya estaba muy viejo y cansado, pero ese pueblo
–con excepción de los líderes anarquistas y algunos más- sólo estaba
acostumbrado a trabajar y obedecer la dictadura. Después de 100 años las
cosas han transformado poco, pero la dictadura capitalista sólo cambió
de forma, jamás fue enterrada.
3. La realidad es que desde hace
55 años, por no decir desde que triunfó la revolución burguesa mexicana
de 1910-17, ha sido lo mismo: los gobiernos del PRI, con el apoyo
empresarial, han hecho de la política lo que han querido. Antes la
intervención era abierta, descarada y sin cortapisas; hoy obligan a
todos a negociar en Gobernación. Luego dicen que los votos cuentan o
cuentan los votos, sin embargo la realidad es que el 90 por ciento de
los electores deposita sus votos al mismo ritmo del sonido de la
propaganda, la TV y el dinero. Quien mueve más dinero y personalidades,
quien demuestra más disciplina y sometimiento, se lleva los cargos.
Estas sólo son dos ejemplos de las mil una negociaciones de las que
nunca nos enteramos.
4. Jamás en mis opiniones aterrizo en
particularidades porque todos de alguna manera somos víctimas (así como
los títeres) del sistema capitalista y de quienes lo comandan. A veces
pienso que para destruirlo y enterrarlo se van a necesitar 100 años más.
Se llama sistema capitalista porque domina el gran capital y quienes lo
poseen pueden comprar todo y hacer lo que les dé la gana: poner y
quitar gobiernos, ordenar encarcelar o matar, apoyar o cerrar empresas,
crear y someter a partidos y políticos, incluso organizar “oposiciones”.
El dinero lo puede todo desde que el capitalismo se instauró hace más
de 500 años en el mundo. Si alguien no ha sido comprado es porque
todavía no es una fruta apetitosa, pero si se coloca en el camino seguro
que será deglutido.
5. Han dicho que el dinero no compra el
amor y por ello me río y carcajeo: compra el amor, la voluntad, el sexo,
la libertad, la religión, la política, los partidos, la belleza, el 99
por ciento de las enfermedades y es posible que hasta a dios y lo que
carajos quiera. Sólo habría que preguntar a la historia del PRI y de los
gobiernos mexicanos que pueden sufrir las crisis que quieran, pero con
el dinero del presupuesto compran todas las voluntades y firman pactos
que han querido. Quizá solamente a los loquitos que poseen una
convicción enraizada anticapitalista –producto de su origen social, sus
costumbres y sus lecturas- pueden escapar de esa gigantesca red
extendida para muchos siglos y más generaciones.
6. Por ello
poseo la convicción de que hay que trabajar para que nuestro pensamiento
y acciones sólo estén dirigidas a la organización de una revolución
anticapitalista que barra del mundo a los enemigos de la igualdad. Sólo
una revolución en serio: libertaria, justiciera, igualitaria,
anticapitalista, puede poner a la sociedad de pie para que los valores
sean realmente humanos. El poder es terrible, y debería ser siempre
nuestro enemigo, porque él maneja todos los presupuestos, el dinero
público -que unido al de los grandes propietarios privados- hacen la
fuerza que durante siglos nos han oprimido. El dinero lo compra todo y
la política manipula a su favor, ¿qué debe hacer el pueblo para vencer
sus obstáculos sino buscar la unidad?
7. En tanto nosotros los
trabajadores, que somos el 90 por ciento en cada uno de los países, no
logramos la unidad para batallar juntos contra el poder, los dueños del
dinero y de la política mantienen el control de todo. Hay decenas de
miles de analistas y políticos, de anarquistas y libertarios que por su
“indisciplina” o por negarse a ser controlados, han sido expulsados o no
admitidos en reuniones, partidos y medios de información. El
capitalismo y todo su aparato político deben controlar de manera
rigurosa su poder para que no sea reventado. De ello se encarga en
México la secretaría de Gobernación y la embajada de los EEUU. Nada
importante se mueve –alianzas, candidaturas, pactos- en México si antes
no recibe la autorización de esas instituciones.
Blog del autor: http://pedroechverriav. wordpress.com
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