Entrevista a Gloria Poyatos, presidenta de la Asociación de Mujeres Juezas de España
Gloria López
Madrid, 17 may. 18. AmecoPress.- El
XIV Congreso bienal de la International Association of Women Judges
(IAWJ) tuvo lugar en Buenos Aires entre el 2 al 6 de mayo de 2018, con
juzgadoras de más de 78 países del mundo, con el título "Construyendo
puentes entre las Juezas del Mundo". En ese ámbito, la feminista Gloria
Poyatos, jueza española y presidenta de la Asociación de Mujeres Juezas
de España (AMJE) fue elegida democráticamente para dirigir, junto con
otra magistrada de Túnez, una de las cinco regiones del mundo en las que
se divide la internacional: Europa, Norte de África y Oriente Medio.
“Espero estar a la altura”, dice Gloria con vértigo cuando se le
felicita.
Magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, desde su
experiencia diaria en la Sala de lo Social, defiende y hace pedagogía
sobre la importancia de “impartir justicia con perspectiva de género”.
Su compromiso con la Igualdad, le supuso también el reconocimiento de
Women´s Link Worldwide con el Mallkete de Oro 2017 por ser Magistrada
ponente, junto a sus compañeros Magistrados de la Sala de lo Social del
TSJA, de “la mejor sentencia del mundo con perspectiva de género”, con
el impacto más positivo para las mujeres y las niñas en la protección de
sus derechos.
Gloria Poyatos se expresa con dinamismo, claridad y valentía. Y
convence. Evidencia los estereotipos en las sentencias y argumenta los
beneficios de dar valor a la “ética de los cuidados humanizados” y a
cualidades de las mujeres, cuya socialización las capacita para buscar
soluciones no violentas a los conflictos. Con todo, apunta a transformar
el sistema, para lo que “hemos de contar con los hombres”, en un
proceso en el que la educación es la “vacuna para combatir el machismo”,
una enfermedad de transmisión social, y para lograr un reproche
colectivo hacia las múltiples discriminaciones que sufren las mujeres
por el hecho de ser mujeres.
El movimiento feminista cada vez denuncia más que la Justicia
es patriarcal. ¿Qué significa aplicar perspectiva de género al mundo de
la Justicia?
Es algo tan simple como cumplir el artículo 9 de la Constitución, que
es un mandato que nos obliga a remover los obstáculos para lograr la
igualdad efectiva. Eso, unido al artículo 4 de la Ley de Igualdad, que
establece el principio transversal de la igualdad en toda la aplicación e
interpretación del ordenamiento jurídico. Eso es juzgar con perspectiva
de género. Se refiere a franquear los estereotipos y prejuicios que
también encarnan la justicia y que te pueden llevar a perpetuar las
asimetrías sistémicas entre hombres y mujeres. Por ejemplo, el rol de
cuidadora, asignado a las mujeres; el estereotipo de consentimiento
sexual implícito de las mujeres aplicado erróneamente en delitos
sexuales; el de la disciplina marital…. Son estereotipos que antes
estaban incluidos en nuestras leyes, se sacaron de las leyes, pero el
problema de la estereotipia es que es de transmisión social y su
aprendizaje se realiza a través del aprendizaje observacional, son
inmunes a las leyes. Como el machismo se transmite como una enfermedad
social, franquearlo significa aplicar una técnica específica a la hora
de impartir justicia.
Los prejuicios son ilusiones cognitivas irracionales, percibidas como
verdades absolutas, que siguen patrones sociales preestablecidos y
determinan como debemos ser, en vez de reconocer quienes somos.
Estereotipamos para definir la diferencia que facilite nuestra
comprensión de un modelo más simple y para hacer un "guión de
identidades" más manejable, pero estos mitos son pilares de las
discriminaciones y cuando penetran en el sistema judicial lo
distorsionan, perpetuando las asimetrías sociales entre hombres y
mujeres.
"Los prejuicios son ilusiones cognitivas irracionales, percibidas como verdades absolutas"
Es decir, a la hora de impartir justicia en un caso concreto, no partimos de una situación de igualdad.
Efectivamente. Y tienes que tenerlo en cuenta a la hora de impartir
justicia, porque si tú no haces esa corrección, tú trasladas esas
asimetrías a las resoluciones judiciales y puedes convertir las
sentencias en armas de discriminación institucional o, en el peor de los
casos, impedir el acceso de las mujeres a la justicia. Juzgar es algo
tan simple como detectar, corregir y compensar: eso es juzgar con
perspectiva de género. Cuando detecte la simetría, tengo que corregirla y
luego compensarla.
Ilústrenos con algunos ejemplos, por favor.
Ejemplos de sentencias estereotípicas hay muchísimos, desde la
tradicional y más mediática sentencia de la minifalda del año 1990, que
fue ratificada por el Tribunal Supremo -venía de una audiencia
Provincial de Lérida- y tenía que ver con un caso que se produjo en el
seno de una relación laboral; un empresario tocó a la empleada de 17
años por encima de la ropa los pechos y los glúteos, -eso quedó
demostrado- y le propuso que su contrato temporal pasaría ser indefinido
si mantenía relaciones sexuales con él; esta chica puso una denuncia
penal y la ganó, en aquel momento eran abusos deshonestos, un delito que
ya no existe, y en esa misma sentencia se recoge otro juicio moral, en
el que literalmente se dice que si acaso la joven trabajadora pudo
provocar al señor empresario por su vestimenta -quedó probado que el día
de los hechos la trabajadora llevaba una minifalda-. Eso es un
estereotipo en la sentencia porque se está exigiendo a la mujer por ser
mujer una carga que quita culpabilidad al delincuente, que viene a
justificar su acción.
Otro ejemplo. Una sentencia del 2012 de la sala militar del Tribunal
Supremo, en un supuesto en el que un agresor propinó una paliza a su
mujer en un caso de violencia de género. Se le impuso un reproche penal,
pero también militarmente hay una normativa que establece una sanción
por esos hechos; se le sancionó y este señor llevó el caso al Supremo,
que disminuyó la sanción; yo no voy a entrar en el acierto o desacierto
de la decisión del Supremo, pero soy muy crítica con la argumentación
jurídica que llevó a la Sala a tal convicción: le reducen la sanción por
sus condecoraciones militares y por haber participado en misiones de
paz en Afganistán, donde -dice la sentencia- es habitual el uso de la
fuerza.
¿Cuáles son los estereotipos de género en los que se sustenta esa justicia patriarcal?
Pues por ejemplo el del rol de víctima ideal o víctima racional, es
decir, en delitos sexuales se espera un comportamiento determinado de la
víctima y si no encaja en ese comportamiento, no se la cree.
Históricamente nuestra jurisprudencia hasta 1990 exigía una actuación
contumaz, clara y de resistencia para creer que la víctima no daba el
consentimiento en delitos sexuales y esto se ha traducido. Otros
estereotipos son el consentimiento sexual implícito de las mujeres, la
vestimenta, el rol de madre…
En el caso de las mujeres que denuncian violencia de género,
¿cuáles sonlasas resistencias que más les están afectando en el acceso a
la justicia?
Hay un estereotipo que es la creencia de que las mujeres son seres
poco confiables, personas mentirosas. Hasta 1958 formaba parte de la
ley. Ese año hubo una reforma del Código Civil impulsada por una mujer,
Mercedes Formica, y entre otras reformas importantes como es el
“depósito de la mujer casada”, una figura de deleznable, lo que vino
modificar era los casos en los que a las mujeres no se les permitía ser
testigos en testamento porque no se las creía, lo tenían prohibido. Pero
el estereotipo sigue operando.
La clave está en la educación y en la formación especializada
Con respecto a los estereotipos, usted cita una frase de
Albert Einstein “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.
¿Qué se puede hacer para desintegrar los prejuicios?
Formación. El machismo, que no es más que la manera popular de hablar
de la estereotipia de género, es una enfermedad de transmisión social y
su vacuna es la educación. Por un lado, a los menores, que son seres
permeables a valores, y cuando hablamos de personas mayores, mediante la
formación especializada.
Los jueces y juezas nacemos, nos educamos y opositamos en la misma
sociedad prejuiciosa que el resto de las profesiones, pero con mayor
responsabilidad porque nuestras resoluciones tienen un gran impacto en
la vida de las personas.
No somos inmunes a la estereotipia y por ello no debe extrañar que los
prejuicios penetren transversalmente en nuestras resoluciones dando
lugar a decisiones basadas en creencias preconcebidas sobre el
comportamiento "apropiado" de la mujer en cada contexto. Franquear desde
la justicia estos mitos no es fácil, exige formación y capacitación
para juzgar con perspectiva de género, como metodología de impartición
de justicia conforme al principio pro persona.
Es por eso que desde nuestra asociación reivindicamos como algo
obligatorio, permanente, transversal y sistemático que haya una
formación especializada en género, no sólo en violencia de género, sino
en todas las jurisdicciones. Por ejemplo el ámbito del trabajo es un
nido de estereotipos, por el hecho de cuidar la mujer es discriminada.
Ahora mismo en la universidad no está incluida la formación con perspectiva de género para la carrera de la abogacía.
Lo que es vergonzoso es que en el temario de la oposición a juez no
se estudie la resolución de la CEDAW, que da un toque al Estado Español,
a propósito del caso de Ángela González. (El caso de Ángela González es
el de una víctima de violencia de género que había presentado 51
denuncias ante juzgados y comisarías frente a su exmarido, por
gravísimas amenazas, agresiones e intento de rapto e igualmente para
evitar las visitas sin vigilancia de la hija común del matrimonio. Pero
sus denuncias no fueron atendidas y su hija Andrea, con tan solo 7 años
fue asesinada por su padre de un disparo)
Es una falta de respeto a la propia recomendación que decía forme
usted a sus impartidores de justicia y personal de justicia de género,
que conozcan la CEDAW y que conozcan la recomendación 33.
¿Una de las dificultades para avanzar en igualdad es que ellos deben dejar de reforzar estereotipos y renunciar a privilegios?
Todos tenemos nuestros estereotipos. Te voy a ser muy franca. El
patriarcado ahoga a las mujeres pero aprieta a los hombres y los oprime.
Por cada mujer cosificada, hay un hombre que tiene en todo momento que
demostrar potencia sexual; por cada mujer que es inteligente pero que
tiene que aparentar ser tonta, hay un hombre que tiene que estar
continuamente demostrando que lo sabe todo. A veces lo llamamos
privilegios pero también son estereotipos, obviamente al lado de los
nuestros son privilegios pero también son una carga para ellos. Creo que
tenemos que lograr una visión global y abordar la lucha contra el
patriarcado sabiendo que los enemigos no son los hombres sino el sistema
que oprime también a los hombres.
Todos los colectivos discriminados -y efectivamente las mujeres no
sólo somos un colectivo somos diversas y somos la mitad de la población,
es un modo de simplificar-, todos los colectivos discriminados no han
podido avanzar sin la ayuda del colectivo que les discrimina.
El Cuidado como Complemento a la Justicia
Usted y la asociación que preside defienden los cuidados como complemento a la justicia. ¿Qué quiere decir esto?
Vimos en un mundo construido sobre un mercado de trabajo, diseñado en
masculino, que ha despreciado históricamente el tiempo dedicado a los
cuidados, a los que niega valor social, económico y curricular, a pesar
de ser un trabajo imprescindible para la economía, la sociedad y para la
vida misma. Pero la práctica de cuidar no solo es imprescindible para
el sostenimiento de la vida cotidiana sino también por los valores y
capacidades que fomenta en quienes la desenvuelven porque lleva consigo
el desarrollo de habilidades como el respeto, la comprensión, la
tolerancia, la empatía, la paciencia, el compromiso o la responsabilidad
que son una aportación altamente útil para el desarrollo humano y la
gestión pacífica de los conflictos.
Con ello, te estoy dando la justificación objetiva de por qué es
necesario valorar los cuidados en la formación y en los currículos.
Vamos a dejar al margen el tema de la igualdad, que obviamente esta es
una medida igualitaria y corresponsable porque lo que hace es incentivar
la corresponsabilidad, hacer atractivos los cuidados e implicar a los
hombres a que también cuiden porque no van a perder oportunidades, que
es lo que nos pasa a nosotras en el mercado laboral cuando cuidamos.
Vamos a dejar esta parte. Y nos vamos a concentrar en algo que se llama
inteligencia emocional, es decir, eso que no te enseñan ahora en las
universidades y que yo propugno que se enseñe para dar la oportunidad, a
aquellas personas que no tienen personas a las que cuidar, puedan
adquirir los valores que te enseña la práctica de cuidar, desde la
Universidad. Nosotras defendemos que el valor curricular vaya por aquí.
Hay una evidencia y es que la práctica de cuidar aporta unas habilidades
que no sólo son importantes y que ayudan a madurar como ser humano,
sino que las habilidades que te aporta te hacen más habilidoso para
solventar o resolver sin violencia los conflictos.
Hay otro elemento objetivo que también lo justifica y es que sólo un
5% de la población reclusa en Europa son mujeres. ¿Alguien se ha
preguntado por qué las mujeres solucionamos los conflictos de forma
pacífica? Bien, pues las mujeres no nacemos con el don de la gestión
pacífica y la no violencia, no es natural, forma parte de la
socialización que tenemos las mujeres frente a los hombres que están
socializados para la autoridad y el mando.
Entonces, resumiendo, los cuidados son un complemento a la justicia
porque es una herramienta de prevención de las diferencias sociales
intrafamiliares y también las bélicas, porque la violencia no es más que
el miedo a la diversidad y en el momento que tú aprendes y eres más
sabio y habilidoso para entender a una persona diversa, como un menor,
un discapacitado, una persona mayor, tu capacidad de comprensión y de
solución aumenta.
Es una propuesta revolucionaria que implica cambiar el sistema ¿no?
Claro, esa es la aspiración. Yo siempre digo que todavía las mujeres
no hemos salido del armario, cuando salgamos del armario y pongamos
encima de la mesa nuestros valores, sin estar transformados por
imitación a los hombres, seremos el complemento perfecto y lograremos
dar lugar a una sociedad mucho más diversa, más completa y más rica.
Creo que hemos de pasar de la ética de los cuidados feminizados a la
ética de los cuidados humanizados e invertir en la infraestructura de
los cuidados para caminar hacia una sociedad no sólo más igualitaria,
sino sobre todo una sociedad más pacífica. Hay que promover un cambio
real de paradigmas sociales donde la práctica de cuidar se convierta en
el centro de las políticas sociales, haciéndose extensible a la otra
mitad de la población, para hacer real la corresponsabilidad y la
igualdad.
Mujeres y juezas
¿Por qué se dedicó al derecho?
Era algo que me llamaba desde bien pequeña, en casa recuerdo que
cuestionaba siempre las órdenes de mis padres y mi madre me llamaba
“leyista” desde bien pequeña y siempre me ha gustado mucho la
dialéctica, escribir, argumentar, discutir….
Es una de las fundadoras de la organización Asociación de
Mujeres Juezas. ¿Era necesario redundar, mujeres y juezas?, ¿Qué busca y
cómo trabaja la asociación?
Queríamos reivindicar el término de juezas que es nuestra profesión y
también el término de mujeres que ante todo somos y además, redundar en
los dos términos para que llamase la atención, como una reivindicación
frente a la invisibilización que hemos padecido siempre con la
utilización del masculino. Ya sabíamos que habría un sector que nos
criticaría pero con el tiempo todo el mundo se ha acostumbrado. También
pasa con las siglas, AMJE.
Tenemos distintas comisiones especializadas en distintos ámbitos, desde
violencia de género, educar en justicia igualitaria, una comisión de
autocuidados porque entendemos que no podemos ayudar si no nos ayudamos a
nosotras mismas. Nos estamos extendiendo, estamos en la Comunidad
Valenciana, en Oviedo, pronto en Galicia, y en Tenerife y Madrid.
Tenemos unos 3000 jóvenes adscritos al programa de “Educar en Justicia
Igualitaria” en España. Tenemos un programa de radio en Canarias donde
una vez al mes hacemos un análisis con perspectiva de género de
sentencias esteriotípicas para mostrar de forma práctica y clara desde
la justicia, a los propios compañeros y compañeras pero también a la
ciudadanía, porque usamos un lenguaje claro, qué es eso de la
estereotipia y por qué tenemos que franquear y luchar contra ella.
Le da mucha importancia a una labor pedagógica.
Es fundamental. Porque es muy difícil verlo, darse cuenta. La
igualdad está en la ley, hoy las discriminaciones no son directas, no
despiden a una mujer por estar embarazada, lo que hacen es que cuando
estás embarazada reducen el plus que depende de tu productividad y eso
es una discriminación indirecta que está soportando una mujer por esa
asunción del rol de cuidadora; he dicho maternidad pero puede ser una
reducción de jornada o cualquier complemento. Las brechas de género
ahora se establecen a través de complementos por puestos de trabajo y
resulta que aquellos feminizados tienen un complemento notablemente e
interior.
Ha hecho el prólogo de ‘Todas’. Es un libro maravilloso, una
crónica de la violencia de las mujeres a través del aporte de cuatro
extraordinarias periodistas que profundizan en distintos tipos de
violencia: Trata, Feminicidio, Violencia machista y Explotación laboral.
¿Cuáles son los nexos de los distintos tipos de violencia?
Ser mujer. En todos los casos son historias reales protagonizadas por
mujeres y sería prácticamente imposible contar las mismas historias
personalizadas en hombres. Me llamó muchísimo la atención, porque además
lo desconocía, lo de la explotación doméstica en Vietnam y la
utilización de suicidio como forma de liberación. Da igual el origen
étnico, da igual la edad, el nivel cultural, incluso el nivel económico
de la mujer, son maltratadas de distintas maneras. Por el hecho de ser
mujeres.
En el prólogo, dice “La historia de las mujeres es la historia de una discriminación cronificada”. ¿Cómo rebelarse?
En Estados Unidos ha logrado ser presidente un negro pero no lo ha
logrado una mujer y la lucha de los negros es posterior a la de las
mujeres. El camino es saber a qué nos enfrentamos, reconocer los
estereotipos y saber franquearlos y combatirlos adecuadamente, sobre
todo con campañas de sensibilización potentes y educación social y por
supuesto, de educación en las escuelas. Hay campañas como la del tabaco,
o la de los accidentes de tráfico, que han tenido una repercusión muy
importante. Hay que lograr una actuación colectiva, que haya un reproche
social hacia el machismo, que cada ser humano sea guardián ante
cualquier caso de discriminación. Y un enfoque preventivo porque
nosotras en los juzgados lo que hacemos es la gestión de un fracaso
social, pero hay que ir a la raíz, tenemos que evitar que eso llegue
hasta allí, a los juzgados. Y lo que queda en el imaginario no es lo que
decimos sino lo que se hace.
¿Está de acuerdo con la ampliación del concepto de violencia género recogido en el Pacto de Estado?
Por supuesto. Eso es cumplir el convenio de Estambul, que ha sido ratificado y que es una obligación española.
Foto: Archivo AmecoPress.
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