El 26 de abril,
el Senado de la República aprobó intempestivamente una reforma a la Ley
Federal de Derechos de Autor, por la cual se adiciona el artículo 213
bis y un segundo párrafo al artículo 215, que supuestamente tiene como
objetivo
brindar mayores y mejores herramientas judiciales especiales en materia de derechos de autor, que permita la generación de medidas precautorias o preventivas en beneficio de los titulares de dichos derechos.
A pesar de estos argumentos, las modificaciones han sido denunciadas
por la falta de claridad en sus preceptos y un ejercicio legislativo
poco transparente. La Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D),
organización social especializada en temas de libertad de expresión e
Internet, se pronunció en contra, utilizando para ello el hashtag
#MadrugueteAInternet, y un pronunciamiento en el que señaló que se le
otorga la facultad a cualquier tribunal de ordenar que una comunicación
pública sea censurada, y que los servidores, enrutadores u otros
instrumentos sean asegurados sin que medie investigación u orden
judicial.
Denunció, además, la falta de discusión previa en Comisiones
legislativas, y sin llevarse a cabo un proceso de consulta abierto en el
Congreso de la Unión (https://bit.ly/2I6fsFF).
En efecto, dentro de un proceso que fue calificado como irregular por
diversos medios de comunicación y organizaciones, debido a la nula
convocatoria y falta de consulta, la reforma se aprobó con 63 votos a
favor, 11 en contra y 23 abstenciones.
Esta iniciativa tiene sus antecedentes en 2015, cuando luego de la
aprobación de un dictamen en la Cámara de Diputados, se dio a conocer la
propuesta de la diputada del PRI Araceli Guerrero Eruviel. En 2016,
este dictamen se tornó a la Cámara de Senadores, donde supuestamente
quedó para su análisis y debida dictaminación en Comisiones.
No obstante, por iniciativa del PRI y del PVEM y de senadores como
Javier Lozano y Ernesto Cordero, el proyecto se retomó hasta abril del
presente año. Senadores distintos a esos partidos señalaron que no se
les convocó a sesión de la Comisión de Estudios Legislativos Segunda, y
que tampoco existió una convocatoria, con el tiempo necesario, para su
análisis.
Por la falta de claridad en todo el proceso legislativo, señalaron
también un dejo de impunidad y corrupción procesal; incluso algunos
denunciaron que se intentó que firmaran el dictamen sin que pasara por
un debate serio y abierto.
Resulta cuestionable que la aprobación de la reforma se haya dado de
manera tan rápida después de estar dos años en espera, sin participación
ciudadana, y en un contexto electoral que bien podría beneficiar a
algunos poderes fácticos que buscan censurar y lastimar derechos
relacionados con la libertad de expresión, el derecho a la información y
la búsqueda de la verdad.
Tampoco se consideraron los pronunciamientos de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación respecto al tema, como la tesis de junio
de 2017, relacionada con que la protección de derechos de autor no
justifica en sí y por sí misma el bloqueo de la página web, y que estas
prohibiciones no se consideran constitucionalmente válidas, salvo
situaciones excepcionales (https://bit.ly/2KOeYWr).
Entre los puntos críticos de la reforma destacan las medidas que
pretenden contrarrestar las violaciones a los derechos de autor, las
cuales permitirían
la suspensión de la representación, comunicación o ejecución públicas, el embargo de las entradas o ingresos y el aseguramiento cautelar de los instrumentos materiales, equipos o insumos, con poca claridad en la interpretación de estas acciones, y limitando el derecho a la libertad de expresión.
Es evidente que en las últimas horas de la Legislatura saliente
existen grupos que están dispuestos a atentar contra los derechos
humanos, como el libre acceso a la información por cualquier medio, sea
físico o digital. Intento claro y manifiesto con la aprobación de todo
el paquete de mediosen semanas recientes.
Recordemos que en esos mismos días se aprobó en términos similares la
ley relacionada con la publicidad oficial, de la que me ocupé en La Jornada
el pasado 14 de abril, aprobada igualmente de manera rápida e
intencionada, mediante procesos legislativos irregulares, sin
transparencia y sin consultas ni participación de actores importantes.
El ejercicio de la libertad de expresión, la existencia de medios
libres y confiables, y el acceso a diferentes medios de comunicación e
información, son necesarios para el fortalecimiento de la democracia.
Acciones violatorias como las reformas recién aprobadas, que benefician a
monopolios de comunicación y control, y a grupos de poder con intereses
particulares deben, sin duda, denunciarse.
Y por ello las organizaciones de la sociedad civil buscarán impulsar
un juicio de amparo, y vía la Comisión Nacional de los Derechos Humanos,
y posiblemente también por medio de un grupo de legisladores, acciones
de inconstitucionalidad, para ir en contra de esta reforma.
Además, es importante evidenciar que existen fallas internas que
reflejan la impunidad existente en todas las esferas gubernamentales,
incluso en el Poder Legislativo. Fallas que como puede observarse en
este caso, derivan de bancadas dominantes y falta de apertura por parte
de los legisladores.
Dada la falta de legitimidad del proceso legislativo para aprobar
esta reforma a la Ley Federal de Derechos de Autor, el Ejecutivo Federal
debiera abstenerse de publicarla, para que se reponga el proceso en el
Congreso. De lo contrario, son más que oportunas todas las acciones
legales en su contra.
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