Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme
El primer ministro de Malasia, Mohamed Mahathir, durante una conferencia de prensa en Kuala LumpurFoto Ap
Después de una desaparición por dos décadas, el ex primer ministro Mohamed Mahathir regresó al poder en forma increíble a sus 92 años y su elección tiene ya reverberaciones en todo el sudeste asiático, más allá de las profundas implicaciones domésticas en Malasia –país súper estratégico que se encuentra entre el conflictivo mar del sur de China y el Estrecho de Malaca, “punto de estrangulamiento ( choke point)” geoestratégico compartido por Singapur, Indonesia y Malasia.
La relevancia del sudeste asiático, una de cuya parte sustancial fue bautizada por los colonizadores franceses como Indochina, se subsume en que se ubica entre China e India: las dos superpotencias geoeconómicas del siglo 21 que ocupan respectivamente el primer y cuarto lugar en el ranking global del PIB medido por el poder adquisitivo y que exhibe el dato asombroso de que India desplazó a Japón al quinto lugar: ¡casi con el doble del PIB!
Por su parte, Indonesia (¡octavo lugar!), corazón del sudeste asiático, relegó a Gran Bretaña (GB), inventora del jueguito neoliberal financierista y máxima potencia colonizadora global de los siglos 18 y hasta parte del 20, al décimo lugar (http://bit.ly/2KQ3sdc).
Se pudiera aducir que Japón y GB son artefactos del decadente viejo orden mundial financierista anglosajón, mientras que el sudeste asiático –amortiguador geopolítico y vaso comunicante geoeconómico por excelencia– pertenece al incipiente nuevo orden global del siglo 21 de doble característica regional/nacionalista.
En mi libro premonitorio El lado oscuro de la globalización: post-globalización & Balcanización(http://bit.ly/2I9AQdi) resalté hace 21 años lo que, a mi juicio, presagia(ba) El Debate Bursátil del Siglo 21: Soros contra Mahathir cuando enuncié que el feroz altercado que se dio entre ambos en varios foros había “cobrado su relevante dimensión con el marco de referencia del colapso bursátil desde Hong Kong hasta Nueva York y la hecatombe del engaño de la ‘economía new age’ del neoliberalismo defraudador y depredador encargado por el esoterismo centralbanquista y fondo monetarista de Alan Greenspan (página 40)”. Agregué que Mahathir acusó a Soros de encontrarse detrás del descuartizamiento de las bolsas y monedas del bloque ASEAN: el bloque de 10 países del sudeste asiático.
Habría que empezar a realizar el recuento de quienes triunfan y pierden en la atroz lucha sin cuartel entre globalistas y nacionalistas que hoy fractura al mundo y se refleja en sus cuatro rincones.
El debate de hace 21 años en un inicio lo ganaron los globalistas quienes luego se embriagaron con el vino especulativo de Wall Street y La City y obligaron al repliegue nacionalista en los cuatro rincones del planeta, lo cual, después de los cataclismos militares de EU y GB en el Medio Oriente, y la debacle financierista de Lehman Brothers en 2008, está resultando, por default, en el retorno triunfal de los nacionalistas en todo el mundo.
A mi juicio, en el presente, la mejor taxonomía ideológica del planeta se epitomiza en la confrontación de globalistas contra nacionalistas.
Hoy, 21 años más tarde, los globalistas –encabezados por el megaespeculador George Soros, disfrazado de filántropo– han empezado su inexorable declive debido al ocaso de la globalización financierista de la dupla anglosajona, mientras ocupan gradualmente su lugar los nacionalistas: desde Hungría hasta Malasia.
La relevancia de Malasia no es solamente geoestratégica, sino también geoeconómica al pertenecer simultáneamente a tres bloques geoeconómicos: 1. el ASEAN; 2. la deslumbrante y poco conocida Asociación Regional Económica Integral (RCEP, por sus siglas en inglés) de 16 países que encabeza China (http://bit.ly/2rwdsjR), la máxima superpotencia geoeconómica (cuando se mide el PIB por su poder adquisitivo); y 3. la abatida Asociación Transpacífico (ATP) de 11 países donde se dio de baja Trump al inicio de su polémico mandato y al que pertenece el “México neoliberal itamita” que, en forma desbrujulada, se equivocó de bloque.
Hasta la CIA reconoce que durante los 22 (sic) años de los previos mandatos de Mahathir de 1981 a 2003 fue exitoso en diversificar la economía de Malasia (con una superficie de 329 mil 847 kilómetros cuadrados, población de más de 31 millones y un PIB de casi un billón, medido por el poder adquisitivo), que hoy ostenta un nada despreciable lugar 27 en el ranking de las economías globales con un crecimiento de 5.4 por ciento y un per cápita de 29 mil dólares cuyas políticas amigables a los negocios fueron seguidas por su sucesor y hoy ex primer derrotado ministro Najib Razak, quien había renegado de su mentor Mahathir y fue castigado en las urnas por un fraude colosal de 900 millones de dólares sustraídos de un fondo gubernamental.
La prensa británica dio mucho vuelo a los reajustes domésticos de la elección en su antigua colonia –donde el partido gobernante se encentra hoy escindido– y al retorno espectacular de Mahathir como primer ministro.
Por su parte, el rotativo chino Global Times se adentró a analizar las repercusiones de los lazos de Malasia con China (http://bit.ly/2rBDIs6).
Los analistas chinos expresan un cauteloso optimismo con el retorno de su anterior aliado Mahathir quien, quizá con fines electoreros –pronto se sabrá– criticó la gran dependencia económica de Malasia con China.
Más allá de la enorme bilateralidad económica entre ambos países, cabe señalar que Malasia cuenta con una mayoría étnica privilegiada (literal) de los malays, musulmanes sunnitas que constituyen 62 por ciento de la población frente a 21 por ciento de chinos (¡súper-sic!) y 6.2 por ciento de indios.
Zhu Zhenming, profesor de la Academia de Ciencias Sociales de Yunnan, comentó que no es correcto llamar a Mahathir como anti-China ya que cuando fue primer ministro fue muy amigable con China a la que visitó muchas veces cuando en ese tiempo era un critico ferviente de EU. Es justamente lo que denominé el debate del siglo 21 entre Mahathir y Soros. Pero ahora, 21 años más tarde, China es la superpotencia geoeconómica y EU se encuentra en franco declive, lo que apela a ajustes concomitantes de parte del nacionalista Mahathir.
Por lo pronto, Mahathir declaró apoyar la iniciativa de la Ruta de la Seda, pero recalcó que Malasia se reserva el derecho de renegociar los términos de algunos acuerdos con Pekín, en caso necesario, según Global Times que expone el punto de vista de varios analistas chinos quienes juzgan que Mahathir puede diversificar las inversiones foráneas en Malasiapara que sea menos dependiente económicamente de China.
El rotativo chino conjetura que el triunfo de Mahathir puede posponer el proyecto del tren bala entre Kuala Lumpur y Singapur: la asombrosa ciudad-estado que perteneció a la federación de Malasia por dos años y de la que luego se separó.
Mahathir es ante todo un nacionalista antiglobalista –debido a su aciaga experiencia y sus choques con Soros– y hoy un regionalista precavido.
No es lo mismo la China de hoy que con la que entabló relaciones Mahathir hace 21 años cuando abandonó el poder.
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