Pedro Echeverría V.
1. Si no hubiesen encuestas que informen que López Obrador lleva una ventaja de 20 puntos sobre el PAN de Ricardo Anaya, sería suficiente con los centenares de grandes concentraciones que vemos en la TV y fotografías de periódicos impresos que enseñan (de dos a 10 mil personas) reunidas en las plazas públicas presididas por el candidato presidencial López Obrador. Por el contrario, los actos o mítines de propaganda de los candidatos José Meade del PRI y de Anaya del PAN, se realizan generalmente en locales cerrados con asistencia de 500 personas y las de los “independientes” nunca han sido de más de 100 asistentes. La ventaja hasta hoy es muy grande; no se sabe de las maniobras que obligadamente hará el gobierno del PRI y los empresarios para evitar que López Obrador triunfe en las elecciones y que asuma la Presidencia.
2. Se merece el triunfo López Obrador porque lleva 20 años haciendo campañas políticas: primero para ser jefe de gobierno de la CDMX y luego por tres candidaturas a la Presidencia. La realidad es que ganó en las elecciones de 2006, pero le robaron la Presidencia por el PAN y el PRI unidos. Sin embargo se metió en la mente –de manera dogmática y terca- que a pesar de que la clase política y empresarial estarían siempre contra él, llegaría a la Presidencia; por esa terquedad se dedicó a recorrer todos los pueblos y municipios del país durante cinco días de la semana. Muchos creímos que era una pérdida de tiempo y energías porque eran sólo cuatro concentraciones y mítines diarios, que no dejaba nada organizado; ni siquiera núcleos que continúen el trabajo. Si AMLO triunfa y avanza, tendremos mucho que analizar.
3. Los de la izquierda tradicional de los sesenta y setenta no nos interesamos nunca del trabajo de masas por considerarlo “espontaneísta” y hasta “oportunista”; preferimos siempre seguir las ideas leninistas del trabajo de “formación de cuadros”. Realizábamos un contacto, formábamos una célula, luego un circulo de estudios para de allí extender nuestra influencia en otros pueblos o fábricas de la región. Ya Lenin en 1902 explicaba el trabajo de cuadros (de los mejores) y el trabajo amplio de masas (que defendía Rosa Luxemburgo) Por ello, al no dejar López Obrador un núcleo sólido en los lugares y regiones que visitaba, nos pareció a los izquierdistas mucho espontaneismo; pero obvio, él estaba preparándose en lo electoral y nosotros desde los sesenta estábamos pensando en una revolución obrero-campesina.
4. Pienso, desde que se hicieron candidatos, que Margarita y el Bronco no tenían siquiera el menor nivel político para competir. Claro, Fox era tan ignorante como ellos, pero con su chacoteo se hacía simpático, como cualquier payaso. ¿De dónde iba a sacar conocimientos y experiencias si era una simple ama de casa subordinada (con familia tradicional, esposo o dueño) que jamás demostró un grado de rebeldía o independencia? El Bronco tampoco se le ve ningún pensamiento de altura, libre, antiautoritario, que le permita romper con ese machismo que demuestra por los cuatro costados. Pienso que los tres que quedarían tienen más o menos capacidad, pero la bronca real son los intereses partidarios, sociales, de clase, que representan y yo, ante la derecha recalcitrante y reaccionaria, prefiero con mucho, críticamente, al socialdemócrata López Obrador. (18/V/18)
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